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Holocausto y dilemas humanos

 

Topía Revista entrevistó, gracias a la Fundación Centro psicoanalítico Argentino, a la Dra. Raquel B. de Hodara profesora israelí, especialista internacional en el tema de campos de concentración. Lo que sigue es un profundo análisis del nazismo y el Holocausto.

Realidad e interpretación
Holocausto quiere decir: “un sacrificio ofrecido a Dios”, esa es la traducción que aparece en la Biblia; desafortunadamente se arraigó este término, que lo menos que quiere decir es “sacrificio a Dios”. Para aclarar lo llamamos Shoa, que quiere decir: “catástrofe”.

Hablamos de Shoa o de Holocausto como un evento único en la historia, no porque alguien se quiera poner el galardón de víctimas. Es decir si un judío murió asesinado por los nazis, no tiene un galardón de superioridad sobre el gitano que murió asesinado por los nazis, ni sobre el armenio que murió asesinado por los turcos o el indígena que murió asesinado en el continente americano. Todos son víctimas de crímenes terribles.
Es necesario estudiar, entender, cómo Alemania una sociedad avanzada estuvo dispuesta a seguir a un líder, o a un grupo que le presentó una interpretación absolutamente falsa de la realidad, una interpretación irracional. Comprender por qué la sociedad siguiendo esa interpretación cometió un asesinato masivo de millones de personas en forma sistemática, organizada tecnológica y científicamente, sin ningún objetivo ulterior.
No se trataba de ningún conflicto territorial. No querían sacarle a los judíos territorio, no se trataba de ganancias económicas, ni de un terror político para amedrentar a otros sectores de la población, no se trataba de un conflicto religioso. se trataba simplemente de un asesinato cometido con el único propósito de hacer desaparecer de la tierra a ese grupo humano, desde el más pequeño hasta el más viejo. Un evento así no se conocía hasta ese momento, pero lo más importante es darse cuenta que se puede volver a repetir.
Por eso es importante que toda la sociedad entienda que puede caer en la trampa de una falsa interpretación de la realidad, que va en detrimento de sus propios intereses. Y que cualquier sociedad, por más avanzada científica y culturalmente que se encuentre, puede ser arrastrada por falsas interpretaciones de la realidad.
Dilema: entre el bien y el mal
Un historiador inglés dice que “cuando uno estudia la shoa hay dos capítulos que son muy difíciles de entender intelectualmente: a)¿cómo se convenció a la sociedad alemana de ir por el camino que propuso el nazismo y b) porqué hubo gentiles que arriesgaron su vida para salvar judíos del exterminio nazi.
Llamamos “gentiles de las naciones del mundo” a los cristianos que salvaron judíos, pero que tienen que reunir dos requisitos: 1)haber puesto en peligro su vida, 2) tiene que ser comprobable que no pensaban obtener ninguna retribución a cambio de ese acto.
Es muy fácil entender por qué no hubo más judíos salvados en Polonia y Hungría, ocupadas por los nazis, dado que era poner en peligro la vida de su familia, cortar relaciones con familiares y amigos, para que no se descubriera que escondían gente.
Lo que merece ser estudiado es por qué unos pocos “locos” arriesgaron su vida para salvar personas del terror nazi.
No era un acto heroico de un minuto, de una hora, era un acto continuado por diez o doce meses. Teniendo hasta doce personas escondidas en una habitación, debían conseguir comida en plena guerra, comida que estaba racionada.
Aquí está claro la elección entre el bien y el no bien. Aunque la elección del bien exigía un sacrificio sobrehumano.
Dilema entre el mal y el mal
Ese dilema entre el bien y el mal no es único, ni es nuevo en la historia. Sí lo es, entre el mal y el mal a nivel individual. Esto ocurría miles de veces cuando los nazis necesitaban por un tiempo, algún técnico, un médico o un electricista, le decían: “a vos te vamos a dejar con vida, elegí entre tus hermanos, o esposa o hijos”.
