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Heridos Corazones

 
Subjetividad y vulnerabilidad coronaria en varones y en mujeres

Introducción

 

En este libro analizamos los modos como algunos varones y mujeres van construyendo a lo largo de su vida una forma particular de vulnerabilidad psicosocial que hará que años mas tarde, en su adultez media, contribuyan a desarrollar una enfermedad coronaria. Esta perspectiva se funda en la convicción de que no existe un modo único de construcción de la vulnerabilidad, sino que existen ciertos modos específicamente femeninos y otros específicamente masculinos. Y que, a su vez, existen diferencias también al interior de los géneros según el grupo social de pertenencia.

Esos modos específicos determinan que, ante ciertos síntomas, los/as sujetos puedan suponer que se relacionan con un problema coronario y, por lo tanto, tengan la posibilidad de realizar una consulta precoz o no. Y determinan asimismo la respuesta que obtendrán del equipo de salud.

Desde el sistema de salud, esos modos específicos tienen implicancias en las elecciones que el personal de salud establece en términos de intervención precoz, opciones de tratamiento y uso de tecnología, así como en la expectativa que los y las profesionales tienen en relación con el diferencial acatamiento a sus indicaciones que tendrán varones y mujeres coronarios.

Todo esto, tal como se puede ir delineando, provoca efectos en el pronóstico, la rehabilitación y la reinserción social y laboral de los varones y las mujeres coronarios. Una de las consecuencias más generalizadas de la falta de percepción de estas diferencias ante la enfermedad coronaria es que las mujeres, aun aquéllas que están en riesgo, la desconocen o subregistran, fundamentalmente porque hay una idea muy arraigada de que esta es sólo una enfermedad “de varones”.

Este desconocimiento del propio modo de construcción de la vulnerabilidad dificulta la consulta precoz en mujeres, lo que se vuelve un obstáculo para tratar una patología en cuya intervención precoz se ha avanzado significativamente en las últimas décadas. Por lo tanto, la falta de registro temprano del propio riesgo dada por una construcción del “imaginario” dificulta que las mujeres se beneficien en forma adecuada de los últimos adelantos de tratamientos.

Lamentablemente, a esto se le adicionan dificultades del propio sistema de salud ante los primeros síntomas de enfermedad coronaria en mujeres cuando se presenta de forma inespecífica, sobre todo si el profesional que atiende la consulta no es especialista en el tema y, por lo tanto, no suele estar suficientemente advertido de que la forma inespecífica es la modalidad típica de “debut femenino” de esta patología.

En este contexto cabe preguntarse cómo hemos llegado a tal situación de invisibilidad y cómo es que mantiene su eficacia. Parte de la respuesta reside en la existencia de mecanismos que tienden a homologar el modelo masculino de construcción del riesgo y de la manera de enfermar como un universal válido para todos y para todas.

Esta homologación presenta dos vertientes de producción-legitimación, es decir, de aquello que hace que esto sea visto así y que verlo de esa manera se considere una verdad científica. Una de las vertientes es la caracterizada como el fenómeno de la “oveja negra”. Esta figura describe el costo en detección y tratamiento que presenta para el sistema de salud un sujeto cuando contrae una patología de la cual se supone que no se enferma a menudo alguien de su grupo de pertenencia. Por ejemplo, un sujeto de sector alto que contrae tuberculosis, enfermedad mayormente asociada a la pobreza, o, como el problema que nos ocupa, una mujer adulta media que presenta síntomas de enfermedad coronaria. La otra vertiente de producción-legitimación es la caracterizada como el “síndrome de Yentl”, que se refiere más específicamente al “costo de género” en la atención de la salud que se les presenta(n) a las mujeres por vivir en una sociedad patriarcal que trata más “seriamente” los problemas de salud de los varones, fundamentalmente de los adultos de clase y raza hegemónica y de país central. En ese sentido, para ser atendidas con altos niveles de calidad las mujeres “deben” enfermarse, comportarse y consultar “como hombres”, un precio histórico que pagan para lograr equidad en la calidad de atención. Es así como se constituye uno de los modos de “travestismo femenino” no ligado específicamente al campo de la sexualidad sino a los blasones de género y sus consecuentes relaciones de poder y valor social. Otro de los efectos imaginarios de considerar el modo masculino de vulnerabilidad como universal se manifiesta cuando se interpreta el aumento de la incidencia en mujeres de este problema de salud como efecto de una “masculinización” de las mujeres afectadas.

Tales miradas dificultan el avance en la comprensión del modo real cómo los cambios que han experimentado las vidas de las mujeres, fundamentalmente las urbanas, en las últimas décadas han contribuido al incremento de la cantidad de mujeres afectadas. Por lo tanto, observar e identificar qué aspectos de la vida cotidiana y de la conformación de subjetividad de las mujeres contemporáneas han definido un perfil específico de vulnerabilidad es uno de los propósitos que este libro intenta contribuir a delinear.

Cabe destacar que cuando hablamos del modelo masculino tomado como universal estamos aplicando al campo de la salud colectiva un concepto ampliamente utilizado en el campo de los Estudios de género. Este concepto da cuenta de cómo la modernidad, y su modelo científico, el positivismo, en su articulación con el patriarcado, han homologado la experiencia humana con la de los varones blancos, adultos, heterosexuales, de clase hegemónica y de país central. Esta homologación, expresada en la ecuación H (ser humano) = h (varón), opera dificultando la identificación de especificidades según el grupo al cual se pertenezca, manteniendo una expectativa de que todos se comporten como “el” grupo elegido como “metro patrón”, mientras que aquéllos que no lo hacen son catalogados como infantiles, subdesarrollados, inespecíficos, patológicos, débiles, etc. O simplemente pueden ser considerados, tal como señalamos en relación con el “síndrome de Yentl”, como pacientes “de segunda categoría”.

Esa ecuación ha obstaculizado relevar cómo las condiciones de subordinación de las mujeres en el patriarcado se vuelven un determinante social de su salud. Pero a la vez, concomitantemente, ha presentado efectos mutiladores para concebir las condiciones de vida ligadas al imperativo del ejercicio del poder en tanto determinante social de la salud de los “supuestos sabidos” y privilegiados del modelo, los varones. De este modo, hemos asistido a una valoración de los espacios de construcción de la vulnerabilidad masculina reducidos fundamentalmente a la esfera del trabajo y al “estrés laboral”. Con esta esfera se ha identificado, y naturalizado, la construcción imaginaria de la masculinidad social de la modernidad, aunque no ha sido leída como un espacio de acumulación y confrontación de poder, con sus costos específicos en salud.

En ese sentido, este libro aborda la construcción de la vulnerabilidad coronaria en varones, apartándose de la pretensión (y del consecuente peso) de considerar lo masculino como universal, y estudia la constitución de la fragilización específica sin generalizar en que “esto que les sucede a los varones le sucede a toda la humanidad”. Porejemplo, cuando ahondamos en la descripción de la configuración del modo específico de la vulnerabilidad coronaria en varones segmentados según el sector social, no aspiramos a que lo descripto se corresponda con “el perfil del paciente coronario”, sino a que sea una buena descripción de un “perfil de varón coronario del sector bajo, medio o alto”.

Por tal motivo, planteamos un abordaje de la construcción de la vulnerabilidad específica en varones y en mujeres que incluye el mundo del trabajo con sus relaciones de poder, pero también el peso de la vida cotidiana, los ideales de género, las expectativas familiares, el uso del tiempo libre, las vicisitudes de las relaciones afectivas, incluyendo las relaciones de poder en lo íntimo, y las dificultades o facilidades en la articulación de la diversas esferas de la vida. Y también, y quizá este sea uno de los aportes específicos, los costos en salud del mantenimiento de la hegemonía, tanto para quienes la ejercen como para quienes la padecen.

Hay en este libro una reflexión exhaustiva y un análisis crítico de los imaginarios profesionales actuales de diversas disciplinas que abordan la problemática, entre las que se han escogido la cardiología clínica, el psicoanálisis y la epidemiología social. Para ello se indagó a profesionales de diversas escuelas, géneros y generaciones acerca de cómo entienden esta problemática y cómo la abordan en su trabajo cotidiano. Asimismo, se ha explorado su criterio sobre cuáles son en la actualidad las impasses y los diálogos necesarios, que en muchos casos aún no han sido profundizados, entre esas diversas disciplinas que abordan el mismo objeto de preocupación.

Finalizando, y a modo de propuesta, se incorporan a este entramado interdisciplinario los “hilos” que aportan los estudios de género y el campo de la salud colectiva a la prevención, los tratamientos y la rehabilitación especifica de los y las pacientes coronarios, por género y grupo social.

De este modo, intentamos contribuir a una mejor comprensión del tema tanto por parte de los y las profesionales que desde las diversas disciplinas y niveles de atención abordan el problema (médicos cardiólogos, hemodinamistas, clínicos, generalistas, de familia y ginecólogos; psicólogos; trabajadores sociales; enfermeros; epidemiólogos y profesores de educación física especialistas en rehabilitación coronaria, entre otros), como por parte de docentes de grado y posgrado universitario e investigadores de las diversas disciplinas del campo de la salud colectiva y de los estudios de género.

Queremos destacar, sin embargo, que no se trata de una obra dirigida exclusivamente a profesionales, aun cuando esperamos que les interese y les resulte útil en su trabajo diario, sino que está orientada de manera privilegiada a todas aquellas mujeres y aquellos varones sensibles e interesados por conservar y mejorar su propia salud y la de sus semejantes. Contribuyendo de este modo a mejorar la calidad de la demanda de las prácticas de salud en general. Por medio de una población mas informada acerca de los modos específicos de construcción del riesgo y de presentación de la enfermedad.

 

débora tajer

ed. paidós

 

 
Articulo publicado en
Abril / 2010

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