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Cuando hay maltrato en relaciones amorosas/sexuales entre lesbianas

 
Notas sobre un espacio de asistencia

“Fui a [el servicio x] de atención en violencia. Cuando la psicóloga me preguntó por mi ex novia (…) y le dije que ella también era femenina -como yo- no entendía que una mujer femenina me pudiera pegar.”

“Me cuesta ir al dentista. Es acordarme de los dientes que me fue bajando G y me pone re mal.”

Cuando hablamos de maltrato entre lesbianas, las caras se desfiguran en expresiones de extrañeza “¿eso existe?” y parecen decir “ya no saben que inventar”.

Y han llegado a decir “eso no es maltrato, son dos histéricas que se agarran de los pelos.”

Entre los años 2004 y 2012, formé parte del equipo interdisciplinario del Programa Desalambrando, y luego ONG Desalambrando - Bs. As1 que fue pionero en Argentina en prevención, capacitación, asistencia e investigación sobre violencia/maltrato en relaciones sexo-erótico-afectivas entre lesbianas, y en visibilizar el papel que juegan al respecto las formas de violencia y producción de subjetividad patriarcales, heteronormativas y, en particular, lesbofóbicas. El programa tuvo como antecedente el trabajo realizado en Lesbianas a la Vista (grupo de activismo lésbico entre los años 1995 y 2001 en Bs. As.) donde se empezó a hablar del tema maltrato.

En lo personal, fui descubriendo que puedo enamorarme de y desear a personas de diferentes anatomías sexuales y géneros, y comencé a interrogar lo que me había sido asignado al nacer como combo sexo-género-orientación sexual. En la elaboración de esas vivencias me acompañaron Lesbianas a la Vista y los espacios de estudio sobre feminismos, diversidad sexual y perspectiva queer, y resultaron un obstáculo mis tratamientos y formación psicoanalíticos.

Sigo considerando indispensable el psicoanálisis desde una revisión crítica que permita hacer lugar a aquello que era impensable cuando escribieron Sigmund Freud y sus sucesores.

Quizás algún día las2 diferencias sexuales anatómicas puedan procesarse simbólica, cultural y socialmente como partes del cuerpo (con un potencial en relación al placer y la reproducción de la especie) sin necesidad de instituir sexos/identidades de género/expresiones de género binarias y excluyentes (es varón o bien es mujer) desde el nacimiento. O quizás coexistan diferentes subculturas con diversos modos de inscripción y elaboración de dichas diferencias y variantes de parentesco. Por ahora necesitamos las políticas identitarias (soy lesbiana, soy bi, soy trans, etc), pese a los problemas que éstas involucran, para sobrevivir y transformar lo mortífero del sistema.

Volviendo a Desalambrando, al espacio de asistencia llegaron mayoritariamente lesbianas víctimas / sobrevivientes de maltrato y -en menor proporción- consultaron lesbianas que reconocían estar ejerciendo violencia y solicitaban tratamiento al respecto. Funcionaron grupos de ayuda mutua a la par que dispositivos de asistencia individual. En este texto me centraré en la asistencia individual a lesbianas víctimas de violencia.

Para empezar, algunas consecuencias del patriarcado, la heteronormatividad y la cisnormatividad,3 son/han sido: en primer lugar la internalización de la lesbofobia social.4 Y, con variaciones según la época y el lugar geográfico, han implicado: pérdida de amor y/o apoyo de la familia de origen y otros seres queridos, aislamiento, pérdida de trabajo, consecuente pobreza, desprecio, insultos (“tortillera”,“marimacho”), humillación, omisión, invisibilidad, tratamientos psiquiátricos compulsivos, cárcel, campos de exterminio, pena de muerte, acoso, agresiones físicas, tortura, violación “correctiva”, muerte por suicidio o bien por asesinato (crimen de odio).

Lo cual colocaba y aún coloca a muchas personas en la disyuntiva de estar en el closet/salir del closet. Proceso gradual, que no suele darse de una vez y para siempre, ni en todos los ámbitos a la vez, y que se actualiza en cada nuevo espacio de circulación social.

El maltrato entre lesbianas “es el patrón de conductas violentas y coercitivas por las cuales una lesbiana busca controlar los pensamientos, las creencias o las conductas de su compañera o castigarla por resistirse al control que quiere ejercer sobre ella.”

Las violencias enumeradas se entraman y potencian con los efectos de otras formas de opresión y producción de subjetividad. Ej.: capitalismo, racismo, trato a migrantes y una lista que podría resultar infinita. Lo que hace necesario realizar lecturas que puedan ir de lo más macro a lo más micro,5 a fin de poner en conexión y al mismo tiempo diferenciar las determinaciones sociales más estructurales y generalizadas de un tiempo histórico social, respecto de lo regional, contextual, local, barrial, situacional, lo laboral, las redes, lo familiar y lo singular de cada quien. Y ubicar así para cada nivel, tanto lo que potencia formas de violencia como aquello que opera a modo de empoderamiento, cuidado, reparación y subjetivación.

Cualquier modo de organización social generará sus propios mandatos, su malestar, sus impensables. Pero eso no nos exime de intentar interrogarlos y desnaturalizarlos.

Una lesbiana víctima de violencia en una relación amorosa/sexual está en un segundo closet

Las relaciones de poder atraviesan todas las relaciones humanas y una relación igualitaria en términos absolutos es imposible. Pero es necesario diferenciar los conflictos y agresiones que pueden darse en el marco de una relación donde el poder circula y/o se va equilibrando, del fenómeno particular de alienación que se configura cuando hay un proceso gradual de sometimiento, con una pérdida de autonomía considerable.

La violencia del varón hacia la mujer inicialmente incluida en la violencia doméstica y luego conceptualizada como violencia de género, fue visibilizada por los movimientos feministas como una de las formas de expresión de la violencia patriarcal.6

La comprensión del patriarcado continúa siendo fundamental para analizar diversos modos de violencia contra las mujeres. Y se ha discutido qué papel podría jugar la internalización del patriarcado en el maltrato entre lesbianas.

La producción teórico clínica para la asistencia a mujeres heterosexuales cisgénero víctimas de violencia y -si bien de un modo más indirecto- las conceptualizaciones y propuestas de tratamiento para los hombres heterosexuales cisgénero que ejercen violencia, nos han aportado herramientas sumamente valiosas pero insuficientes para la comprensión y abordaje del maltrato entre lesbianas.7 A partir de la década de 1980 se comenzó a investigar y registrar lo que fue nombrado inicialmente como Domestic Violence y luego Intimate Partner Violence en parejas del mismo sexo y/o género en EEUU.8

Una de las pioneras en trabajar con violencia entre lesbianas y proponer una definición fue Barbara Hart:

El maltrato entre lesbianas: “es el patrón de conductas violentas y coercitivas por las cuales una lesbiana busca controlar los pensamientos, las creencias o las conductas de su compañera o castigarla por resistirse al control que quiere ejercer sobre ella.”9

Entre las cuestiones más reseñadas y constatadas por nuestro Programa /ONG para esclarecer las condiciones (que no es lo mismo que la causa) en las que tiene lugar la violencia entre lesbianas encontramos la invisibilidad forzada y el aislamiento generados por la lesbofobia social. El silencio y el aislamiento ocasionados por el contexto lesbofóbico se redoblan, entraman y potencian con los generados por el vínculo violento, así como con otras formas de opresión que pudieran estar en juego. Por todo esto se ha afirmado que una lesbiana víctima de violencia en una relación amorosa/sexual está en un segundo closet.

A partir de Bárbara Hart, vari*s autor*s mencionan el control lesbofóbico, como una forma de violencia específica que puede utilizar una lesbiana/bisexual que ejerce violencia contra su pareja, ante la posibilidad de que ésta se rebele, la deje o la denuncie (si es que esto último es posible). Sintetizando, consiste en amenazar a la víctima con revelar que es lesbiana ya sea a su familia, amigos/as, en su trabajo, etc. O bien, utilizar la orientación sexual/expresión de género en contra suya: ej.: decirle que merece lo que le sucede por ser lesbiana, usar esto para insultarla (ej. “torta de mierda”) o recordarle que nadie la va ayudar por ser lesbiana.