Este caso se dio miles de veces. Daniel Dayan cuenta en su libro el caso de un padre que le dan a elegir entre sus dos hijos en cuatro minutos. Se decide por el más fuerte, por que tiene más posibilidades de sobrevivir, al terminar la guerra, al volver a Israel, el padre se entera que su hijo fuerte murió y se encuentra con el hijo que no eligió.
Los nazis exigieron cuando empezó la solución final después de 1941, que en cada ghetto de Polonia hubiera un grupo de judíos que represente a la comunidad a los que les exigen que elaboren periódicamente listas que parecían de trabajo, pero que las autoridades del ghetto se fueron dando cuenta que listas que llevaban a la muerte.
La duda de los líderes era entregar la lista o dejar que entren los nazis al ghetto.Los SS se llevarían a los más jóvenes y sanos, las listas podían incluir a los enfermos y los más viejos.
La denigración del ser humano.
Tenemos que entender por qué los sobrevivientes de los campos nazis no hablaban y si lo hacían era muy poco. ¿Por qué? porque no les creían ni sus familiares y ni sus amigos. La incredulidad de la gente fue el primer motivo que tuvieron para dejar de hablar, de contar. El segundo: había muchos incidentes que eran difíciles de entender desde el punto de vista ético. El tercero: era el deseo mismo de los sobrevivientes de querer olvidar.
Hoy día los sobrevivientes de los campos sus experiencias porque quieren salvar la memoria y lo que cuentan depende de la actitud del entrevistador. Parece que queremos escucharlos hablar del heroísmo y los sobrevivientes quieren hablar de lo que perdieron y de la denigración que sufrieron.
Es necesario entender por qué no queremos oír y por qué se les hizo difícil contarlo. En los campos no tenían más remedio que ocuparse de conseguir comida y de sus condiciones higiénicas, cuando los psicólogos, los psicoanalistas, psiquiatras se enteraron de esto, pensaron que sufrían una regresión neurótica, les tomó años cambiar esta perspectiva. Niderlan, que fue el primero en ocuparse seriamente de este tema, cuenta que a un paciente internado en una clínica, al hacerle su ficha médica en doce páginas contaron todo sobre sus abuelos, sus padres, su infancia, la adolescencia, fantasías sexuales y usaron una línea para decir que “el paciente estuvo cinco años en Auswichtz y perdió a toda su familia (noventa y una personas)”.
Si los familiares y amigos no soportaban escucharlos y los profesionales tenían esta manera de enfrentar el problema creo que podemos comprender el silencio de los sobrevivientes.
Campos nazis y soviéticos
Es importante marcar algunas diferencias entre los campos nazis y l9os soviéticos.
Los nazis se preocuparon de que en esos lugares no hubiera naturaleza: árboles, plantas, flores, pajaritos. Primo Levy dice : “que se trataba de un universo desesperado y cruelmente opaco y gris”.
En los campos soviéticos, el prisionero podía recibir de vez en cuando un paquete o una carta y una vez al año podía recibir una visita de un familiar, en los campos nazis no existía nada de eso.
El prisionero soviético tenía la ilusión de que existía un sistema jurídico, aunque perverso e hipócrita había alguna esperanza.Los prisioneros de los campos nazis sabían que no existía nada.
Los prisioneros soviéticos sabían que las cosas afuera permanecían como las habían dejado: su familia, su casa, su fábrica. El prisionero de los campos nazis sabía que su mundo anterior había dejado de existir.
En los campos nazis los guardias de la SS gozaban diciéndoles a los prisioneros que iban a salir con vida y agregaban que después de la guerra el resto del mundo no creería lo que había sucedido.
En los campos nazis se perdió toda identificación que simboliza la vida normal y asimismo desapareció la posibilidad de probar, en un momento de duda, que el prisionero era la misma persona que había entrado allí.
Tiempo y ceremonias
En los campos no había tiempo regulado, no había relojes (estaba absolutamente prohibido), no había un reloj central. El tiempo lo decidía el SS, que anunciaba cuando había que levantarse, cuándo se trabajaba, cuánto tiempo hay que estar formado: dos , cuatro, seis horas, no se sabia.
