Silvia Bleichmar | Topía

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Silvia Bleichmar

SILVIA BLEICHMAR

…No es un libro de historia. Es un libro de una historia viva en la que estamos todos implicados, es un libro que nos toca profundamente. Yo cada capitulo que leía me iba preguntando donde estaba, que hacia en esos días, que ocurría en esos momentos.

Y es muy impactante como uno va enganchándose en ese tren en marcha en el cual se sitúa a partir de cierto momento y donde tiene un sensación de que distintos mundos que se estaban jugando en un país tan complejo como el nuestro.

Fernando Ulloa dice una cosa en el prólogo- es un prólogo muy cuidado, realmente- “¿Porqué en la dupla que escribe este libre se advierte ese vaivén entre el relato y la narración si ellos aquí están escribiendo una historia?.” Yo comparto la idea de que hay que rediscutir si esto es una historia. Pero de todas maneras… dice “Obviamente porque ellos tienen una extensa práctica en modificar el mundo, no porque lo pongan metafóricamente en un diván, sino porque meten el cuerpo trabajando como psicoanalistas en el campo social y esto se les nota en la escritura, transferido a la lectura que de la historia de la Salud Mental y el psicoanálisis nos presentan.”

Y yo diría que meten el cuerpo también en el sufrimiento. Porque la cuestión de meter el cuerpo en los procesos sociales tiene que ver con un compromiso mucho más amplio, de aquellos que seguimos creyendo que el psicoanálisis es un compromiso con el sufrimiento humano y con su posibilidad de crear mejores condiciones para quienes lo padecen. Inclusive preguntándonos ¿cuál es el malestar al cual hoy el psicoanálisis se enfrenta? Cuando yo escucho a algunos colegas que siguen diciendo, como decía Freud, en “El porvenir de una ilusión” que el problema del hombre es el enfrentarse con la naturaleza, y pienso que lo más amenazante que padece hoy el hombre es la sociedad y no la naturaleza; que precisamente se ha avanzado enormemente en el dominio de la naturaleza, y al mismo tiempo se la ha dañado gravemente; y si nosotros pensamos en un país como el nuestro, ¿Freud qué diría de un pais que produce 80 millones de toneladas de grano y tiene el 50% de la población hambreada? Con lo cual el problema del hombre no es el dominio de la naturaleza a esta altura del siglo XXI. Y sin embrago, se sigue planteando cuál es la manera de aliviar ese sufrimiento.

En el libro, dicen “el pasado parecía ser un desaparecido más”. Y esta es la intención de trabajar este libro. Cuando Tato contaba que él nombraba a ciertos personajes que nadie conocía; nombraba a Goldemberg, yo tengo dos experiencias cuando llegué de retorno al país. Uno era un chiste, que hacía que no entendía nadie (esto me pasa a veces, pero esto era peor..) Yo decía (discutiendo cierto idealismo lacaniano) si yo les digo que la historia realiza logos, ustedes no lo creen; pero si yo les digo que el niño realiza el deseo- discurso de la madre, ustedes se lo tragan. Y todos me miraban como diciendo ¿lo qué?. Yo hablaba de una polémica con Heggel, que había sido perimida hacía muchos años y sepultada, por las condiciones en las cuales se había producido la fractura de esta historia.

Con lo cual hay desaparecidos respecto a personajes en la historia argentina. El segundo ejemplo brutal que tiene que ver con lo que Tato cuenta fue una experiencia que tuve hace ya varios años, en una jornada donde un grupo hospitalario traía un caso y como gran descubrimiento, decía que el paciente psicótico era un emergente de la estructura; y no sabían quién era Pichón, esto era absolutamente impactante. Con lo cual, volvían a descubrir la teoría del emergente, la veían como un emergente estructural y nunca se les ocurría que eso tenía que ver con un procesamiento de un modo de pensar dentro de la historia del psicoanálisis argentino.

