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La subjetividad en Riesgo

Silvia Bleichmar
Tapa del libro

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Presentacion del Libro:
Eduardo Múller | Eva Giberti

Eduardo Müller

En esta mesa, con este libro, con esta autora y acompañado de esta co-presentadora, voy a empezar con una hipótesis que iré modulando y fundamentando, como pueda.

Digo entonces, para empezar: allí donde Eva Giberti era, Silvia Bleichmar pudo advenir. Modulo, no es que Eva Giberti fue, como dicen los chicos. Pero me refiero a su trabajo de los fines de los 50 y los 60, que inició en la Argentina la difusión del psicoanálisis, por medio de la divulgación en los medios. Y es obvio que lo sigue haciendo, y además ha hecho una interesante teorización acerca del mismo género que ella inició.

La Subjetividad en Riesgo, el nuevo libro de Silvia, es una recopilación de notas hechas casi todas en una revista. En este caso la revista Topía, así como Dolor País tuvo que ver también con una nota escrita en el diario Clarín. Entonces avanzo: el “pudo advenir” de Silvia no significa que haga lo mismo que Eva en los 60, así como la misma Eva tampoco lo hace. Silvia no divulga. Ensaya. Eva ahora también. Pero pueden ensayar gracias a los años de ensayo y error que el trabajo de divulgación pudo construir como espacio de difusión del psicoanalisis.

Es que en Argentina 2005 ya no hay que divulgar el psicoanálisis. Ya forma parte de la cultura, no sólo la de los intelectuales, sino de los mismos medios. Esos medios que no sólo divulgaron el psicoanálisis en su época, sino que también fueron conquistados por el psicoanálisis. Con lo mejor y lo peor, claro. Qué periodista de algún programa de chimentos de la tarde, no sabe escuchar un lapsus, y denunciarlo inmediatamente. Propio o ajeno. Eso en los años 60 era imposible. Y es posible ahora gracias a esos años sesenta.

Decía que gracias a esos años de ensayo y error, el psicoanálisis pudo acceder a la categoría de ensayo como género. Me refiero a ese tipo de texto que puede ser leído desde la cultura media de una época. En general es a traves de libros, que el ensayo psicoanalítico pudo entrar en diálogo con otras disciplinas. Pero este libro, como Dolor País es diferente a sus otros libros. Silvia practica acá un tipo de ensayo diferente al tradicional. El ensayo tradicional es un pensar con tiempo, más para libros o tratados. Es un pensar con tiempo mientras pasa el tiempo. Pero en estos dos últimos libros Silvia es más una ensayadora que una ensayista. Juntando los dos sentidos del término ensayo: prueba y piensa. Primero practicando la exportación de su pensar fuera de los ámbitos académicos e institucionales, sale de la endogamia psi, y se le anima a los medios. Y en un ámbito determinado por lo periodístico, con sus espacios y tiempos breves, se pone a pensar en voz alta, en general con una sola idea clara por nota, que dirige a un lector no psicoanalista. Arte no menor. Son muchos los psicoanalistas que escriben bien, pero, ¡ay!, sólo para psicoanalistas. Ay de dolor, sin hache. Pero hay, con hache, y gracias a que Eva Giberti era y que otros pudieron advenir, hay psicoanalistas que sin perder ningún gramo de rigor, se saben dirigir a lectores no psicoanalistas. A la gente, bah. Por eso, hay que hacer la genealogía del género. En el campo abierto a fines de los 50 hay que diferenciar, que hacer un diagnóstico diferencial entre divulgación y vulgarización, cosa que Eva siempre supo advertir y que Freud mismo habia mencionado. Agrego yo: divulgar conserva la naturaleza de lo que se difunde, aunque se lo diga en lenguaje común. Vulgarizar es hacer una papilla empobrecedora en donde se juega un desprecio a dos vías. A las ideas a difundir, y al lector al que uno se dirige. No es lo mismo Bela Bartok divulgando melodias de campesinos húngaros que Waldo de los Ríos jibarizando a Mozart.

No nos olvidemos que los analistas con sus pacientes no usan ni necesitan usar, ni deben usar términos teóricos. Las interpretaciones son dichas en lengua común. Y sin embargo en esa interpretación está concentrada toda la teoría psi.

La divulgación del psicoanálisis en los medios obtuvo más resistencia en los psicoanalistas mismos que en sus lectores. El psicoanálisis era considerado por sus sacerdotes como un saber para iniciados que no debía rebajarse al vulgo. Al márgen, es curioso que cuando se pregunta en general a psicoanalistas sobre la remanida cuestión de la enorme extensión del psicoanálisis en Argentina, no se incluya en la respuesta el enorme lugar que tuvo la divulgación. Entonces, allí donde la divulgación del psicoanálisis fue, el ensayo psicoanalítico pudo advenir.

Vuelvo entonces al género de Silvia. Ensayo corto. Que se alimenta de lo periodístico en la medida que se alimenta de lo actual. Es un pensar que marcha al ritmo de la actualidad. No es un pensar que observa, sino que interviene. Terremotos y explosiones le enseñaron a reaccionar rápido. A pensar rápido. A hacer que ese pensamiento actúe. No es ya divulgación de un saber. Tampoco es pura opinión. Sus notas no son respuestas a ¿qué opina usted de…? No es pura respuesta a una demanda de un medio. Es un deseo propio de pensar y de escribir. Sí, agrego eso: escribir. A veces uno se pone a escribir para enterarse acerca de qué piensa de un tema, de cómo pensarlo mejor. Cómo algún lúcido psicoanalista argentino dijo: el escribir dice lo que el decir no dice. Ensayar es escribir un modo de leer. De leer sin sacar el cuerpo. No es la lectura del que observa, del que hace hermenéutica. Es una lectura que al escribirse actúa. Una lectura que muestra la marca en el cuerpo de lo que se ensaya. Dolor país nombra el dolor de quien lo escribe. Subjetividad en riesgo habla del temor de quién lo escribe. Testimonio crítico entonces. Relato, relato de lo que se pensó. Pensamiento relatado. Un ensayo en un diario o revista, es un cuento corto acerca de una idea que hace crisis y que se resuelve escribiendo.

Voy a intentar ser mas preciso, el género debería llamarse nota psicoanalitica. ¿Qué es una nota? ¿Qué es hacer una nota? Antes que nada: no es anotar. Sí es notar. Es empezar tomando nota. Es hacer notable lo que no se nota, y escribirlo en una nota. Pero ¿qué es una nota psicoanalitica? Una respuesta obvia y tautológica; una nota escrita por un psicoanalista. Hay una vieja edición de la Enciclopedia Britanica que define la palabra jazz de la siguiente manera: el jazz es cualquier tipo de música ejecutada por un musico de jazz. Una nota psicoanalítica es cualquier tipo de nota ecrita por un psicoanalista. Por un psicoanalista en cuanto tal. Claro, no estoy diciendo que es cualquier texto escrito por un psicoanalista; hay entre los psicoanalistas muy buenos escritores que cuando escriben literatura, hacen literatura. Me refiero al género nota. Cuando Silvia escribe notas llamadas por ejemplo: un modo de pensar nuestro tiempo, acerca del malestar sobrante, las formas de la realidad, la guía de las pasiones, nuevas tecnologías, nuevos modos de la subjetividad, no dice lo que el psicoanalisis dice sobre esos temas. No hace psicoanalisis aplicado. Muestra más bien un modo de notar. Un modo de notar que no es sin psicoanalisis. Ni siquiera desde el psicoanalisis. Simplemente con psicoanalisis. Un psicoanalista no es alguien notable, tampoco un notario. Es un anotador que ha elevado la nota al pie a género literario.

Ensayo y medios tienen una historia en nuestro país. Una historia cultural que se alimentó del psicoanálisis pero también lo alimentó.

Revistas literarias que nunca dejaron de contar lo que pensaban los que escribían allí. Haciendo contornos, crisis, primeras planas, escarabajos de oro, y en una larga serie que omito, también Trabajos de psicoanálisis, Conjetural, Psique y Topía. Revistas estas últimas, con sus diferencias, en que se escribe como decía recién, con psicoanálisis. No es “Yo el psicoanálisis digo” sino yo, un psicoanalista, digo con el psicoanálisis. No lo que el psicoanálisis dice, sino lo que me hace decir. No solo con psicoanálisis, claro, sino con todo mi pensamiento.

¿De qué ensaya Silvia en este libro de notas? Intenta y logra hacer un psicoanálisis de la vida cotidiana. Vida cotidiana en donde se hizo cotidiano el convivir con los estragos del genocidio de la dictadura militar, y la devastación moral, como dice la introducción, signada por la corrupción y el individualismo como formas ideológicas predominantes. Después de haber intervenido intensamente en situaciones límites, como el terremoto de Méjico y la bomba de Amia, se ocupa ahora de la vida cotidiana. Pero claro, vida cotidiana y situaciones límites no son opuestas. La vida cotidiana se ha vuelto para millones de semejantes una situación límite. Hacer psicoanálisis de la vida cotidiana en argentina 2005, no es hacer aguafuertes. No es un entretenimiento ingenioso pequeño-burgués. Es intervenir sobre la subjetividad en riesgo, subjetividad amenazada como la llamó alguna vez Gilou García Reynoso.

