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Comunidad entre la salud y sus valores

 

El siguiente trabajo teórico implica una reflexión de nociones como salud y comunidad pensado en variables valorativas y políticas. Y por tanto reflexionar la noción de salud y comunidad atravesada por dos practicas instituidas como lo son las prácticas y discursos generados desde cierta noción de salud íntimamente vinculado tanto a parámetros médico que tiene en el medicamento el “remedio” primordial a la hora de pensar a la salud, y por otro lado, la presencia de cierto valores que objetivados en la trama de actores lleva a tener por un lado un trato hostil, vigilante y temerario con el semejante, y por otro, una modalidad de concebir la relación con lo otro o con la tierra (el ecosistema) marcado más por la irresponsabilidad y el trato despectivo que por el pleno reconocimiento de ella.

 

Consideramos necesario, quizás urgente, en el presente, en lo que hoy acontece, un cambio de los poderes que atraviesan a la comunidad.  A las comunidades, que han llevado a ser pensadas como el lugar de la meticulosa vigilancia (Foucualt) el territorio del control ( Deleuze), la búsqueda constante de mayor seguridad o el espacio del malestar (Freud). Lo urgente o la tarea quizás es proyectar en ella ( y en nosotros) un espacio de lo común, de la reunión, de la reafirmación y de las conexiones, de intensificar agenciamientos entre dimensiones heterogéneas. Pensar en la inclusión, para ir a “contrapelo” de ciertos discursos hegemónicos que promueven el aislamiento, la apatía, la automatización social y/o el individualismo, como así también por fuera de las coordenadas del lucro, la ganancia y la dominación. Por fuera del mezquino circuito capitalista que en tanto nos incrusta o nos otorga una identidad soportable, las diferencias son suprimidas. Pero la inclusión no a una especie de espacio ya definido de antemano, sino pensado en términos a construir en plena posición activa de las personas que se involucran en el mismo lo que a su vez va delimitando un determinado tipo de sujeto.

Generar lazos ( y ciudadanía activa y participativa) en pos de la salud. Generar como decía Nietzsche hombres y mujeres fuertes, pero al marguen  de la fuerza de  la producción del trabajo alienante, a la vez que explotadoras y colonizadoras. Y la colonización no solo entre nosotros sino también del trato con lo otro: naturaleza, ecosistema o tierra. En fin, a las afueras de lo que el capitalismo instaura, por fuera de su tufo enfermizo, de sus ganancias con la salud, con la enfermedad, con nuestros cuerpos. ¿Dónde buscar ese afuera? ¿Cómo buscarlo, deseamos buscarlo? Buscarla es una de las tareas puesto que la realidad o cierta lectura de la misma anuncia y da cuenta de la incidencia insistente de valores que hace no solo del hombre y de sus vínculos, sino del vínculos de nosotros con el ecosistema que llamamos tierra ( para nombrar una dimensión de lo otro del hombre), un panorama delicado, frágil, debilitado por la debilidad intensificada por la ferocidad de una época que algunos lo llaman la era de la técnica. Del extravío de la técnica, que lleva a considerar a nuestra especie dueño de la tierra y no parte de ella. Y que al ser parte de una heterogeneidad de vivientes, de ella (de la tierra) dependemos. De allí que, quizás, el gesto necesario sea ya no la búsqueda o la obsesión por la verdad y su utilización para fines de dominación, sino la responsabilidad, cuya ausencia, o, la parecencia de ciertos valores materializado en ciertas prácticas, instituciones y actores hacen de la tierra un desierto que se expande. Dice Serres “el extraño y tímido resplandor del alba va a herirse por nuestras brutalidades”. (Michel Serres, 1990, 53)

Era de la técnica que arrasa, arrastra, avasalla, el afán de lucro parece predominar por sobre la responsabilidad y el recaudo.

La responsabilidad ( insistamos), que abre a pensar al “ser ahí” por fuera de las coordenadas como aún viene pensando Occidente. Quizás la responsabilidad sea de una de las maneras para impulsar otro tipo de vínculo entre nosotros y con lo otro. (llámese naturaleza, tierra, ecosistema)..

 

Por otro lado, lo común de la comunidad, no solo es el lugar del malestar tal como anunciaba Freud, sino también, en la actualidad, el lugar del temor, del miedo, de la inseguridad. Mientras más grande es la comunidad más se atesta de control, pero también más se incrementa la hostilidad.  En caso contrario si la comunidad es más reducida, el temor, la desconfianza hacia el otro también se acentúa. ¿cómo se hace para salir del vínculo con el otro caracterizado como decía Galeano por la vigilancia y el temor?. Es que quizás la multiplicidad propulsada de violencia acentuada de hurtos y robos y asesinatos que contantemente refuerzan el temor y la inseguridad paranoica de seres ensimismados y encerrados sea la manifestación de una oposición y sus concomitantes enfrentamientos entre pobres y ricos o mujeres y hombre o negros y blancos. Pero que a su vez toda de esa urdimbre de enfrentamientos es expulsada y desterrada por reductos burgueses para aumentar aun más la paranoia a los márgenes de la sociedad.