Por eso yo creo que ese libro además es una deuda. Una deuda de nosotros con nosotros mismos. Y yo les quiero agradecer muy particularmente que empiecen a saldarla. En el sentido de que tanto Alejandro como Enrique se han tomado sobre sí la tarea de este comienzo de un saldo.

En realidad, esta cuestión de si es una historia, un relato, qué es; no importa. Lo que importa si es que no es una historia cerrada. Y yo concuerdo con esta idea de que la historia la escriben los vencedores; en este caso la escriben los sobrevivientes. Y no los sobrevivientes solamente a nivel biológico, sino a nivel intelectual.

Primo Levy habla en un libro maravilloso de cuentos donde va trabajando desde la química los distintos elementos, dice “y vinieron los sobrevivientes. No solamente los que permanecieron vivos, sino los que todavía seguían pensando, creyendo y produciendo.” Y esos son los sobrevivientes que están hoy acá, que estamos hoy acá, que están afuera haciendo cosas, y en ese sentido creo que la derrota se mide por la capacidad de hacer.

La segunda cuestión es que por supuesto el libro tiene testimonios orales, que como todo testimonio oral ve desde algún cierto lugar las cosas. Y no necesariamente quien estuvo en un lugar dice toda la verdad, como nosotros sabemos. Porque inevitablemente quien estuvo en un lugar tiene su propia versión de los hechos; por ejemplo, hay algo muy curioso en el libro, que es que la noche de los bastones largos remite a la intervención en Exactas, a la llegada de la policía a Exactas. Yo recuerdo la entrada en Filosofía, me acuerdo cómo cantamos el Himno, muchos de los presentes estaban. Por supuesto, era una época en la cual se produjo un encuentro. Tato nos trae la historia de las vicisitudes y fracturas de la Institución y yo traigo la historia del movimiento estudiantil, del pensamiento y de la política; ¿porqué? Porque es verdad que a fines de los 60 se produjo un encuentro entre los jóvenes militantes, y los psicoanalistas que venían de descubrir que el psicoanálisis no podía ser más adaptación y establishment y no querían seguir sometiéndose a la perversión elitista de la Institución oficial. Yo creo que hay algo absolutamente extraordinario que curiosamente se plasma en esta mesa. Porque, si ustedes ven el desarrollo del libro, hay cosas que no han sido planteadas. Por ejemplo, todo el debate alrededor de la figura de Politzer. El es un gran desaparecido en la historia de la psicología. Yo les pediría a los muchachos que sean recatados con su trostkismo de acusarlo de estanilista a Politzer…pero de todas maneras no es grave; decir que se fue al estanilismo porque se hizo comunista Politzer que lo liquidaron los nazis…

