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INÉDITOS (en la Argentina) DEL ÚLTIMO PREMIO CERVANTES “LA NOCHE HUELE A LUZ CARBONIZADA”

 

“TRES TEXTOS CON INSECTOS” DEL LIBRO DE JOSÉ EMILIO PACHECO LA EDAD DE LAS TINIEBLAS

 

Todos somos poetas de transición:
la poesía jamás se queda inmóvil.
J.E.P.

 

Selección y comentario Héctor J. Freire

EL SUEÑO DEL ESTRATEGA

Otro Moisés ordena a un nuevo Aarón golpear la tierra con su cayado. El polvo se transforma en mosquitos y desencadena contra nosotros la tercera plaga de Egipto.
Tienen fama de ser el sueño del estratega. Forman un ejército imparable porque todos sus guerreros juzgan que morir en combate es su misión, su orgullo y su recompensa.
Por cada baja un millón de nuevos soldados se incorporan a la ofensiva.
El zumbido del atacante inspiró el grito con que algunos animales aterrorizan al enemigo. Hitler se basó en él para fraguar la sirena de sus Stukas. El Führer quedó pulverizado, los mosquitos siguen invictos.
Nadie sabe cuántos milenios llevamos en esta guerra sin esperanza de victoria. No sirven los intentos de exterminarlos. No aceptan tregua ni armisticio. Quieren nuestra sangre para multiplicarse sin sosiego.

NOCHE DEL INSECTO

En la noche del insecto hay un minuto en que se pregunta a qué sabrá sentirse humano. El tema no le interesa demasiado: se considera superior a nosotros. Es inmortal, no piensa en la muerte ni se imagina que ahora mismo voy a aplastarlo.
Ocupa con naturalidad un sector del mundo y una ración de tiempo. No se enreda en consideraciones filosóficas. Su Nada es un abismo del que nunca sabremos. Por eso en cada encuentro nos miramos con total desconfianza y mutua hostilidad.
Tengo miedo.

MEXICAN CURIOUS: JUMPING BEANS

En aquel año la Avenida Juárez, que será arrasada por el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, aún es el centro del turismo. Abundan las tiendas de Mexican Curious.
En la Casa Cervantes llaman mi atención de niño no las más bellas artesanías mexicanas, sino las pulgas vestidas y sus bodas con mariachi y cortejo en una cáscara de nuez, los dijes de plata, las miniaturas talladas en hueso y sobre todo los jumping beans, los frijoles saltarines.
En un cuenco de cristal brincan y se entremezclan las semillas pintadas de rojo. Por unos cuantos centavos compro diez jumping beans. La agitación prosigue en el tranvía y en mi cuarto. Como el globo de gas que si no escapa amanece desinflado, al día siguiente sobrevienen para los frijoles saltarines la inmovilidad, el triunfo de lo inerte, la vuelta al reino vegetal.
Parto de un martillazo un jumping bean. La atrocidad se revela ante mis ojos: en cada semilla, en el sarcófago que constituyen sus paredes, se agita un leve gusano en busca de aire, de espacio, de luz y de la salvación imposible.
Colmo de lo absurdo, el insecto nace enterrado en vida. Sólo puede consumir su existencia en la asfixia, la angustia y el sufrimiento infinitos. Su instinto de vivir se manifiesta con tal desesperación que su fuerza hace danzar una jaula hermética, una celda de manicomio, un sarcófago mil veces más pesado que su cuerpo.

La infancia terminó, la vida pasó, se fue la Casa Cervantes, el desastre borró la antigua Avenida Juárez. Nunca he vuelto a comprar frijoles saltarines. Ante ellos sólo caben dos actitudes. La primera, la más cobarde y tranquilizadora, descansa en no indagar jamás acerca de lo que hay en el fondo de las cosas. Si lo hacemos nuestra búsqueda revelará siempre alguna forma de horror.
La segunda actitud invita a pensar sin resignarse en que cuanto nos divierte, nos deleita, nos complace o exalta implica por necesidad un sufrimiento al que, para protegernos, debemos sentirnos siempre ajenos.

Los jumping beans son una alegoría insultante de nuestras vidas: estamos encerrados en un cuerpo, un lugar, un tiempo y un sector social que no elegimos. Nos oprime la doble herencia histórica y genética. No podemos ir más allá de los muros que nos confinan entre una fecha de nacimiento y otra de muerte. Hagamos lo que hagamos nunca saldremos de la cárcel que nos ahoga bajo un yo inescapable.
Me pregunto quién se divierte con nuestros sobresaltos.
*
LA EDAD DE LAS TINIEBLAS (Cincuenta poemas en prosa)
Ed. Era / El Colegio Nacional, 2009 México, D.F.

Con este último libro publicado, José Emilio Pacheco, recibió el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana el pasado 17 de Noviembre en el Palacio Real. Y con tal motivo la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, publicarán la antología Contraelegía. También recibirá un homenaje en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) que se celebrará del 28 de noviembre al 6 de diciembre.
La edad de las tinieblas, puede ser leído como un signo, o un síntoma de nuestra época y su oscura caravana de acontecimientos. Pero también como “el zoológico fantasmal que el humilde quinqué arroja sobre la pared en una noche lejana. Los cincuenta poemas en prosa de este libro hacen desfilar ante nosotros el poder, la arrogancia, el afán de superioridad, la envidia y los deseos de gloria y de dinero reducidos a polvo.
Y en contraste se alaban aquellos aspectos que vuelven habitable el mundo y tornan la vida en algo digno de ser vivido. La edad de las tinieblas explora todas las posibilidades –líricas, narrativas, ensayísticas- que se abren ante el poema en prosa, el más libre y ondulante de los géneros. Babel de las ilusiones perdidas y al mismo tiempo celebración del simple estar aquí en este mundo. La edad de las tinieblas continúa y renueva una alta tradición de nuestra literatura que ha dado las obras de Alfonso Reyes y Julio Torri, de Octavio Paz y Juan José Arreola, y abre nuevos caminos para la prosa mexicana del siglo XXI”, leemos en la contratapa del mismo.
Según el propio Pacheco, en un intento por repasar la exigencia de su proceso creativo nos advierte: en la poesía, lo que no es excelente es despreciable. Sin embargo, los poemas se van haciendo y de repente digo: aquí hay un libro, pero nunca me he propuesto escribir un libro de poesía.
Los textos poéticos que componen el presente libro, exploran las realidades de lo efímero y aparentemente insignificante. Pero al mismo tiempo, dejan un testimonio de lo que persiste y dura a pesar de los cambios vertiginosos. Y de la orfandad generalizada a la cual nos vemos sometidos. Estos textos, en cierta forma nos justifican, ya que mantienen a pesar de todo, la capacidad de asombro y la curiosidad de estar vivos.
*

JOSÉ EMILIO PACHECO (Ciudad de México, 30 de junio de 1939)

OBRA POÉTICA

Los elementos de la noche – El reposo del fuego – No me preguntes cómo pasa el tiempo – Irás y no volverás – Islas a la deriva – Desde entonces – Los trabajos del mar – Miro la tierra – Ciudad de la memoria – El silencio de la luna.

NARRATIVA

El viento distante – Morirás lejos – Las batallas en el desierto – La sangre de Medusa - El principio del placer.

TRADUCCIONES

Cuatro cuartetos, de T.S.Eliot – Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams – Vidas imaginarias, de Marcel Schwob, entre otras.

*
 

 
Articulo publicado en
Enero / 2010

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