Con el correr de los siglos, los cambios de las ideologías y los contextos, modificaron el concepto y la experiencia del cuerpo. Estos factores incluyen la visión cartesiana dualista del mundo y del cuerpo tanto como el trato que le da el capitalismo, presentándolo como mercancía, consumidor y productor. Sirvieron de base a la perspectiva científica occidental, que ve al cuerpo como objeto, encapsulado, descontextualizado, delimitado dentro los confines de la piel. Esto afectó y afecta la subjetividad, la sensibilidad y la experiencia del cuerpo propio tanto como su relación con el entorno.
El avance de las nuevas tecnologías, de la biotecnología en particular, provoca transformaciones hasta hace poco inimaginables en los cuerpos humanos. Estos cambios son controvertidos; por un lado, salvan vidas y mejoran la salud, por otro lado, deshumanizan
Al hacer una revisión histórica sobre el cuerpo aparece un tema recurrente, el de la desconexión cuerpo/alma o cuerpo/psique, cuando en realidad son dos entidades que nunca han existido separadas.
La dualidad cuerpo/alma se originó hace más de 24 siglos. Vislumbrada por Platón, mantenida por Aristóteles y agudizada durante la Edad media bajo el poder y la represión acérrima del cristianismo en Europa (Bertrand Russel, 1993; Vigarelo et al., 205). Esta escisión cristalizó en la concepción Cartesiana “ego-cogito” inmaterial, cognitivo, separado de la “res extensa”, de la materia. En esta visión el cuerpo fue considerado como máquina.
El cuerpo mirado y tratado como objeto está desconectado de la mente, de la naturaleza, del mundo histórico y del contexto. Esta mirada no sólo desconecta el cuerpo de la mente, sino que también a ese cuerpo de otros cuerpos y a una mente de otras mentes
El cuerpo es la base de nuestro modo de estar en el mundo, activo, vivo, moviéndonos, actuando en el día a día. Estoy viva, me siento viva al moverme intencionalmente, coloreado de los afectos que acompañan el hacer, participar en tareas/actividades significativas. Así vivo yo, al Estar-en-el-mundo interactúo en el proceso de la constitución del sí/mí mismo con y entre otros, compartiendo espacios significativos.
Somos nuestro cuerpo y tenemos un cuerpo. El cuerpo es siempre nuestro primer lugar para comprender-nos y comprender el mundo
Quiero compartir e intercambiar con los lectores algunos aspectos de mi experiencia clínica y en investigación, en los campos de la psicología de la salud y la psicología de la cultura, durante los últimos 35 años en Europa occidental y particularmente en la sociedad escandinava. Las siguientes reflexiones son el resultado de estas experiencias.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra