1. El fascismo, como ideología nacionalista y xenófoba y como movimiento político que busca la purificación y homogeneización de la población en los Estados-nación, existe desde hace 100 años. Su función ha sido y sigue siendo la defensa de la economía capitalista mediante la eliminación de la democracia parlamentaria (elecciones libres, competencia de partidos, división de poderes y garantías de derechos humanos) y su sustitución por un régimen "autoritario" (dictadura de partido único, fusión de legislación, gobierno y poder judicial). Este régimen no contradice la estructura oligopólica de la economía capitalista, sino que la refuerza. Aunque su función contrarrevolucionaria permanece constante, su apariencia varía.
Tanto el régimen fascista alemán como el régimen estalinista lograron suprimir la oposición interna y las poblaciones potencialmente "desleales" mediante deportaciones masivas, fusilamientos, trabajo forzado y campos de exterminio.
2. El fascismo alemán entre 1933 y 1945 fue el más mortífero de todos los regímenes fascistas, seguido por los de España e Italia, y solo superado por el despotismo ruso de Stalin (1929-1953), que causó más víctimas que el fascismo de Hitler, pero con una función socioeconómica diferente: la defensa de los medios de producción nacionalizados y su gestión burocrática mediante el terror masivo.
3. Tanto el régimen fascista alemán como el régimen estalinista lograron suprimir la oposición interna y las poblaciones potencialmente "desleales" mediante deportaciones masivas, fusilamientos, trabajo forzado y campos de exterminio (lo que Isaac Deutscher llamó "genocidio político"). Dado que el estado de terror de las SS era una dictadura basada en el "consentimiento", no pudo ser derrocado desde dentro mediante una rebelión masiva, sino solo desde fuera, a través de la intervención militar de las potencias imperialistas occidentales y la Unión Soviética estalinista.
4. La Primera Guerra Mundial terminó en 1917/18 cuando primero los soldados, trabajadores y campesinos rusos y luego los alemanes se rebelaron contra sus líderes militares y políticos. Su revolución espontánea no solo pretendía reemplazar las monarquías por democracias parlamentarias, sino también cambiar radicalmente el control de la producción y las ganancias. Se buscaba sustituir la propiedad privada por el control colectivo de la tierra, los bancos, los recursos minerales y las fábricas, así como el autogobierno en lugar del gobierno centralizado. Frente a este proyecto de democratización económica y social, las élites tradicionales, los gobiernos provisionales y el gran capital en Alemania organizaron, financiaron y armaron tropas de choque fascistas, que tras la guerra civil del siglo XX, lograron imponerse a los defensores del autogobierno. Los sistemas parlamentarios resultantes, con una base capitalista, primero adoptaron formas "bonapartistas" y luego evolucionaron en dictaduras fascistas.
5. La base de este proceso fue un profundo cambio en la estructura social: la transición de una sociedad de pequeños y medianos propietarios de capital a una sociedad de empleados dependientes y grandes capitalistas. Este cambio estructural en países industrializados como Alemania ocurrió en el contexto de la expansión colonialista del capitalismo y la internacionalización de grandes corporaciones y entidades financieras. La expropiación de pequeños propietarios eliminó la posibilidad de autonomía económica para la mayoría de la burguesía, mientras que las nuevas masas de trabajadores dependientes ya no podían actuar de manera autónoma. La creciente división entre millones de trabajadores y una élite de pocos miles de magnates industriales, bancarios y mediáticos, junto con la represión de las revoluciones anticapitalistas, debilitó la resistencia social y fomentó estructuras de carácter "autoritario", marcadas por el "miedo a la libertad" (Erich Fromm). Este resentimiento se dirige contra aquellos con estilos de vida alternativos o privilegios reales o aparentes. En tiempos de crisis económicas y guerras, amplias capas de la población, desorientadas y temerosas, tienden a seguir a demagogos que alimentan su narcisismo colectivo, prometiendo frenar la modernización, cerrar las fronteras y eliminar a los "competidores" extranjeros. Estas masas asustadas primero les dan su voto y luego sus puños.
Sin embargo, como todas las instituciones humanas que parecen "naturales" o inmutables, también las mentalidades pueden cambiar.
6. Esta "mentalidad" es el resultado de una serie de derrotas colectivas de todos aquellos que han intentado democratizar la economía. A pesar de los esfuerzos de reeducación democrática tras la guerra, la mentalidad autoritaria no ha sido erradicada. En ausencia de alternativas y proyectos realistas de democracia económica, los regímenes fascistas del pasado están ganando una nueva relevancia y un atractivo inquietante para las generaciones actuales, para quienes los horrores del pasado son solo un recuerdo vago. En las últimas elecciones en Alemania, aproximadamente 6 millones de personas votaron por la fascista "Alternativa para Alemania" (AfD), con un fuerte apoyo entre los jóvenes, a pesar de (o quizás debido a) un programa basado en dos propuestas absurdas: la destrucción de todas las turbinas eólicas y la deportación forzosa de millones de extranjeros, al estilo de Trump.
7. Sin embargo, como todas las instituciones humanas que parecen "naturales" o inmutables, también las mentalidades pueden cambiar. A principios de 2024 y nuevamente en las últimas semanas, millones de alemanes, que parecían apáticos o indiferentes, reaccionaron con las mayores manifestaciones de protesta desde 1945. Estas protestas surgieron cuando se reveló que la AfD planeaba deportar a millones de extranjeros en Alemania a países marcados por el hambre y la guerra, y cuando se descubrió que el partido conservador CDU/CSU se había aliado con la AfD en el parlamento para restringir aún más la inmigración. Nunca hay una situación sin esperanza.
Helmut Dahmer, Viena
Filósofo austriaco. Autor de Trotsky y Freud. El psicoanálisis y el terror estalisnista, editorial Topía. Buenos Aires 2025.