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El poder y el delirio

 
Una mirada cinematográfica

A lo largo de 100 años muchísimos films dentro de la historia del cine, confirman el fin de toda esa concepción de la vida y del hombre, que en occidente surgió con el renacimiento, de tal modo que es imposible entender el actual derrumbe si no se examina lo que Berdiaeff advirtió como las tres paradojas esenciales mediante las cuales el mismo renacimiento se produjo: 1- Fue un movimiento individualista que terminó en la masificación.
2-Fue un movimiento naturalista que terminó en la máquina.
3- Fue un movimiento humanista que terminó en la deshumanización.
Siendo estos, aspectos de una sola e inequívoca paradoja: “la deshumanización de la humanidad”. A través de una mirada cinematográfica que tenga en cuenta, no el análisis horizontal y lineal de un sólo film, sino la sucesión vertical de algunos films (no necesariamente coincidentes en el tiempo ni en el espacio),donde las marcas textuales sobre la concentración del poder comportan “delirios” y consecuencias trágicas padecidas y que aún padecemos.
Uno de los componentes del discurso de poder puede estar representado por un sistema de articulaciones semánticas que corresponden a la modalidad del poder y a las figuras de autoridad. En este sentido existen dos tipos de poder: el poder institucional que está fuera del discurso (El Proceso de Kafka/Welles- Metrópolis de F.Lang-1984 de Orwell/M.Radford - Saló de Sade/Pasolini), y el poder que se instituye como modalidad,que está dentro del discurso (El gran dictador de Chaplin- Aguirre, la ira de Dios de W:Herzog).

