Este libro fue escrito en un par de meses. Se trata de un documento novelado de lo que iba ocurriendo en Argentina desde diciembre del año 2001 hasta marzo de 2002. Abarca un período histórico muy breve pero potente. En ese lapso se arremolinan conflictos de décadas pasadas y décadas por venir. Un instante de la historia argentina en la que se concentran distintas épocas, desde el triunfo de la Segunda República española en 1931, hasta el Foro Social Mundial en Porto Alegre, a comienzos del nuevo siglo.
En su momento quedó en un cajón. Pero, a veinte años de aquellos acontecimientos, tal vez merezca su lugar como huella necesaria entre tanta memoria burlada o asténica. Fue escrito en ese tiempo, y no fue modificado. Se evitó ponerlo a tono con los sucesos posteriores, sólo se realizaron inevitables e imprescindibles correcciones de escritura. Lo aquí dicho es aquello que el autor pensaba, sentía y vivía en ese momento. La mayor o menor relación, repetición, semejanza, diferencia con la historia argentina posterior, quedará a criterio del lector.
Los sentidos nuevos de algunas consignas de entonces, también.
Con motivo del aniversario del 19-20 de 2001, publicamos un adelanto exclusivo el inicio de una novela que próximamente publicaremos.
Este libro fue escrito en un par de meses. Se trata de un documento novelado de lo que iba ocurriendo en Argentina desde diciembre del año 2001 hasta marzo de 2002. Abarca un período histórico muy breve pero potente. En ese lapso se arremolinan conflictos de décadas pasadas y décadas por venir. Un instante de la historia argentina en la que se concentran distintas épocas, desde el triunfo de la Segunda República española en 1931, hasta el Foro Social Mundial en Porto Alegre, a comienzos del nuevo siglo.
Una pregunta ha acompañado siempre la explotación y humillación humanas: ¿cómo es que quienes la padecen pueden tolerarla -incluso buscarla- sin rebelarse, siendo inmensa mayoría? La acción coactiva de la represión y la violencia que podría explicarla no parece estar siempre presente.
Hacia 1548, Étienne de la Boétie, un joven escritor y magistrado francés, escribió su Discurso sobre la servidumbre voluntaria, o Contra el Uno. Se trata de un flamígero y erudito texto en defensa de la libertad como bien natural supremo. Su contexto: el clima de la monarquía absoluta que desde Luis XI va perfilando las luchas entre el soberano (el Uno) y las noblezas feudales en Francia. Sus argumentos responden a su época.
Para el sentido común en que se encarna la ideología del capitalismo, la libertad del pueblo,… se basa en su secreta y sutil esclavitud en relación con el capital
Hoy todos vivimos en la incertidumbre. Esta es una obviedad. La repetimos con insistencia. La dicen reconocidos filósofos, pensadores que no lo son tanto sin que ello desmerezca sus reflexiones, periodistas, “opinadores” y cualquier ciudadano de a pie. Esta obviedad es reiterada no sólo por tratarse de una evidencia generalizada sino también, en el campo del pensamiento teórico, pues busca preservarnos ante el riesgo de las respuestas rápidas que, sin aportar nada específico, promuevan una paz mental engañosa, por necesaria que esa paz resulte para nuestra mente. Es que terminar siendo una respuesta apresurada sin fundamento crítico es un riesgo mayor que corre cualquier reflexión o escrito hoy en día. Éste, sin duda, también; por provisional que pretenda ser.
También genera angustia una particular certeza que la incertidumbre actual activa: es decir, la de nuestra inevitable mortalidad
Tiempo de vísperas es una novela sobre la memoria, donde los protagonistas intentan reconstruir un pasado que los vuelva humanos: el conflicto entre los que necesitan recordar y los que prefieren olvidar; la lucha entre los que quieren sentirse vivos y los que viven como si estuviesen muertos. La tensión entre política (historia) y ficción (pesadilla) es una buena entrada al texto que nos propone Sotolano.
Es evidente que estas preguntas exigen un ensayo, no 14.000 caracteres. Nos serviremos entonces de ellas sólo a modo de excusa para profundizar en una idea ya formulada hace años y que el tiempo, lejos de desmentir, confirma. Comencemos afirmando que si algo delimita la vida cotidiana, es la vastedad de sus confines. Más allá de las definiciones sociológicas que tuvieron en el filósofo Henri Lefebvre a un pionero, digamos que la vida cotidiana es la vida misma; aquella que los sujetos sentimos como nuestra propia vida, aquella donde la vida se realiza, se hace real.
El concepto de “Fetichismo de la mercancía” elaborado por Marx en El capital adquiere una gran importancia social y política en tanto la lógica de capital se opone a la lógica social. Es decir la lógica del capital pone lo social a su servicio cuyos efectos podemos observar en una subjetividad construida en la disolución del tejido social y ecológico. De allí la necesidad de la diferentes lecturas que se realizan en este texto.
Pocas palabras se usan tanto, dicen tan poco y, aún así, son centrales al pensar hoy la vida social. Acabemos con la corrupción claman Carrió, los “indignados” europeos o las voces del FMI. De significado incierto, se lo asocia con la coima, pero es mucho más. Abarca desde un tipo de delito puntual a una práctica social generalizada. Desde la mácula regia de los funcionarios del Estado a lo que la opinión pública defina que sea. Además, se insiste en que siempre la hubo, hay y habrá; y en toda sociedad. Verdades que la historia avala pero no nos eximen de pensarla hoy.
