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Sueño, medida de todas las cosas

Primer Premio del Sexto Concurso Topía de Libro de Ensayo 2017
Lila María Feldman

Este libro fue publicado por Editorial Topía como primer premio del Sexto Concurso Topía de Libro de Ensayo 2017 que tuvo como jurados a Ursula Hauser, Juan Carlos Volnovich, Vicente Zito Lema. Poeta, Miguel Benasayag y Enrique Carpintero.

Prólogo de Eduardo Müller

Un libro que no da sueño.

Prologar un libro es presentarlo desde adentro. Un prólogo prologa y prolonga el texto, como si solo no le alcanzara para presentarse. Se trata, en este caso, de un texto injusto. Innecesario. Este libro se las arregla solo, como se dice: se la banca.

Así que intentaré explicar en este prólogo por qué este libro no lo necesita.

 

El libro de Lila Feldman realiza un sueño. Un sueño de ella. Si el sueño es la realización de un deseo, un libro sobre el sueño es una doble realización. Y tiene el mérito de no ser una realización alucinatoria. Tal vez lo fue en los comienzos. Pero el libro que el lector tiene en la mano es una realización pura. Una vía regia, no al inconsciente de la autora, sino al tema de los sueños en la clínica psicoanalítica y en la cultura en general.

Esta necesaria extensión a la cultura permite considerar al sueño desde la dimensión estética. Como vía regia al arte y a la poesía.

El texto circula por un puente en que psicoanálisis y poesía se nutren mutuamente. Daré algunos pequeños ejemplos de la escritura de Lila:

Los sueños como ruinas vivas.

El sueño produce un fondo en el que se hace pie.

Soñar ficcionaliza lo que el tiempo se llevó.

Se sueña para seguir durmiendo, y para seguir soñando.

El sueño como el lugar donde algo pasó. Sucedió allí algo efectivamente, algo aconteció.

El sueño como poeta incansable.

Para despertar hace falta poder soñar.

El sueño como cuarto propio. El cuarto propio y lo escrito en él.

El pasado no guarda y no aguarda. Se lo forja. A veces, afortunadamente, se lo sueña.

El contenido latente de un sueño: lo que en el sueño late.

Como se ve el libro habla solo.

 

Yo agregaría que Lila extiende el concepto de asociaciones del sueño. Ella misma se asocia al sueño y al soñante; la socia del sueño. Una socia desde el respeto. Respetar un sueño sin miedo, sin sacralización, sin evitación.

El sueño como medida de todas las cosas dice Lila, y en el índice, como si fuera una enumeración de poemas, se fundamenta a qué “todas las cosas” se refiere.

 

La atención flotante es algo que se adquiere con el tiempo. Es como el estilo. Tiene la trabajosa singularidad del estilo. Nadie atiende como otro. Nadie escucha como otro ... al otro. Dime como atiendes y te diré quién eres (como analista).

Cada uno tiene un modo de suspender el juicio, de navegar sobre las palabras del paciente, de sobresaltarse ante un dicho, de interrumpir para hablar, de sorprenderse con las propias ocurrencias, de dejar pasar y postergar una intervención por considerar que no es el momento, de apresurarse a decir algo antes de que el clima cambie y la nube de la resistencia nuble. Cada uno tiene un modo de perder la atención flotante y un modo de recuperarla. Se parece a lo que Roland Barthes llamaba “el leer levantando la cabeza”. Ese momento en que supuestamente se interrumpe la lectura, el lector se deja llevar por ocurrencias unos instantes y luego vuelve al libro. Para Barthes esa interrupción forma parte de la propia lectura. Por eso no hay ninguna lectura igual a otra. Cada uno la interrumpe en un lugar propio y singular.

Pero uno de los lugares que más pone en riesgo el libre devenir de esa flotante atención es en la escucha de sueños. Como si el analista se enfrentara a un desafío que lo pone en una tensión flotante. “Un sueño, la vía regia al inconsciente, debo estar a la altura” es lo que muchas veces surge como amenaza. El sueño tomado como lugar privilegiado y como abismo en el que se puede caer. Se deja de leer mirando para arriba, se toma el libro con fuerza y se esfuerza la lectura. “¿Entenderé, descifraré el acertijo, maniobraré con eficacia entre las condensaciones y desplazamientos?”. El caso Dora de Freud, que gira todo alrededor de la interpretación de sueños, se vuelve una Biblia ante la que se teme pecar.

Es común que algunos pacientes dejen de contar sueños a analistas que disimulan mal su retroceso ante esos relatos.

Por eso este libro de Lila Feldman es notable. Muestra en acto la actitud psicoanalítica ante los sueños en la clínica. No retrocede ante los sueños, pero tampoco se arroja sobre ellos como si fueran pepitas de oro. Muestra una actitud natural ante ellos.

