“Todos somos Eternautas”. El lazo social: entre el individualismo y la construcción de comunidad | Topía

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“Todos somos Eternautas”. El lazo social: entre el individualismo y la construcción de comunidad

 

La propuesta de este texto es transmitir algunas cuestiones que vengo investigando con otros colegas en el marco del Psicoanálisis Vincular, sobre la idea de las alianzas entre pares[1], como una posibilidad de armado de lo que llamaré colectivos abiertos, esto es, grupos que habiliten compartir la construcción de lazos de afecto solidarios que faciliten la vida en común y el sostén personal de cada uno de nosotros.

La propuesta de este texto es transmitir algunas cuestiones que vengo investigando con otros colegas en el marco del Psicoanálisis Vincular.

Para ello en esta oportunidad utilizaré la serie El Eternauta (de reciente aparición, mayo 2025) como una metáfora de lo que implica para la construcción del lazo social, la difícil tarea cotidiana de lidiar con la tendencia al individualismo, que nuestra cultura ha venido promoviendo, e intentar construir una comunidad solidaria donde podamos convivir y donde el reconocimiento mutuo abra a una vida más humanitaria.

 

Cambios en los paradigmas y en los vínculos

Me parece importante comenzar pensando los cambios en los paradigmas y en las modalidades vinculares que observamos en la actualidad, lo cual no implica hacer "borrón y cuenta nueva".

Tal vez reconocernos como partícipes de un “momento de transición” dentro del pensamiento científico de nuestra época, nos permita descubrir la necesidad de articular la historia del imaginario social con los procesos de transformación vincular que ya estamos viviendo; y en este sentido, propongo reflexionar sobre problemáticas muy actuales, como la necesidad de armar lazos amistosos en los diferentes espacios para la vida en común, tanto en lo social como con nuestros seres más cercanos.

Cuando hablamos de un tiempo de “transición”, ello implica la puesta en crisis de modelos científicos, ideológicos y epistemológicos anteriores, lo cual no descarta el reconocimiento de la vigencia actual de estos mismos modelos.

Lo interesante de esta época que nos toca vivir es que todavía no se ha estabilizado un nuevo paradigma para el conocimiento, pero los viejos paradigmas están fuertemente cuestionados.

Observamos que fueron apareciendo otras concepciones científicas que aportaban nuevas metáforas para leer y construir la realidad. Al hablar de metáforas, me refiero a los grandes modos de pensamiento que orientaron la aproximación a la realidad en cada momento histórico. La metáfora impregna el lenguaje, el pensamiento y la acción. Nuestro sistema conceptual ordinario en términos del cual pensamos y actuamos en la cotidianeidad, es fundamentalmente de naturaleza metafórica.

Hoy desde enfoques propios del pensamiento complejo, concebimos un mundo en cuya creación nosotros mismos participamos, es decir pensamos en la co-construcción de la realidad. Lo dado, no es de tal modo una realidad en sí, pero tampoco pura producción subjetiva.

Una de las transformaciones fundamentales en el campo de la ciencia y la filosofía, fue la inclusión de otras metáforas. Partiendo de una de éstas -la metáfora de la red-, podemos imaginar un entramado entre los sujetos, los vínculos y la naturcultura, como hilos de una trama en constante movimiento. 

Estas concepciones proponen también el no aislamiento del sujeto respecto de sus vínculos y de la dimensión naturcultural, por lo cual la idea de “redes vinculares” resulta importante para pensar las diferentes situaciones en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana.

 

Alianzas entre pares: armando colectivos abiertos

Intentaré articular estas maneras de pensar la realidad, con los nuevos modos de relacionarnos entre los sujetos –tanto en lo personal/vincular como en lo social/ naturcultural[2]-. Para ello, definí el concepto de colectivos abiertos, que creo puede ayudarnos.

Llamo colectivos abiertos a los que se caracterizan por la construcción de espacios-tiempos habilitadores de múltiples significaciones, por el atravesamiento de una historia compartida, así como por un funcionamiento donde predomina la horizontalidad y la circulación de lugares.

Intentaré articular estas maneras de pensar la realidad, con los nuevos modos de relacionarnos entre los sujetos –tanto en lo personal/vincular como en lo social/ naturcultural.

Los colectivos abiertos son movimientos donde se construye lo común, aceptando las diversidades.  Lo común, sobre todo en momentos de desamparo y convulsión social, habilita una experiencia instituyente que engendra nuevas instituciones, nuevas obras, nuevas acciones, nuevas prácticas.

 El Eternauta[3]

Para aquellos que no vieron la serie o no leyeron la historieta original sobre la que se basa, les relato un pequeño resumen que me permitirá articular la idea de colectivos abiertos con la tensión en el lazo social entre la tendencia al individualismo y la construcción de solidaridad.

