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La polisemia del concepto de “campo” en las ciencias sociales

 
Su incidencia en la acreditación y la producción científica

Introducción

Pocos términos resultan tan polisémicos como el de campo. Con relación a la acreditación científica y su producción, podemos conjugar definiciones que destacan lo político-ideológico por un lado o lo científico-académico por otro.

Giorgio Agamben arriesga una definición en torno a su necesidad de circunscribir la experiencia de los campos de exterminio en Alemania.

“El campo es el lugar en el que se ha realizado la más absoluta conditio inhumana que se haya dado jamás sobre la tierra: es decir, en última instancia, lo que cuenta tanto para las víctimas como para los descendientes. Aquí seguiremos deliberadamente una orientación inversa. En vez de deducir la definición de campo por los sucesos acaecidos, nos preguntaremos más bien: ¿qué es un campo, cuál es su estructura jurídico-política, por qué han podido tener lugar semejantes sucesos? Todo esto nos llevará a mirar el campo, no como hecho histórico, ni como una anomalía perteneciente al pasado …, sino, de alguna manera, a la matriz escondida, al nomos del espacio político en el que vivimos.”

Por su parte Pierre Bourdieu lo caracteriza de este modo:

"Un campo - podría tratarse del campo científico - se define, entre otras formas, definiendo aquello que está en juego y los intereses específicos, que son irreductibles a lo que se encuentra en juego en otros campos o a sus intereses propios (no será posible atraer a un filósofo con lo que es motivo de disputa entre geógrafos) y que no percibirá alguien que haya sido construido para entrar en ese campo (cada categoría de interés implica indiferencia hacia otros intereses, otras inversiones que serán percibidos como absurdos, irracionales, sublimes y desinteresados) Para que funcione un campo es necesario que haya algo en juego y gente dispuesta a jugar, que esté dotada de un habitus que implican el conocimiento y el reconocimiento de las leyes inmanentes al juego, de lo que está en  juego, etcétera”

Visto el campo como espacio político en Agamben o como el espacio (real o virtual) en el que está en juego un conjunto de saberes, prácticas, intereses, en Bourdieu; podemos hacer coexistir ambas propuestas de acuerdo a los períodos históricos en los que ha predominado uno u otro conforme a la relación entre ciencia y política en la producción de verdades y la profesión que ostenta su posesión o difusión.
Vamos a diferenciar tres hitos en lo concerniente a la acreditación y producción científica en el campo profesional docente de las universidades argentinas:

  1. Las crisis políticas, los golpes de estado sucesivos desde la década del ‘30 y en particular la denominada “noche de los bastones largos” del Golpe del ‘66 y el “Proceso de reorganización nacional” del Golpe del ‘76. Ambos sucesos marcaron una impronta de fuerte persecución ideológica, “fuga de cerebros”, vaciamiento de organismos de investigación, hasta la desaparición forzada de investigadores y docentes universitarios. En estos períodos ha dominado el campo como lugar de encierro y persecución ideológica.
  2. Retorno de la democracia en el ‘83 con la consabida reflexión acerca de la situación del campo científico, revisión histórica de las condiciones de posibilidad de la actividad científica, formación profesional de docentes universitarios y señalamiento de los funcionarios y cómplices de la dictadura militar desde el ‘76 al ‘83. Momento en el que el campo se torna espacio político emancipatorio con una emergencia de lo epistemológico y su difusión académica.
  3. La década de 1990 con la sanción de las leyes Federal de Educación y de Educación Superior, que resultaron ser una bisagra, sobretodo la segunda de ellas, en las exigencias dirigidas al docente universitario. La proliferación de los postgrados, maestrías y doctorados, con titulaciones intermedias entre la formación de grado y la de cuarto nivel. Período en el que campo y capital se articulan estrechamente con las reglas del mercado a las que se adapta el sistema educativo.

Categorías de análisis

Gran parte de las obras de Pierre Bourdieu se distinguen de las perspectivas clásicas de comprensión social, tales como el marxismo y el positivismo, contra las cuales establece su crítica, al mismo tiempo que efectúa diferentes aportes a la cuestión. Una de esas innovaciones es la noción de campo, la cual logra flexibilizar la rigidez de la metáfora marxista de la base / superestructura y, con ello, cierto determinismo o, se podría pensar que en la textura social existen sobredeterminaciones, organizadas en campos de autonomía relativa y desigual, las cuales han llevado al autor a erigir un enfoque anclado en lo que se conoce como Teoría de los campos.