A la misma ves ese vértigo, más de una vez es intentado aplacar con prácticas medicamentosas como correlato de cierta conceptualización de la salud atada al consumo, no solo de todo el circo suntuoso del mercado, sino del farmacológico, del “cronofarmaco”, que ayudan a inmovilizarnos o a tranquilizarnos. Mientras que las ganancias y el lucro aumentan. Pero también, insistamos, la hostilidad, el maltrato, la violencia, la dominación, etc, no solo es expresión del trato “fraternal” con el semejante, sino también con la tierra. Tal dominación no tiene lógica, o mejor dicho se sostiene en la lógica de la ganancia capitalista. Se hace patente no solo en las prácticas extractivistas, sino también en el uso desenfrenado de pestes, quiero decir pesticidas “necesarias” para sostener megas producciones. Producciones que también las consumimos, como consumistas extravagantes, constituyéndonos en una sociedad que come a hasta lo incomible. y que, tales consumos, en este caso de los alimentos producido bajo el “manto protector” de los pesticidas, va a parar a nuestro “mundo interior” no solo mental, sino físico, orgánico y corporal. A la vez que, se lo traga la tierra, se lo expande el viento, se lo ingiere las aguas.

Difícil tarea la de beber agua insípida, incolora, e inodora, en fin potable. El agua potable y las aguas dulces, problema bélico o generador de invasiones del Imperio hacia Latinoamérica según pronostica Atilio Boron, es un asunto de la actualidad, de nuestra salud HOY.

 

Como decía Nietszche “manos invisibles son las que más nos lastiman” (Nietszche, 1966, 128) ¿el mercado, ese espacio comandado por empresas que rompen, destruyen, venden, se apropian y se van? ¿quién es ese enemigo que nos cerca, nos enferma?. Por otra parte ¿la salud en la comunidad es posible, es deseable? ¿ nos une la salud? ¿ qué nos une...el “espanto”? Por él y para él los controles, las vigilancia y que, a pesar de sus gastos, continúa habiendo temores, inseguridades, sistemas de seguridades calamitosos, policías privadas, estatales, brutales, atrincheramiento de cada quien en su puertas cerradas con rejas eléctricas y privadas En este panorama preguntemos de nuevo ¿ cómo generar salud?.

Parafraseando a Barthes en su idea de comunidad utópica “¿cómo vivir con sin estar atado a? ¿ a qué distancia mantener con los demás para construir con ellos una sociabilidad sin alienación una soledad sin exilio?” ¿cómo construir con el otro? Y por otro lado, “¿quién es el enemigo a quien hay que atacar?” Es necesario situar precisamente al enemigo “esas manos invisibles” para generar salud. De contrario la misma corre peligro como así también el planeta.

 

La salud y la comunidad no solo pensada por prácticas políticas y con efectos económicos que requiere siempre enfermos, que requiere ventas lucrativas, que requiere de mayor utilización de pesticidas y que llegue a nosotros, que formen “llagas” en nosotros a la vez que pudran la tierra.. Como así también en otro plano, en cada espacio micro privado, la presencia burda y “necesaria” de medicamentos mentales y corporales.

Decíamos, no solo la comunidad y la salud atravesada por tal atravesamiento sino también por tales prácticas o a través de ellas ciertos valores enfermizos de la época se sostienen y que en última y en primera instancia son inyectados por los países que quieren y continúan la dominación. Frente al cual, hay que moverse “con ligereza, a diestra y a siniestra” para poder desligarse  de sus cinturas políticas y económicas, cultural,  abyecta y siniestra. Y constituir una comunidad “si estar atado a”

Por la “inyección” insidiosa de esos valores y de esas prácticas productoras de subjetividad, sostenemos el deterioro de la salud. En este barullo de la época, de ganancias económicas, de apropiaciones brutales de la tierra, de valores enfermizos, por sobre todo del extremo consumismo, es que nos interrogamos ¿cómo generar salud, cómo propulsar prácticas saludables, cotidianas, diarias, sin caer o sin estar en el círculo vicioso del consumo de fármacos como práctica médica hegemonica? ¿Cómo generar salud por fuera de la farmacia, es decir como agenciarnos por fuera del lucro de la ganancia de todo el sistema? En las ciudades, por ejemplo son más visibles las farmacias, y por otro lado, negocios de venta de bebidas alcohólicas que de librerías, o de espacios de comunitarios por fuera de la venta vulgar de productos de consumos masivos