Freud, en su época, decía que se conformaba con lograr que un sujeto pueda pasar del sufrimiento neurotico al infortunio común. Pero resulta que en nuestra época el infortunio común llega a ser para millones de personas mucho más terrible que el sufrimeinto neurótico. El hambre, el desempleo, la falta de futuro, son fuente de sufrimiento más desgarrador que una fobia a un caballo, una conversion histérica o un ritual obsesivo.

Incluso en las experiencias de nuestros consultorios el infortunio común ya no es un modo de terminar un análisis, sino muchas veces de comenzarlo.

Silvia se hace cargo también de los problemas que los cambios en la subjetividad han causado a la teoria psicoanalitica. En una de sus notas se pregunta y se contesta acerca de qué del psicoanálisis clásico es conservable y qué no, en la entrada al siglo 21. Léanlo y acuerden o desacuerden con ella. Pero es muy interesante la manera en que define su actitud frente a los desafios que la subjetividad en riesgo impone al psicoanálisis. La cito, es de una nota de 1999: es necesario el ejercicio constante de la puesta en riesgo de la certeza. Rescatar el espiritu crítico y la esperanza, eso es lo más importante que nos legó este siglo, y que me obliga a considerarme no solo portadora para el próximo sino responsable de su transmision.

Hay entonces una linea de lo que allí era y de lo que debió advenir después, con respecto a la intervención de los psicoanalistas en los medios. Entre tanto psicoanalista presuroso a opinar de cualquier cosa, en cualquier lado y de cualquier manera, es mérito de este libro recordarnos que en la intervención en los medios se trata de reunir pensamiento crítico, esperanza y responsabilidad.

Eva Giberti

En el primer capitulo, en el cual la autora anuncia un modo de pensar nuestro tiempo, se ocupa de recordar de que tradiciones intelectuales provenimos, quienes fueron nuestros padres.Padres que han muerto pero igualmente somos hijos de nuestras representaciones interiores de aquellos que nos engendraron.

Si bien es cierto que los padres han muerto , si bien es cierto que tanto la escuela de Frankfurt como la filosofía sartreana hoy parecen restos arqueológicos, también es cierto que hay mejores y peores formas de morir. Los padres - padres intelectuales y de los otros - mueren mejor o peor. Los padres de estos sobrevivientes que nosotros somos tienen el raro mérito de haber muerto bien, y eso ayuda - porque nunca ayudan muertes o finales de los cuales avergonzarse.

No sólo fueron buenos padres, encima supieron morir. La hidalguía de la muerte noble, ya sea la de un torturado que resiste, ya sea la de una tradición ideológica, que "produce" (o hace posible) hijos que se pueden preguntar acerca de su condición de sobrevivientes, que se pueden problematizar el problema del ser y que pueden admitir, como proponía Sartre, que hay una diferencia entre forma de estar y forma de ser.

Desde ese punto de vista, el problema del sobreviviente se reduce a la pregunta "y ahora qué hago con esto?". En dónde "esto" es la vida. Nada más. Como el que descubre un tesoro que nunca buscó, como el que recibe una herencia inesperada, el sobreviviente se pregunta qué hacer con semejante sorpresa donde se refugian aquellas representaciones de quienes nos engendraron. Para el sobreviviente, la vida es una sorpresa. No un milagro sino una sorpresa.

El milagro paraliza ante el poder de Dios o del azar. La sorpresa, en cambio, nos one ante el poder humano. Y por lo tanto, ante las posibilidades del ser humano sobrevive por empecinamiento, por conjuntos de razones inescrutables, por tantos motivos complejos. A veces nunca llegan a saberse. A veces son intolerables.

Pero, sea como fuere, el sobreviviente (generación o individuo) sabe que debe ser "respetable para que su voz se oiga y para que su memoria se conserve, para que no todo desaparezca".Hay alguna responsablidad comprometida en ello.

La respetabilidad, según S B, no se reduce a pagar los impuestos y ser buenos padres de familia. Ser respetable, además, es vivir para provocar - provocar para que nuestras ideas mejoren, para que no nos conformemos, para que, en fin, seamos capaces de vivir como los padres murieron (lo cual nos recuerda aquella poesía sobre el Che, cito de memoria, que decía algo así como <quiero morir como tu has muerto / para vivir como tu vives>).

Y por ahí pasa uno de los grandes problemas del mundo psi según S B. Cómo y qué hacer, en las condiciones críticas de hoy, para ser freudianos a la altura de Freud... Qué puede y qué debe hacer un psicoanalista en este mundo ruinoso que nos toca, para seguir siendo freudianos, esto es, para seguir siendo dignos de la pertenencia a una tradición humanista, crítica, autónoma y solidaria.

La pregunta no es privativa del mundo psi. Nii siquiera es una pregunta argentina. Se trata, más bien, de la clase de preguntas que se hace los intelectuales en tiempos de crisis.

Hace 35 años hubo un grupo de psicoanalistas que también protagonizaron una crisis y que también se formularon algunas de las grandes preguntas. Los padres buenos, los mejores padres, quizás sean los padres de las grandes preguntas, y no los de las grandes respuestas.

Hace 35 años también se vivió una crisis, pero de otro tipo. (Siempre las crisis son de otro tipo, no vale la pena abundar en eso). Y para hacerle frente se hicieron cuestionamientos, se cuestionaron y cuestionaron a los demás, y se plantaron nuevas bases, plataformas y trampolines para asaltar el cielo, el futuro y la salud mental, todo a la vez.

S B sube la apuesta. Quiere ir más allá, lo cual, en ese sentido, es fiel a aquella tradición. Quiere ir más allá de los padres cuestionadores y proponer una nueva plataforma. Aquella vez se cuestionó la relación psicoanálisis/política, la relación del psicoanálisis con sus instituciones y el papel del psicoanalista en la sociedad.

S B no abandona esa línea de trabajo pero agrega el cuestionamiento a la teoría misma. A ningún custionador de los 60/70 se le hubiera ocurrido poner en tela de juicio algunos de los grandes paradigmas oficiales de la teoría. S B lo hace. Este es un paso más allá.

Tal vez eso tenga que ver con las características de esta nueva crisis, que no sólo habla de hambre, desocupación y exclusión, que no sólo refiere a las consecuencias de ello en el mundo de la subjetividad, sino también de teoría acumulada en el campo propio, de nuevas líneas de investigación y, es bueno reconocerlo, de una presunta mayor consistencia desde las mitologías y desde las hipótesis que bajan desde el Olimpo de las ciencias duras para vigorizar el positivismo del nuevo siglo.

En algún sentido S B imagina que en estos tiempos se vive un combate semejante al que debió librar Freud cuando decidió poner en crisis a la ciencia positivista de su época enarbolando la idea de un extraño objeto de estudio, el inconciente, que nadie pudo medir en un laboratorio y que nadie pudo despedazar en un quirófano. Hoy el combate tiene un perfil semejante, por momentos hasta un tono épico frente a un adversario que se presenta ante el mundo con el aval del prestigio, real o imaginario, de la ciencia del siglo XXI, por un lado, y con el respaldo del poder económico de la industria (biotecnología, farmacología, etc) por el otro.

En "Tiempos difícles..." la autora se pregunta "qué resta de la adolescencia como período en el cual ya han culminado las tareas de la infancia ... categoría que alude al tiempo en el cual se despliegan los modos de definición que llevan a la asunción más o menos estable de la identidad sexual y a la recomposición de las formas de la identificación..."

Desde este punto de vista la adolescencia se le presenta como "un tiempo abierto a la resignificación y a la producción de dos tipos de procesos de recomposición psíquica: aquellos que determinan los modos de concreción de las tareas vinculadas a la sexualidad, por una parte, y los que remiten a la deconstrucción de las propuestas originarias y a la reformulación de ideales..."

Respecto de la sexualidad le parece obvio que la dirección no es del todo clara todavía pero que "algunas transformaciones son evidentes", como las pautas de iniciación sexual. Observa que se eclipsó la reificación de la virginidad en un mundo en el cual "las niñas se encaminan alegremente a sus primeras relaciones".