Un grupo de amigos, (Juan Salvo, FavalliLucas Herbert y Polsky), juegan al truco en el chalet de la familia Favalli. Esto sucede en un barrio de Buenos Aires, Argentina.

Interrumpe el juego el boletín radial: “los Estados Unidos han continuado haciendo ensayos atómicos… Un accidente acaba de revelarlo: el estallido de una bomba atómica de nuevo tipo ha producido incalculable cantidad de polvo radioactivo”.  Esta noticia les suena lejana: Juan Salvo se precia de la tranquilidad de su casa en Vicente López. Supone, en un principio que su ex esposa Elena y su hija Martita descansan en su casa (cuestión que después descubre no es así y que su hija está perdida).

De pronto hay un sonido fuerte y luego, un apagón. Lucas pretende abrir la ventana pero Polsky lo frena. Comienza a caer nieve fosforescente. Polsky arriesga que se puede tratar de la sustancia radioactiva anunciada por la radio. Polsky, sale de la casa de los Favalli para ver a su familia, pero muere después de dar algunos pasos fuera del chalet.

Favalli confía en que llegarán partidas de socorro, mientras masilla todas las aberturas de la casa para asegurar la hermeticidad. Por su parte, en su buhardilla-taller tiene, herramientas y material necesarios para fabricar lo que quisieran, y encuentra allí el casco que va a ser el rasgo distintivo del personaje (Juan): un antifaz de buzo.

Una vez que consiguen hacer funcionar la radio con pilas, Favalli propone hacer un traje para buscar cosas imprescindibles y dice: “El primer lugar en la lista de necesidades no lo ocuparán ni el agua ni la comida ni los remedios… ¡Lo ocuparán las armas!”. Favalli es práctico y resolutivo, y pone en juego sus conocimientos de profesor de física a la hora de buscar soluciones ante la catástrofe. En un par de horas fabrican un traje. Los tres hombres discuten para definir quién va a ponérselo. Deciden que echarán a la suerte la definición: Juan es el elegido.

A partir de aquí se suceden diferentes situaciones, donde Juan y sus amigos se van encontrando con distintos personajes, así como con grupos muy diversos. Por momentos surge la desconfianza y la violencia como defensa frente a los otros, aunque en otras situaciones, aparece la posibilidad de unirse para entre todos hacer frente a unos alienígenas, unos “cascarudos monstruosos” que descubren son quienes atacan y destruyen todo a su paso. La nieve radioactiva solo es posible que no los mate si tienen los trajes y si se resguardan entre sí. Favalli dice “nadie se salva solo”.

Por otra parte, las historias personales se ponen de manifiesto, así, por ejemplo, la necesidad de encontrar a la hija de Juan y Elena, constituye uno de los pasajes más sensibles, donde la ternura aparece más allá del terror y la violencia.

En un momento cesa de caer la nieve radioactiva. Favalli descubre que por fin los polos de la tierra vuelven a estabilizarse.  Sin embargo, esto no implica el final de esta destrucción general. Finalmente ven aparecer una luz muy especial, son otros alienígenas, los “ellos”, que manejan, no solo a los “cascarudos” sino también a las personas, por lo cual muchos de ellos quedan tomados por el bando de los alienígenas y son ahora los que matan a sus propios congéneres. La última escena muestra a la hija de Juan como parte de este bando asesino.

 

Acerca de los colectivos, lo común y la comunidad

Viene a nuestra ayuda para pensar cómo salir de esa situación de catástrofe, la noción de lo común, de comunidad.

Lo común es lo diverso, es la interacción entre iguales y al mismo tiempo, diferentes. No hay subsunción de la parte al todo: los participantes mantienen sus singularidades dentro del conjunto. La lógica de lo común es opuesta a la lógica de la hegemonía.

En lo común predomina la comunicación periferia-periferia, más que la comunicación centro-periferia.

Lo común no es definitivo. Es más bien un estado de lo organizativo, de lo cognitivo, de lo sensible, entre sujetos. Un estar más que un ser. Un estar siendo, una actualización permanente de potencias singulares y colectivas.

Lo común es potencia y fuerza, pero al mismo tiempo es débil y precario. Las fuerzas de individualización y universalización presionan siempre para disolverlo, para llevarlo hacia las diferencias infinitas o hacia las homogeneidades únicas.

Lo común no implica una visión de la sociedad ajena a los conflictos, sino entender que los conflictos son efecto de las negociaciones para construir comunes.

Z. Bauman[4], sostiene que lo que causa incertidumbre en los individuos contemporáneos no es tanto la búsqueda de un espacio social, afirmativo y su sostén, sino la sospecha de que ese marco social, fuente de seguridades y reconocimientos, terminará desvaneciéndose. Es ante este horizonte que Bauman propone la irrupción de la comunidad como sitio de llegada, hogar milenario, consuelo de seguridades perdidas, pero a la vez, espacio excluyente de autoafirmación.  Nos dice que en un mundo líquido, de flujos rápidos e impredecibles como el actual, necesitamos lazos fuertes de amistad y confianza mutua.

Pensamos que en los colectivos abiertos se promueve comunidad, en tanto los liderazgos circulan, no se congelan en alguien que tenga el poder absoluto, y donde es posible el reconocimiento y la solidaridad. A diferencia de los colectivos cerrados, más parecidos a las mafias, donde el otro diferente es alguien que debe ser exterminado, y donde el poder es detentado por algo o alguien que aliena el pensamiento, proponiéndose como portador de una única verdad.

En este sentido, observamos que las agrupaciones de pares muestran una vertiente potenciadora y otra despotenciadora.

Así, la vertiente potenciadora, se trata de un hacer junto con el otro en cada situación, y promueve espacios colectivos abiertos de pensamiento conjunto, mientras que la vertiente despotenciadora lleva al grupo de pares a la exclusión de los diferentes, a una masificación donde ya no hay posibilidad de pensamiento propio.

Veamos estos conceptos en la serie El Eternauta.  

Observamos la alienación del pensamiento, en los protagonistas.

Todos son/ somos consumidores, no hay pensamiento propio, los alienígenas logran captar a los humanos y estos pierden capacidad de decisión, solo se trata de seguir órdenes. Esto promueve la falta de reconocimiento del otro y se pierde el “nadie se salva solo” y gana el “sálvese quien pueda”.

La hospitalidad absoluta es imposible nos dice Derrida[5], pero podemos tender a ella, la tensión no impide la construcción de la solidaridad, que es al mismo tiempo un cuidado propio y del otro.

Las alianzas entre pares, potenciadoras y despotenciadoras se dan en tensión permanente y van mutando en las distintas circunstancias. Los liderazgos son situacionales, y se diferencian de las jerarquías autoritarias y omnipotentes

Los algoritmos, y los totalitarismos pueden lograr que la crueldad se imponga sobre el reconocimiento del otro, sobre la ternura. Como contamos, la búsqueda de la hija en la serie, muestra momentos donde la ternura puede más que el sufrimiento y la individualidad.

También aparece el valor de la transmisión, de la historia, donde no solo lo nuevo puede servir. Por ejemplo, en la serie, solo los autos antiguos funcionan y pueden ser usados frente a esta catástrofe.

Los ideales y los valores se pierden frente al predominio del consumo. Todo se hace distópico y la vida ya no vale nada. El otro es solo un enemigo al que hay que destruir, pero por obediencia debida, no por pensamiento propio.

Si se rompe el lazo social, ya nadie tiene un lugar en el colectivo, se pierde el sentimiento de pertenencia.

Y sobre todo  la serie trae la idea de cómo el hombre destruye la naturaleza (los polos no funcionan en la serie) y muestra que somos nosotros mismos los alienígenas que nos pensamos separados del planeta y lo destruimos sin pensar en las consecuencias que esto trae para nosotros mismos y para toda la humanidad.

Creo es importante pensarnos como parte de un sistema donde si lo que se promueve es lo individual por sobre lo colectivo, las catástrofes serán cada vez mayores.

 

 

Susana Matus, Lic en psicología, Terapeuta vincular, Miembro titular de la AAPPG 

smatus50 [at] gmail.com
IG: @susana.matus50

 

 

[1]S. Matus, S. Moscona (Compiladoras) Alianzas entre pares. Fraternidades, colectivos abiertos, tramas sociales, en proceso de edición, Ediciones Conjunto, nov,.2020

[2] Hago hincapié en el concepto de naturcultural de Donna Haraway, quien plantea que  la naturaleza es una articulación biocultural. Como dice Spinoza “todos somos naturaleza”.

[3] "El Eternauta" es una famosa novela gráfica argentina de ciencia ficción escrita por Héctor Germán Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López, publicada en 1957 y 1959 en la revista Hora Cero Semanal. La serie fue dirigida por Bruno Stagnaro,  se  basa en la novela,  se estrenó en mayo 2025.por Netflix.

[4]  Bauman, Z.: Comunidad.  En Busca de Seguridad en un Mundo Hostil.  Ed. Siglo XXI. Bs As, 2006

[5] La Hospitalidad, Jaques Derrida, Ed. La Flor, Bs as, 2007

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Articulo publicado en
Junio / 2025

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