“Cambié el número de teléfono… me empezó a llamar todo el tiempo al teléfono del trabajo… me pone renerviosa, no sé cómo cortarle, me amenaza con venir en persona y contarles a todos que soy lesbiana.”

En relación a la invisibilidad forzada y el estigma social, la bibliografía incluye descripciones detalladas de los mitos y prejuicios que operan en relación a nuestro tema (entre otros: una mujer no puede ser violenta; suele ser violencia mutua; la que puede ser violenta es la lesbiana con expresión de género más masculina; si se queda es porque le gusta), con las consecuentes dificultades para acceder a espacios de asistencia, refugios y medidas de protección judiciales. Y la re-victimización en los casos en que se intenta pedir ayuda.

Mitos y prejuicios que constatamos en Desalambrando tanto al realizar talleres /capacitaciones, como en los relatos de quienes nos consultaban, cuando describían intentos previos de pedir ayuda.

“Empezó a golpear la puerta tan fuerte que pensé que la iba a tirar abajo. Llamé a la policía. Se la llevaron porque le encontraron marihuana, no por lo que yo llamé.”

Los espacios de asistencia en violencia de género en relaciones heterosexuales entre personas cisgénero han aportado10: herramientas de evaluación de riesgos y estrategias de protección/cuidados, la intervención en superposición de problemáticas (ej. adicciones), la comprensión de las repercusiones de la violencia en el psiquismo cuando viene de un ser amado/deseado, los efectos en quien escucha/asiste a la víctima, las objeciones a los abordajes de “pareja” y, en particular, cómo las concepciones sobre el amor romántico y lo pasional, incluyendo los sacrificios y el altruismo en nombre del amor resultan funcionales al sostenimiento y la legitimación de la violencia.

Los celos, el control, la invasión, la dependencia, la posesión, la idea de “sos mía”, se encuentran naturalizados en nuestra cultura. Pueden analizarse en su conexión con la historia patriarcal del matrimonio/la pareja como instituciones (y sus problemas, entre ellos que el deseo sexual y el enamoramiento no suelen circunscribirse a la monogamia a largo plazo). Pero hay que tomar en cuenta que pueden llegar a operar también en parejas abiertas o en el poliamor.

El ciclo de la violencia y el síndrome de la mujer golpeada11 o bien las variantes de la alternancia de momentos de amor y violencia, la convicción de que es “el amor de mi vida”, la expectativa de poder quedarse con la “parte buena de la persona amada y lograr a través del amor cambiar su “parte mala” suelen ser lugares comunes a víctimas lesbianas y heterosexuales.

Para la escucha y la asistencia, hay que considerar los efectos traumáticos de la violencia y el desmantelamiento subjetivo que ésta genera.

La violencia se va instalando gradualmente y en su base siempre encontramos el maltrato psicológico, que abarca una variedad de mecanismos (incluyendo la descalificación, la manipulación, el doble discurso y la intimidación) que van horadando la autoestima. El cuerpo y la subjetividad van siendo tomados progresivamente por las necesidades y pensamientos de quien ejerce violencia.

Es fundamental una escucha atenta, cálida, respetuosa y activa, y evitar un tono de juzgar a quien consulta. En conjunto con la escucha de lo singular, realizar preguntas que tiendan a clarificar y devoluciones que ayuden a la víctima a comprender lo que ha sido llamado entrampamiento, telaraña, laberinto en que se encuentra y los efectos particulares de sujeción, repetición, disociación, distorsión de la percepción, negación y minimización que esta forma de violencia genera.

“Empezó a golpear la puerta tan fuerte que pensé que la iba a tirar abajo. Llamé a la policía. Se la llevaron porque le encontraron marihuana, no por lo que yo llamé.”

Al igual que en las relaciones heterosexuales, quien maltrata suele ocuparse de hacerle sentir a la víctima que no puede vivir sin ella y de aislarla de su entorno.

Cuando hay violencia, intentar terminar la relación parece involucrar riesgos y pérdidas similares en víctimas lesbianas y heterosexuales. Las víctimas lesbianas también se encuentran en situaciones donde dejan atrás objetos personales incluyendo la propia casa (para salvar la vida), sufren el acoso post separación (con su alternancia entre intentos de seducción y muestras de arrepentimiento; y amenazas de suicidio o de violencia mayor dirigidas a ellas o a sus seres queridos) y, en algunos casos, también el asesinato.

Se suma a esto que si ambas formaban parte de un mismo grupo de amigas y/o ámbito lésbico (que a veces es el principal sostén afectivo), separarse puede implicar quedar aún más aislada.

Trabajar con la lesbofobia y/o la bifobia o transfobia internalizada y sugerir la participación en nuevos espacios que incluyan explícitamente la participación de lesbianas y bisexuales, ha tenido efectos terapéuticos y, en algunos casos, ha colaborado con la reconstrucción de una red afectiva contribuyendo, además, a que la ex pareja no sea percibida como el único amor posible.

Trabajar con la lesbofobia y/o la bifobia o transfobia internalizada y sugerir la participación en nuevos espacios que incluyan explícitamente la participación de lesbianas y bisexuales, ha tenido efectos terapéuticos

La mayoría de las que fueron víctimas de violencia y sostuvieron los espacios de asistencia en el tiempo pudieron: registrar la captura y aquello que de la otra las ataba, correrse de lugar, separarse definitivamente (a veces luego de reiteradas separaciones y reconciliaciones), registrar el propio enojo (o resentimiento), perdonarse por no haber podido salir antes, y hacer el duelo por lo perdido junto con el vínculo. Que puede incluir cuestiones tan disímiles como el lugar que tenían para la otra, aquello que de la otra les generaba amor y deseo, secuelas físicas, fotos, objetos de valor efectivo y/o económico, amistades, tiempo de vida y proyectos personales.

También pudieron situar las coordenadas para rearmar lugares de autonomía, proyectos, redes afectivas y abrir las puertas a nuevas historias, desde otra posición en relación al amor.

Bibliografía

Bosch, E.; Ferrer, V. y Alzamora, A.: El laberinto patriarcal. Reflexiones teórico-prácticas sobre la violencia contra las mujeres. Barcelona, Anthropos, 2006.

Chan, C., Senior Researcher, Australian Domestic and Family Violence Clearinghouse (2005): Domestic Violence in Gay and Lesbian Relationships.

CIDH Comisión Interamericana de Derechos Humanos: Violencia contra Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex en América. 2015 OEA/Ser.L/V/II. Doc. 36.

Eiven, L.: Por los pliegues de la violencia doméstica entre lesbianas Abriendo el camino para salir del segundo closet. 1er Encuentro Nacional de la Diversidad Sexual de las Mujeres, Colombia, Octubre 2006.

Kirkwood, C.: Cómo separarse de su pareja abusadora. Buenos Aires, Ediciones Granica S.A., 1999.

Lobel, K. (editor): Naming the Violence. Speaking Out About Lesbian Battering. Seattle, Washington, The Seal Press, 1986. Artículos traducidos por Alejandra Sardá, 1995.

NCAVP (National Coalition of Anti-Violence Programs) y The New York City Anti-Violence Project: Reportes y publicaciones disponibles inglés en la Página Web: https://avp.org/resources/reports/.

Renzetti, C.: Violent Betrayal: Partner Abuse in Lesbian Relationships. Newbury Park, California, SAGE Publications, 1992. Traducción de algunos capítulos: Alejandra Sardá. Bs. As., 1995.

Ristock, J.: No more secrets. Violence in lesbian relationships. New York- London, Editorial Routledge, 2002.

Toro–Alfonso, J. y Rodríguez-Madera, S. (Comp): Al margen del género: La violencia doméstica en parejas del mismo sexo. Puerto Rico, Huracán, 2005.