Sin embargo. La relativización del valor virginidad no es una novedad de los adolescentes contemporáneos. Esa tarea fue desarrollada por sus padres y tíos mayores. El hippismo y los aire de cambio de los 60 y 70 cascotearon duro el rancho de la virginidad, que pasó a ocupar un lugar relativo desde entonces. Las adolescentes actuales son educadas por padres, instituciones y medios de comunicación en los cuales la virginidad no es un bien sagrado y

No son las adolescentes de hoy las que deben hacerse cargo de cambios acerca de la virginidad. Son sus padres, sus familias en general las que tienen el problema. Cuando se atacó el bien virginidad, el gran problema se limitaba al peligro del embarazo. Los métodos anticonceptivos no estaban ni tan evolucionados ni tan difundidos como ahora.

Hoy, en cambio, al problema del embarazo se suma el problema del Sida. Es decir, la relación directa placer/muerte, sexo/enfermedad, etc. No es nada fácil para los adolescentes de hoy esta inesperada irrupción de Thánatos en la cama.

Sea como fuere, en la cabeza adolescente en la cual se definen las tareas relacionadas con la sexualidad ahora interviene un nuevo elemento, el Sida, la muerte, la enfermedad, el peligro, que seguramente arma un embrollo bárbaro en la difícil relación entre el inconciente y la subjetividad.

Volviendo al argumento de S B según el cual hay cambios obvios en los rituales de iniciación, sería bueno recordar que en este caso estamos hablando de valores antropológicos, perspectiva en la cual los cambios (obvios o no) suelen ser lentos, muy lentos.

Ejemplo: la colimba. Ya no existe en nuestro país. Pero el paso de la infancia a la madurez o la juventud es un proceso que sigue existiendo. El problema no advertido, es que al fin de la colimba le siguió la crisis socio-económica. El muchachos se quedaron sin colimba y se encontraron, encima, sin trabajo. Todo en una generación. Perdieron el rito de pasaje de un estado a otro, perdieron un ritual de iniciación, y a la vez perdieron el horizonte de la cultura del trabajo. Perdieron dos cosas que sus padres tenían, porque sus padres tuvieron ritual y tuvieron expectativas laborales y de movilidad social ascendente. Se podía entrar al mundo adulto por la puerta de la colimba para llegar al mundo del trabajo o del estudio. Eso entró en crisis. S B analiza lo segundo (trabajo, estudio) y solo sugiere, en este trabajo, la importancia del rito, iniciación . Estos temas se han desarrollado posteriormente en otros textos de la autora.

En "Las formas de la realidad" aborda el problema de "la relación del aparato psíquico con la realidad, o el impacto de la realidad en la subjetividad".

Acá se mete de lleno a cuestionar algunos fundamentos de la teoría freudiana a partir de la complejidad del encuentro o del vínculo entre el aparato psíquico y lo real, problema que, en última instancia, viene siendo discutido por la historia de la filosofía desde los orígenes hasta hoy - salvo la diferencia de la hipótesis del inconciente propuesta por el freudismo. Esta larga historia de debates e intercambios le llevaria a S.B. componer otro volumen y está claro que aquí esta recopilando material, lo cual conduce a dejar de lado opciones que cuando se escribe un libro de entrada se maneja de otro modo.

A su modo de ver, en la relación yo/realidad está "uno de los puntos más débiles de los enunciados freudianos" debido a su perspectiva dualista (sujeto-objeto según la teoría clásica del conocimiento). De acá en más abarca una serie de desarrollos entre epistemológicos y filosóficos que luego posterga para entrar en el problema de la relación entre el aparato psíquico y el exterior ahora "la realidad argentina - vale decir el conjunto de variables sociales, económicas y políticas que fundan y sostienen un campo representacional..."

Propone una diferenciación entre autoconservación y autopreservación y entonces comenta:

"Se es hombre o mujer, católico o protestante, argentino o mexicano, hijo o hermano. Se es, quiere decir que el yo queda articulado, en sus enunciados de base, a una red que determina su existencia como tal, y que cuando se rompe hace entrar en naufragio al conjunto del aparato y obliga a defensas extremas o conlleva desestructuraciones y restituciones que ya no retornan más a su forma originaria".

La frase es muy buena. Toda una síntesis. Abre un buen campo de análisis.

A partir de ahí, ahora vamos al asunto, se mete con la incidencia de la realidad económica sobre el psiquismo. Estamos frente a una realidad, o relacionados con una situación económica, que "genera desesperación o desesperanza, dolor o furia homicida."

El saqueo sufrido por el país rico a manos de sus corporaciones (la financiera y la política), la depredación, la "carencia de un pensamiento de respuesta", deja a sus habitantes "en estado inerme, melancolizados por su propia impotencia o desesperanzados por la ausencia de respuesta de la clase política a sus reclamos".

En este segmento la autora propone una revalorización de la cultura. Es decir, propone una relación o una articulación dinámica, de influencias y condicionamientos mutuos entre economía, psicología y cultura, asunto al que muchos aluden pero al que pocos analizan en su profundidad y posibilidades. Esta valorización de la cultura es central en todo el libro. Siempre que habla de valores, de principios que proteger o que recuperar, está hablando de cultura. Y cultura es política. La política es parte (es parte central) de la cultura de cualquier sociedad. No lo dice así pero está por momentos implícito, por momentos muy a la vista aunque dicho con otras palabras.

El énfasis en la cultura desmboca en el problema del sujeto,,tema al cual la autora dedica párrafos s reiterados.Se trata de pensar la subjetividad sobrepasando el tema del sujeto ya que histórica ,psicológica y filosóficamente contabamos con entrenamiento para pensar en ese sujeto. La critica en general no solo ha dejado espac ios vacios acerca de la relacion sujeto/subjetividad, sino ha quedado demorada en el enfoque. S. B. avanza en este sentido poniendo a la vista el regimen del enunciado pr una parte y por otra el enfrentamiento con las prácticas teóricas y las que convocan el trabajo,la vida social y familiar . Es en este punto cuando el tema de la alteridad ocupa tramos importantes del libro, Levinas mediante. Los procedimientos de subjetivación, que S.B. menciona incluyen las condiciones de exclusion de la alteridad y reiteradamente la autora apela a la responsabilidad y aplicación de una ética capaz de revisar y reformular practicas teóricas y comportamientos cotidianos

El libro está atravesado por la problemática psi/situación socio-económica/cultura. Por acá pasa la parte más fecunda de sus reflexiones.

Pendiente para un proximo texto, la práctica de los seres humanos en esta relación que si bien no aparece escrita en este texto está sin embargo sostenida por la praxis de la cotidianidad en la qu la auora evidencio en mas de una oportunidad el lugar que le otorga a la practica del sujeto, siendo ella misma la sujeto.s.B.no cree que los suejtos sean puras victimas de un sistema social perverso,mas alla de la situación de catástrofe generalizada.

Si bien el hambre sin proyecto, sin participación, se vuelve desesperación. El hambre a secas duele en la panza. El hambre argentino duerme también en el corazón. (Y en el aparato psíquico, por ende).

Pero el proyecto, el futuro, la construcción de lo posible, la construcción que limitará los alcances del hambre sólo al estómago, es un proceso que incluye al hambriento y eso la autora lo sabe, de alli que con frecuencia se refiera al compromiso político y moral en genberal de la gente y en este caso de los psicoanalistas. Le dice a los psi que tienen deberes que cumplir y tradiciones en las cuales nutrirse pero -en este punto quisiera introducir una observación, aun teniendo en cuenta que en una recpilación quedan afuera ideas varias de los autores, no obstante digo, quiero hacer una observación porque tal como está planteado algunos puntos del texto se corre el riesgo del elitismo profesional al referirse a tradiciones ideológicas que de alguna manera <salvaron> a la sociedad, como un salvavidas de tradiciones éticas que se salvó del naufragio; sin duda algo de eso sucedió pero seria deseable que dado el compromiso poliico de Silvia analizara a estos salvavidas en el ámbito de la vida politica de la época correspondiente.Conduciendo de ese modo la relación psi/base/cultura a hacia la relación psicoanalistas/vida política, práctica social fuera del consultorio. Eso fue lo que se hizo en Plataforma y no hay razón para repetirlo, pero creo que aquí tendriamos necesidad de ampliar algo más este capitulo tan solo contrastando historias,Mi afimacion se desprende del texto de S.B. de lo contrari no hubiese ingresdo en el tema.

No obstante, su énfasis en las tradiciones éticas supervivientes y salvavidas es tan fuerte que podría quedar como un sobre entendido, como un implícito cómplice entre el lector avisado y la autora, que se referiría a las tradiciones militantes de los 70. Si así fuera - y creo que así ella lo desearía - entonces estaría implicando que se debería apoyar la recuperación del campo psi en la tradición de la ética del compromiso, la solidaridad y la dedicación desinteresada por el otro, a la vez que en la preocupación por el problema de la organización y la acumulación de poder para poder cambiar algo, para que los esfuerzos no queden en las puras buenas intenciones sino que produzcan resultados en términos de eficacia política - que es donde habrían estado las principales limitaciones de aquellas tradiciones de las cuales nutrirse.

