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Combatiendo al patriarcado

 

Mujer Si te han crecido las ideas
de ti van a decir cosas muy feas
que, que no eres buena, que, que si tal cosa
que cuando callas te ves mucho más hermosa

Mujer, Espiga abierta entre pañales
cadena de eslabones ancestrales
ovario fuerte, dí, di lo que vales
la vida empieza donde todos son iguales

Amparo Ochoa

 

La clínica psicoanalítica puede resultar una tarea bastante solitaria, si se enmarca en la corriente tradicional. Ahora bien, el consultorio puede convertirse en un espacio abierto de reflexión cuando se piensa además desde la salud mental comunitaria. Podemos ver a M, S, J, L, D como personas aisladas de un contexto o podemos pensar el colectivo de los y las pacientes dentro de las problemáticas actuales vigentes. Considero que cerrar las puertas del consultorio abordando el caso por caso de manera aislada puede resultar en algunos casos análogo a obturar la escucha. Por ello, resulta pertinente construir la demanda y los objetivos de la terapia de manera conjunta, escuchando, respetando a las subjetividades dentro del colectivo social.

A continuación, presentaré algunas viñetas clínicas que me permitieron pensar la clínica como otro espacio de lucha contra el patriarcado:

- M tiene 50 años, consulta a través de una admisión a comienzos de Noviembre de 2017. Está casada desde hace 30 años y tiene un hijo de 25 años de edad. Como carta de presentación sitúa que estuvo internada meses atrás en una clínica psiquiátrica. Decidió internarse luego de una sobredosis de medicación y alcohol; en la clínica le diagnosticaron Depresión de larga data con pico de Stress, según recuerda.

Su padre golpeaba a su madre y era alcohólico. La madre padecía Alzheimer, pasó sus últimos días en un geriátrico donde era golpeada por otra paciente. M padecía insomnio y toma medicación desde el fallecimiento de su madre. Hace años dejó de trabajar, su única ocupación eran cursos de teatro donde se vinculaba con diversas situaciones, algunas de ellas iatrogénicas.

Su hermana tiene 54 años. Cuando eran pequeñas y ocurrían situaciones de violencia, M se escondía en el placard, pero nunca supo qué hacía su hermana en aquellas situaciones. Actualmente no se relacionan entre sí. En cuanto a los vínculos cercanos, M tiene una amistad con una compañera de teatro de su madre. Tiene otra amiga, a quien conoció durante la internación. También tiene una relación positiva con la prima de su marido.

En diciembre de 2017 sufre una crisis ante la cual toma una sobredosis de medicación. Sitúa como causa de esta recaída un vínculo patológico que estableció con un hombre, quien actualmente la llama telefónicamente amenazándola. Dada esta circunstancia creamos la estrategia de posibilidad de llamado telefónico ante estos casos, tendiendo diversas redes. En febrero de 2018 decide realizar la denuncia en la Comisaría de la Mujer junto a su marido, quien la acompañó luego de contarle lo sucedido.

- J tiene 23 años, consulta porque se siente “ahogada”. En realidad su preocupación original fue “ahogar” a su ex luego de sucesivas escenas de celos, llamados telefónicos controlando la hora de llegada, sintiendo desconfianza ante sus afirmaciones, miedo a perderlo, angustia de separación. S considera que su ex nunca la engañó, qué solo eran “fantasmas” que su mente no podía controlar…

Su madre “se preocupa por todo el mundo menos por ella misma”, y resulta un ejemplo para J quien ahora tiene que aprender a respetarse y cuidarse.

- C tiene 18 años, su árbol genealógico se encuentra plagado de violencias físicas, simbólicas, económicas… En la primera entrevista refiere que todos los hombres son iguales.

La pareja de su padre le pegó en la panza a su madre cuando estaba embarazada. Su abuelo paterno le pegaba a su tía cuando se ponía celosa de su hermano menor. Su abuelo materno golpeaba a su madre en las mismas circunstancias.

C consulta porque no quiere repetir su historia.

- L consulta porque sus hermanos tienen una enfermedad compleja, bastante poco conocida… Luego de algunas sesiones reconoce que es muy celoso, y posesivo con las mujeres, amigas, novias…

- Y tiene 40 años, refiere la consulta a la imposibilidad de trabajar debido a una angustia que no sabe de dónde proviene. En el relato familiar ubica falta de amor y malos tratos entre sus progenitores. Hoy repite esta modalidad de vínculo con su pareja actual y padre de sus hijos. Admite con vergüenza que le excitan los hombres “malos”, considera que un hombre que la trata bien es débil.

- S tiene 15 años, consulta porque fue abusada por un tío materno. Su madre también fue abusada por el tío. Ambas sufren pero no hablan el tema para no herir a la otra.

En las entrevistas S refiere que sus padres tienen buen vínculo, le gusta cómo se relacionan porque hacen “todo juntos”, pero luego relata que cuando pelean su madre llora y su padre no le presta atención.

S desea formar un vínculo de pareja sano.

- A comienza terapia junto con su marido, su hija menor tiene 11 años. Ella no trabaja desde que nació su primera hija de 21 años. Ahora no sabe qué hacer en su tiempo libre ni cómo retomar su vida. Continúa la terapia sola y decide comenzar peluquería.

- D tiene 26 años, consulta porque hace años estudia, pero no puede avanzar en su carrera. Luego de varias entrevistas, refiere que no se anima a mostrarse en pareja por la calle. Asumió su homosexualidad hace unos meses, pero no concibe la idea de mostrarse en público con un novio. Luego de animarse a conocer a un chico, comienza a aprobar las materias y avanzar en su carrera.

