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La cultura adolescente de los Bad Boys y los Fondos Buitres

 

El recuerdo de Yabrán: El poder da impunidad

Conocimos los fondos buitres en todo su esplendor en los noventa cuando se lanzaron sobre las economías emergentes, eufemismo que habla de los países sometidos a las disposiciones de las grandes empresas multinacionales y el imperialismo a través del Banco Mundial, FMI y demás organismos que prepararon el desembarco, con sus consejos, presiones y técnicos, de la “ocupación financiera”.

Los Fondos Buitres, como su nombre lo indica, aprovechan la debilidad de una empresa comprando sus deudas y, a través de ellas, empujarla hacia el peligro de muerte -sobrevolándola y acechándola- momento preciso de hacerse propietarios de la misma con el menor costo y esfuerzo posible. No es difícil hacer relaciones que muestren la historia entre la riqueza y la sexualidad. Codicia: “Afán excesivo por las riquezas/ apetito sexual”, define el diccionario de la Real Academia Española.
Capitalismo salvaje, bonos basura, fondos buitres son formas habituales de denominación de las acciones más recalcitrantes de la concentración monopólica. Sobre ellos se imprime una categoría apreciada: “Libertad”, sólo que le agrega una palabrita mágica: “Mercado”. Así libertad de mercado es la vía por la que los fondos buitres y el capitalismo salvaje son parte del pragmatismo ramplón para justificar la lógica que da la expropiación global. “El poder da impunidad” la frase de Yabrán ilumina en estas pampas el modelo de apretar, ahogar y devorar empresas, de alguna forma podemos decir que dejó en ella un modelo a seguir.

 

Fondos Buitres y su modelo para exportar

Los Fondos Buitres requieren gente entrenada y endurecida en la guerra económica para lograr la destrucción y sometimiento de empresas. En general reclutan gente joven de las universidades más conspicuas para ir entrenándola en el tema. No hay más que recordar la película “Wall Street” y el entrenamiento de Micheal Douglas sobre el joven para que aprenda a delinquir en la Bolsa de Valores.
Esos jóvenes fueron los conocidos yuppies, contracara del modelo hippie de los años sesenta, marcaron con sello de identidad el placer por ganar dinero, la ostentación y el consumo. Fueron el paradigma que el imperialismo mostró como ideal para la juventud de los ochenta. El joven narcisista, exitoso, consumidor de todo tipo de exclusivos bienes y estrechamente asociado a la cocaína. Lo que se dice un modelo para exportar que tiene al doctor Johnson como el Dale Carnegi del momento. No se trata ya de ganar amigos sino de seguir su indicación: El hombre debe dedicarse a ganar dinero dado que es una actividad recomendable y placentera. Frase que parece sacada de un libro de autoayuda del capitalismo para expandirla por vía mediática a todo el globo.
Vemos así como “los sectores dominantes utilizan su “capital simbólico” para nombrar las identidades colectivas que permiten mantener las formas de dominación en que ese poder se perpetúa”. (Enrique Carpintero, Revista Topía, Nº 46)

 

Los Chicos Malos

Han salido a la luz algunas formas de relación entre los jóvenes de clase alta en sus diversiones de fin de semana, en especial en countries -de las que poco suele conocerse dado que se mantienen dentro del espacio cerrado de los mismos-, lugares de diversión nocturna y zonas de veraneo. Como suele ocurrir son las crónicas policiales, al mejor estilo de la siempre vigente novela negra, las que pueden mostrarnos los indicios para analizar los hechos. Nos referimos a asesinatos en riña y en modos de pelea que adquieren formas sorprendentes para aquellos que creen que el bienestar y la riqueza alejan la violencia y el sadismo de los jóvenes de las clases acomodadas. Estos hechos no son producto de la xenofobia, ni de ninguna forma de racismo, ni de la diferencia de clase sino que integran la diversión al modo de una ordalía que se realiza cada sábado.
Los crímenes del poder hacia la juventud son más que conocidos en Argentina y los mismos se fueron deslizando desde el terrorismo de estado, a las jóvenes como María Soledad y los ejecutados por el gatillo fácil de las distintas policías del país. En todos estos ejemplos es el poder, en sus distintas formas, el que se constituye en amo y señor de la vida y muerte de los jóvenes. En los casos que estamos tratando de entender son diferentes por la misma razón que antes mencionamos: se da entre personas que pertenecen a un mismo grupo y no parece haber ningún intento de apoderamiento del espacio físico -como es el caso de barras de barrio- ni interés económico de por medio. ¿Entonces por qué ocurren? ¿Qué expresan?
Vale la pena intentar algunas ideas: los jóvenes son parte de una sociedad que les da modelos y propuestas, como no existe una sola forma de ser adolescente, tenemos que ir comprendiendo que estas conductas y estos grupos no surgen de la nada y poco parecen tener que con el nivel educativo y económico que poseen. Cabe aclarar que hablamos de estas situaciones a sabiendas de que hechos violentos en las clases altas han ocurrido siempre y que seguirán ocurriendo, los cambios con los casos que nos ocupan nos pueden ir indicando hacia dónde se están preparando las clases dominantes, con qué ejemplos, con qué cosas permitidas, cuáles prohibidas, modelos a imitar, etc.

 

Duro y cruel

Son jóvenes que pueden llevar una pelea hasta el aniquilamiento del otro, que no tienen códigos de pelea sino que buscan armar celadas para que la o las víctimas siempre sean elegidas siendo menos y con pocas posibilidades de defenderse. Una vez logrado esto la posibilidad de muerte del rival no los detiene sino que parece actuar como un acicate.
Cabe preguntarse entonces cuales serán los destinos de estos muchachos, para qué se están preparando, casi sin saberlo, y qué les pedirá la sociedad el día de mañana. Podemos decir que son hijos de Yabrán dado que creen en la impunidad de su propio poder y lo refuerzan buscando rivales más pequeños en número para triunfar en sus raids nocturnos de fin de semana, en esta especie de “deporte extremo”. A diferencia de los violentos solitarios, estos otros andan en grupo y, es más, necesitan estar juntos para realizar estas acciones. Adrenalina pura conseguida con energizantes -parece una terrible ironía el nombre de estas bebidas-, alcohol y éxtasis.
No es conveniente para el poder que esta forma de goce extremo y ritualizado se exprese tan “en vivo y en directo” por sus propios hijos. Dado que se trata de convencer a la sociedad de lo contrario, esto es que la violencia, el asesinato y demás delitos es sólo asunto de los pobres hacinados en las villas, de jóvenes marginales, de los piqueteros duros, de bandas de narcos, de la mafia china, etc. Puestos así los Bad Boys, en blanco sobre negro, a los ricos se les rompe el espejo ideológico con el que aspiran y necesitan que la sociedad los vea e idealice.
No hay duda que tales “diversiones” ponen de manifiesto, de arriba hacia abajo, el sadismo que recorre la sociedad capitalista en la que vivimos. Aquí se muestra esa subjetividad hecha de desechos, de restos amorfos de la anterior, como dice Silvia Bleichmar (Revista Topía, Nº 46), preparada en las clases altas para expandir el modelo del sálvese quien pueda y que propugna jóvenes endurecidos para trabajar como los fondos buitres, agregamos nosotros.
No se trata de temer a los “Chicos Malos” y declararlos peligrosos para la sociedad sino de lo inverso: ver en ellos el entrenamiento adaptativo en el sadismo y la crueldad para que luego, ya adultos, lo apliquen en sus lugares de mando.

César Hazaki
Psicoanalista
cesar.hazaki [at] topia.com.ar
 

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Articulo publicado en
Agosto / 2006

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