En "Acerca del malestar sobrante" vuelve sobre algunas ideas de Marcuse, que por lo menos estaba, o pasado de moda, o descuidado en el olvido. Volver sobre los próceres críticos no es malo. Al contrario.

El centro de su retorno a Marcuse consiste, en lo fundamental, en que es necesario realizar un proceso de actualización teórica. A veces las actualizaciones teóricas deben realizarse a partir de los muertos vivos.

Este proceso de actualización se refiere a que después del apogeo reaccionario del neoliberalismo, después de esa especie de revolución retrógrada simbolizada en Margaret Thatcher ayer, en Bush hoy, es necesario actualizar categorías capaces de dar cuenta del funcionamiento del capitalismo y sus consecuencias sobre la sociedad (la mayor parte de la cual es su víctima).

Ella no lo dice así, pero en síntesis se trata de lo siguiente: sabíamos que al capitalismo moderno se le correspondía una cuota básica de represión y violencia (de diversos tipos). Pero a este especie de capitalismo salvaje que se adueñó del mundo en los últimos 20 años, le corresponde algo más, algo diferente. Ya no se trata de aquella cuota básica y conocida de represión y violencia (y sus consecuencias), sino de un nivel de superior, más sofisticado, más cruel y destructivo, no sólo por su capacidad de transformar la sociedad en su base material y en su superestructura, sino además, por su capacidad para producir alteraciones y consecuencias inéditas en el aparato psíquico de los integrantes de las sociedades afectadas. Y en este punto es muy probable que tenga razón, es muy probable que esté queriendo decir que no estábamos preparados para ESTO, que ESTO nos agarró mal parados y que tenemos que ponerlos a la altura del problema que nos planteó la ofensiva del gran capital financiero internacional.

Para expresarlo se apoya en un texto de Bobbio acerca de la vejez. Y redondea: "Somos parte de un continente que ha sido arrastrado a la vejez prematura, cuando aún no había realizado las tares de la juventud, y es en razón de ello que nos vemos invadidos por la desesperanza - la cual toma la forma, en muchos casos, no de la depresión sino de la apatía, del desinterés".

Esa idea la subleva a ella misma. Esta vejez prematura la altera y la indigna. Quiere que no sea así. Por eso agrega después "los maestros no pueden darse el lujo de ser viejos: la enseñanza, la transmisión del psicoanálisis, sólo puede ejercerse en el marco de un recorrido que permita repensar los propios callejones sin salida".

La salida, entonces (y no se limita al mundo psi) pasa por la actitud a la vez severa y crítica, a la vez rigurosa (sobre todo desde lo epistemológico) y cuestionadora (hasta donde sea necesario).

La apatía, diría, el desinterés, diría, si fueran taras, si fueran patalogías, entonces se curan con pasión crítica y con pasión de estudio.

En"Norma, autoridad y ley" dice:

"Lo que fue experiencia en una generación bien puede devenir fantasma en la siguiente" debido a que no hay experiencia en estado puro. "Lo vivido sólo puede ser capturado por el sistema representacional que sostiene al sujeto". No se puede constituir una moral sino "con referencia al otro". Tales las bases para concluir:

"la homologación entre Ley y Padre no sólo es ideológicamente infeliz sino teóricamente insostenible". De ahí "graves consecuencias en la práctica que consiste en confundir al padre real con la función paterna". "... autoridad y ley deben ser claramente diferenciadas..." El olvido de estas diferencias tiene graves consecuencias en la práctica teórica y clínica del mundo psi.

Obviamente, si la autora reivindica tradiciones anteriores en las cuales apoyarnos, está hablando en el terreno de la memoria. Eso es claro.

Al analizar "Ley/Padre", "moral con referencia a otro", "experiencia de unos y fantasmas de otros", no hace intervenir explicitamente a la memoria como experiencia del presente, porque se descuenta que la memoria incluye los olvidos tanto como los recuerdos. Sabemos que el poder trabaja sobre o hacia la memoria o con relación a la memoria. Que valora el poder de la memoria y que teme a ese poder. Entonces, al hablar de de la transmisión, del pasaje de valores de una generación a otra, de experiencias de unos que se vuelven fantasmas para otros, cabe recordar el poder de la memoria como parte de las preocupaciones actuales del mundo teórico psi, y particularmente en nuestro país.

En "Sostener los paradigmas desprendiéndose del lastre" menciona al método analítico como al pasar.