Lo interesante es el debate que se plantea respecto a Politzer. En primer lugar, las contradicciones teóricas que se formulan. Sin que Alejandro y Enrique pretendan entrar directamente en la cuestión del debate, el tema Politzer es apasionante porque muestra, de manera paradigmática, cómo un autor que tiene una cierta posición política puede tener filosóficamente, una posición que puede servir para otra cosa. Digo esto porque Politzer es extraordinario. Cuando Masotta empieza a trabajar sobre Politzer, lo presenta para justificar el ingreso de Lacan, y no lo puede hacer sin justificarlo en los años sesenta sostenido en el marxismo. Porque el marxismo en ese momento, es la ideología dominante de los sectores intelectuales. No de la Institución psicoanalítica, pero si de la Universidad, de los periodistas. La pelea en el campo intelectual es una pelea en el interior de la izquierda. El campo intelectual no tiene casi derecha en los años sesenta, esto es muy impactante. Y paradójicamente, esta confusión entre abstinencia y prescindencia que tiene la institución psicoanalítica en esos años, la deja fuera del debate intelectual. La preserva durante los años de la dictadura, y la lleva al fracaso con el retorno de la democracia. Esto la hace vagar por el desierto cuarenta años, y recién hoy se vuelve a plantear la posibilidad de que la institución psicoanalítica – y esto se nota en las actividades que hace, se nota en las múltiples instituciones sicoanalíticas que hay, oficiales o no.Esto es el efecto de ese movimiento fenomenal que se produce en los sesenta. Los sesenta son un momento privilegiado, y yo quiero leer algo que tiene que ver con eso, que es una impresionante intervención, lo que fue el coloquio del ‘59 de la Asociación Psicoanalítica Argentina, donde se discuten las formas con las cuales se posicionan los candidatos en el interior de la institución; es como la asamblea del año ‘13 de la institución psicoanalítica. Es indudable que empieza a venirse abajo el Estado de bienestar en la Argentina. Con lo cual, la aparición de “Plataforma y Documento”, al calor del Cordobazo, por supuesto, y de esos movimientos sociales impactantes, también tiene que ver con que en el interior del psicoanálisis se empiece a encontrar la falla del estado de bienestar. Y termina pasando con los años lo que pasó con la pirámide del dólar: mande 10 cartas con 1 dólar, un día se corta y eso pasó hace unos años. Ya lo que se invertía en la formación- las 10 cartas- no daba para mantenerse. Con lo cual se cortó la pirámide. Y esto tuvo que ver no con la caída del psicoanálisis sino con la del estado de bienestar. Porque hay una cosa extraordinaria que dice Tato y que es así; cómo el psicoanálisis ingresó en la Argentina, en una sociedad tan desgarrada, tan dolorida, tan sufriente. Y lo increíble es que la gente pueda decir cosas en la Argentina tales como “yo me analizo con un sistémico” Y esto es como la birome, o el Geniol. Son genéricos, el psicoanálisis hoy es un genérico, es un equivalente de cualquier tipo de psicoterapia. Y esto tiene que ver con la fuerza todavía convocante de un acuñamiento donde el sufrimiento individual se encara a través de algo que se llama psicoanalizarse, se haga el tipo de terapia que se haga. Esto es muy impactante porque tiene que ver con una cierta modelización con la que se fue haciendo el imaginario en la Argentina. Es verdad que no hay país en el mundo donde se haga eso, no existe. La mayoría de los hijos de mis amigos colegas psicoanalistas franceses no se analizan. Nosotros mandamos a todos los chicos a analizar. Una vez hablaba con una amiga analista y me decía: “.porque le puse el supositorio..” le digo ¿Cómo? ¿Vos le ponés supositorios a tu hija? – Sí, porqué?- me dice – Vos sos psicoanalista… - ¿Y qué tiene que ver? , me decía… Yo la miraba espantada, no lo podía creer. Porque para nosotros hay cosas que son impensables. Nosotros somos unos militantes, creemos profundamente; por eso nos analizamos, reanalizamos y seguimos haciendo cosas.

Decía que en esta asamblea del año ‘13 hay cosas extraordinarias, como ese libro que encuentran de ese tal Raúl que cuenta que se analizó durante dos años seiscientas sesiones. Un libro que fue publicado en Córdoba, y que el tipo termina con la siguiente conclusión: “Habían pasado dos años y siete meses desde el día que Raúl concurriera a la primera sesión de su frustrado psicoanálisis, y durante todo ese tiempo no pudo concretar una sola vez un diálogo como el que tantas veces deseó con su analista.” Y termina diciendo: “La experiencia de ser analizado es interesante y benéfica. No importa si el análisis llega a feliz término o no, - porque en realidad a Raúl se le agravaron todos los síntomas, y él acá lo dice- son muchos los conocimientos que suman a los que tiene el paciente y son muchas las enseñanzas útiles. Hace que el enfermo se conozca más a si mismo y con esa base aprende también a conocer más a los que lo rodean, y en general, a todos los que viven en su sociedad. Se hace más tolerante y acepta hechos y casos que antes no aceptaba, ampliando el horizonte de sus posibilidades en todos los sentidos. Lo que quedó como estaba, lo que no pudo ser modificado, (lo que se agravó quiero decir; porque es impactante como el tipo se va poniendo cada vez peor,) tiene que ver con esta idea de que si uno lo hizo, le tenía que hacer bien. Y lo que no pudo ser modificado, dejémoslo así; con una única experiencia no se puede generalizar. Y sin aprobar ni desaprobar, tengamos fé; una gran fe en el psicoanálisis que cura.” Dice el pobre hombre.

En el ‘59 aparece este simposio, que se llama “Relaciones entre psicoanalistas”. Y que es muy impresionante. Les leo algunos párrafos: “ Mauricio Abadi presentó un trabajo donde desarrolló la siguiente tesis: el grupo psicoanalítico es un grupo secreto que reprime su condición de tal. O sea, es un grupo con toda la fenomenología de las sociedades secretas disimuladas y sustituída, sin embargo, por ciertos rasgos derivados de la negación y la represión que el grupo hace en su condición de esotérico. Es un grupo. Eso se comporta como si fuera esotérico, secreto. Reprime su condición de secreto. Tiene una relación conflictual con su elemento de trabajo. Para superar estas dificultades surgieron la terapéuticas profiláctica, que tiene en cuenta estos problemas.”

Pero, Susana Rusty hace todo un desarrollo sobre las relaciones intragrupo planteando cómo los candidatos no podían armar un grupo entre ellos, de trabajo, porque estaban atravesados por sus conflictos y transferencias de sus didactas. Y, posteriormente aparece lo que dice Marie Langer que es extraordinario , dice con cierta ironía: “Los psicoanalistas nos diferenciamos de los miembros comunes de la Asociación Médica porque cuando un enfermo busca nuestra ayuda no nos conformamos con curarle su asma o su agorafobia, sino que pretendemos convertirlo en un hombre feliz”.

Acá hay algo muy interesante, que es la idea que introduce el psicoanálisis de que la Salud no es resolución sintomática. Idea que no tiene que ver con no hacerse cargo del malestar del otro, sino con poner en el centro la temática del sufrimiento. Más allá de esa ilusión, en esa época, de que se podía hacer feliz a alguien. Hoy nosotros pensamos que un paciente totalmente feliz está muy loco, yo decía el otro día en un Congreso sobre adolescentes, que si pretendiéramos formar adolescentes normales, por supuesto no serían sanos. Porque el problema de la normalidad es algo que ha estallado. En la época ésta se pensaba que salud y normalidad podían ir juntas. Y esto venía de la idea de lo adaptativo, en un país donde todavía se generaba la ilusión de la salida individual y de la posibilidad de un bienestar económico y moral. Sigue Mimi: “Los psicoanalistas comos diferentes a otros grupos médicos porque compartimos una misión mesiánica; pasamos nuestras horas de trabajo en alcobas ajenas, vivimos en un clima de incesto, esat nos convierte en los testigos de la intimidad de nuestros héroes o de nuestros enemigos. Nuestra obligación de la felicidad convierta toda la desgracia en falla y causa de ocultamiento.” Esto es absolutamente extraordinario. Y como resultante del Congreso, porque se estaba trayendo el tema de la hipocresía psicoanalítica. Y tiene que ver con las formas con la cuales un analista solo se podía garantizar su trabajo disimulando su enfermedad, o su padecer.

Me parece que es muy interesante la forma en que en ese coloquio se plantearon el malestar en la institución. Y se perdió, no hubo posibilidad de darle la importancia que tenía y todavía había exceso de posibilidades de poder para los analistas, como para tomar en cuenta, en el malestar que se iba produciendo. Esto después de muchos años tuvo que ser retomado cuando la sociedad económica en la Argentina, liquidó al sujeto supuesto saber y la transferencia sobre los analistas. Quiero decir que hoy, uno de los problemas mas serios que tenemos los analistas es que no hay estamentos respetados por la gente .Que la gente se ha convertido toda en analista; todos buscan las condiciones de enunciación mas que creer en el enunciado; la pregunta que se hacen no es qué se dice sino porqué se dice. De manera que, esto ha hecho también caer la transferencia sobre los estamentos. No se cree en los abogados, ni en los médicos, ni en los analistas; se cree en ese médico, en ese abogado, en ese analista. Y esto ha clivado en las instituciones psicoanalíticas poniendo en relevancia la función del sujeto, nuevamente; contra el anonimato con el cual circula la práctica a través de las prepagas.

El libro tiene batallas superpuestas, esto es también muy hermoso. Las batallas superpuestas que tienen que ver con la forma con la que se van planteando batallas políticas de las instituciones psicoanalíticas, no teóricas, en el marco de las grandes batallas del país. Esto produce como una sensación un poco vergonzosa, lo quiero decir porque tuve esa sensación. Pero al mismo tiempo, va marcando permanentemente el esfuerzo por seguir produciendo en las condiciones más inhóspitas. Y eso contrabalancea esta cuestión de las batallas políticas pequeñas intra o inter institucionales. El hecho de que los psicoanalistas hayan seguido pensando dentro de ciertos límites y produciendo y atendiendo a los pacientes en las peores condiciones. Algo que a veces no nos damos cuenta. Es como un milagro que en un país donde la gente tiene que leer la letra chica, uno a fin de mes cobre y sepa que va a pagar las cosas de gente con la que no tiene nada firmado. Esto es un privilegio único en las condiciones de vida en que estamos. Y creo que a veces no nos damos cuenta, pero que puede haber clientelismo en nuestras instituciones psicoanalíticas, pero no hay corrupción seria salvo en los bordes. Aparecen modos de clientelismo, aparecen bolsones de corrupción pero el estamento en su conjunto sigue atravesado con la idea de seguir comprometiéndose con la cura y con el sufrimiento y con el conocimiento. Más allá de las burocratizaciones y pavadas que conocemos y del usufructo de una transferencia sobre una teoría que realmente, yo digo que se ha convertido en una teoría como las tierras no cultivadas de los grandes latifundios, que se llena de vizcacheras, y vive de la renta de lo que sigue produciendo y no de lo que produce realmente. Pero creo que tenemos que tener en cuenta que participamos de un campo que tiene todos estos aciertos y desaciertos.

Quisiera terminar con lo siguiente. Uno de las cuestiones que se plantean es si hubo o no una escuela argentina, el libro lo trae como problema. Hubo o no hubo una escuela argentina o hubo un movimiento psicoanalítico argentino, que son dos cosas diferentes. Yo les propongo que lo busquen y lo lean y es para pensar, esta idea de si hubo no una escuela. Hubo autores indudablemente en la Argentina, como Pichón, como Mimi, como Bleger; hubo autores, que se siguen leyendo incluso en el exterior. Pero la pregunta es si eso implica un escuela, con un corpus teórico, con una forma de pensar. Esta es una cuestión que queda abierta. Creo que una de las cosas que imposibilitó, en mi opinión, la constitución de una escuela argentina entre otros fue el nivel de alienación colonialista con los cuales los argentinos se subordinaron a los grandes centros deponer intelectual y cultural. Porque creo que había con qué producir cosas extraordinarias en nuestro país. Y creo que alienamos, así como alienamos nuestras riquezas, alienamos parte de un pensamiento muy fecundo que no logró constituírse como Escuela a partir de esto.

La última cuestión entonces, el modo con el que está planteada la crítica; Tato aludía un poco a eso. Me parece importante marcar dos aspectos de la crítica. Uno, que es una crítica en la que no se confunde el disenso con la transferencia negativa. Y aunque parezca una tontería, creo que es hora de que sepamos que hay visiones sobre el mundo y cuestiones que se debaten.

