Es necesario alertar sobre la tentación neofascista del gobierno de Milei. Como psicoanalista no puedo quedar en silencio ante un gobierno cuyas políticas generan la ruptura del lazo social. Generan el aumento de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva… Pero digámoslo de entrada: este no es un problema psicológico. El exceso de este liberalismo extremo que llamamos neoliberalismo es un exceso del sistema capitalista; el plus de valor que obtiene es lo que reclaman los sectores de poder. Si de esta manera reciben un goce en el odio o en la crueldad es para sacrificarla al capital: para que el capital goce en lugar de ellos.
En la primera parte del libro destacamos que en la actualidad de nuestra cultura se han generado nuevas formas de subjetivación producto de lo que denominamos “el exceso de realidad produce monstruos”. Es decir, una realidad que excede las posibilidades de simbolización por parte del sujeto y, por lo tanto, genera situaciones traumáticas. La respuesta de la cultura dominante es el consumismo que se transforma en un deseo irrefrenable de consumir que, al no quedar satisfecho, activa permanentemente el circuito.
La segunda parte, “El autoritarismo neofascista neoliberal de Milei”, comienza con la importancia de diferenciar el fascismo clásico del actual neofascismo neoliberal. Luego continuamos con el análisis de los efectos de la pandemia, donde aparecen nuevas formas del fascismo y de la extrema derecha cuyo objetivo es destruir las libertades, la igualdad, la justicia social y el medio ambiente apelando a un odio sostenido en miedos que generan problemas de Salud Mental y contribuyen a que el mundo vaya siendo un lugar imposible de ser habitado.
Con el ascenso de Milei al gobierno en nuestro país se afianza una época de un traumatismo generalizado que abarca al conjunto de la sociedad. Este traumatismo que toma una dimensión colectiva nos lleva a la necesidad de apropiarnos de la cultura en la que estamos y pertenecemos para dar cuenta de nuestros deseos y necesidades, y que eso nos permita construir alternativas individuales, familiares y sociales para enfrentar los procesos de sometimiento.
De la introducción