Y propone leer a Freud desde una triple perspectiva: "problemática, histórica y crítica" O sea, leer de modo analítico en aquella triple perspectiva, quiere decir que pongamos ciertas cosas en su lugar, lo cual le haría muy bien a don Sigmund.Dado que existen quienes parecerian creer que siempre hemos pensado con el freudismo a cuestas, como si fuera parte natural de la cultura moderna, como si no fuera una ruptura, una puesta en crisis de la epistemología y como si no fuera, a la vez, un producto de época.

Por ejemplo, buena parte de las observaciones de S B acerca del errado lugar y de la equivocada función que se le asignaría a la teoría del complejo de Edipo, están apoyadas en la creencia de que Freud había hecho un gran descubrimiento acerca de la obra de Sófocles.

Pero en realidad, él nunca analizó el texto de Sófocles ni le hizo aporte alguno a la dramaturgia. En cambio, hizo un descubrimiento extraordinario acerca del espectador. No escribió sobre el personaje de la obra. Escribió sobre su público. Explicó nuestra cabeza, no la cabeza (inexistente) de un personaje.

No son sino simples malas lecturas, sino lecturas perezosas de un autor que reclama lo mejor del lector.

Sólo en ese marco se puede entender la frase de S B: "No se trata de descartar algo como erróneo en sí mismo (al leer bien a S F, aclaro) sino de recuperar el movimiento que lo hace desembocar en una via errada para, desde allí, rehacerlo".

Varios de los comentarios generales (así como puntuales por capítulos) que vengo haciendo salieron de algunas de las ideas en "Limites y excesos del concepto de subjetividad en psicoanálisis", posiblemente el más interesante de todos. Su énfasis - difícil de digerir para la tradición psicoanalítica – se centra en polemizar alrededor de la idea del inconciente imaginado como un otro yo, como un auténtico "sujeto" que está adentro de uno pero a la vez más allá de uno mismo, como una divinidad capaz de estar adentro/afuera al mismo tiempo, lo cual es propio del don de la bilocación del Dios monoteísta así como de la diversificación de las tradiciones politeístas.

Para los griegos –aquellos, los de antes -los dioses existían, pero era necesario ponerlos en su lugar. Ese lugar y esa función, esa dinámica, es la dinámica y el lugar de una materialidad misteriosa pero reconocible y estudiable. Un ambiente lógico en el cual no hay un sujeto intencional sino un pensamiento anterior del cual el sujeto puede apropiarse en su ejercicio de la libertad y la conciencia. Con lo cual no estoy proponiendo que las divinidades antiguas son un equivalente del inconciente, sino que la posibilidad de un pensamiento sin sujeto no es ajena a nuestra cultura, que es la única en la cual Freud pudo pensar sus grandes descubrimientos.

Este capítulo me provocó una imagen fuerte. Me recordó la analogía de la caverna del Libro 7 de La República de Platón y sus conexos.

Más allá de la analogía base de la cueva que encierra al hombre genérico que sufre esa especie de tortícolis antropológica, deberíamos recordar que:

si este pobre tipo con el cuello duro cuenta a) con suficiente amor por el conocimiento, b) pasión y c) un maestro que lo guíe, entonces podrá poco a poco girar el pescuezo, conocerá los conceptos de la técnica primero, los principios de la ciencia después y por fin podrá ver la verdad y acceder al saber filosófico, la verdad y lo real.

Tal como ve l as cosas S B, es claro que si el hombre es el paciente y el maestro el psicoanalista, entonces los dos no están preparados para verse cara a cara con la verdad. Uno girará el cuello y quedará deslumbrado. El otro posiblemente atónito y aturdido. Tal como están las cosas en la teoría y en la práctica clínica, tanto el paciente como el terapeuta están en un problema. El paciente quiere ver, pero fue afectado por un mundo que incidió sobre él de maneras inéditas e impensadas por el freudismo. El terapeuta quiere acompañarlo en ese proceso, sabe hacia dónde orientarlo para que vea la luz, pero carece de herramientas teóricas actualizadas capaces de descomponer y comprender la luz de la catástrofe que incide sobre el paciente. Ambos tienen lo necesario, pero ninguno lo suficiente.

Dejar a ambos protagonistas sin saber que hacer, y dandose cuenta que algo distinto es necesario intentar, tanto en el campo psi cuanto en otros campos propios de las eticas ,aquellas impulsadas por la resistencia ciudadana ante lo intolerable , alcanza para promover la compra del libro.

Fecha de Edicion: 
Septiembre / 2005