He conocido a dos pacientes Amalie y Roberto como material comunicado por sus respectivos analistas. Ambos pacientes pueden estar comprendidos en la franja que el psicoanalista-psiquiatra Cancrini llama “El océano borderline”, por la anchura de este campo en el que el Yo vacila por fijaciones narcisistas tempranas con las inconsistencias consiguientes del Yo de Realidad Definitivo.
¿Cómo trabajar en la clínica psicoanalítica el encierro narcisista? Ante esta pregunta abierta sobre una cuestión tan vasta, que ha promovido a su vez intervenciones de lo más diversas, trataremos de circunscribir algunas –pocas- generalidades que operen como referencias posibles con el objeto de establecer una comprensión conjunta sobre el asunto propuesto
La finalización del tratamiento en un grupo terapéutico (abierto) de uno de sus integrantes, nos remite inmediatamente a la elaboración de la separación/duelo no sólo de quien concluye -como sucede en los análisis individuales- sino de quienes continúan. Si bien el tema del duelo se va planteando y trabajando en ocasión de eventuales abandonos a lo largo del proceso, el alta de uno o varios integrantes permite un abordaje más sistemático.
He conocido a dos pacientes Amalie y Roberto como material comunicado por sus respectivos analistas. Ambos pacientes pueden estar comprendidos en la franja que el psicoanalista-psiquiatra Cancrini llama “El océano borderline”, por la anchura de este campo en el que el Yo vacila por fijaciones narcisistas tempranas con las inconsistencias consiguientes del Yo de Realidad Definitivo.
No es fácil ocuparse de un tema que ataca los límites de la razón. Que hace tartamudear a las teorías. Nos deja mudos. Los significados tambalean…No es fácil encontrar espacios abiertos a estos temas. Momentos, lugares, instituciones… Quizás estas últimas consideraciones,me hacen sentir más fuertemente la necesidad de escribir. Me he preguntado infinitas veces, si valdrá la pena re-volverdeterminadas vivencias en el fondo del alma. Sies verdad, que habrá alguien con ganas de escuchar, de saber. De que algo sea abierto. Si llegará a otros. Hubo momentos en que creí que no, que mejor no contaba nada, que seguía así con aquello guardado,ymirando las estrellas como hasta ahora.
Cuando se habla de trabajo en los tiempos que corren está bien visto considerarlo a priori como algo despreciable. Una desgracia generada socialmente. De hecho, hay que reconocer que la evolución del mundo del trabajo, al menos en occidente, es preocupante tanto para los terapeutas como para los trabajadores sociales, y también para el común de la gente, preocupada por las condiciones de trabajo que heredarán sus hijos en un mundo desencantado.
Freud siempre sostuvo que la interpretación de los sueños era la mayor de sus contribuciones. La convirtió en una herramienta fundamental para el trabajo analítico, la “vía regia” para el acceso a lo inconsciente. Para prevenir sus abusos, delimitó su uso en el desarrollo del tratamiento.[1]
El siguiente texto fue enviado a raíz de la publicación en nuestro número anterior del artículo Fin de análisis: la utopía de analistas y pacientes de Alejandro Vainer.
Hola Alejandro, acabo de leer en Topía tu interesante artículo sobre el fin de análisis, donde señalás algunas paradojas, como en el caso “humorístico” que contás, y también invitás a los lectores a que examinen sus propias experiencias, sean como pacientes o analistas. Está bueno.
La noción de “auto” tiene su tradición en psicoanálisis. Así existen los conceptos de autoanálisis, autoerotismo, auto-agresiones. ¿Pero no hay algo de esta denominación que chirría un poco dentro de la teoría del aparato psíquico?
“El rostro perfora la forma que sin embargo lo delimita”
Emmanuel Levinas
Fiel a la invitación de Topía a escribir “desde la cocina” del trabajo psicoanalítico, me dispongo a hacerlo a través de la experiencia de análisis de Damián, un joven de 17 años.
“No pienso ir a un analista. No te sirve para nada, te curran y después se lavan las manos. En todo caso, vayan ustedes – refiriéndose a los padres – que son los culpables de que yo esté así.”
