Rostro y bisturí | Topía

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Rostro y bisturí

 

Heridas y ojos.

 Son bocas que nunca mienten

Calderón de la Barca

 

Marilyn una muchacha de 18 años, hija de abogada y médico soñaba con terminar su secundario con el regalo más preciado. Una cirugía de su rostro, algunos pequeños retoques de nariz y pómulos. Con el cirujano plástico eligieron los diferentes modelos de nariz y pómulos que los programas computarizados ofrecían a partir de su foto. El elegido fue el menos intrusivo, pequeñas modificaciones, para resaltar su belleza. Merece una reflexión aparte el tema de: adolescencia-regalo-bisturí. ¿Qué incompletud se homenajea en esa mutilación? Llegó el día, dos meses antes de la fiesta de cumpleaños.

Marilyn sucumbió en el cambio. No se reconoció frente al espejo, dejó de asistir a la escuela, se encerró en su cuarto. Brotó el odio que borra los espejos y perdió el curso de verano del CBC, así como perdió su nombre de rasgos cambiados. Fue derivada por su psicoterapeuta. El cirujano plástico me explicó la insistencia de Marilyn de volver a ser intervenida para encontrar los rasgos perdidos.

Vino con su madre a la entrevista y di paso a una señora elegante y mundana y a una joven vestida de negro, sin rostro, sin palabras. La madre lo dijo todo y cuando pedí quedarme a solas con ella, observé su inquietud en el balanceo de su pie izquierdo, acerqué mi silla y me plegué a su movimiento con un pequeño roce de zapatos, sólo el balanceo nos mantuvo en contacto. Así comenzó mi acercamiento a la joven del otro rostro.

¿Cómo reconstruir imagen? ¿Qué implicancias significaba esa adaptación? Consumismo -  moda - cosmética del bisturí y tiempo pueden llegar a la fractura más profunda en el marco  de la construcción de identidad, ya que se instala sobre un tiempo inasible, lo pasado, el rostro perdido. Frente a lo nuevo, por esto es tan significativo que se lo quiera hacer coincidir con una fecha clave, de ritual de pasaje, como es el paso del tiempo al cumplir años, frontera entre un antes y un después.

 

Etapas de un diagnóstico y tratamiento sobre imagen corporal

 

Para Marilyn, “La nueva identidad es una identidad sin persona” (Agambem) y ha perdido sentido, por lo tanto hay que retrabajar y desandar un camino que la constituía en su rostriedad. La clínica corporal puede desplegar dispositivos que se asientan específicamente en la pérdida de apropiación y la recuperación del cuerpo sabiendo que siempre es “otro” cuerpo, siempre es máscara “lo propio”. La acción está en el aventurarse a perder y encontrar desde la corporeidad misma el oscilar entre posibilidad-imposibilidad. Belleza-fealdad. Caos vital. A partir de diferentes técnicas corporales, modelado en arcilla, dibujos, fotos, Mapas Corporales[1], escenas, disfraces y máscaras iniciamos el recorrido.

Primer ciclo: Ahondar el ocultar.

 

Intensificar la paradoja del esconder. Tapé el espejo con tela negra, le ofrecí un retazo de tul negro para cubrir su cara y recostada sobre el piso escuchábamos música por ella conocida. Yo comenzaba un relato que ella completaba con otra frase. Y paralelamente, le indicaba zonas de su cuerpo para estimular la percepción e ir tomando conciencia de las mismas, imaginarlas en movimiento. A veces abrir y cerrar la boca y los ojos para espiar la luminosidad, un color o forma en el espacio. Así como imaginar alguna escena entre sus padres o amigos en que ella estuviera ausente y de pronto se introducía y registraba las modificaciones que ocurrían.

 

Segundo ciclo: El movimiento. Revelar y ocultar. Mapa Corporal

 

Empezamos con movimientos envuelta en una tela que ella elegía.

La tela negra que cubría el espejo sirvió para construir un Mapa Corporal ya que, por ejemplo, con tiza para tela dibujaba su mano sobre la misma y luego la recortaba.  Este recorte “ventana abierta” permitía ver su mano en el vacío dejado por la tela reflejada en el espejo. Este Mapa se realizó también a partir del recorte del dibujo de un pie y con el rostro cubierto por el tul donde en ese ovalo de tela ausente se veía su rostro velado de tul.

“Los Mapas del Cuerpo son organizadores del cuerpo, de lo psíquico, de la relación con los otros, y evidencian modalidades de comunicación con los demás”.[2] Dice Le Breton en el prólogo del libro refiriéndose a los Mapas que: “Al proyectarse estos en el espacio el individuo brinda el material para efectuar un trabajo sobre sí. Hacer de su cuerpo un laberinto de objetos lúdicos, a la vez desprendidos del yo y expresiones del mismo, transformarlo en playa, en fruto o en constelación de dibujos, constituyen un rodeo para al fin encontrarse”.[3]

 

Tercer ciclo: Máscaras  y fotos

 

Consistió en sujetar máscaras con alfileres sobre la tela del espejo que fueran elegidas según sensaciones que tenía en su rostro antes de la cirugía y después de ésta. Con las máscaras elegidas se intensificó la gestualidad y energía de los personajes que iban apareciendo. Cuando usaba las máscaras anteriores a la operación predominaba lo infantil y una timidez de silencios, mirada al piso, desaparecer detrás de los otros. Cuando elegía aquéllas que representaban su nuevo rostro oscilaba entre las más agresivas, o femeninas o con rasgos seductores. Probó estas máscaras, incluyó disfraces, construyó personajes recuperando los relatos que aparecieron en el primer ciclo. Se trataba de reconstruir con máscaras una historia de vida ficcional y real de una adolescente frente al cambio donde no sólo los rasgos físicos estaban en juego sino los otros, aquellos que marcaron y marcan la transformación y el crecimiento. “El objeto máscara suele acentuar o producir un efecto de lupa, sobre una actitud corporal determinada. Remarca y da una “figurabilidad” mayor al sumar rasgos, sobre rasgos. En estos casos constituye un objeto facilitador para la elaboración diagnóstica y la direccionalidad el tratamiento”[4].