Es imposible, al menos para mí, sino abarcar, por lo menos esbozar los principales ejes de un tema tan complejo, novedoso y carente de experiencia acumulada comprobable, como el que nos convoca, en 20 minutos. Intentaré entonces, al menos, situar algunos de los que llamaré mitos centrales que circulan en torno de la cuestión de las nuevas tecnologías. Mitos que organizan distintos discursos, en especial en el mundo autodefinido psicoanalítico, aunque también en prácticas sociales más amplias. En esta dirección, el término mito será entendido como conjunto de creencias más o menos falsas sostenidas en planos de verosimilitud compartidos que organizan un territorio de ideas y prácticas a las que les brindan consistencia social. Es una definición que está más cerca de su tradición semántica en tanto mentira o engaño.
Alejandro Vainer nos convoca a discutir sobre marxismo y psicoanálisis. Lo hace desde un libro: A la izquierda de Freud, que puede ser considerado un anexo a Las huellas de la memoria, esos dos volúmenes imprescindibles que escribió con E. Carpintero donde al recuperar la historia política de la salud mental y el psicoanálisis en nuestro país intentan inscribir en el presente un futuro sin desaparecidos; ni personas, ni ideas, ni prácticas.
Este artículo fue publicado originariamente en la revista Subjetividad y Cultura, DF México
CUESTIONARIO
1.- ¿Qué vínculos considera que existen entre la conocida noción sociológica de alienación -sobre todo en el sentido que Marx le da a tal concepto-, con aspectos psicológicos y psicoanalíticos?
2.- ¿Considera que tal problemática ha sido desarrollada teóricamente?
3.- En caso de serlo ¿por quienes y cómo?, y en caso negativo ¿por qué no lo ha sido?
Este título no responde a una elección personal, sino al de la mesa a la que, en el marco de las prejornadas del Symposium "Civilización y Barbarie: una visión psicoanalítica", de la AEAPG, fui invitado a participar.
Hay muchos tratamientos que no concluyen sino que se interrumpen por parte del paciente y algunos también por parte del analista. Quisiéramos investigar qué sucede en estos tiempos con las interrupciones y cómo se las piensa. Para eso les dimos dos preguntas a tres psicoanalistas.
Quien empiece a leer este libro por su índice, costumbre por desgracia perdida a partir de la difusión de la lectura patchwork, en nuestra época de fotocopias o documentos por red, quizás se sorprenda al encontrar títulos tan variados como De cómo una interpretación correcta deviene fracaso terapéutico; Mi encuentro con la contratransferencia; Hacia una recuperación de la problemática del afecto; Acerca de la complacencia o solicitación somática; La identidad en la clínica psicoanalítica; ¿Es el diálogo analítico, un diálogo común?; ¿Qué quiere decir escuchar?;
Años ha, en el Museo del Louvre, me conmovió una escultura. La recuerdo en piedra, quizás en mármol, y si bien su belleza me llevó a anotar su nombre, lo hice en alguno de mis tantos papeles destinados a extraviarse. Tal vez este artículo sea una simple excusa para que algún lector generoso sea capaz, a partir de la exigua descripción que sigue, de reconocerla y hacérmelo saber. Representaba a una mujer, no recuerdo si a una simple mortal, una diosa, una ninfa, con el rostro cubierto por un velo traslucido.
Cuando la invasión a Irak aún prometía ser un paseo patriótico con flores y banderitas ante el paso de los tanques y alguno que otro “daño colateral” sin importancia, en el programa Periodistas, un apasionado defensor del “American way” proclamaba los riesgos de las terribles armas de Hussein y el derecho norteamericano a defender la seguridad y la libertad de todos. El personaje, inconfundible, era el comentarista de política nacional e internacional Carlos Escudé, contingentemente argentino, aunque, titularía Oliver Stone, norteamericano por naturaleza.
Con el fin de la historia se ha decretado la muerte de las ideologías, de los grandes relatos, de la lucha de clases, de cualquier discurso que remita a aquellos ideales de la Ilustración que abrazan una perspectiva emancipatoria para el conjunto de los humanos. Las posturas epistemológicas que apelan al concepto de determinación son objetadas en bloque desde un caprichoso uso de la teoría del caos a la que se la limita al culto del azar. Se proclama el imperio de Lo negativo, la nada o el vacío.
Sirva, en principio, este acotado relato para resumir la acepción general de lo que suele llamarse: “crisis de representación”. Es decir: en una sociedad harta del engaño de sus supuestos representantes políticos todo aquel que pretenda hablar desde ese conjunto llamado “partido”, es asociado con el engaño. Nadie tiene derecho de decir que representa al ciudadano engañado. Engaño que incluye el autoengaño, lo que no es un dato menor. “¿Cómo pude votarlo?”, se preguntará en la intimidad. “Yo no lo voté”, dirá ante sus amigos. Sus íntimas razones para haberlo hecho son vividas como una mezquindad inconfesable. En la contradicción entre sus reparos morales y algunos de sus intereses privados, habrá triunfado la ética del capital.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra