El Cuerpo Mediatico: Presentación realizada por Héctor Freire | Topía

Top Menu

El Cuerpo Mediatico: Presentación realizada por Héctor Freire

Comenta Carlo Ginzburg que los antiguos Griegos cuentan que Teseo recibió, como regalo de Ariadna, un hilo. Con ese hilo se orientó en el laberinto, encontró al Minotauro y le dio muerte. De las huellas que Teseo dejó al vagar por el laberinto, el mito no habla.Lo que mantiene unidos los distintos capítulos del libro de César Hazaki, dedicado al análisis de los elementos heterogéneos que componen el cuerpo mediático, es la relación entre el hilo que enhebra los relatos (y que nos ayuda a orientarnos en el laberinto de la realidad “mediática” que nos presenta) y las huellas o marcas que detecta, y de las cuales se valió el autor, para su más que interesante planteo. Si observamos detenidamente la ilustración de la tapa -lo primero que nos llega de todo libro-; esta nos presenta una serie de elementos emblemáticos, verdaderas “puntas de icebergs” que se desarrollarán en el cuerpo interno del mismo: la pantalla y el teclado de una computadora, una filmadora, un celular, una máquina de fotos digital, un control remoto. Al fondo casi imperceptible a simple vista, el cuerpo desnudo de una mujer hermosa. El segundo paratexto (lo que queda de un libro sacando el texto principal) que solemos leer antes de “meternos de lleno” en un libro, es el índice. Y que en este caso, pareciera tomar como soporte la estructura de la revista Topía, de la cual Hazaki es uno de sus Editores. Los cruces y diálogos entre disciplinas o dominios: Psicoanálisis (textos referidos a la medicalización- publicidad y automedicación- atados a la latencia- la imagen del analista en la historieta argentina). Sociedad (entre los más significativos encontramos:el cuerpo mediático, que le da título al libro, - el collar del amo- cordón umbilical telefónico- de la placenta mediática a la ciudad extraña- juventud divino tesoro). Y Cultura (la cultura juvenil- los dueños del deporte- fútbol pasión de multitudes- Kid Poker, entre otros).En cuanto a los aspectos formales, es de destacar la eficaz estrategia narrativa del autor, y que consiste en el juego dialéctico de buscar lo real en la ficción, y la ficción en lo real. Procedimiento que a su vez es enriquecido con la técnica de la taracea, ya que Hazaki, además incrusta en su propio texto, acápites o citas más que reveladoras, de autores como Freud-Gubern-Debord-Mc Luhan. En especial una del ya citado Ginzburg, en la que se hace referencia a los cazadores que habrían sido los primeros en “contar una historia”, porque eran los únicos que se hallaban en condiciones de leer en los rastros mudos, en las marcas y huellas dejados por la presa, una serie coherente de acontecimientos. En este sentido también Hazaki, en este libro, es un buscador de indicios, sospechas. Y como aquellos primeros cazadores-narradores aprendió a olfatear, registrar, interpretar y clasificar rastros para contarlos a la tribu, ahora devenida en una “gran aldea global” mediática. Del bisonte a la realidad virtual, al decir de Gubern.Otra de las características a resaltar, son las reflexivas paradojas que plantea la lectura de El cuerpo mediático, por ejemplo: que toda la supuesta aparatología de la que disponemos, sin participación corporal, son nuevas maneras de desvincularse de los otros. Que la hiperinformación actual termina desinformando. Y que la proliferación y saturación de imágenes a la que estamos sometidos, ha puesto en crisis a la imagen, la ha vuelto insignificante. Lo que ameritaría la siguiente pregunta: ¿actualmente, las imágenes, nos acercan o nos alejan -por ejemplo- del sufrimiento, del dolor de los demás?Sin embargo, Hazaki en este libro no es “ni apocalíptico ni integrado”. Y como dice Rébori en la contratapa, no se escandaliza. Observa, transmite. Si el televisor es el “tercer padre”, la intimidad un espectáculo, el exhibicionismo un claustro, la virtualidad un sustento necesario, la tecnología el único instrumento del conocer, la inmovilidad frente a la pantalla un cúmulo de excitaciones, la comunicación vía imagen suplanta la piel, es casi probable que el mito de la caverna de Platón sea el paradigma filosófico silencioso del siglo XXI.El cuerpo mediático: diversos modos de mirar. Hazaki construye una mirada (o sea “hace algo con lo visto”) y lo narra y lo transmite. Y para esto utiliza un proceso analógico: agrupa información y la relaciona, sin dejar de lado la literatura a través del relato, el cuento y sus toques de humor e ironía, (quizás como una forma de atenuación de lo siniestro: lo familiar se ha vuelto desconocido) En estos textos conviven y dialogan (entran en conflicto) la