EL PODER IRREAL QUE TERMINA EN DELIRIO
En el tercer film del alemán W.Herzog, Aguirre, la ira de Dios (1972), se ensaya una interpretación sobre la formación del estado burgués, tomando con premeditado eclepticismo, varios datos sobre la conquista de América por parte de los españoles. El modelo “delirante” de Aguirre es Hernán Cortés, quien por desobedecer la orden del poder, de regresar a España, ofrendó a ésta, nada menos que el territorio mexicano. El delirio de Aguirre es no tomar en cuenta ningún obstáculo real, sólo vive por y para su espejismo de poder: ser el amo de toda América.Film premeditadamente “frío”en el que seomiten adrede los ingredientes psicoló
gicos y sentimentales. Herzog parece interesarse exclusivamente en los límites de una situación. Centrando la mirada en la sed de poder y la rebeldía de Lope de Aguirre(K.Kinski) obsesionado por la existencia de oro. Una especie de Dios en la tierra que se cree un hacedor de historia, y poseedor de un poder, que resulta desde el principio irreal, ya que está basadoen un respaldo económico inexistente, el oro invisible de El Dorado. Los últimos minutos de Aguirre aportan una perfecta síntesis expositiva valiéndose de una cámara que rodea enloquecida la precaria balsa cargada de cadáveres y monos, pasivamente piloteada por el “deliran-te” Aguirre, que viaja a la deriva por un río que no tiene principio ni fin, llamado Amazonas.
El centro del poder irreal convertido en delirio, parece decir Herzog en esta metáfora visual.
Donde la soledad y la locura, es la “coherente” relación entre irracionalismo y poder, ofrecida en un drama pseudohistórico: la sedición de Aguirre, desprovista de factibilidad desemboca inevitablemente en la muerte, que no es mas que el comportamiento del poder irreal (Aguirre) aislado en su propio delirio.
MAS ALLA DE LA FICCION
El poder y el delirio de las dictaduras nazi y fascista, es desmontada y satirizada por el discurso paródico y la utilización del “gag cinematográfico” en El Gran Dictador(1940).
Chaplin realizó una creación magistral en dos papeles distintos, el del dictador Hynkel (caricatura de Hitler) y el de un barbero judío perseguido por las fuerzas del dictador, mientras la figura de Mussolini era satirizada por Jack Oakie, en el papel de Napaloni. El Gran Dictador, fue una avanzada norteamericana en la guerra mundial, y el film fue utilizado como arma de provocación y burla a las dictaduras. El poder que se instituye como “modalidad paródica”, está dentro del discurso mismo del poder, ya que toda parodia necesita un referente al cual parodiar. Chaplin denuncia en tono de comedia los horrores de la guerra y la ambición de ilimitado poder de las tiranías. Desarticula el delirio del poder con el “delirio” del gag,
mecanismo por medio del cual una situación se desvía sorpresivamente, y adquiere gracias a los acontecimientos “delirantes” e imprevistos, un tono gracioso y un efecto destructivo o ridiculizador, dado que “el gag chaplinesco” del Gran Dictador evidencia un error de la lógica, de las reglas o las convenciones del mismo poder. No es casual que el film estuvo prohibido en muchos países, entre ellos la Argentina.En el país imaginario de Tomania que gobierna el dictador Adenoid Hynkel la acción exige un tratamiento que exceda los acotamientos reduccionistas que limitan su especificidad a una caracterización (Poder/Parodia- Delirio/Caricatura) que la define como un aparente discurso “carente de verdad”.
EXPRESIONISMO Y ARQUITECTURA
Para el período de posguerra hubo una serie de films que mostraron “una procesión de tiranos”. Luego, en la época de la estabilización hubo otro grupo de films referidos a la “tiranía de las pasiones” y otro a la “rebelión juvenil”. Tanto la palabra tiranía como rebelión remiten al problema del poder. La tiranía es un modo de ejercerlo, y la rebelión en potencia es lo que permite la existencia del poder, dado que éste necesita un mínimo de libertad para poder someterlos a su gobierno. Muchos tiranos en estos films son “doctores”, es decir que poseen un saber, y dentro de las pasiones está el sexo. El saber y el sexo son dos problemas vincula
dos a las formas de ejercer poder. Considerando ésto, podemos decir que la producción cinematográfica alemana de la década del 20 confirma un archivo de discursos sobre el poder.
M.Foucault planteó que las representaciones del poder exceden al problema de un gobierno central. Este sólo sería un efecto de múltiples relaciones de poder que conforman redes a lo largo de la sociedad. Redes que se manifiestan en estrategias, discursos,repartición del saber y control de la sexualidad. En este corpus de películas se pueden encontrar, en muchos casos una misma historia que se repite con distintos procedimientos. Hay un mundo burgués regido por un conjunto de normas,que tiene cerca otro mundo parelo y marginal del que surge alguie
con un poder capaz de destruir al poder institucional. Ese “otro”mundo marginal se rige por leyes distintas. Puede ser el mundo fantasmal de Nosferatu de Murnau. La sociedad secreta del Dr.Mabuse de Lang que tiene distintos centros de reunión a los que se accede disfrazado y descendiendo, configurándose así como un verdadero submundo. Puede tratarse también de un mundo regido por la ley del deseo, en el que sólo se obedece a las pulsiones, como el de M. el vampiro de Lang.En el film de Wiene,El gabinete del Dr. Caligari, el poder está representado, por el Dr., burgués respetable que siente impulsos asesinos. Para poder cumplir con sus deseos debe salir de su mundo e ingresar a otro espacio que le permita más libertad, el mundo de las ferias y del circo. Pero es en la paradigmática Metrópolis de Lang donde el di-