El cumpleaños número 20 de nuestra revista, me lleva a rememorar cuestiones de mi práctica clínica de ese período. Donde las situaciones de crisis económico-social, funcionaron como detonadores de cambios, que ya pensaba, había que producir en los dispositivos clínicos psicoanalíticos.
Para comenzar, tres pequeños relatos de la clínica actual con niños y adolescentes vinculados a la sexualidad, que me han impactado y que me han provocado dudas acerca de cómo posicionarme y cómo intervenir como analista.
Claudio de 12 años es sorprendido en casa de sus tíos, con sus primos Mariano de 10 y Gabriel de 12, mientras le chupaba el pito a éste.
parece un juego pero es fuego
y quema y quema y quema
igual si es buena
no vale la pena sufrir
pero reconozco que el veneno
te ayudó a vivir, a vivir
ya estoy bailando, baby
ya estoy bailando, baby
ya estoy bailando, baby
no vale la pena
El propósito de este trabajo es poder transmitir desde donde, por qué y cómo intervenimos con nuestra práctica clínica en instituciones públicas1. Presentamos una modalidad de trabajo grupal, con especial referencia a los tratamientos psicoterapéuticos de padres e hijos. Promovemos el abordaje grupal a partir de una concepción “relacional” del desarrollo psíquico, particularidad que nos lleva a repensar nuestra experiencia vivencial y formación como psicoterapeutas.
Lo que sigue versa acerca de la cuestión ética en lo referente a la práctica del acompañamiento terapéutico. Dicho acercamiento voy a realizarlo mediante la puntuación de lo que he dado en llamar la serie multiplicidad – irrepetibilidad – imposibilidad. Términos que me propongo sustraer de la deriva semántica habitual para intentar comprometerlos en un sesgo específico de aproximación a la experiencia. Serie justificada por una coherencia ética que legisla abiertamente mi acción. Y para desbaratar toda injerencia presuntuosa que me acuse aquí de “conspiración metafísica”, tomaré una referencia a mi clínica como acompañante terapéutico de donde los efectos de dicha serie podrán tomarse como la calaña de sus incumbencias.
“ABORDAJE CLINICO MULTIDIMENSIONAL DE RECONSTRUCCION DE “REDES DE SOSTEN” EN PSICOPATOLOGÍAS SEVERAS DE LA ADOLESCENCIA: UNA ALTERNATIVA A SU INSTITUCIONALIZACION”
Como dice Castoriadis, la crisis de valores, en la sociedad contemporánea, alcanza a los mismos procesos identificatorios. Y eso es porque asienta en el derrumbe mismo de la autorrepresentación de dichas sociedad, así como en el de la pérdida de historicidad de la misma; de la relación de su presente con su pasado y su futuro.Una verdadera democracia, como la forma social que se autoinstituye y autorreflexiona, vive precisamente en el marco de la muerte virtual de toda significación instituida. Sólo a partir de ahí puede crear, investir, producir significaciones.
Desde hace más de 40 años Colombia sufre un conflicto entre diferentes grupos armados. Se calcula que uno de cada cuatro combatientes es menor de 18 años y que junto al desplazamiento interno de víctimas de esta guerra sin fin, miles de colombianos huyen a países limítrofes en condiciones de vulnerabilidad extrema.
EDITORIAL: Un fin de época atravesado por claroscuros del que surgen monstruos. Enrique Carpintero
DOSSIER: EL FIN DE UNA ÉPOCA. Eduardo Grüner / Helmut Dahmer / Susana de la Sovera / Juan Carlos Volnovich / Josefina Martínez / Hernán Scorofitz / Ileana Celotto / Juan Duarte / César Hazaki / Alicia R. Levin
ÁREA CORPORAL:Caminar en paz. David Le Breton // El Cuerpo y el Mercado: el aplanamiento de los cuerpos. Carlos Trosman //
TOPÍA EN LA CLÍNICA: Alejandro Vainer / Ricardo Carlino / Susana Toporosi / María Casariego de Gainza / Carlos Barzani / Tom Máscolo
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra