Mentiras verdaderas | Topía

Top Menu

Titulo

Mentiras verdaderas

 

En todos mis años en el ejército, nunca me enseñaron que los comunistas eran seres humanos. Estábamos ahí para matar ideologías encarnadas en no sé qué peones, coágulos, pedazos de carne. Yo estaba ahí para destruir el comunismo. Nunca concebimos que hubiera ancianos, hombres, mujeres, niños, bebés.
Teniente William Calley

 

Roma, en año nuevo: El primer día del nuevo calendario, para gusto y orgullo del catolicismo, Roma habló en boca de su primado Benedicto XVI. Fue en la Jornada Mundial de la Paz que la comunidad católica realizó en todo el mundo cristiano que depende de la iglesia de Pedro. Actividad que habrá reconfortado el alma de todos aquéllos que se reúnen con tamaña y verdadera preocupación. Centró sus advertencias el Sumo Pontífice sobre el arsenal nuclear y sus monstruosas consecuencias. Calificó el riesgo como posible “catástrofe atómica”.
Es cada vez más notorio que el representante de dios en la tierra, por voto de sus cardenales es organizado y selectivo en sus dichos y predicciones. Apenas asumió dedicó su escuchada palabra para descalificar, con fundamentos venidos del medioevo, los peligros que envuelven al mundo por la manera en que los musulmanes practican su “equívoca y desorientada religión”. Un justificado revuelo acompañó tales declaraciones, en primera instancia de los musulmanes que se ofendieron por la injuria que les propinó la Santa Sede.
En aquél momento poco eco tuvieron las voces que denunciaron implicancias políticas de la interpretación del Islam de Benedicto, se trataba de acuerdos políticos con la otra gran antena occidental del Señor: el presidente norteamericano George W. Bush. No hay más que recordar que N. Chomsky caracteriza al Vaticano como “una simple sucursal de Washington”.

 

Cristianismo en sintonía por la salud del imperio: Ese acuerdo permite que ambas potencias conservadoras, en forma conjunta, coloquen en la mira los problemas que enfrentan. Se trata de preparar a la gente para seguir las huellas de azufre que deja el demonio, indicios que el gran gendarme del norte se encargará de seguir sin descanso. A no dudar que estamos en presencia de una gran acción propagandística que se realiza desde los púlpitos y templos. Un monstruo que sostenido en el mecanismo psicológico de la proyección: “Nosotros los buenos y justos versus ellos los malvados hijos de Satán”.
El imperialismo sigue dos caminos que funcionan como pinzas para jaquear a los pueblos del mundo: a) la concentración del capital, cada vez más monopólico y expansivo, arrasador con todo lo que encuentra a su paso y b) el aparato de guerra que una vez que se pone en movimiento es casi imposible de detener hasta su derrota, por ejemplo, como ocurrió en el sudeste asiático en los sesenta.
Para la guerra es necesario, como ya sabemos, generar la idea del otro como lo siniestro o lo demoníaco, esto tiene como objetivo el preparar a la población propia a soportar sin reflexión crítica los horrores de la guerra. No hay más que recordar cómo fueron estas operaciones en Argentina: desde el “algo habrán hecho” que permitió justificar y racionalizar la desaparición y muerte de miles de luchadores sociales, hasta la arenga nacionalista durante la guerra de Malvinas. Nada mejor que acudir al acto o la palabra de la religión a tal efecto, en especial si el encandilamiento de masas va perdiendo su eficacia, como ya sabemos las bolsas negras de plásticos con soldados muertos dentro -una vez más los caídos, las víctimas son quienes sacuden las razones oficiales derrumbándolas- es la eficaz manera en que se van despertando las conciencias de aquellos que buscaron la ilusión de revancha del gran “sueño patriótico americano”. Muy lejos queda ya el triunfal acto de mayo de 2003 en la cubierta del portaaviones A. Lincoln en las costas de California, donde George W. Bush anunció el gran triunfo de las tropas norteamericanas en Irak. Para salir de ese espejismo del desierto el imperialismo, ávido de petróleo, refuerza sus acciones guerreras.

 