prolongación de la adolescencia, junto a la desocupación. El dudoso sello de identidad del tatuaje personal, y el otro, el tatuaje público de los graffitis. El fútbol no ya como juego sino como trabajo. La no ciudad desde el no barrio de puerto madero. La agorofobia y la soledad del encierro. La repetición forzada del lenguaje y el saludo autista del ¿todo bien? La ilusión vana del country, el internet o el celular. El poder de los medios. Siendo creo, un capitulo esencial de todo el libro: El juego mediático de la exclusión social. Donde en esta sociedad del espectáculo, las relaciones sociales son mediatizadas por las mismas imágenes de la cultura del espectáculo. Y el programa Gran Hermano - 1984 de Orwell, de por medio- gira en torno al problema de la inclusión versus la exclusión social. Estos programas, hacen que el triunfo de la adaptación social implique darle un gran valor al encierro dado que estar preso más tiempo es éxito y reconocimiento social. Por ello se salta a la momentánea fama, al decir del propio Hazaki.El cuerpo Mediático desmonta, y nos muestra la cuestión y muchos de los mecanismos del poder. Creo que de eso se trata en definitiva, quizás porque como decía Lenin: “todo es ilusión salvo el poder”. Poder que se ha vuelto dromocrático. La velocidad es poder. Y la velocidad de los medios provoca la pérdida de memoria. Las nuevas generaciones por lo general, ya no recuerdan quién era Franco-Hitler- Mussolini o Videla. La superabundancia de información a la que estamos sometidos no permite reflexionar sobre el pasado. El surfeo (con su supuesta mirada más expansiva y superficial, que se desplaza a gran velocidad por la cresta de una ola a otra) ha desplazado al buceo, a la profundización y a la reflexión.En este sentido el libro de Hazaki es un ejercicio sobre los modos de mirar. Y por eso es un libro contemporáneo más que actual. Porque es consciente de la relación dialéctica entre pasado-presente-futuro. Estas dimensiones temporales que son constitutivas de la realidad social. Es contemporáneo porque mantiene la mirada fija en su tiempo para percibir, no sólo sus luces, sino también y en especial sus sombras. El libro establece una relación singular con el propio tiempo y se adhiere a este, pero a la vez toma distancia para no cegarse por las luces, la moda, los fuegos de artificios de la actualidad. Para ser capaz de distinguir en estos la parte de la sombra que le corresponde. Su íntima oscuridad. Por ejemplo el oportunismo propio de este tiempo que convierte todas las cosas en espectáculo: la naturaleza, la historia, la política, el dolor, el resto de las personas, las catástrofes, el hambre, el sexo.La mirada de Hazaki por un lado es móvil, pero por otro es una inmovilidad que se detiene para ver mejor, para reflexionar y profundizar. Se puede decir que esta especie de “nomadismo inmóvil”, primero forzado y luego estratégicamente elegido, forma parte constitutiva del libro. Su capacidad de narrar nace de vincular experiencias, y para ello Hazaki restituye el contexto de la experiencia social, de la memoria social. Su interpretación no es la entendida tradicionalmente, la traducción a un sistema psicológico, sociológico. Sino la correlación con lo personal, lo político, lo económico, lo cotidiano y lo histórico. De ahí la inclusión de un texto explicativo en medio de una ficción y viceversa. Donde mientras se cuenta una historia, el narrador reflexiona. Hazaki se dio cuenta en este libro, que para que una narración perdure necesita formar parte de una historia, y que esta siempre excede los límites de lo individual. Toda percepción es un estado de ánimo, pero ese estado de ánimo es en gran parte social. Por último, la reproducción de un fragmento, que quizá condense de manera inequívoca, la problemática planteada, y el leit motiv del libro: Esta exuberancia de imágenes del cuerpo que la cultura impone, nos recuerda un pasaje de Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll, en su diálogo con el Gato Cheshire: -Y me gustaría que deje de aparecer y desaparecer tan sorpresivamente. Usted la marea a una. –Muy bien- dijo el Gato. Y esta ves desapareció muy lentamente, empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa, que persistió algún tiempo después que lo demás de él su hubo ido. “¡Bueno!”, pensó Alicia. “¡He visto frecuentemente gatos sin sonrisa, pero una sonrisa sin gato!¡Es la cosa más extraordinaria que vi en mi vida!”. Lo que en el extraño mundo detrás del espejo que investigaba y sorprendía a la niña (el mundo de la sonrisa del gato sin el cuerpo del gato) es la más clara definición del mundo en que vivimos. En él se imponen así las simulaciones virtuales de nuestra propia vida.