Este libro es el resto de su atención flotante en dos casos clínicos, y de todo lo que se le ocurrió cuando levantó la cabeza. A eso Eduardo Grüner lo llama ensayo. Un ensayo, en este caso, que resulta de un fructífero cruce de géneros, donde lo poético contamina todo lo que escribe. Donde no faltan relatos que parecen literarios (tacho parecen) con el relato de lo que piensa. No es que Lila teoriza. Cuenta teoría, del mismo modo en que cuenta sueños.

 

Voy a escribir una perogrullada: este es un libro de psicoanálisis. ¿Por qué aclaro lo que parece obvio? Porque en psicoanálisis se publica mucho más de lo que se escribe. No son muchos los libros de psicoanálisis escritos para ser libros. Es habitual que un autor publique clases, conferencias, compilaciones de artículos publicados en distintas revistas en distintas fechas.

 

Decía Borges que los sueños son la actividad estética más antigua. Era un gourmet y coleccionista de sueños, hasta hizo una recopilación de los que más le atraían. El “Libro de los sueños” que es simplemente una colección de sueños literarios que eligió por su valor estético.

Pero Borges tenía una predilección especial por las pesadillas. Decía que el diminutivo en español le sacaba fuerza, en cambio “nightmare” en inglés conservaba su potencia de caballo o yegua de la noche. Es cierto que para un ciego es mejor ver lo horrible, que lo horrible de no ver. Pero tal vez por su ceguera, pudo ver sin prejuicios la belleza en el horror. Esa dimensión estética del sueño es evitada o no considerada en la tarea analítica. Y creo que eso implica un gran empobrecimiento de la experiencia clínica. La belleza de un sueño (¿como la cura?) se da por añadidura.

El 15 de junio de 1977 Borges dio una conferencia en el Teatro Coliseo sobre la pesadilla. Comenzaba así: “Los sueños son el género, la pesadilla la especie”.

En otro lugar cuenta un sueño, no de él como soñador sino de él como personaje de un sueño ajeno: Referiré un recuerdo personal. Un sobrino mío, tendría cinco o seis años entonces, -mis fechas son bastante falibles-, me contaba sus sueños cada mañana. Recuerdo que una mañana (él estaba sentado en el suelo) le pregunté qué había soñado. Dócilmente, sabiendo que yo tenía ese “hobby”, me dijo: “Anoche soñé que estaba perdido en el bosque, tenía miedo, pero llegué a un claro y había una casa blanca, de madera, con una escalera que daba toda la vuelta y con escalones como un corredor y además una puerta, por esa puerta saliste vos”. Se interrumpió bruscamente y agregó: “decime, ¿qué estabas haciendo en esa casita?”.

Como se ve, Borges tenía una afición a los relatos de sueños. Los demandaba diariamente. Es así que logró entrar en uno de ellos. Un sueño transferencial agregaría un analista comedido. Pero Borges consideraba al sueño un género literario. En este relato cuenta maravillosamente cómo cuentan los niños sus sueños. Y cómo deben ser escuchados.

Lila borgeanamente muestra que cada soñante cuando cuenta un sueño, lo cuenta como un niño. Y así, con ese respeto y esa capacidad lúdica debe ser escuchado.

Pues bien, el libro de Lila se ocupa de ese “¿qué estabas haciendo en esa casita?”. Integra el sueño al relato, el relato a la sesión y la sesión a la vida. Este bello libro enseña que el analista ante un sueño tiene el deber ético de contestar la pregunta del sobrino de Borges.

 

Eduardo Müller

Sobre la autora

Lila María Feldman es psicoanalista. Egresada de la Facultad de Psicología (UBA). Realizó la Residencia y la Jefatura de Residencia en el Hospital Infanto- juvenil Dra. Carolina Tobar García (1998-2004). Desde el año 2004 es miembro del Área infanto-juvenil de Oniros, Equipo de Asistencia en Salud Mental, donde además se desempeñó como Admisora durante varios años, y Coordinadora de área (2014-2016). Ha supervisado al equipo de Salud Mental de niños y adolescentes del Cesac 41 del área programática del Hospital Dr Cosme Argerich del GCABA (2013-2015).
Ha publicado artículos y capítulos de libros en la Revista Clepios y en los libros 13 Variaciones sobre clínica psicoanalítica y Nuevas variaciones sobre clínica psicoanalítica. También ha publicado poemas y críticas de libros en numerosas publicaciones. Coordinó talleres literarios en la Facultad de Psicología y otras instituciones.

 

 

paginas: 
108
ISBN: 
9789874025265
Fecha de Edicion: 
Junio / 2018