Las mujeres, por ejemplo, en los campos perdían su ciclo menstrual en forma absoluta, con lo que se desvanecía, aun más, la posibilidad de tener algún control del tiempo, agravando la situación de confusión absoluta que padecían.
Junto con el tiempo, se perdía toda posibilidad de efectuar ceremonias. No había ceremonias de nacimiento, porque no los había, estaba absolutamente prohibido el embarazo, el parto era penado con la muerte; no había ceremonias de matrimonio, las mujeres y los hombres estaban totalmente separados; no había ceremonias de duelo, no se podía llorar a los muertos. Es decir que a los prisioneros los privaron de los elementos que existen en las culturas más primitivas: no hay contacto con la naturaleza, porque ésta no existe, prohibido dar a luz, prohibido el contacto entre hombres y mujeres, etc. Esto ponía a los prisioneros en una situación extrema: no hay escapatoria, no hay donde ir salvo a la tumba, no se trata de un evento o crisis a la que la persona pueda poner fin.
El campo es un universo aparte, diría otro sistema planetario que comienza con el viaje en los vagones de ganado. Eran subidos a la fuerza a un tren absolutamente cerrado, sin ventanas, sin saber adonde iban y cuánto iba a durar el viaje.
Asimismo existía una ceremonia de recepción; los nazis tenían muchísimo interés en esconderle a los judíos cuál era su destino. Los trataban en forma casi cordial para que bajaran ordenadamente de los trenes, pensaban que había que matar a los judíos pero debían permanecer con el alma decente. Según Hitler permanecían con el alma decente porque mataban en forma ordenada y fría.
Inmediatamente después viene la separación: hombres de un lado, mujeres y niños del otro. Luego la selección para las cámaras de gas, pero los recién llegados no lo saben, no saben dónde fueron sus familiares.
Después viene el despojo de todas las pertenencias, les quitaban todo aquello que los podía ayudarlos a sobrevivir: ropa, oro, lentes, dientes de oro, etc.
Los afeitaban totalmente, hasta el último centímetro de vello en el cuerpo. El hombre vivía esto como una vivencia en la que otra vez su dignidad humana se vio denigrada. Las mujeres pensaban que rasurar su cabeza era profanar su honra, era transformarlas en lo más denigrante, estaban dispuestas a arriesgar su vida, a dar el último pedazo de pan para conseguir un trapo para taparse la cabeza.
Luego les tatuaban el número en la mano, de esta manera se sentían convertidos en objetos; entraban en una situación doble: por una parte un entumecimiento emocional, por la otra una parálisis mental. Se daban cuenta que lo que habían aprendido antes no les servía para nada en este universo.
Sobrevivencia y culpa
Tadeos Boros dice: “los prisioneros vivíamos con la sensación de habernos convertido en parte del mal, todos éramos partícipes de la culpa en un sistema en que la sobrevivencia del uno se percibe como consecuencia de la muerte del otro”.
Ellos se sentían culpables por la incapacidad de salvar al marido, a la esposa, a los hijos, a la madres, etc. En los campos de Auswichtz, los prisioneros debían revisar lo que había quedado de la gente enviada a la cámara de gas. La ropa y los objetos de valor debían entregarlos a los alemanes, y los que revisaban se quedaban con la comida. Esto les producía una sensación terrible de culpa, porque comían gracias a que otros habían muerto. Otro sentimiento de dolor lo ocasionaba el rechazo de los enfermos o los débiles de los trabajos grupales, porque de aceptarlos significaba trabajar doblemente.
Lo peor era la necesidad de las madres de matar a sus hijos recién nacidos, dado que no iban a sobrevivir y si los nazis los encontraban morían no solo ellas sino 300 o 400 mujeres que estaban en la barraca.
Para terminar quiero remarcar que el nazismo se caracterizó por realizar los métodos más racionales para obtener el objetivo más irracional. No es algo que ya pasó sino que puede volver a ocurrir.

Entrevista realizada por César Hazaki
 

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Articulo publicado en
Julio / 1997

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