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Cuestiones Clínicas

 

Estas cuestiones de clínica psicoanalítica permiten avanzar sobre las dificultades cotidianas. En esta tercera entrega se plantean dos viñetas de problemáticas de transferencia y contratransferencia.

1) Desde hace unos meses atiendo a un paciente que consultó por un "ataque de pánico". Estas crisis de angustia ocurrían en ciertos espacios abiertos cuando él estaba solo. Por ejemplo, caminando en las calles del centro o bien en su auto en embotellamientos. Sentía que se le aflojaban las piernas y entraba en angustia con temor a morirse. En pocos meses de trabajo psicoanalítico (dos veces por semana, cara a cara) y apoyo psicofarmacológico, los síntomas cedieron. En su lugar apareció no solamente su historia sino un síntoma transferencial. Llega a la sesión y constantemente está intentando desafiarme, tomando algún objeto y preguntándome si lo puede tocar. Casi como un chico. La situación se vuelve cada vez más incómoda a pesar de mis intentos de interpretación sobre la transferencia y su historia. A pesar de que la situación es violenta hay algo de juego en ella. ¿Se le ocurre alguna otra clase de intervención?
E. R.: Sí, “casi como un chico”. Cuando estaba en Londres haciendo mi formación analítica analicé a Hazle, una piba simpática de cinco años. Ella tenía la costumbre molesta de querer llevarse los juguetes a casa. Cierta vez coloqué en la canasta de juego un par de casitas de madera que Melanie Klein me había regalado y que eran una reliquia porque ella las había usado. Cuando Hazle las vio, me miró con la clara intención de llevarlas. Vio en mi mirada una determinación especial que hizo que no las tocara. Creo que existe, en esas situaciones de contexto, toda una gama de posturas preverbales que se nos escapan y que son determinantes. Dices que “la situación es violenta”, pero el paciente te pregunta y no actúa. Me parece que se configuró un especie de ritual, algo así como un “fort-da” transferencial. Tienes razón, es casi como un chico, un chico fóbico, y esa situación tensa, de ponerte a prueba, debe de estar en la base de su fobia, configurando el pánico.
2) N. es una paciente de 30 años que consultó luego de su separación debido a infidelidades reiteradas de su marido que ella no quería ver. Al principio hubo meses de trabajo fructífero en que se pudieron desanudar síntomas fóbicos que la habían acompañado toda su vida. Estos le impedían salir sola o tener vida social. A la vez, empezó a detectar qué cosas le gustaban y a comenzar a decidir por sí misma. Luego de las vacaciones regresa tanto a sus sesiones como a su ex marido. Comienza a llegar tarde y faltar. A pesar de que expresa que quiere seguir viniendo, dice que no quiere hablar de la vuelta con su marido. Pasa largos momentos en silencio y cada vez que le señalo algo acerca de dicha temática provoca mayores resistencias. Parece que todo llegó a un tope. ¿Se puede pensar alguna otra vía de trabajo para superar este “impasse”?
E. R.: Bien, hay que pensar en el resbaladizo tema de la contratransferencia del analista, que existe, existe, aunque no siempre exista. No sé por qué estoy rememorando los tiempos pasados en que analizaba chicos. Recuerdo el análisis de Raúl, un niño autista y mudo de cuatro años, que publiqué hace mucho tiempo. Raúl, después de meses de análisis, dijo “mamá” alto y clarito y me tomó cinco minutos darme cuenta de que había hablado, créase o no. Concluí que no quería que hablase. Los lacanianos martillan sobre ese tema y, en este caso, puede ser que tengan razón. También está la problemática del “miedo al progreso”, hubo varios cambios significativos en lo que parece ser un corto tiempo. Rápidos cambios pueden ser “desestabilizantes” como decía Bleger, (un gran clínico, dicho sea de paso). El hecho de que el “turning point” ocurrió después de las vacaciones recuerda a los pacientes kleinianos de los viejos tiempos. Parece que hay un contrapunto entre el análisis y las vicisitudes del marido. Ahí está, creo yo, el núcleo del problema. Yo tomaría dos actitudes polares: o dejo de hablar totalmente del marido o trato de montar una sesión conjunta. O ambas cosas a la vez.

Emilio Rodrigué

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Articulo publicado en
Abril / 2004

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