“Hay que poder imaginar algo distinto a lo que está
para poder querer
y hay que querer algo distinto a lo que está,
para liberar la imaginación”
C. Castoriadis
Pensar nuestras instituciones (Educación, Salud, Psicología, entre otras) es pensar los modos actuales de producción subjetiva, los nuevos modos de vivir y de sufrir de los sujetos en una cultura y un tiempo dados.
Por eso y a partir de la convocatoria de estos dos últimos congresos de Investigación de la Facultad de Psicología
[3]
que plantea “reflexionar conjuntamente sobre las condiciones de vida generadoras de malestar y sufrimiento psíquicos, llegando incluso, en oportunidades, a comprometerse en su transformación”, es que quisiera con esta exposición invitarlos a pensar: qué psicólogos queremos ser, qué psicólogos queremos formar.
___________
NOSOTROS
Un desvìo, una aclaraciòn:
Como verán, este trabajo está escrito desde un “nosotros”. Si bien lo que aquí expongo es mi particular forma de pensar y de enunciar ciertos problemas; ésta surge y se construye a lo largo de años de prácticas realizadas con otros y con otras. De prácticas colectivas, pensadas y elaboradas tambièn colectivamente, en diferentes espacios que remiten a algunas de mis inscripciones institucionales. Algunas, han sido desarrolladas en colectivos de la Cátedra de Teoría y Técnica de Grupos de Ana Fernández
[4]
, otras en el colectivo de Graduados: Psicólogos en Frente
[5]
, y otras tantas, que me han atravesado a lo largo de la vida en diferentes momentos, seguramente también están presentes en esta producción.
___________
Creemos que la Universidad tiene un papel fundamental en cuanto a la producción y transferencia de saberes y que como Institución debe apuntar a formar profesionales críticos y éticos y a fortalecer los nexos del Estado con la sociedad civil en función de una ética de la responsabilidad solidaria.
El Estatuto universitario de la UBA, plantea en su capítulo III, sobre la Función social de la Universidad que la Universidad “Forma investigadores originales, profesionales idóneos y profesores de carrera, socialmente eficaces y dispuestos a servir al país. Encauza a los graduados en la enseñanza y en las tareas de investigación, y a través de ellos estrecha su relación con la sociedad.”
Pensamos que la relación con la sociedad y su función crítica con aportes para una visión integral sobre los grandes temas nacionales no es una tarea más de la Universidad, sino parte de su razón de ser como institución, de su historia, y fines. Asimismo la defensa irrestricta de la educación superior como servicio público y no como una mercancía, constituyen parte de las mejores tradiciones universitarias.
Al respecto Ana Fernández plantea que sostener la universidad pública no es solo sostener el no arancelamiento sino también producir conocimientos sobre lo público.
Por lo tanto, la universidad pública no puede cerrar los ojos a los problemas que más angustian hoy a las grandes mayorías de la población: el desempleo; la lucha por la sobrevivencia; la extrema situación de exclusión, de marginación social, de pobreza; la injusticia; la miseria; el hambre; la opresión; las violencias, la discriminación. Todos ellos problemas de índole ético- político.
[6]
, es para pensar la Educación Pública y la Salud Pública que queremos, desde nuestro lugar como psicólogos, para ello tendremos que pensar sobre nuestra existencia y la del mundo en el cual vivimos, lo cual implica pensarnos como actores institucionales de esta Universidad y en particular de esta Facultad.
Confiamos en que la visibilización de las relaciones entre el hacer-saber académico y el hacer-saber político posibilitará definir los contenidos y los procedimientos con qué capacitemos a los futuros egresados a partir del perfil de psicólogos que la realidad de nuestro país requiera.
Es por ello que nos sentimos seriamente comprometidos en pensar rigurosamente la formación de los estudiantes de la carrera de Psicología, definiendo posiciones frente a la reforma del Plan de Estudios.
Pensamos que dicha Reforma requiere una discusión amplia y profunda del Plan. Creemos que es necesario que desde el comienzo de la carrera se articule la teoría con la práctica, que se incluyan contenidos y reconceptualizaciones acordes a las problemáticas actuales con que nos encontramos tanto en el ámbito público como privado.
Tomemos un ejemplo para pensar qué queremos decir: si bien se hacen declaraciones en apoyo al Proyecto de Ley de salud mental
[7]
, por otro lado los estudiantes de las Carreras de Psicología, Terapia Ocupacional y Musicoterapia, reciben una escasa información al respecto y una aún más escasa formación en políticas en salud mental, lo cual solamente se sostiene con las propuestas aisladas de algunas cátedras o el esfuerzo de algunos docentes pero no como producto de un diseño curricular institucional que tenga la intención política de formar profesionales de acuerdo a los requerimientos de formación específica que la implementación de dicha ley plantea, en concordancia con sus principios.
Podemos observar cómo muchas veces hay discursos que se repiten y que repiten planteos, pero que no ayudan a explicar por qué son necesarios los cambios y menos aún nos dicen acerca de cómo asegurar que esos cambios se organicen y ocurran en la práctica. Tanta importancia tiene lo que se dice como lo que se excluye.
Por lo tanto no se trata solamente de hacer declaraciones sino de implementar en la práctica acciones para su logro: Desde la inclusión de contenidos, prácticas y materias obligatorias en el Plan de estudios de la carrera, así como en el diseño de Programas de Actualización dirigidos a los egresados a efectos de capacitar profesionales que puedan desempeñarse en los equipos interdisciplinarios que dicha Ley prevé y que puedan constituirse en reales efectores de las nuevas políticas en Salud Mental. Asimismo esta Facultad debería disponer los medios necesarios para garantizar la capacitación permanente de los trabajadores de los equipos asistenciales en Salud Mental, en concordancia con los postulados de esa Ley.
En otros ámbitos de desarrollo de nuestra profesión, también nos sentimos interpelados a pensar las transformaciones de la subjetividad, a las que asistimos en los últimos años, como así también a producir instrumentos conceptuales que permitan abordar nuevos problemas con nuevas herramientas
Según como pensemos al sujeto y a la producción histórica de subjetividad será la forma en que pensemos la formación del psicólogo.
La subjetividad no es solamente interioridad psíquica, sino que hay para nosotros, otras dimensiones en la subjetividad: dimensiones históricas, institucionales, deseantes, relaciones de poder, cuestiones culturales, de género, de clase.
Las condiciones de la sociabilidad, del social histórico determinan formas diferentes de ser, formas diferentes de la subjetividad, formas diferentes de relación consigo mismo y con el otro, muy diferentes en cada momento histórico.
Cuando hablamos de Producción Histórica de Subjetividad nos referimos a los complejos procedimientos que constituyen una cierta manera de ser social, una cierta forma de existencia, en una cultura dada o sea a modalidades del “ser sujeto” de una cultura dada, producidas por ciertas prácticas sociales conformadas como dispositivos..
Siguiendo a Guattari, nos proponemos considerar la producción de subjetividad en su articulación deseante, social e histórica, rastreando cómo piensan, sienten y actúan los miembros de una sociedad dada y cómo construye esa sociedad sus propias significaciones imaginarias.
Desde esta línea de pensamiento se plantea entonces, repensar la subjetividad actual en función de sus mutaciones. Las transformaciones en lo socio histórico conllevan transformaciones en los modos de percibir y significar al mundo, en las formas de sentir, en las prácticas sociales, tanto públicas como privadas, que a su vez modifican los posicionamientos psiquicos.
El desafío actual y para los próximos años consiste en contribuir a la recuperación y al mejoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos, por lo que resulta imprescindible reconocer la necesidad de la profunda interdependencia entre los miembros de una sociedad; promoviendo una cultura que concibe al mundo como un tejido de relaciones y favoreciendo el sentido de comunidad y de responsabilidad social entre los hombres y la naturaleza.
Creemos que la forma de pensar un tema define cómo actuaremos sobre esa realidad y que a partir de la percepción que tengamos sobre las diferentes problemáticas es que pensaremos formas concretas de intervención, por eso tenemos que asumir el compromiso de replantear los conceptos y revisar las intervenciones en nuestro campo.
Tomo aquí una frase de Eduardo (Tato) Pavlovsky: “Nosotros los intelectuales de este continente de miseria tenemos la tremenda responsabilidad de no permanecer neutrales con nuestro privilegio del conocimiento y de utilizar nuestro saber al servicio del develamiento de todas las estructuras que detentan el poder.”
Planteamos entonces, una psicología comprometida con las desigualdades sociales, con las diferencias de etnias, de clases sociales, de genéro; comprometida con la elucidación de nuestros procedimientos, de nuestras intervenciones y de nuestras prácticas.
Un particular modo de ser psicólogo, de ser psicóloga: el que analiza la implicación en la realidad que lo incluye, el que sabe que la relación del sujeto con el trabajo y con la política es parte fundamental de sus intereses teóricos y clínicos.
Es así que nos proponemos y proponemos analizar las prácticas en una doble dimensión ética y política. Como dijera Ana Fernández: “Política porque no se reduce al análisis crítico de los discursos sino que indaga en las estrategias de poder que tales discursos legitiman y con qué intereses se comprometen.
Ética al dar cuenta de lo que en ellas acontece y desde qué perspectiva.” …
y agrega: “Pensar de otro modo las nociones con que trabajamos y las prácticas que realizamos implica una voluntad política, y es política porque se inscribe en las luchas simbólicas por la apropiación de sentido, porque no se reduce al análisis crítico de los discursos, sino que indaga en las estrategias de poder que tales discursos legitiman.”
Quiero advertir aquí acerca de ciertas sospechas devenidas en preguntas, que muchas veces nos hacen, quienes sostienen teorías psicoanalíticas ajenizadas de su relación con la comunidad y centradas en un sujeto universal, a quiénes postulamos esta otra forma de Psicología:
“Entonces no hacés Psicoanálisis?, sos cognitivista? qué sos? a qué corriente pertenecés? Y con satisfacción agregan Ah! Psicología Social!”
Como si hubieran encontrado la fórmula, la definición, el diagnóstico, que los tranquiliza a la vez que devalúa.
Claro está, ignorando al Freud de Psicología de las masas y análisis del yo, cuando decía:” la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social …”
Veamos entonces cómo desde diferentes corrientes, desde diferentes campos, y desde diferentes autores, las transformaciones socio- históricas nos plantean nuevos desafíos: repensar nuestras teorías y reflexionar críticamente sobre nuestras prácticas profesionales.
Silvia Bleichmar plantea una ética del compromiso en el alivio del sufrimiento humano y al respecto nos advierte sobre las consecuencias de los cambios producidos en los últimos años, en tres órdenes:
- Transformaciones científicas
- Transformaciones sociales y políticas que dejan un margen ajustado a la práctica psicoanalítica surgida en el marco de las profesiones liberales y de sus modos sociales y económicos del ejercicio.
-Nuevos modos de subjetividad
Por lo que señala que el modo en que han variado las condiciones de producción de la subjetividad a lo largo de estos años nos plantea nuevos problemas respecto de las formulaciones de origen del Psicoanálisis. Y que es ésta una cuestión central a dilucidar con consecuencias tanto teóricas como respecto de las posibles aplicaciones del psicoanálisis y de su práctica clínica.
Luis Hornstein, en el reciente Coloquio de Rosario sobre la Vigencia del Inconciente
[8]
, expresó: “Tenemos que pensar desde nuestras prácticas como nos enseñara Pichon Riviére.
Y agregó: “¿Qué lugar le damos a la realidad que dejó de lado un psicoanálisis solipsista?... Hay que combatir el solipsismo de algunos psicoanalistas que confunden historia con pasado, historia es pasado, presente y futuro.
El Psicoanálisis sigue siendo una psicoterapia y debe serlo para entender mejor el presente y dar nuevos espacios para el futuro.”
Cita que me dispara a una frase de Eduardo Galeano, en El libro de los abrazos:
“Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran
y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.”
Si intervenir significa operar creando condiciones de posibilidad para que algo se produzca, nosotros nos proponemos intervenciones que restituyan el derecho a pensar y a sentir. Intervenciones que cuestionen las prácticas que aceptan la separaciòn entre la politica y la vida cotidiana, entre lo social y lo politico.
Al respecto Juan Carlos Volnovich al hablar del movimiento Plataforma y de su ruptura con la APA, (1970-1971) dice:
“Para qué Plataforma? Para rescatar el psicoanálisis de la estrechez teórica en la que estaba sumido. Para ayudarlo a recuperar su misión crítica. Para apartarlo del establishment que lo incorporaba como opción novedosa. Para salvarlo de la certidumbre tecnocrática. Para acabar con el cientificismo.
Pero, también, para poder salir, nosotros, psicoanalistas, del consultorio privado y romper con la condena a atender, solo, cuatro veces por semana durante cincuenta minutos e interminables años a pacientes de clase media bajo la amenaza omnipresente de no estar haciendo psicoanálisis si en algo se transgredía esa norma. Para poder ir con el psicoanálisis a los hospitales, a la Universidad, a otras clases sociales. Para atender grupos e instituciones sin vernos obligados por eso a reconocer la pérdida de nuestro instrumento psicoanalítico. Para poder pensar un psicoanálisis fresco, sin ataduras que lo deformen, un psicoanálisis libre de compromisos y alianzas con el Sistema.”
Como vemos, ya en los setenta, se gestaba un movimiento de ruptura ético-politica que cuestionaba:
- un psicoanalisis ahistórico, asocial y apolítico.
- la institucionalización del psicoanálisis y su pacto con la clase dominante
- el aislamiento de las instituciones psicoanalíticas, sus estructuras verticales de poder y el liberalismo aparente de su ideología.
Si la política y lo político tienen que ver con la creación, reproducción y transformación de las relaciones sociales; las prácticas políticas pueden ser localizadas en cualquier nivel y situación social.
Por lo que planteamos recuperar la política como práctica creadora y transformadora y transformar la educación recuperando su dimensión ético-política.
Al decir de Foucault transformar la situación, es crear y recrear. Y para ello hay que participar activamente en el proceso.
El compromiso de la universidad pública con la sociedad solo puede lograrse promoviendo la democratización de sus saberes y de la producción de conocimientos a través del diálogo permanente con ella. Brindando su desarrollo académico, científico y tecnológico pero también interactuando con los diferentes actores sociales, lo cual le permitirá a su vez pensar y repensar las propias políticas académicas en sus propuestas de carreras de grado y posgrado, líneas de investigación y de extensión universitaria.
Por eso nuestro interés en interrogar y pensar planes de estudio, proyectos de investigación y programas de extensión universitaria, acordes a las necesidades sociales más acuciantes de nuestra población.
Pensamos que la extensión universitaria es el ámbito más propicio para desarrollar las funciones sociales de la Universidad y devolver a la comunidad la formación recibida en los claustros académicos, privilegiando las acciones hacia los sectores más necesitados y vulnerables de la población. Esta definición institucional debería ordenar la agenda prioritaria de trabajo y orientarla al abordaje de las complejas problemáticas sociales, identificando sus causas y brindando aportes para sus posibles soluciones.
Esta interacción entre universidad y sociedad resulta imprescindible para el propio fortalecimiento académico, científico y tecnológico de la universidad. Se reafirma por un lado, la dimensión social de la Extensión universitaria. en la búsqueda de una sociedad más justa, solidaria e igualitaria, contribuyendo a la formación de ciudadanos críticos y comprometidos. Y simultáneamente se nutre de las problemáticas sociales así como de los conocimientos y saberes existentes en el medio social. “Saberes plebeyos” como dice Ana Fernández.
Es por ello que sostenemos la importancia de la incorporación de la extensión en la currícula de las carreras de grado a través de prácticas de estudiantes en programas de extensión.
En ese sentido traemos, a modo de ejemplo de acciones concretas por la transformación de la Universidad pública, la experiencia del X Congreso Iberoamericano de Extensión Universitaria
[9]
, realizado en Montevideo, Uruguay, el año pasado.
En el mismo se sacó una Declaración final aprobada por unanimidad en el Plenario de Cierre que postulaba Revitalizar la Extensión para transformar la Universidad. Transformar la Universidad para contribuir a la transformación social.
Ese Congreso abrió las puertas a las organizaciones sociales de nuestro continente, expresiones de quienes suelen quedar excluidos de las posibilidades de acceso a la educación superior y desarrollan fecundas y novedosas experiencias de resistencia, creación, autogestión y educación popular.
Se constituyó como un espacio de dialogo, aprendizaje y de enseñanza; los cuales fueron pensados como herramientas para transformar la universidad.
Asimismo se caracterizó al movimiento estudiantil como parte fundamental, llamado a impulsar el fortalecimiento político, ético y académico de la extensión universitaria, para construir una universidad que responda a las necesidades de nuestros pueblos.
Se partió de la firme convicción de la necesidad de una democratización radical del acceso a la educación superior y de consolidar la lucha por una enseñanza superior concebida como un bien público, que debe ser garantizada por los Estados para toda la población a lo largo de toda su vida.
Asimismo se planteó que la universidad debe procesar un cambio profundo para desprenderse del modelo generador de la universidad profesionalista, mera fábrica de profesionales, funcionales a la lógica del sistema.
Y se pronunció por una formación universitaria inclusiva, integral, democrática, liberadora, basada en la reflexión ético- crítica de las relaciones de poder-saber, vinculada a los requerimientos y necesidades de nuestros pueblos y sus circunstancias; promotora de ciudadanas y ciudadanos libres, solidarios y comprometidos con la transformación social y la vigencia plena de los derechos humanos.
[10]
señaló que nuestras universidades no pueden estar ajenas a las situaciones de opresión y violación de los derechos humanos que se viven en
nuestros pueblos y en ese sentido expresó su solidaridad con las luchas de los movimientos sociales, contra las persecuciones y discriminaciones de distinto tipo, y se pronunció en contra de la criminalización de la protesta social, rechazando en particular cualquier avance de intervención militar extranjera en América Latina y cualquier intento de desestabilizar los sistemas democráticos.
Hacia el final y retomando la idea de generar nuevos espacios para el futuro, se me aparece la lectura que Juan Carlos Volnovich hace de un fragmento de “Los caminos de la terapia psicoanalítica” cuando dice que Freud: se animó a soñar que llegará el día en que el psicoanálisis estará al alcance de los pobres, llegará el día en que el Estado se hará cargo de la Salud Mental de la población, llegará el día en que el psicoanálisis será gratuito ….Y agrega: El clima de época (1918) ayudaba y pedía a gritos un psicoanálisis de emergencia para atravesar las turbulencias de una sociedad y una cultura en crisis, seguramente no fue casualidad que en ese momento se animara a soñar el futuro del psicoanálisis en clave socialista”.
A modo de cierre de este escrito pero de apertura para la reflexión colectiva quiero compartir con ustedes otra frase del escritor latinoamericano Eduardo Galeano
“La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos
y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para que sirve la utopía?
Para eso, sirve para caminar.”
[1]
Ponencia de la Lic. Susana de la Sovera en la Mesa Redonda “La formación profesional y el perfil del psicólogo frente a los requerimientos de la clínica actual” en el II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, 22,23 y 24 de noviembre de 2010, Facultad de Psicología, UBA. Dicha Mesa fue organizada por Psicólogos En Frente y contó con la participación de Susana Toporosi, Susana de la Sovera y la coordinación de Ileana Celotto.
[2]
Licenciada en Psicología, Especialista en grupos e instituciones. Docente e investigadora, Facultad de Psicología, UBA. susovera [at] hotmail.com
[3]
I y II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, 2009 y 2010, Facultad de Psicología, UBA.
[4]
Profesora Titular Plenaria de la Cátedra I Teoría y Técnica de Grupos, Facultad de Psicología, UBA.
[5]
Psicólogos En Frente (PEF) Lista de Graduados de la Facultad de Psicología, Minoría en el Consejo Directivo de la Fac. de Psicología de la UBA:
[6]
MESA REDONDA “La formación profesional y el perfil del psicólogo frente a los requerimientos de la clínica actual” (op.cit.).
[7]
El mismo día de esta ponencia, un poco más tarde, se aprobaba en el Senado, la Ley Nacional de Salud Mental.
[9]
Extenso 2009 - X Congreso Iberoamericano de Extensión Universitaria:” Hacia una universidad integrada y transformadora”, Montevideo, Uruguay, 5 al 9 de octubre 2009