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Histeria y dependencia.

 
Notas sobre El rencor del histérico*

“uno empieza cediendo en la palabras
termina cediendo en los hechos”

Freud
En Inhibición, síntoma y angustia están planteadas las coordenadas básicas de la dependencia.
Por un lado;
-la continuidad y semejanza entre el estado intrauterino y el de la temprana infancia: “La vida intrauterina y la primera infancia están en mucha mayor continuidad que lo que nos deja creer la impresionante cesura del nacimiento” “el objeto materno reemplaza para el infant la situación fetal biológica.”
-piensa en términos de separación y no-separación: “el nacimiento no es vivido subjetivamente como separación de la madre” ya que “es en tanto objeto absolutamente desconocida”; “el nacimiento no tiene todavía ningún contenido psíquico”, y al mismo tiempo es “en cierto sentido una separación de la madre, una separación desde el punto de vista biológico.”
La separación la va a plantear en términos de ausencia y de pérdida. Ausencia tiene doble sentido, si es temporaria implica presencia potencial, aquí sería equivalente a no-presencia; si es permanente ausencia designa algo cercano a pérdida. La separación como observable encubre estos problemas: observa la cesura y oculta la conjetura, la unidad de dos. Rara matemática psíquica, dos son uno.
Otro problema clave del texto lo constituye el momento de creación del objeto: “son las situaciones de satisfacción repetidas las que han creado este objeto, la madre...” La presencia repetida de la madre al satisfacer las necesidades actuales posibilita su creación. Este objeto no es creado en su ausencia o por su falta sino por la repetición de su presencia... De ahí el valor de la presencia, y no solo de la separación, de la ausencia, de la pérdida.
¿Qué se crea en ausencia? ¿Lo representacional? Y ¿en presencia? ¿Lo sensoriomotriz, lo mas corporal del objeto? Agarrar es crear.
¿De qué objeto madre nos habla Freud? ¿Del objeto de deseo, pulsional?
La presencia comienza siendo impensable hasta que se crea al objeto. La no-presencia es traumática.
Cuando se crea a la madre se va constituyendo la presencia y comienzan a articularse la ausencia como su antítesis, la separación como experiencia posible y en su momento la pérdida, que exigirá su trabajo.
-formula la existencia de un objeto protector externo y simultáneamente la su no representación para el infant.
Su definición de infancia “período caracterizado por un estado de desvalimiento tanto motriz como psíquico y de objeto “aquel que protege contra todas las situaciones de desvalimiento”
Y se refiere explícitamente la dependencia al señalar que el niño muy pequeño pasa por un “estado de desvalimiento y dependencia muy prolongada” durante el cual se refuerza “la influencia del mundo exterior real” y el “valor del objeto que será el único en protegerlo contra” los peligros.
Por otro, el infant es pensado en términos de:
-desvalimiento. El desvalimiento es doble: corporal y psíquico, y será planteado como estado y como situación.
a- un estado corporal que Freud nombra de tres maneras: biológico, motriz, material, refiere básicamente a la impotencia motora del bebé.
b- un estado psíquico, que plantea la imposibilidad del yo de realizar su función de inhibición ya que “el pequeño ser de la primerísima infancia no está, efectivamente, equipado para dominar psíquicamente las grandes cantidades de excitación que le llegan del exterior o del interior.”
El trabajo fundamental del aparato psíquico:”el de dominar las excitaciones que le llegan” está en proceso de constitución.
-necesidades y dolor. Las excitaciones en el infant son pensadas como necesidad y dolor, que pueden llevar al estado de desvalimiento que exige atención. En el infant se produce una situación de insatisfacción cuando”se incrementa la tensión de la necesidad”; si se satisface una necesidad no actual se produce una situación de peligro, si no satisface una necesidad actual se “crea una situación traumática”.
El dolor es “como una excitación pulsional constante {de ahí que lo llame pseudopulsión} contra la cual las acciones musculares...se muestran impotentes” y agrega que ante “el carácter de proceso de catexia constante...” y “la imposibilidad de inhibirlo” se produce el estado de desvalimiento psíquico.
El estado de desvalimiento (desamparo, indefensión, desprotección, no puede autoprotegerse) es normal y puede ser traumático.
El infant requiere que el objeto materno lo proteja (de ahí el sistema protector contra...) y cuide, así pasa del estado a la situación de desvalimiento.
Se trata de lo que denomina una “dependencia muy prolongada.” Agrega que “un desarrollo importante se da cuando el infant logra cierta autoprotección...”.
Desarrollo planteado en dos dimensiones, una mas descriptiva: “épocas de la vida”: temprana infancia, niñez, latencia, pubertad, adultez; otra mas teórica: “fases del desarrollo del aparato psíquico” o “del yo” y las señala: inmadurez del yo, dependencia de los primeros años, fase fálica, latencia.

