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El necesario giro del psicoanálisis

 
Nota de Editores Revista Topía Nov-2013

En diversas publicaciones recientes se ha resaltado la necesidad de la revisión de las bases y las prácticas del psicoanálisis a la luz de los tiempos que corren. En diarios, revistas y en libros diversos autores, desde enfoques particulares, se ven llevados a reformular concepciones y prácticas para poder estar a la altura de las complejidades que plantea el padecimiento subjetivo. Esto nos lleva a recordar -los olvidos hacen necesaria la memoria- que nuestra revista es fundada hace 23 años en la necesidad de aportar a un debate que permita salir de la reificación del psicoanálisis y poder recuperar su vitalidad. Esto se plantea en el primer editorial escrito por Enrique Carpintero: “El hecho de iniciar una publicación que de cuenta de la teoría y la práctica del psicoanálisis juntamente con el análisis de los problemas que presenta la actualidad de nuestra cultura es porque pensamos que no es posible entender las crisis individuales, familiares o institucionales por fuera de una cultura que también está en crisis. De esta manera, Topía revista se propone como un espacio de reflexión donde el psicoanálisis, al no pretender transformarse en una cosmovisión, se pueda encontrar en un diálogo fecundo con otros saberes y con los movimientos sociales y ecológicos…”

Esta perspectiva llevó a generar el concepto de “Nuevos Dispositivos Psicoanalíticos” donde “nuevo” alude a demandas de atención que cuestionan el dispositivo clásico y llevan a reflexionar no sólo problemas técnicos, sino teóricos. Desde este impasse se organizaron dos Jornadas en 1995 y 1996. Su resultado fue que a mediados de 1998 publicamos el primer número de Topía en la Clínica, justamente con el subtítulo “Nuevos Dispositivos Psicoanalíticos”. Esta publicación se incorporó como suplemento permanente a nuestra revista a principios del nuevo siglo. Es en un editorial donde precisamos la necesidad de “El giro del psicoanálisis” como consecuencia “de las transformaciones en la subjetividad y los nuevos paradigmas de nuestra cultura. Esto implica no solo nuevas manifestaciones sintomáticas, sino también un escuchar diferente del sujeto en análisis.” En ese texto puntuamos algunas problemáticas. Una de ellas es que “La complejidad no deviene solamente de las demandas que aparecen en nuestra práctica, sino también de nuevas perspectivas científicas y culturales. En ellas se destacan el papel constructivo que tiene el desorden, la incertidumbre y la no linealidad. Este es el descubrimiento freudiano: que la pulsión de muerte da sentido a la vida; que el desorden entrópico de la pulsión de muerte juega en beneficio de la creación del orden de la pulsión de vida. Es así como un análisis implica la posibilidad de utilizar la muerte-como-pulsión al servicio de la vida. Por otro lado, las teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad, la importancia de la imagen en la construcción de subjetividad y el nuevo espacio que ha generado Internet, el cual permite interacciones y encuentros que quiebran las distancias exteriores y las fronteras regionales plantean nuevos desarrollos en la teoría. De esta manera se pone en cuestionamiento un saber positivista cuyo pensamiento es determinista, lineal y homogéneo. Sus consecuencias implican la apertura a nuevas potencialidades que son necesarias de descubrir.” Finalizamos ese texto diciendo: “Estas puntualizaciones constituyen un recorrido a realizar. No es único ni pretende estar agotado. Lo que sí plantea es el reto que tiene el psicoanálisis al dar cuenta de la complejidad del sujeto en la actualidad de la cultura. El estructuralismo liquidó la noción de sujeto. Hoy se hace necesario colocarlo en el centro de nuestras investigaciones. Para ello es imprescindible ir construyendo un pensamiento complejo que no caiga en el escepticismo resignado ni en el dogmatismo de la certeza. Un pensamiento que rescate la aventura del proyecto freudiano. Un pensamiento que recupere la estrategia y no el programa.”