-I tiene 15 años. Consulta por un cuadro de depresión que no le permite concurrir al colegio ni hacer otras actividades. En terapia recuerda que un primo siete años mayor la obligaba a hacer cosas que ella no quería.

Cuando logra retomar la escolaridad comparte los recreos con su novio. La Directora del establecimiento la deja sin recreos por besarse y abrazarse en público… A ella sola, él continúa sus recreos con normalidad.

 

El patriarcado duele

Las y los pacientes presentadas en las viñetas consultan porque no saben cómo tramitar el dolor, los abusos sobre el cuerpo, las violencias físicas, los mandatos sociales, las tareas no compartidas, el silencio. A continuación analizaremos las demandas presentadas:

En las demandas de mujeres cis[2] encontramos motivos relacionados con las tareas del hogar, el cuidado de los niños, el miedo a noviazgos violentos, abusos sexuales infantiles, mandatos sociales, imposibilidad de goce del cuerpo libre. En las demandas de varones cis aparece el sufrimiento porque el patriarcado los obliga a callar su dolor, a no poder llorar en público, a ser “machitos” y fuertes; a sostener la familia económicamente, a no poder mostrar su sexualidad con otro hombre en público…

Y en este contexto sufren también silenciosamente hasta que pueden encontrarse con otros y otras a quienes no tienen que demostrar valentía impuesta, con quienes pueden compartir.

Estos recortes resultan ejemplos bastante concretos de las demandas que encuentro en el consultorio, y posiblemente se encuentren en los consultorios de muchas compañeras y compañeros de profesión. El machismo nos atraviesa a todas las personas, sea cual fuera nuestra edad, nuestro contexto, nuestra circunstancia. Podemos visibilizarlo, ponerlo en palabras, hasta reírnos un poco de él y luego transformarnos… O podemos repetir años de violencias si no sabemos escuchar un poco más allá.

El feminismo no es contrario del machismo, en el código binario de bueno-malo, lindo-feo. El feminismo es un movimiento que surge a fines del S XVIII buscando la igualdad de derechos, de oportunidades. El machismo se basa en la superioridad del hombre sobre la mujer, el feminismo no busca ser superior sino igual. Esta falsa dicotomía generada por algunos sectores sociales hace que algunas mujeres piensen que no son feministas porque no quieren ser más que los hombres, y claro está el malentendido tendencioso. También la confusión genera contradicciones en hombres que quieren luchar por la igualdad, pero les cuesta llamarse a sí mismos feministas, suponiendo que estarían pidiendo inferioridad…

Resulta indispensable entonces buscar modos de vinculación que no reproduzcan la violencia que impone el estado machista. Por ello se hace necesario generar preguntas, pensarse, deconstruir lo aprendido entendiendo que amar no es poseer a otra persona. En este sentido es fundamental trabajar desde la perspectiva de género con niños y niñas, en el marco de la ESI (Educación Sexual Integral), problematizando los estereotipos, cuestionando los parámetros establecidos y creando vínculos de respeto e igualdad.

 

¿Y por casa…?

En ocasiones los y las pacientes creen que las terapeutas tenemos todo resuelto y ya sabemos las respuestas. Al encontrarnos aún en un momento instituyente, en un movimiento en construcción, surgen dudas cotidianas como quién realiza las tareas del hogar, quién cuida a los niños y niñas, cuántas horas trabajamos las mujeres, cuánto dinero ganamos, cómo lo repartimos. Las preguntas son válidas pues invitan a la deconstrucción permanente, a pensarnos y construir modalidades de vínculo más igualitarias, menos violentas.

Algunas sugerencias pueden ser anotar todas las tareas del hogar y revisar si se están compartiendo o recaen mayoritariamente en una persona. También se pueden rotar los roles en la casa, compartir, turnarse, ver si todas las personas en una familia realizan actividades que le generen placer.

Educar emocionalmente a nuestros hijos implica preguntarles diariamente cómo están y escucharlos interesadas-os en el relato. Permitirles expresar sus emociones, la risa, el llanto y la angustia también resultan parte necesaria de la vida.

En ese camino nos encontramos, en las marchas, en los consultorios, en las calles, en los trabajos… Reclamando humanidad y respeto, mujeres y hombres feministas luchando… Contra la violencia, contra el patriarcado.

Daniela Valladares[1] / Licenciada en Psicología

 

Notas

[1] Daniela Valladare Estudió en la Universidad de Buenos Aires. Trabaja en el Ministerio de Educación de CABA desde hace seis años, ejerce también en su consultorio particular. Trabajó en el Servicio Local de Promoción y Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en Lomas de Zamora. Actualmente se encuentra realizando una Maestría en Salud Mental Comunitaria en la Universidad de Lanús.

[2] Los dos términos oponen dos prefijos latinos. “Cis” quiere decir “de este lado”, mientras que “trans” significa “del otro lado”. Esta oposición distingue entre dos experiencias básicas de la encarnación del género: la de los hombres y las mujeres que viven en el sexo que les fuera asignado al nacer y la de los hombres y las mujeres que en algún momento de su vida cambiaron de sexo. Bajo este régimen semántico, la experiencia de hombres y mujeres cisexuales se equipara a la de hombres y mujeres transexuales: ambas son experiencias marcadas, susceptibles de ser narradas por otro u otra que las distingue de las propias sin otorgarle, al mismo tiempo, superioridad discursiva alguna.

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-803-2009-06-10.html

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Articulo publicado en
Junio / 2018

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