La segunda cuestión que me parece muy importante, es que este libro es un punto de partida. Cuando yo señalaba lo de Politzer, que me impresionó mucho porque Laplanche dice en el coloquio de Boneval que no se puede desconocer que Politzer marcó una generación de franceses, que más allá de haber abandonado la psicología. El era un filósofo, no un psicólogo, como sabemos; con lo cual la imputación que se le hace de haber abandonado la psicología es extraordinaria. Deben leer el debate en el que participan Leon Rozitchner, Bleger y Caparros. Lo importante es que, desde una posición, como es la de Bleger, tan jugada, no puede dejar de repetir que el haber dejado la psicología, por Politzer, fue un gran error y una suerte de automutilación psíquica. Sin entender que este hombre vivía en la Francia ocupada, pero ocupada en los inicios de la Segunda Guerra, y que además estaba decidido a darle su sentido a todo. Hay un diálogo que está retomado, de alguien con el Che; -¿Cómo puedo yo contribuír la revolución? – Usted qué hace? -Soy biólogo – Ah, yo fui médico, le contesta El Che.

Es extraordinaria la respuesta. Porque tiene que ver con un momento histórico, donde alguien tiene que definir qué es y dónde se inserta. Y hay otros que no, que lo hacen de otra forma. Federico Jules por ejemplo, ayudó a hacer las molotov de toda la insurrección de París; cada uno va definiendo su inserción. Tiene que ver con la ideología de la época, cuando todavía se decía que atender en los hospitales era masoquista, porque se atendía gratis. Esto está en el libro. Y también era la época, ustedes deben recordar, donde se decía que los militantes estaban atravesados por un gran instinto de muerte, porque sin comprender la diferencia entre los sistemas representacionales y la función del cuerpo biológico donde una impass teórica devino una brutalidad política.

Entonces, me parece que el libro abre todas estas cuestiones. Creo que hay aspectos que tienen que ser la base para nuevos textos. Creo que en este sentido es un punto de partida, y también creo que no es una historia oficial, por supuesto, y que no es una historia desertora de la historiografía, como decía Juan Carlos Volnovich, sino que es la historia que estamos construyendo donde está por supuesto la memoria viva, pero la memoria viva está también en términos de la posibilidad de reflexión conceptual sobre las condiciones que llevaron a cierto tipo de práctica. Porque la anécdota es maravillosa, pero creo que tanto con los textos de Hugo Vezzetti, como con los textos de Enrique Carpintero y Alejandro Vainer se abre la posibilidad de pensar en una historia no frívola del psicoanálisis. Creo que si hay algo brutal en los textos que mencionaba Juan Carlos Volnovich es la frivolización terrible a la que queda capturado el psicoanálisis; el psicoanálisis- fashion. Que hoy sufre porque ha perdido ese poder me parece que hay ahí una cosa terriblemente destructiva para nuestro pensamiento. Mientras estos textos abren otra cosa. Incluso creo que habría que cotejar, a los que les interesa, el modo en que es planteado el higienismo en este libro, respecto al modo con que ha sido trabajado por Hugo Vezzetti y en “La nueva historia de la homosexualidad argentina”, donde el higienismo muy claramente es planteado como la ideología represiva del Estado.

Los seres humanos piensan en el interior de sus épocas. Y esto nos tiene que permitir poner una línea divisoria. La línea divisoria pasa por aquellos que se aliaron con lo peor y aquellos que intentaron hacer algo para aliviar el sufrimiento y encontrar formas de resolución. Y esa línea divisoria, en el marco de este relativismo actual en el cual se piensa que es cuestión de doxa, problema de opinión tiene que salir a defender desde el punto de vista ético, y desde el punto de vista de la verdad, que las cosas no son así. Que no hay que estar demostrando todo el tiempo, y que hay cosas que están de alguna manera acuñadas y pensadas, y que hay otras que tendremos que revisar. Yo les quiero agradecer muchísimo por este libro.