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Bernfeld y la izquierda marxista

 

Esta serie de autores olvidados del psicoanálisis incluye a un autor prácticamente desconocido por las nuevas generaciones. Tal como dice Guinsberg, el menos conocido de ese trío inicial de la izquierda freudiana formado por Reich, Fenichel y Bernfeld.

Sin embargo, la fertilidad de sus aportes se encuentran en tres niveles: el entrecruzamiento entre Marx y Freud; sus ideas sobre el psicoanálisis y la educación; y sus críticas sobre la formación en las instituciones psicoanalíticas. Todos temas que, por su actualidad, merecen ser recuperados y revisados críticamente a la luz de nuestros tiempos.

Mucho menos conocido que sus famosos amigos y “compañeros de ruta” Wilhelm Reich y Otto Fenichel, Siegfried Bernfeld (1892-1953) integró la primer camada de psicoanalistas y fue parte de aquellos que, según Anna Freud, eran “seres fuera de serie, peculiares, soñadores, sensitivos [...] Lo que dejaron en sus producciones escritas, da testimonio de su capacidad para el trabajo analítico [pero] a pesar de ello sólo una minoría de ellos buscaría y encontraría hoy en día acogida en nuestros institutos de enseñanza psicoanalítica”1. No sólo fue miembro, asiduo asistente y participante activo con múltiples presentaciones en la Asociación Psicoanalítica de Viena2 -se integra como socio en mayo de 1919 y es aceptado por unanimidad menos de un mes después-, sino que el propio Freud lo apoya en sus críticas al funcionamiento del Ambulatorio Psicoanalítico de esa ciudad3 y más tarde, en 1931, lo define de manera categórica en carta a R. Olden: “Es un destacado experto del psicoanálisis. Lo considero tal vez el más dotado de mis estudiantes y discípulos. Además posee un conocimiento superior, es un orador irresistible y un maestro extremadamente influyente. Así en conjunto sólo puedo decir lo mejor acerca de él”4.

Claro exponente de su época nace en Lemberg, ciudad del entonces imperio austro-húngaro, aunque su familia radicaba en Viena, y muy pronto se une a movimientos juveniles y se identifica con la causa sionista y socialista -una de sus primeras relaciones fue con Martín Buber-, con posturas contestatarias, políticas, de ataque a la autoridad parental y a favor de la liberación e incluso de la “promiscuidad” sexual, viendo “tres ámbitos de la confrontación que independientemente deberían ser regulados en el contexto de la política general conjunta: escuela, hogar y vida sexual”5. Como señala Eckstein, “la primera etapa de su vida adulta lo halló junto a muchachos y adolescentes, ocupado en reformas políticas y sociales, en tareas educacionales y tratando de utilizar los conocimientos psicológicos y psicoanalíticos en un nuevo tipo de educación que haría del mundo un lugar mejor donde vivir”6. Algo que no abandonaría en esos turbulentos años.

Doctorado en Filosofía en la Universidad de Viena, ya desde la época de militancia indicada se acerca al psicoanálisis a través de lecturas y concurrencia a cursos y conferencias, conoce a Freud y es impulsado por él que le envía pacientes. Hace su análisis didáctico con Hans Sachs, y publica diferentes libros acerca de la vida comunitaria de la jueventud. Sus líneas de investigación y de acción giran sobre dos ejes que se suman al indicado de la militancia juvenil: los vínculos entre psicoanálisis y pedagogía, y entre psicoanálisis y marxismo. Del primero fue un incuestionable pionero y sus planteos hoy son muy conocidos en la educación progresiva, y del segundo un claro adherente junto a Reich (con quien tuvo serias polémicas) y sus iniciadores en la búsqueda de una articulación entre el psicoanálisis y el conocimiento social. Los límites de espacio para esta nota sólo permiten unas breves puntualizaciones sobre sus aportes en ambos campos.
 