 

* * * * * * *

 

Podemos considerar la angustia como modelo de las zonas y estados de dependencia.
La angustia es un estado afectivo caracterizado por la espera de algo (y no la expectación como habla Freud en la edición de Amorrortu) y por ser indeterminada y caracterizarse por la ausencia de objeto.
Así se constituyen dos zonas psíquicas diferentes y simultáneas.
1.- Se espera para no ser (siempre) sorprendido; para que ese algo no nos resulte solo inesperado (“la angustia defiende del susto” así señala lo inesperado más que el grado del terror, el pánico, como habla Freud en la edición Amorrortu); es espera de algo (peligroso) traumático.
Por otro lado es repetición atenuada del trauma, es revivencia, rememoración. Esta es la zona más desarrollada de la angustia, la que implica yo.
2.- La indeterminación y la ausencia de objeto constituyen su zona de dependencia. Algo puede ser peligroso pero no se sabe qué. Estas características –dice Freud- son propias de la “situación traumática de desvalimiento”, situación en la que el sujeto no puede autocuidarse; necesita que funcione el “sistema protector contra las excitaciones”, es decir el objeto maternal en tanto protector.
La situación es traumática cuando el objeto no protege y, sólo entonces el infant “vivencia su estado de desvalimiento”. El trauma es experiencia del desvalimiento. Solo hay trauma cuando no hay protección, cuidados, que Freud diferencia de defensas.
La angustia está compuesta por dos zonas diferentes: de un yo más desarrollado (reconoce, rememora, espera) y de dependencia (el otro que protege y cuida es el yo)).

D.W.Winnicott

En toda su obra se dedica a explorar, analizar y teorizar la dependencia. La considera un hecho, un conjunto elemental y complejo de hechos. No la piensa como proyección de fantasías del infant o producto del deseo de los padres. La dependencia es condición del deseo, de la fantasía, del vivir.
Un bebé nace: es, pero tiene que empezar a ser. Doble nacimiento, un renovado volver a empezar en cualquier todo momento. Sólo se logra por la acción sostenida de los –simples y complejos- cuidados maternos, acción que tiene como condición necesaria la “falla viva”. Un bebé sin esos cuidados no existe (psíquica, existencialmente) aunque parezca vivo.
Simplificando: el bebé es necesidades (su reverso: un ser al borde de lo impensable), la madre ambiente: cuidados (su reverso: la que protege de lo imprevisible). Cuidar y proteger. Al proteger evita, no siempre atiende, al cuidar, protege. Insistimos fallar es...humano, condición necesaria del quehacer ambiental.
¿Necesidades?
Winnicott es un teórico de los a priori de Kant: espacio y tiempo (incognoscibles). Problemas contenidos en la inocente necesidad. Necesidad de construir nuestros espacios psíquicos: aquello que será la condición de las tópicas freudianas. “La psique es extensa aunque no sabe nada de ello” dice Freud en un texto casi póstumo (Resultados, ideas, pensamientos). Necesidad de llegar a ser, de devenir, de serestar –being dice en su lengua-, de ir siendo –continuity of being-, de tener un lugar donde vivir. El castellano no se lleva bien con la temporalidad del presente continuo del inglés. Los infinitivos son demasiado imperativos y los subjuntivos demasiado rebuscados. El castellano es más sustancialista, tiende a especializar.
¿Ocupar un espacio es más importante que devenir?
Necesidades trabajadas por, con, las palabras Being-serestar (mas filosófica), Living-vivir (mas existencial) y Self-Uno (lenguaje popular, aunque entre nosotros es mas abstracta ya que no se traduce y queda como jerga conceptual).
Las necesidades de irsiendo son silenciosas, la continuidad (espacio-tiempo) es silenciosa, su ruptura –la angustia impensable- duele. Necesidad y dolor experiencias constitutivas.
Winnicott dialoga con Freud a través de M. Klein y dice: necesidades del yo y satisfacciones del Ello, lo que implicará otra oposición: atención de las necesidades-satisfacción de lo pulsional. La dependencia es pensada en términos de las necesidades del yo que al aparecer en oposición a satisfacciones/ experiencias del Ello induce a error. Winnicott no se refiere en la dependencia al yo de la segunda tópica de Freud. Tópica que supone una unidad de uno, aunque el uno esté compuesto. En la dependencia Winnicot pensará otra tópica: una unidad de dos.
En la dependencia el yo es el otro; en el infant el yo está en proceso de maduración...ambiente facilitador mediante. Otro nombre de lo ambiental es madre ambiente, es usado en oposición a madre objeto (pulsional) y una de sus cualidades básicas –hay muchas por descubrir- es la de atender1 las necesidades del infant.
La vida psíquica del infant es básicamente sensoriomotriz, psicosomática dice Winnicott, la mente, lo mental, es un punto de llegada, hasta entonces lo ambiental no puede ser pensado: es unthinkable – impensable, indecible, imprevisible...
En las zonas y estados de dependencia, en cualquiera de nosotros, lo ambiental es impensable, el “qué se le ocurre” del analista en estas circunstancias lo que logra es agrandar la cabeza y criar desesperanza...problema clave en la clínica del esquizoide, border, caso límite, 4ta. estructura...
Sin el otro no existo; a veces, por el otro no existo; a veces, el otro no existe sin mi...variaciones que no me animo a llamar infinitas.
Dependencia absoluta: dependo y no sé que dependo, es condición de la existencia. Se termina y no se termina nunca, uno en cualquiertodo momento necesita de alguien. El estoysoy, soyestoy (I am) siempre necesita de lo ambiental.

Masud Khan
Es el discípulo de Winnicott que aplica la teoría de la dependencia: en la clínica del esquizoide, las perversiones y la histeria.
Qué cualidades ambientales –formuladas como intrusiones- constituyen conjeturas necesarias es lo que desarrolla, teórica y clínicamente.
La dependencia suficientemente buena es silenciosa, no se reprime ni es objeto de duelo, sino que metáfora materna mediante –al decir de Pontalis- posibilita que los múltiples espacios psíquicos sean una realidad viva.
Las zonas o estados de dependencia distorsionada, frenada, patológica –no encuentro palabras mejores- se conservan congeladas, agujero/vacio (gap), en negativo (the negative). como blanco (blank) --dice Winnicott — y como osificadas, en suspenso, en blanco –al decir de Masud Khan -.
El mecanismo mencionado es la disociación, se trata parafraseando a Freud de “extrañezas externo-internas”. Como si se conservaran en un lugar (que fue) entre el infant y la madre ambiente. Lugar que no está en ningún lugar hasta que tiene lugar. Esas zonas o estados intermedios congelados, como el síntoma freudiano están vivos.
¿Qué digo cuando digo histeria? Siempre lo mismo, siempre diferente. ¿Solo me aferra mi frágil identidad? En ese fenómeno evanescente, inaprensible, que histeria intenta nombrar, Masud Khan comparte con nosotros algo de su delicado talento, es lo que intento acercar.
La función ambiental del sistema que cuida al atender y protege contra las intrusiones al evitarlas, presenta, en el caso de la histeria, ciertas cualidades y produce efectos específicos.
El tipo particular de intrusión a considerar lo origina un “estilo emocional e intimista de la madre”. Se trata de una seducción acumulativa. Todo cuidado implica seducción pero prevaleciendo los cuidados: al bebé se lo higieniza y no se le ponen los mismos pañales; se lo acaricia al bañarlo pero no se lo hace en agua demasiado caliente o fría...Seducción, si, pero en un contexto de cuidados, es decir, teniendo en cuenta las necesidades del bebé; intrusión (activa o pasiva) cuando la madre ambiente (solo) se tiene en cuenta a sí misma.
Si al atender las necesidades del infant estimula de tal manera su yo corporal provoca un desarrollo sexual precoz, se ocupa de otra manera de las inherentes a los estados no-integrados. Ahí el infant es satisfecho con “plenitud”, el problema es que “las necesidades del yo comienzan a ocultarse o a ser expresadas sólo a través del sistema de deseos”.
Es una manera de simplificar la compleja situación ambiental exigida por los estados de dependencia.
Así va instalándose una organización prematura constituida por la disociación entre necesidades del yo y deseos del Ello: las angustias provocadas por las fallas ambientales amenazan “la coherencia del yo que está emergiendo” y el infant las enfrenta intensificando y explotando sus “aparatos sexuales del yo corporal”.
Otro efecto es un desarrollo prematuro de ciertas zonas del yo: muy pronto tiene conciencia del estilo “intimista y privado de la madre”. En este punto –obligado por lo ambiental- el infant sale de la dependencia al ir “entendiendo” a la madre.
Al mismo tiempo, se va dando un “funcionamiento psíquico y afectivo poco verdadero”, es decir, mas reactivo, con poco lugar para lo espontáneo. En este aspecto, el efecto mayor es lo que Masud Khan denomina estar en blanco (blankness). Blanco, en este caso, no equivale a vacío, agujero. Para soñar uno necesita una pantalla (la del sueño) donde proyectar las imágenes del soñar. Estar en blanco es esa superficie, espacio, en estos casos -se trata de una zona en la que inscribe poco o muy poco. Normalmente el espacio en blanco, como el de la hoja que estamos usando, se usa para ins(es)cribir. Toda huella requiere espacio...
Este estar en blanco origina un terror particular o dos. Uno producido por el atisbar el propio vacío. El terror a los exámenes es una modesta expresión de eso; alguien, algo, una situación, me coloca al borde de un precipicio personal del que no tengo la menor idea de como zafar. Otro: el “terror a la entrega psíquica”; terror a tener que entregar algo, que no se qué es y que no tengo. No se si algún día lo sabré, y algo peor, nunca lo tendré, algo así como una falla básica, una cicatriz esencial, reconocida y desconocida a la vez.
Entonces, “estar en blanco” y Masud agrega, “ausente de sí”, no se trata de estar en otro lado, sería como estar en ningún lado, ¿Cómo se llama la ausencia de lo no nacido?
Paradojalmente, el estar en blanco da seguridad, de ahí que el adulto con esta problemática rechaza tener relaciones plenas y retorna a ese estado, en el que se niega sí mismo y al objeto. De ahí la necesidad de rechazar al objeto, para evitar la experiencia del terror (angustia impensable) que le produciría “entregarse psíquicamente al objeto de amor”.
En lugar de un relacionarse afectivo (en la teoría de la dependencia relacionarse no es lo mismo que relación de objeto) que se expresa mediante las múltiples funciones del yo, el histérico privilegia el “empleo sexual del yo-corporal”, observable tanto en sus inhibiciones y síntomas como en su promiscuidad.
Como complemento de la disociación (organización prematura) opera la sustitución de lo psíquico y afectivo por lo corporal sexual (una especie de proceso de conversión no localizada en un síntoma, que se observa en comportamientos y rasgos de carácter).
La sustitución es motorizada por la disociación y a su vez la consagra, la consolida. Su éxito es su fracaso.
Debido a estos procesos, tener ganas de experiencia sexual es para el sujeto equivalente a “incapacidad (pobreza), para mantener y nutrirse (riqueza psíquica) en una relación amorosa”.
Cuando la pobreza es real y actual encontramos también el sabotaje continuo de sus potencialidades ya que sólo sostiene la solución sexual. Intenta resolver los problemas que el vivir le plantea, con la asistencia de sus fantasías y sueños diurnos y ocupando el lugar de cómplice en el contrato histérico – por lo general con un perverso- a quien “insta” a asumir las funciones que su existencia requiere y necesita. La complicidad se refuerza con una sobredependencia.
El histérico plantea una incapacidad básica para usar sus potencialidades al relacionarse con otros. El terror a la entrega personal genera cierta negatividad a un funcionamiento psíquico más pleno.
El resultado es el rencor como núcleo de la experiencia del self del histérico.
Al no usar ni promover en su relacionarse las capacidades potenciales del yo se las ataca (al desconocerlas); también se envidian y atacan las capacidades del objeto buscado y deseado.
El rencor, paradojalmente, lo “protege” de ser ayudado. Lo que busca es que el ambiente actúe contra él o para él, pero no accede a la reciprocidad propia del dialogo psíquico y del compartir, la mutualidad es peligrosa.
De ahí su inocencia: tanto la del no saber y como la del no aprender; el permanecer como promesa: algún día será, lo hará; su sugestionabilidad (credulidad); ¿aprovecharse de la inocencia?; su pasividad; víctima de la espera; el rencor; nunca nadie se va a dar cuenta de lo que necesita; su rechazo a correr el riesgo de ser conocido.
Su vida, según Masud Khan es un cementerio de rechazos.

 

Jorge Rodríguez
Psicoanalista
rodriguezjd [at] interar.com.ar

 

* Vease Khan, Masud, Locura y soledad. Lugar Editorial. Bs. As. 1991. Todos los subrayados de los textos son míos. JR

 

1.  Nota para un posible lector de DWW...si lee satisfacción de las necesidades tache y ponga atención.

 

Bibliografía
Freud, S, Inhibición, síntoma y angustia, B. Nueva Madrid 1948.
Masud Khan The Privacy of the Self, IUP. N. York, 1974.
-- -- Alienation in Perversions IUP. N. York 1979.
-- -- When Springs Comes, C&W, London, 1988
Pontalis J.B Entre le reve et la doleur, Gallimard, Paris 1977.
--- Fenetres, Gallimard, Paris, 2000.
--- Ventanas, Editorial Topia, Bs.As. 2005 (en prensa)
Rodríguez, J. “Entre la pérdida y la ausencia, el valor de la presencia”, en www.topia.com.ar
Winnicott, D.W., The Maturational Proceses and the Faciliting Enviroment, Hogarth Press. London 1979
 

 
Articulo publicado en
Abril / 2005

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