seño arquitectónico se transforma en verdadero emblema del poder. La división de los espacios para resaltar la división de mundos es muy clara: hay uno subterráneo en el que viven los sometidos al poder, obligados a trabajar en la oscuridad, y otro mundo superior, luminoso, en el que viven los que detentan el poder, quienes se dedican a los juegos y al sexo. Este “paraiso” de poderosos está a su vez subdividido, ya que el ámbito de quien posee un saber extraordinario (Dr.Rotwang) es distinto a los rascacielos de la ciudad. La casa del científico comunica con el mundo subterráneo. Otro rasgo a tener en cuenta es la perfección mecánica
del poder en contraste con la violenta deformación de los rostros humanos. La estilización geométrica del poder que transforma lo humano en un elemto mecánico mas. El cuerpo humano era a menudo un elemento del decorado, en Metrópolis se convierte en factor de base de la arquitectura misma, inmovilizado en compañía de otros cuerpos. Inclusive los habitantes de la ciudad subterránea son mucho más autómatas que el robot creado por Rothwang. Lo que se denominó en la historia del cine la estilización expresionista: seres privados de identidad,con los hombros encorvados, acostumbrados a inclinar la cabeza, sometidos antes de luchar, que marchan a un paso rítmicamente entrecortado hacia las “viviendas” populares seme
jantes a cuarteles. La inspiración neoyorquina de Lang al concebir su Metrópolis, se mantieen obras más recientes como Blade Runner(l982) de R.Scott,el poder de la ciudad industrial se transforma en el poder de la ciudad de la comunicación. Es notable como en ambos casos se recurra a la utilización de la iconografía nacionalsocialista. Es muy ilustrativo recordar como termina el film: en el gesto final de “alianza” con los trabajadores(capital/trabajo) se advierte otra estrategia del poder: ceder. El poder no siempre es prohibitivo; para fortalecer su posición puede recurrir al diálogo o aplicar la máxima: “a veces hay que perder algo, para no perderlo todo”.
EL PANOPTISMO
Quizás uno de los films más demoledores sobre el poder y el delirio sea 1984 de M.Radford basado en la novela de G.Orwell, que no es un texto de ciencia ficción, ni fue concebida como una profecía,aunque luego se hayan creado muchos de los dispositivos descriptos en ella:
las cámaras ocultas y los detectores no se diferencian mucho de las telepantallas controladas por El Gran Hermano, un insoslayable anticipo, además, de la televisión interactiva. Lo que verdaderamente importa en este ensayo disfrazado de novela, es que el poder radica en el control total de las conductas individuales, y en último extremo el de la misma naturaleza humana. “A la vida la dominamos nosotros en todos los aspectos”, dice O’ Brien (R.Burton),
uno de los miembros supremos del partido. Desde el principio en el film la imagen funciona como el más eficaz mecanismo de control,además de un poderoso centro que sustituye la realidad, la digita, y monta respecto de ella un perfecto panóptico donde el poder a través del mecanismo del simulacro, que acatan las multitudes, prescribe a cada cual su lugar, a cada cual su cuerpo, a cada cual su enfermedad y su muerte, por el efecto de un poder omnipresente y omnisciente que se subdivide él mismo de manera regular hasta la determinación final del individuo, de lo que le pertenece,de lo que le ocurre.Para los hombres no hay posibilidades de encuentro, porque el estado regula las relaciones personales. Es curioso ver como 1984 vaticinaba un futuro totalitario, por vía del estatismo, y el verdadero totalitarismo de los tiempos que corren se ha alcanzado por vía del liberalismo. En este film ,como en la novela, el poder es total e ilimitado, tanto que vuelve a cada individuo un simple mecanismo dentro del conjunto social, baste pensar en el significado que tiene el hecho de la destrucción del lenguaje y de que exista para tal propósito una “Policía Mental”. El Panóptico de Bentham es la figura de este film, en los que los hombres están solos, perfectamente individualizados y constantemente visibles.El dispositivo del poder panóptico dispone unidades espaciales que permiten ver sin cesar y reconocer sin ser visto. El hombre es visto, pero él no ve, en este tipo de poder es siempre objeto de información, jamás sujeto de comunicación.
La presentación de ese mundo agobiante en 1984, no se diferencia demasiado del nuestro, en el que los medios han acaparado el derecho de representarnos lo real de acuerdo a su criterio y conveniencia. La destrucción sistemática que opera el funcionario (R:Burton) sobre la mente de Winston Smith, ¿dista acaso demasiado de la destrucción que diariamente operan los medios masivos sobre aquellos que no pueden procesar su mecanismo, ni alcanzan a entender su verdadero propósito?.

 

Héctor J. Freire
Crítico de arte

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Articulo publicado en
Julio / 1997

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