Respecto de su relación con el marxismo, dice Bourdieu:

"La noción de campo es una manera de disolver esta oposición, de decir que en el espacio social existen universos de autonomía desigual que ejercen restricciones unos sobre otros en relaciones extremadamente complejas que no son reductibles a la oposición infraestructura / superestructura"

Sin embargo, tal como nos recuerda Alicia Gutiérrez, el autor

"...marca una ruptura con el marxismo, pero a la vez, recupera la lógica que Marx utiliza en el análisis económico y la extiende al análisis de cualquier práctica social”

Busquemos en expresiones propias del sentido común y reflexionemos sobre las denominaciones que asumen las organizaciones públicas, privadas o de la sociedad civil cuya razón de ser es la actividad educativa, científica o de investigación. Expresiones tales como: "comunidad", "asociación", "círculo", "corporación", entre otras. Pensemos, sociológicamente, en lo que ello comporta, revisando brevemente lo que esto significa en la obra de Thomas Kuhn, y recordemos que, para este autor, el avance de la ciencia es posible por la sustitución de un paradigma por otro, lo cual implica una re - educación del ambiente en la "comunidad científica" que desarrolla su labor.

La mirada internalista kuhniana sobre los procesos científicos queda acotada a las decisiones que se tomen en el interior de la "comunidad científica". Ahora bien: ¿qué quiere decir esto? ¿Qué supone esa idea de "comunidad" a la que aludimos?

En primer término, podemos decir que, tanto la noción de "comunidad", como la de "asociación", "círculo" y "corporación" nos proveen de una imagen pacífica, sin conflictos y por otra parte, cerrada, sin ligazón con la situación social de la actividad científica, la cual, en apariencia, se rige por acuerdos, convenciones o consensos.

Por el contrario Bourdieu entiende que, si hay alguna dinámica que rige el funcionamiento de los campos no es -precisamente- el desinterés y la inexistencia de conflictos sino, más bien, un interés intrínseco en donde la actividad científica no puede desligarse de otros campos y, particularmente de su vínculo con las condiciones sociales de producción. Es en este punto donde podemos hacer notar una ruptura decisiva, debido a que el campo es, antes que nada, un espacio de luchas y de contiendas. Veamos esto en palabras de Bourdieu:

"...en cualquier campo encontraremos una lucha, cuyas formas específicas habrá que buscar cada vez, entre el recién llegado que trata de romper los cerrojos de entrada, y el dominante que trata de defender su monopolio y de excluir a la competencia”

Tenemos aquí, como se expresó, un punto de ruptura y una primera característica distintiva de la noción de campo: un campo es, ante todo, un espacio de luchas    y polémicas donde existe algo en apropiación.
Podemos analizar esta situación en lo que ocurre en el campo universitario respecto de la distribución de fondos y recursos para la investigación científica y notaremos el modo feroz en que se desatan esas disputas.

Como se expresa aquí, en el seno de los campos hay capitales en apropiación, los cuales no necesariamente son de carácter económico y material.

Más aún, podemos suponer que las disputas entre "ciencias naturales" y "ciencias sociales" se erigen en torno a la pretensión de establecer una definición de ciencia para el campo del saber y, por lo tanto, la exclusión de otras formas de comprender o concebir la construcción de conocimiento.

Otra categoría que resignifica Bourdieu es la de “capital”. En este punto es donde podemos trazar analogías entre campo y mercado, aclarando que es perentorio desnaturalizar el carácter económico que conlleva esta última idea, sobre todo, siendo conscientes de que ella no tiene nada que ver con las nociones más ingenuas que pregonan una situación de concurrencia perfecta (liberalismo económico) o de monopolio. Bourdieu nos recuerda, en este sentido, que el campo es siempre un lugar de luchas más o menos desiguales y que estos dos límites teóricos extremos (monopolio y concurrencia perfecta) jamás se presentan de modo taxativo.

Reiterémoslo una vez más: el hecho de plantear al campo como cuestión análoga al mercado y el utilizar la idea de capital, no necesariamente tienen que ver con lo económico y, una vez más aquí, tomemos distancia de los planteos marxistas. En palabras de Alicia Gutiérrez:

"Capital puede definirse como un conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden (...) Bourdieu libera a este concepto de la sola connotación económica y lo extiende a cualquier tipo de bien susceptible de acumulación, en torno al cual puede constituirse un proceso de producción, distribución y consumo, y por tanto, un mercado. En este sentido, los campos sociales pueden ser considerados como mercados de capitales específicos”

Gutiérrez distingue e indica otros tipos de capital, tales como el cultural, social, simbólico, entre otros; los cuales deben buscarse a través de un análisis pormenorizado del campo que se trate y de la particular situación de confrontación entre estrategias disímiles. Para Bourdieu:  "Hablar de capital específico significa que el capital vale en relación con un campo determinado, es decir, dentro de los límites de ese campo, y que solo se puede convertir en otra especie de capital dentro de ciertas condiciones
Según Bourdieu, el capital es algo que se adquiere, se transmite e, incluso, se reconvierte. Un profesional que se presenta como experto en una disciplina o en un autor, debe acreditar su capital científico al respecto.
Del mismo modo, la honorabilidad o respetabilidad podrían considerarse como una forma particular de capital simbólico o, en otros términos, el capital simbólico ligado a cierto nivel de pertenencia a una institución prestigiosa. Recordemos, a modo de ejemplo, que no es lo mismo ser egresado de cualquier Universidad, lo cual nos indica el carácter desigual que asume el campo universitario que, en este caso, está dado por cierto prestigio y reconocimiento que proveen las instituciones de origen a sus profesionales. Esta última situación puede ser analizada en función del capital que cada una de ellas ha logrado acumular con el tiempo y que, ahora, opera sobredeterminando el prestigio social de sus egresados.
Continuaremos planteando lo referido a las estrategias que se conjugan en vistas a la apropiación de los capitales existentes en los campos sociales.
En los enfoques, tanto de Bourdieu como el análisis de Gutiérrez, se hace explícita mención a dos modos de actuación diametralmente distintos: estrategias de conservación y estrategias de subversión. Recuperemos la textual definición que, de cada una de ellas, realiza Bourdieu:

"Aquellos que, dentro de un estado determinado de la relación de fuerzas, monopolizan (de manera más o menos completa) el capital específico, que es el fundamento del poder o de la autoridad específica característica de un campo, se inclinan hacia estrategias de conservación (...) mientras que los que disponen de menos capital (que suelen ser también los recién llegados, es decir, por lo general, los más jóvenes) se inclinan a utilizar estrategias de subversión: las de la herejía

Las disputas entre los "recién llegados" y los "dominantes" en los campos del conocimiento están a la orden del día y ambos tienen como misión apropiarse de ese capital en disputa. En referencia al planteo del autor, podemos decir que existe aquí una cuestión de orden generacional, en la cual los más jóvenes tienden a articular posiciones de ruptura y a subvertir el orden existente en el campo; mientras que, como es lógico, quienes han logrado apropiarse de cierto capital son los más proclives a la ortodoxia.

Pensemos, una vez más en lo que, al respecto, puede recuperarse de Thomas Kuhn. Este autor, al intentar explicar las razones que llevan a la "comunidad científica" a la sustitución de un paradigma por otro, esboza diferentes cuestiones, entre las cuales añade que, inclusive, tal sustitución puede darse por la "muerte de una generación y el nacimiento de una nueva que se familiariza con una nueva forma de concebir la actividad científica y que, por tanto, trabaja bajo un nuevo paradigma de acuerdo con los preceptos de la ciencia normal.”