Esta es la línea de trabajo que venimos desarrollando en nuestra revista convocando a autores de diferentes perspectivas teóricas y clínicas.

Esta perspectiva es la que seguimos profundizando a lo largo de este número.

Topía en la clínica aborda la cuestión del trabajo psicoanalítico con adolescentes en riesgo a través del Ateneo Clínico. En el mismo, Juan Carlos Volnovich, Beatriz Janin y Mario Waserman comentan el caso clínico presentado. Por otro lado, Isabel Lucioni trabaja la problemática de la intersubjetividad en la práctica psicoanalítica. Laura Ormando relata la compleja práctica cotidiana de un Trabajador de Salud Mental en una guardia de un Hospital General. Asimismo reproducimos las conclusiones del libro “Retazos del psicoanálisis con niños en la Argentina”, de Ana María Bloj, segunda mención del Cuarto Concurso Libro de Ensayo Topía 2012.

La separata de este número está dedicada al artículo especialmente escrito para nuestra revista: “Homosexualización de la sexualidad” del sociólogo y psicoanalista alemán Reimut Reiche. El autor del clásico libro Sexualidad y lucha de clases propone cómo se construye el “dispositivo de la sexualidad” en las sociedades post industriales con la subsunción creciente de las pautas sexuales de la “cultura de la mayoría” a las de la subcultura homosexual. Es un texto ineludible para considerar desde una novedosa perspectiva los cambios en la subjetividad actual.

En Debates en Salud Mental, Claudia Bang aborda con rigurosidad la temática del trabajo comunitario en “Estrategias comunitarias en (promoción de) salud mental: una práctica posible para el abordaje de problemáticas psicosociales complejas”. También se presenta “El Primer Nodo de Promoción de la Salud”, una propuesta integral para tiempos post-manicomiales. Por otro lado, la Asociación de Profesionales del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez nos alerta de cómo continúa el avance del desmantelamiento en los Hospitales porteños.

El dossier aborda la cuestión de las tramas actuales del amor. Esto lleva a abordar el tema desde distintas perspectivas. En el editorial Enrique Carpintero propone “una ética que se sostenga en un amor inmanente basado en la alteridad. El amor como un punto de llegada y no de partida.” Angélique del Rey, desde la filosofía, lleva adelante la hipótesis de que “el amor no es una elección”. Alejandro Vainer aborda el amor a la música, tomado como fenómeno intersubjetivo que trasciende lo sonoro. Eduardo Pavlovsky recorre en dos relatos las distintas facetas del amor. Desde Área Corporal, Patricia Mercado plantea la cuestión en su texto “Los cuerpos y el amor”.

El aporte del humor gráfico de nuestro colaborador Haroldo Meyer va desde la tapa y atraviesa toda la revista, resaltando las diversas temáticas abordadas.

En este número se incluyen reflexiones críticas sobre diversas cuestiones. Cristián Sucksdorf agudamente analiza en su texto “De la estupidez” las consecuencias de una simple publicidad. César Hazaki aborda cómo la adaptación social requiere que el cuerpo mediático se consolide en un individuo modelado a su entera necesidad en “Cyborg. Los nuevos procesos subjetivos y sociales de adaptación”. Mario Hernandez hace un análisis crítico de quienes suponen una “transición” del rol del Estado en la actualidad en “No hay peor tuerto que quien no quiere ver”.

También se incluyen dos homenajes. Por un lado, Héctor Freire analiza la obra de Cortázar a través del cine, a cincuenta años de la publicación de Rayuela. Por otro lado, incluimos un sentido recordatorio de León Ferrari, recientemente fallecido. Fue uno de los extraordinarios artistas plásticos de nuestra historia y colaboró desde los inicios en nuestra revista.

Los textos citados se pueden leer en nuestro sitio www.topia.com.ar

Hasta el año que viene.

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Articulo publicado en
Noviembre / 2013

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