 

Entonces pensar a la salud no solo en la comunidad, en nuestros vínculos atravesado por el miedo, la vigilancia y todo el sistema de control no solo farmacológico sino también tecnológico. Y, por otro lado, la salud atravesada por todo un sistema de prácticas de demolición y dominación de la tierra cuyo resultado es también la dominación de los poderosos de siempre y de su lucro económico que sostiene vidas suntuosas de los países dominantes. Desde ambas dimensiones o el interior de ambas nos encontramos.

 

Este atravesamiento de la salud pareciera ser el resultado de una trama política e histórica, de redes de poder que en pos de regular, controlar y administrar la vida en su amplitud,  introduce toda la existencia de aparatos biopoliticas del significado y el orden, y por tanto se nos dirá que es necesario para estar bien, de qué manera hay que consumir, en qué momento del año salir, hasta reproducir paradójicamente modo de consumo de alimentos en momentos del año que sería propio para otras naciones y no para las nuestras. Así por ejemplo en temperaturas muy altas para festejar navidades como “debe ser” se consume todos los alimentos que vienen de países del norte y con el alimento todos sus discursos y valores. En otros términos, ¿nuestro cuerpo, nuestros comportamientos, nuestros sueños están siendo producidos por un gran soñador desconocido?

En fin, se ha distribuido lo viviente en un dominio de valor y utilidad. De utilidad y docilidad, de aumentar las fuerzas a la vez que tornarlas dóciles de dominar. Es decir en todo el sistema de manipulaciones capitalistas están presente una multiplicidad de procedimientos que nos dirán por donde tenemos que caminar, andar, movernos y como.

Es claro que esos mecanismos reguladores de la vida también han estado impactados por prácticas de explotación, o mejor dicho, dominación, control, regulación y administración más no por ello responsabilidad de una naturaleza del cual formamos parte y del cual dependemos.

Por tanto no se podría pensar a la salud en la comunidad sin coordenadas políticas, valorativas, económicas en la cual está inmersa y en la cual “nuestras” comunidades están inmersas a la vez con el ecosistema cuyo trato HOY está en peligro. por tanto una manera de pensar lo peligroso es pensar a los discursos y las practicas que en nombre de mi bienestar se pone en peligro al bienestar de los otros como así también de la humanidad entera porque el planeta está en peligro debido a un consumo brutal que exige un sistema tan brutal y cínico como lo es el capitalismo.

Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente.

 

El planteo es político, implica no solo objetivos en la que se requiere pensar ciertos procedimientos y estrategias de gobiernos, a la vez que implica visualizar donde y por quien nos encontramos en peligro pero también a la misma vez el planteo es ético o ético político, lo que lleva a generar un movimiento de responsabilidad en el consumo, en la ciencia, en el trato con la naturaleza y el planeta,  lo que en términos de Serres implica la necesidad de releer el contrato social y las leyes del derecho natural que nada de naturaleza entra en sus planteos, para volver la mirada a lo que lo social y lo político deja excluido, el planeta tierra, cuya destrucción nos destruye, donde la salud como bienestar psicológico, social, biológico se debilita.

De allí que es necesario replantear el tema de la salud y abordarlo en conjunto con lo político, lo ético, lo económico, lo psicosociológico, lo filosófico, lo literario. Situarla en relación a las investigaciones científicas, la bioingeniería, las experimentaciones médicas, la inseminación artificial, el desenfreno del capitalismo actual, las ciencias humanas que para algunos genera modelos de control manipulación y destrucción.

 

Y para finalizar cito:

“la geopolítica nos trae de vuelta a la tierra. El mundo tal como los escritos políticos o legales o científicos no es la tierra: la masificación de los hombres, la preeminencia de la mediocridad, la justificación de lo injustificable.( Fenoy, 2007)

 

Bibliografía

Barthes. Como vivir juntos. Siglo XXI. Madrid. 2003.

Foucual, Michel. La historia de la sexualidad. Siglo XXI.Madrid.1998.

Fenoy, Liniana. La escritura y su sombra. Alción. Córdoba. 2007.

Perlongher. Prosas Plebeyas. Colihue. Buenos Aires. 2008

Serres, El contrato Natural. Pretextos. París. 1991.

El autor es Lic en Psicologia UNSL. Becario de Ciencias y técnica UNSL. Investigador del proyecto de investigación de Psicología Política. UNSL

 

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Articulo publicado en
Junio / 2016

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