Tron, Fabiana: Violencia en relaciones íntimas entre lesbianas. Una realidad invisible. Ponencia presentada en el Encuentro “Entre Nosotras”, Rosario, Argentina. 2004.

Velázquez, S.: Violencias cotidianas, violencia de género. Bs. As, Paidós, 2004.

----------------  Violencias y familias. Implicancias del trabajo profesional: el cuidado de quienes cuidan. Buenos Aires, Paidós, 2012.

Vickers, L.: The Second Closet: Domestic Violence in Lesbian and Gay Relationships: A Western Australian Perspective. Electronic Journal of Law, Volume 3, N° 4, December 1996.

Walker, L.: Descripción del ciclo de la Violencia Conyugal, en The Battered Women. San Francisco, Harper Colophon Books London, 1979. Traducción del inglés: Lic. María Cristina Vila.

-------------  Terapia para sobrevivientes con mujeres golpeadas. Revista Argentina de Psicología Clínica. Vol. VIII - Nº 3. Noviembre de 1999.

Notas

* Diplomado Interdisciplinario en Estudios de Género (UCES). Estudios de postgrado en psicoanálisis, sobre diferentes formas de maltrato, en coordinación de grupos y psicodrama, entre otros. Psicóloga del CeSAC N° 15 (CABA, Argentina).

1. Desalambrando / Desalambrando - Bs. As. funcionó desde el año 2002 al año 2014. Este escrito es un recorte de textos no publicados. Y no sería posible sin la elaboración conjunta de experiencias y bibliografía de quienes fuimos parte del Programa/ ONG y quienes colaboraron con ambos. Agradezco especialmente a Fabi Tron (Fundadora), Laura Eiven (Coordinadora), Sandra Soldati, Yolanda Orozco, Ivana Otero, Lucía Heredia y Alejandra Sardá.

2. “Las” y no “la”, entre otras cosas, para reconocer la existencia de bebés intersex. Entre otr*s, hay libros y artículos en internet de Mauro Cabral.

3. Algunas de las autoras que han trabajado sobre lo que implica vivir como lesbiana en nuestras sociedades son Adrienne Rich, Audre Lorde, Monique Wittig, Gayle Rubin, Teresa de Lauretis, Judith Butler. Para definiciones de cis y hetero normatividad ver CIDH (2015).

4. La lesbofobia social ha sido descripta como miedo, odio, rechazo hacia las lesbianas. Actualmente empieza a preferirse “violencia por prejuicio sexual”. Hay artículos disponibles en internet de Carlos Barzani (www.topia.com.ar) y María Mercedes Gómez.

5. En estudios sobre maltrato suele retomarse el Modelo Ecológico para desglosar niveles y ubicar tanto factores de riesgo como de protección.

6. Para violencia patriarcal, ver escritos de Rita Laura Segato.

7. Varios de los puntos que sintetizo a continuación sobre maltrato entre lesbianas, son mencionados y/o retomados por diferentes autor*s. Entre otros, en artículos de Hart, B., Benowitz, M. y Hammond, N. en Kerry Lobel (1986) así como en Renzetti, C. (1995); Chan, C. (2005); Vickers, L. (1996); Ristock, J. (2002); José Toro - Alfonso, J. y Rodríguez- Madera, S. (2005), Eiven, L. (2006), Tron, Fabiana (2004), NCAVP (ver nota 8).

8. La NCAVP y The New York City Anti-Violence Project publican reportes anuales acerca de Intimate Partner Violence y acerca de Hate Violence (Página Web: The New York City Anti-Violence Project).

9. Hart, Bárbara: El Maltrato entre lesbianas, un análisis, en Lobel, K. (editor) 1986. Traducción de Alejandra Sardá, p. 1, 1995.

10. Entre otras ver: Walker, L. (1979,1999), Velázquez, S. (2004, 2012); Kirkwood, C. (1999); Bosch, E. Ferrer, V. Alzamora, A. (2006).

11. Walker, L. (1979, 1999).

Patricia Claudia Rossi
Lic. en Psicología*
patricia_cr1972 [at] yahoo.com.ar

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Articulo publicado en
Abril / 2018

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