Parafraseando a Giuseppe Verdi, quien dijo “Hay algo en la música que es más que melodía y mucho más que armonía: música”, me atrevería a decir que hay algo más en la vida que es mucho más que el ciclo de nacer y morir y las circunstancias del camino: vida. La vida es, en definitiva, lo que hacemos con nuestras circunstancias.
Sobre los diferentes ritmos que plantea el devenir, dibujamos la melodía de nuestras acciones, escribiendo una partitura que reinterpretaremos acorde con las nuevas circunstancias que surjan. Reinterpretaciones que también son improvisaciones, creaciones, a partir de una melodía dada (la memoria) que en el presente (ahora) es ejecutada a un ritmo y una tonalidad diferentes. Ritmo y tonalidad que parten del aquí y ahora como una posición interior diferente para conectarse con ese material. Posición que es apertura a un nuevo flujo emocional, que incidirá en toda la estructura de la obra, de la vida.
El cuerpo denuncia nuestros límites, el principio y el fin. En él anida nuestra conciencia de la muerte. También es nuestra conciencia de la vida