Esta cuestión, tal cual ha sido presentada, nos induce a pensar que las estrategias de conservación son, también, estrategias de resistencia y que, "las viejas generaciones" en términos de Kuhn, son las menos proclives a reeducar el medio ambiente en que trabajan y a concebir formas diferenciales de comprender la actividad que llevan a cabo.
Podemos pensar en las disputas acerca del estatuto científico de las ciencias sociales y sus polémicas con las ciencias naturales. Esta cuestión puede ser analizada en términos de estrategias de ambas partes, en cuya gramática, las ciencias naturales se comportan de modo ortodoxo negando la posibilidad de concebir otro modo "científico" que no sea el que ellas practican, al mismo tiempo que, los primigenios estudios sociales con pretensiones de cientificidad pueden ser vistos como "focos de peligro" que podrían desencadenar en una negación de la legitimidad de las ciencias sociales y por tanto, estrategias de subversión en potencia.
Períodos como los expuestos al comienzo abundan con ejemplos en el campo científico, en el educativo o en el de la política, basta con interrogarnos sobre qué razones obedecen el hecho que, en nuestra contemporaneidad, las generaciones más jóvenes sean quienes se encuentran en una condición de participación marginal, de exclusión y borde.
Existe, además, un tercer tipo de estrategias que denominamos: de sucesión y que es definida por el autor en los siguientes términos:
        "...los ‘recién llegados’ pueden encontrarse orientados hacia las colocaciones seguras de las estrategias de sucesión adecuadas para asegurarles, en el término de una carrera previsible, los beneficios prometidos a los que realizan el ideal oficial de la excelencia científica al precio de innovaciones circunscriptas a los límites autorizados…”
Las estrategias de sucesión son comunes en los campos científicos y, particularmente pueden ser observadas en la conformación de los equipos de investigación, en donde quienes tienen un rol menor en dichos espacios, generalmente, aspiran a suceder al investigador principal; máxime si éste es alguien que ha adquirido cierto prestigio en determinada materia.
Considerado desde este punto de vista también podría pensarse que, la sola situación de trabajar con un docente o investigador reconocido, con cierto capital simbólico y social, ya comporta cierto rédito, cierta ganancia para quien participa de un ámbito común con éste.
Tanto las estrategias de conservación, como las de sucesión son, en suma, modos de actuación "conservadores"; mientras que el carácter subversivo de las otras les otorga cierto tinte "revolucionario".
Otra de las particularidades de los campos es su autonomía relativa; es decir: la interferencia y superposición que puede observarse entre ellos, lo cual denota el carácter complejo de un marco de comprensión social como el propuesto por este autor. Al respecto dice Gutiérrez:
        "Hablar de autonomía relativa supone, pues, por un tanto, analizar las prácticas sociales en el sistema de relaciones específicas en que están insertas, es decir, según las leyes de juego propias de cada campo (…) Por otro lado, supone también la presencia de los demás campos que coexisten en el espacio social global, cada uno de ellos ejerciendo su propia fuerza, en relación a su peso específico.”
Por las razones expuestas es que resulta muy difícil de discernir, por ejemplo, el campo educativo del político, o el científico del económico, o el de la salud del de la política y, a su vez, del económico y del educativo. Esto, que parece una madeja de relaciones yuxtapuestas, nos demuestra el carácter complejo de nuestra sociedad y que, inclusive, podría ser observado en las singularidades del campo científico, interrogándonos acerca de cuáles son los límites de cada "disciplina".
        “Cada campo científico establece límites a la definición de ciencia que puede llegar a dominar, pues se trata de una definición que puede estar interesada en alterar las reglas pero en destruir el juego. Precisamente se trata de ordenar el juego en una dirección conveniente, de posicionarse mejor en el mismo juego, no de cambiar de juego. Una definición dominante de ciencia logra entonces establecer ciertas modalidades de jugar el juego científico, en un cierto momento, durante un cierto tiempo, contribuyendo al desarrollo del juego o estancándolo. Pero la existencia del juego depende de que haya algo en juego y gente dispuesta a jugarlo, y lo que está en juego en el campo científico es la producción de conocimiento.”
         Esta producción de conocimiento que se juega en el campo universitario ha sido llevada desde diferentes intereses y dispositivos de acuerdo a los vaivenes políticos en nuestro país: dictaduras, democracias, períodos economicistas, han marcado una impronta sobre los sujetos que fueron llevados a jugar con diferentes reglas en distintos momentos, más o menos graves, de nuestra región.

Bibliografía
Agamben Giorgio. “¿Qué es un campo?” Artículo publicado en la Revista Sibila Nº 1. Roma. 1995.
Bourdieu Pierre. Intelectuales, política y poder. Eudeba. Buenos Aires. 1999.
------------------- Sociología y cultura. México. Grijalbo. 1990.
------------------- Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires. Nueva Visión. 1997.
------------------- “Entrevista con Pierre Bourdieu: Razones teóricas y razones prácticas" en Revista Causas y Azares Nº 7. Buenos Aires. 1998.
Gutiérrez Alicia. Pierre Bourdieu: las prácticas sociales. Buenos Aires. CEAL. 1990.
Heler, Mario. Ciencia incierta. La producción social del conocimiento. Buenos Aires. Biblos. 2005.
----------------- Ética y ciencia: la responsabilidad del martillo. Buenos Aires. Biblos. 2000.

 

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Articulo publicado en
Enero / 2011

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