Psicoanálisis y pedagogía

Un inicio de la relación entre psicoanálisis y pedagogía7 la realiza Oskar Pfister (1909-1939), filósofo, teólogo, párroco y pedagogo suizo con quien Freud tuvo un importante intercambio y respetuosa polémica respecto a aspectos religiosos. Pfister da un gran aporte en el ámbito de la formación psicoanalítica de educadores religiosos y es autor de muchos e importantes libros y artículos sobre pedagogía, aportando instrumentos a los maestros y padres de familia; al respecto le escribe a Freud que “en muchos lugares he hablado públicamente sobre psicoanálisis y siempre he tenido un gran éxito. Los docentes de una gran parte de Konton (Suiza) han decidido solicitar que las autoridades docentes me den la oportunidad de enseñar la Pedagogía Psicoanalítica” (Päd-analyse) (12-7-1920). Afirma Ernst Freud (1966) que Pfister tuvo éxito especialmente en la aplicación de las bases psicoanalíticas a la pedagogía, planteando por primera vez lo necesario que sería para los educadores hacer un Päd-análisis, o sea que puedan, desde su papel como tales, reflexionar acerca de sí mismos y conocer mejor su inconciente en su vinculación con su quehacer y así mejorar su formación8. En 1913 escribe su Die Psychoanalytische Methode, dirigido a un público de pedagogos especialmente, y después publica las conferencias que impartió con el título evocador de El psicoanálisis al servicio de los educadores, multiplica las charlas en el círculo docente y funda en 1920 una asociación suiza para el psicoanálisis pedagógico.

Con tal base Bernfeld considera que en la institución escuela se reproducen los modelos primarios del autoritarismo y de los patrones familiares -clara repercusión de sus posturas antes señaladas-, interesándose también en analizar la transferencia del maestro hacia los escolares, así como toda la parte inconciente en la subjetividad del maestro, y retoma la propuesta de Pfister acerca de la formación psicoanalítica en el maestro o por lo menos un Päd-análisis. En su primera etapa de vida adulta, junto con muchachos y adolescentes se ocupó de proponer reformas políticas y sociales en tareas educacionales, trató de utilizar sus conocimientos psicológicos y psicoanalíticos en un nuevo tipo de educación que haría del mundo un lugar mejor donde vivir.

En 1925 Bernfeld publicó dos volúmenes, el primero era una innovación y un clásico, The Psycholgy of the Infant, en el cual se manifestó a favor de que la vida instintiva debe ser el fundamento de una síntesis teórica, de tal forma que la psicología freudiana se transformaría en la base para una nueva psicología de esa época. Y el segundo libro fue Sisyphus or the Boundaries of Education. Escrito con su pericia como maestro docente, ataca las nociones idealistas de la educación que ven al educador como a alguien que moldea el carácter del niño, del mismo modo en que un escultor convierte el bloque de mármol en su obra perfecta. Utiliza conocimientos de economía, política, sociología y de filosofía marxista para mostrar los límites sociales de la educación y utiliza la teoría del inconciente para demostrar los límites internos. Con base en Marx y Freud muestra a los pedagogos los límites de la educación, tanto los psicológicos que surgen de la constitución de los niños, como los sociales que están en la organización institucional de la enseñanza, presentado al “psicoanálisis como el único método hallado hasta ahora para poder conocer la historia anímica en lo esencial”, definiéndolo como un método histórico.

Esos límites transforman al maestro en un Sísifo, que los ve como limitaciones, como cadenas que lo amarran y le imponen tareas imposibles. Pero si estos límites se ven como legítimos pueden conducir a conocimientos que permitan la formulación de una teoría educacional, basada no en el idealismo narcisista sino en la ciencia. Su último artículo se llama Psychoanalytic Education donde, con profunda conciencia psicológica y también política destaca la falsedad que existe en la creencia de que el maestro sea el motor casi exclusivo de la acción educativa, puesto por encima del alumno y de otros actores decisivos del proceso.

Al respecto Bernfeld, S. consideró que “la escuela como institución no está concebida sobre la base del fin de la instrucción ni como realización de intenciones didácticas: existe antes que la didáctica y en contraste con ella”. Así afirma Follari, la Educación sería nuestra cortina de humo en cuanto sirve para esconder la realidad existente, así por ejemplo parte de la suposición de la bondad intrínseca del niño, a su pretendida asexualidad y de la idealización del maestro.

Psicoanálisis y marxismo

Bernfeld es parte de la primera generación de la izquierda freudiana, es decir psicoanalistas con orientación marxista, junto con Reich, Fromm y Fenichel, y según Dahmer “se le deben las primeras determinaciones acertadas de la problemática relación entre el psicoanálisis y el marxismo; fue el primer teórico científico del psicoanálisis, que nunca interpretó en forma violentamente cientística, y el teórico de la izquierda freudiana menos dogmáticamente limitado entonces. Sobre la base de su determinación de la relación entre psicoanálisis y teoría social, se puso a interpretar psicoanalíticamente la pedagogía, la criminalidad y la justicia penal. Sus esfuerzos por una diferenciación sociológica de la teoría psicoanalítica (por ejemplo, mediante el esclarecimiento de las condiciones sociales de la posibilidad de ‘sublimación’) lo llevaron al concepto del ‘lugar social’ de los fenómenos psíquicos. El psicoanálisis aclarado sociológicamente debía poder explicar relaciones vitales específicas de clase y normas”9.

Es interesante destacar que Dahmer ubica al texto de Sísifo... cómo “la primera contribución de Bernfeld al esclarecimiento de las relaciones entre psicoanálisis y marxismo” por el planteamiento del problemas y la formulación de preguntas al estilo de ¿por qué la mayoría no aniquila simplemente a la minoría explotadora?, y cómo es posible..., que los vencidos se consideren vencedores. Respondiendo de manera provisional que les falta la intelección de su condición de explotados o la idea de la posibilidad de una sociedad estructurada de otro modo, e insertando una terminología psicoanalítica, “el cumplimiento del hecho de la revolución, el asesinato del protopadre Wall Street y la toma de posesión de la protomadre Tierra y el capital, es asegurado por el sentimiento de culpabilidad y la angustia que van detrás”10.

Pero donde más tajantemente desarrolla su pensamiento al respecto es en su artículo Socialismo y psicoanálisis de 1926, informe inicial de una discusión realizada en la Asociación de Médicos Socialistas de Berlín11, que comienza con una frase clara, categórica y definitoria: “El interrogante podría ser de importancia decisiva: ¿qué importancia tiene el psicoanálisis para el proletariado? Es decir: ¿en qué medida y cómo puede ayudarlo en su lucha de clases? Una respuesta a ese interrogante ya plantearía el problema de la aplicación práctica del psicoanálisis a la acción política de las masas”. De inmediato aclara que tal interrogante podría ser prematuro mientras no exista una base teórica general respecto al vínculo entre ambas posturas, pero en ese momento sólo le interesaba analizar otra pregunta: “¿es compatible el psicoanálisis en cuanto ciencia con el socialismo en cuanto ciencia (es decir el marxismo), o existe entre ambos una contradicción excluyente?”.

En su planteo Bernfeld define al psicoanálisis como materialista (pero no mecanicista), por lo que su modo de pensar “es lo exactamente opuesto a cualquier tipo de idealismo”, tendencia que se mantiene en su fundamental concepto de inconciente; y también considera que es dialéctico, donde toda su técnica de interpretación se rige por este principio: “La dialéctica del psicoanálisis abarca la realidad del acontecer psíquico”. Sin embargo es bastante cauto y entiende que “la psicología freudiana no es, de ninguna manera, la psicología dialéctica [que] es un objetivo futuro... Es así que el psicoanálisis ha llegado a ser un importante embrión -sin duda el primero- de psicología dialéctica”, aceptando incluso que Freud “nunca ha utilizado el material propio de las imvestigaciones marxistas”, limitándose “a tratar la ideología o los procesos psíquicos de individuos dentro de un grupo” y “deja en suspenso la necesidad exterior (condiciones económicas, condiciones de producción) en cuanto última instancia, por tratarse de un problema extrapsicológico o de un interrogante abierto”. A su vez considera que “Marx no ha tratado un problema, por cierto, apenas esbozado por Freud: ¿cuál es la naturaleza de los mecanismos psicológicos mediante los cuales determinadas condiciones de producción crean en las cabezas de los seres vivientes y productivos la ideología correspondiente?”12.

La culminación de este texto -al que sigue un debate con el camarada Bernfeld, tal como lo nombran- es importante para indicar los objetivos de este autor: “Cualquier ciencia puede ser usada al servicio de cualquier valor, de cualquier interés de clase; para ello solo es preciso despojarla de su carácter científico en determinados puntos. Del psicoanálisis no se deduce necesariamente una cosmovisión política o metafísica determinada. Si se mantiene en forma consecuente su estructura metodológica histórico-materialista y dialéctica es imposible extraer consecuencias que se opongan a una ciencia social histórico-materialista y dialéctica. A cualquier grado imaginable de ‘desviación’ del marxismo hacia derecha o izquierda, responderá el psicoanálisis con un grado equivalente de ‘desviación’. En ningún momento Freud se ha declarado socialista; pero tampoco se ha declarado, en ningún momento, enemigo del socialismo. Ante esa excepcional reserva será difícil citar -en una interpretación honesta- aunque más no sea una frase dicha al pasar, que revista carácter ‘reaccionario’. La influencia ‘burguesa’ sobre sus valores se pone de manifiesto en el concepto práctico de ‘enfermedad’ y asoma en algunos otros aspectos; pero el que esta influencia no se haya hecho patente en ningún punto importante -aunque sólo sea moderadamente importante- de su investigación es un hecho digno de mención del que, probablemente, no pueda jactarse ningún otro investigador ‘burgués’ y, con toda seguridad, ningún psicólogo”.

Véase el carácter pionero de estas posturas de Bernfeld recordando que Reich escribe su Materialismo dialéctico y psicoanálisis en 1929 -sin duda como parte del Zeitgest de la época en un nada desdeñable sector de la intelectualidad-, así como la capacidad crítica que tenía respecto a una figura tan eminente y respetada como lo era Freud13.

Siempre Sísifo

En 1926 a 1932 se muda a Berlín donde enseñó y trabajó en su Instituto Psicoanalítico aunque, como dice Eckstein, “parte de su cratividad se nutrió en el sentimiento de que ‘nunca se identificó plenamente’ con ninguna de las organizaciones de enseñanza [y] se mostraba escéptico con respecto a los sistemas de enseñanza, al ambiente institucional y sus requerimientos”. Con el triunfo de Hitler va a Viena, luego a Francia, a Inglaterra y finalmente a Estados Unidos donde, según su biógrafo, comienza una nueva fase: un estudio sobre la vida y obra de Freud que, considera, tuvo gran importancia para el conocido texto de Jones.

Siempre crítico -aunque adaptado a su nuevo país- renuncia como analista didacta en protesta y contra la voluntad de sus colaboradores, no dejando de ser un Sísifo. Muere en 1953 sin abandonar su trabajo y, nuevamente en palabras de Eckstein, “nunca se aisló en una torre de marfil analítica. Para él el psicoanálisis estaba entrelazado con la responsabilidad social”14.

 

Enrique Guinsberg
Psicólogo
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
México DF
gbje1567 [at] correo.xoc.uam.mx

Notas
1.  Citado por Karl Fallend, Pecualiares, Soñadores, Sensitivos. Actas de la Asociación Psicoanalítica de Viena, Facultad de Psicología, Universidad de la República, Montevideo, 1997, p. 9.
2.  Algunas de ellas dan idea de sus intereses: La poesía de los jóvenes (enero 1919), Problemas psicoanalíticos de la historia de la pedagogía (nov. 1919), Algunas observaciones sobre la sublimación (octubre 1921), Un motivo para la producción de historias coyunturales (dic. 1921), Análisis de un acto pedagógico (enero 1923).
3.  Idem, p. 106.
4.  Rudolf Eckstein, “Sísifo o los límites de la educación”, en Eckstein y otros, Historia del psicoanálisis (VI), Paidós, Buenos Aires, 1968, p. 24.
5.  “Siegfried Bernfeld. Del movimiento juvenil al psicoanálisis”, en Fallend, ob.cit., p. 265.
6.  Eckstein, ob. cit., p. 11.
7.  Esta parte del artículo se apoya en el trabajo inédito de Elia Ana Monge “Aportes del psicoanálisis critico social a la educación”, redactado como parte de su Doctorado bajo mi tutoría.

8.  Ernst Freud, en Correspondencia 1909-1939. Sigmund Freud,Oskar Pfister, Fondo de Cultura Económica, México,1966.

9.  Helmut Dahmer, Libido y sociedad. Estudios sibre Freud y la izquierda freudiana, Siglo XXI, México, 1983, p. 221. En la bibliografía este autor cita 22 textos de Bernfeld en alemán.
10.  Idem, p. 224.
11.  Puede verse en el libro de Bernfeld, Fenichel, Fromm, Leistikov, Sapir, Sternberg y Teschitz, Marxismo, Psicoanálisis y Ssexpol, 1. Documentos, compilación de Hans-Peter Gente, Granica, Colección Izquierda Freudiana, Buenos Aires, 1972.
12.  Véase el carácter pionero de estas problemáticas que plantea Bernfeld recordando que Reich escribe su Materialismo dialéctico y psicoanálisis en 1929.
13.  Bernfeld siempre atacó a los ortodoxos de ambos campos teóricos, como puede verse en la siguiente frase sin duda muy retomada posteriormente por muchos: “Los dos tienen razón. No los marxistas y los freudianos, sino Marx y Freud” (citado por Dahmer, p. 224).
14.  En forma confusa Eckstein cita un libro de Bernfeld que considera precursor del 1984 de Orwell donde “Ciudadano Maquiavelo, un reaccionario que parece conocer tanto el marxismo como el psicoanálisis, es nombrado ministro de Educación”, desde donde enuncia posturas precursoras de las de Goebbels.

 
Articulo publicado en
Agosto / 2004

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