Cómo se aprende a amar la bomba: Con las inconfundibles marcas de la alianza entre Roma y Washington, el mundo occidental es preparado para aceptar las racionalizaciones e ideologización de la huida hacia adelante de la catástrofe militar y política de yanquis e ingleses en Irak. Como siempre sor “mentiras verdaderas”, al servicio de ocultar la verdad como mostraba la película del mismo nombre. La bomba será la bendición del occidente imperialista a quienes se le opongan. Esta vez no será el regar uranio empobrecido como hicieron en Irak. Es que la derrota es tan grande, un fracaso tan estrepitoso, que hay recurrir inmediatamente al arsenal nuclear. Como se ve una crueldad enorme sustentada en los más infantiles argumentos. Se trata de una particular manera de no aceptar las dificultades propias castigando severamente al otro. Ya tenemos el botón de muestra, pese a la derrota electoral de Bush respondió, para beneplácito de Biendicho XVI, aumentando la cantidad de soldados norteamericanos en Irak.
Ergo la palabra de la iglesia católica viene a ubicar al demonio, con la muy poca sutileza característica de la derecha reaccionaria y asesina. La nueva amenaza que azota a occidente tiene nombre y apellido: Irán y su plan nuclear. País que salió del movimiento de masas que derrocó a la monarquía del Sha con la hegemonía del clero chiíta y se convirtió en un estado teológico, religioso de cabo a rabo, y es muy rico en petróleo (una vez más está la “adicción de Estados Unidos”, según Bush, por el oro negro).
Irán no se queda atrás en su absolutismo religioso por eso acaba de realizar ese reaccionario coloquio negando el Holocausto. Este país tiene una clara política expansiva a través de las organizaciones de lucha en varios países del Medio Oriente. Sus banderas son también una apuesta a la figura de dios como líder y emblema de la lucha. Un espejo que se transforma en una trampa perfecta para que dios indique amar y preparar la bomba.
Esto nos plantea un cuadro de situación absolutamente increíble para los comienzos del siglo XXI: el pensamiento y el accionar religioso han avanzado hasta dejar el laicismo totalmente fuera de escena. Vemos así otro logro de la “pulcra e ingenua” posmodernidad: ha sido el caldo de cultivo para que los grandes relatos religiosos recobren el poder que a la salida del medioevo habían ido perdiendo ante los estados seculares y laicos desde la Revolución Francesa en adelante.

 

Nuestra casa siempre está en desorden: Estamos en una encrucijada, en presencia de una concentración de poder que vuelve a intentar unificar el poder político con el religioso, cuestión de la que los argentinos conocemos mucho por las dificultades en que hemos tropezado para separar el poder político del ejercido por la Iglesia Católica. No hay más que recordar a los grupos civiles que con la consigna Cristo Vence se armaron para derrocar al gobierno de Perón, las disputas entre las corrientes Laica y Libre por la educación nacional en los fines de los años cincuenta. Cuyas consecuencias han sido la sistemática privatización de la educación en detrimento de la educación pública. Tampoco hay que omitir lo que costó lograr, por ejemplo, la ley de divorcio vincular (que tuvo entre sus hechos notables la movilización de la Virgen María desde la basílica de Luján al centro de la ciudad de Buenos Aires, hecho único y extraordinario en la historia de su adoración). Debemos reiterar la apoyatura sin restricciones que los militares tuvieron de la iglesia católica argentina para “aniquilar la subversión marxista y atea”. El pedido de Baseotto, capellán del ejército argentino, de lanzar al río al ministro de salud. Dentro de la misma secuencia el permanente obstáculo a la educación sexual o al uso de condones para preservar a la población del sida, entre tantos otros problemas.

 

Del cielo al cieno: En un mundo cada vez más centralizado y unificado, donde el poder secular y la religión sean una sola voz que funcione como en las épocas de la monarquía, la vida de los seres humanos cambiará inexorablemente para peor. No hay más que ver cómo el pensar teológico se opone al avance de la ciencia, cómo acciona contra homosexuales y lesbianas; ver el enorme cercenamiento de los derechos civiles que fomenta la derecha cristina en los Estados Unidos, observar que no hay cambio educacional en Argentina si la cúpula católica no lo acepta. Ver la censura a la sexualidad que la religión propone. También las condiciones terribles que los estados teológicos imponen a sus ciudadanos, Arabia Saudita es un ejemplo.
Oponerse a los planes expansionistas y genocidas del imperialismo implica que los distintos sectores que reivindiquen el pensamiento laico salgan a la palestra para hacer frente a ésta peligrosa situación. No debe extrañarnos cómo los anarquistas, comunistas y socialistas en sus luchas ponían eje en su condición de ateos. No claudicaban en su denuncia de la religión y de las consecuencias de la misma para los pobres. Partían de la convicción que la lucha política era arrancar a los oprimidos de la esperanza en el más allá que los condenaba a la inacción. Se trataba claramente de tomar “el cielo por asalto”.
De tales cuestiones no están por fuera los movimientos denominados progresistas que hoy gobiernan en muchos países americanos. No pasan, en sus formulaciones teóricas, de propugnar la variante de izquierda de la iglesia católica: la teología de la liberación. No cuestionan, como lo hicieron los comunistas y anarquistas, el devastador efecto de la religión en la subjetividad de las personas.
No hay revolución de las condiciones materiales de existencia sin que las personas no se desprendan de que “Dios te ama”. La creencia es en todo esto reina y señora, hace del capitalismo la única forma en que este mundo puede funcionar y de dios la muleta para esperar el beneficio de la vida eterna. Un corsé que encierra a las personas. Sin duda son un gran retroceso estas condiciones de adaptación social, cuyo único objetivo es poner en caja y en orden a los seres humanos. Una película para que los habitantes de este mundo resignen sus derechos esperando la ilusión de la vida eterna en el paraíso.

 

César Hazaki
Psicoanalista
cesar.hazaki [at] topia.com.ar
 

Temas: 
 
Articulo publicado en
Julio / 2007

Ultimas Revistas

Revista Topia #99 - El derrumbe del Yo - Noviembre 2023
Noviembre / 2023