Realizó también su cuerpo y su rostro en arcilla donde representó las modificaciones de la cirugía con pedazos superpuestos, sin apropiárselos, sin piel podría decirse.

Cuando amplió las fotocopias de su cara a tamaño real (la actual y la foto anterior a la cirugía) y las colocó primero en la tela negra que cubría el espejo y luego recortó  la tela y en el hueco intercambiaba las dos fotos- máscaras hasta mirarse ella misma en el espejo. Le llamamos “el juego de las tres máscaras” que la llevaban a gestos, movimientos y comentarios diferentes. Un día sacamos la tela que cubría el espejo y en un acto ceremonial, parada delante del mismo, primero con ojos cerrados y luego al abrirlos permaneció en silencio apropiándose de la imagen reflejada.

Estos ciclos descriptos se dieron tramados entre sí, según mi percepción del momento en que ella se encontraba. Como especialista en imagen corporal[5] podría decir que en la medida que ella en ese primer ciclo, podía construir relatos y sentir su cuerpo, y no se asustaba de concientizar y registrar sensaciones y podía nombrarlas, es decir, hablar de ellas como zonas vitales tanto de datos recibidos por su musculatura, como de su respiración o de otros órganos. Esta etapa me posibilitaba adentrarme en lo que mencioné como segundo ciclo, es decir, el movimiento corporal, en juego con los ritmos propuestos, y el ocultar y revelar a partir del recorte de la tela que cubría el espejo. Este momento implica atravesar estructuraciones y desestructuraciones de la imagen corporal como dinámica inherente a la construcción de la misma. Este trabajo se sustenta en que si no hay plataformas de imágenes sobre la cuales ahondar “lo que estaba dado” (Foucault), es decir, no se trata de recuperar una imagen de sí perdida (un rostro) sino reconstruir imágenes vividas, o improntas que pudieran dar sentido o alojar nuevas, eslabonadas con mayor o menor intensidad con aquello vivido en su cuerpo. Como observé que era posible transitar esta etapa le propuse el uso de las máscaras, el adentrarse en el “otro”, es decir, seguir buceando en la fantasmática alojada en su cuerpo para ir desenmascarando aspectos conocidos u ocultos de ella misma que se condensaban en las máscaras. En el juego de correr el telón del espejo y alternar imágenes de fotos actuales de su rostro anterior y de su mirada sobre el mismo, me dio el indicio de un rumbo que toleraba y podía transitar la desestructuración pasado-presente. Yo-otro. Pérdida de imagen-reconstrucción de imagen.

Cuando Marilyn buscó al cirujano plástico como a un padre Dios bueno que le cambie el rostro pero “a la corta” se encuentra con el sacrificio de serle eliminado. ¿Qué cuerpo se hace presente y cuál es su materialidad? Es el cuerpo anatómico, imaginario, simbólico y real. Real cuando no puede verse en el espejo, imaginario el de la ilusión, simbólico en relación al universo que se presentifica. La materialidad del cuerpo tiene que ver con el otro, con el espíritu, con el vacío. Lo paradójico de su reacción post quirúrgica: es el grito de quien no se reconoce, que está perdida y que no se encontró con esos cambios.

En la primer entrevista, cuando me plegué a su movimiento con el roce de zapatos, y el balanceo nos mantuvo en contacto, fue un modo de salir del padre sacrificial y encontrar otra figura que la acompañe en un movimiento supuestamente sin importancia, quizás una figura maternal que valorizara su presencia y su cuerpo en el aquí y ahora.

Tener en cuenta la confabulación entre el contexto social y familiar, con los deseos de Marilyn habían construido una trampa, centrada alrededor de la conquista de una supuesta “belleza” Esa belleza que siempre es velo, máscara, ilusión de armonía, esconde el caos, lo siniestro. “Se da la sensación de lo siniestro (Trias) cuando algo secretamente deseado por el sujeto, se hace de  forma, realidad” adquiere rostro con el bisturí. Arremete y es “Cuerpo”, límite, frontera entre polaridades irresolubles.

 

Elina Matoso

Directora del Instituto de la Máscara

www.mascarainstituto.com.ar

Profesora Titular U.B.A.

Directora de la Diplomatura Corporeidad y Psicodrama U.A.I

www.facebook.com/institutodelamascara

 

Notas

 

 

[1] Buchbinder, M- Matoso, E: Mapas del Cuerpo. Mapa Fantasmático Corporal. Editorial letra Viva-Instituto de la Máscara 2011

[2] Obra citada.

[3] Obra citada.

[4]Matoso, E: El cuerpo territorio de la Imagen. Letra Viva- Instituto de la Máscara 3 Edic. 2010.

[5]La clínica de la imagen define una modalidad de encarar la corporeidad y la subjetividad, desde el lugar específico del trabajo corporal expresivo-escénico con máscaras y el relevamiento del Mapa Fantasmático Corporal.

 

 

 
Articulo publicado en
Abril / 2013

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