En el año 1880 mueren Flaubert, dos años más tarde nacen Joyce y Woolf, un año después, en 1883 Kafka, y en 1895 el Cine. Estas fechas, aparentemente casuales, dejan de serlo si se tiene en cuenta qué es lo que nace y muere. A partir de 1914, el siglo XX (es decir los años transcurridos desde el estallido de la primera guerra mundial hasta el hundimiento de la URSS), el hombre asiste a un escenario cuyo horror y crueldad, tienen proyecciones antes desconocidas.
A modo de introducción (Lumière versus Méliès): la historia del cine, ese gran creador de los mitos del siglo XX, nació como una curiosidad científica, pero no como un invento, sino como un proceso: Niepce (en 1824 logró fijar la reproducción de un objeto por medios químicos, después de una exposición de doce horas), Daguerre(y la prehistoria de la fotografía), Reynaud(creador del teatro óptico), Plateau( inventor del fenaquistiscopio: un disco de figuras pintadas que producía la ilusión de movimiento continuo), Greene (en 1888 logró la proyección de imágenes en laboratorio), Edison( que en
Las relaciones entre estas dos “artes hermanas” y sus “fatales coincidencias” ante el tópico del dolor, abarca dos posibles perspectivas: la de la pintura en el cine (más relacionada con la prehistoria del cine) y la del cine en la pintura (más que ver con el arte contemporáneo).
El tema de la ciudad es muy antiguo, originalmente relacionado con los ritos del sacrificio, como aparece y lo justifica la mención especial, en el relato del Génesis: las ofrendas vegetales de Caín en contraposición a las animales de Abel. Y que se relacionan a su vez con el asesinato entre hermanos, como condición para la aparición de la ciudad: “toda civilización, todo orden o cosmos (ciudad) en su origen, estaría asentada sobre un asesinato en común”.
Hasta la década del 80, cuando uno iba al cine, sabía de antemano que un film japonés, chino, ruso, francés, italiano, etc., nada tenía que ver con la máquina de triturar hollywoodense, incluso nada tenían que ver con un film norteamericano. Sencillamente, eran diferentes. Y no sólo por los distintos códigos, vestimentas, ideales de belleza, usos, costumbres e idiomas tanto verbales como visuales-estéticos.
Si el mundo occidental vivió desde la década del 70 crisis y regresiones socioeconómicas generalizas, también los países del llamado"socialismo real", desde China a Polonia, vivieron tiempos difíciles y pródigos en conflictos. En la Unión Soviética, la lucha de los disidentes en favor del reconocimiento de derechos civiles recrudeció , como recrudeció también la represión estatal, de la que fue muestra, en el ámbito del cine,el reconocido director armenio Sergei Paradjanov, liberado en l977, tras haber sido acusado de homosexualidad, o la retención de películas por la censura.
Sade, Pasolini, Mishima, Gide y Genet, no son del mismo tiempo, no comparten los mismos gustos estéticos, ni una determinada ideología, tampoco el contexto histórico que les tocó vivir y, sin embargo, un curioso parentesco los vincula íntimamente. En esto importa, incluso, menos sus gustos sexuales que una inclinación semejante hacia los extremos, y la misma rebeldía ante ese principio supremo de la razón que es la ley de no contradicción. Sus pensamientos, lo mismo que sus vidas, obedecen no obstante a una coacción implacable.
Vivir es una tensión. Un movimiento entre fuerzas antagónicas, En cada cultura el, o los malestares, adquiere formas características. El cazador goza del cacería pero está a merced de ser presa de otro predador. El agricultor teme las tormentas fuera de lugar, ruega ante la inesperada sequía o se desespera ante la inundación.
Muchas tensiones se plantean y se han planteado alrededor de las distintas formas en que los humanos crían y preparan a los niños y adolescentes, para el traspaso generacional.
"El tronco negro y levemente oblicuo del árbol de ejecución se recortaba contra un fondo oscuro y distante, de bosques sombríos y cielo crepuscular,en el estilo de Ticiano. Un joven notablemente apuesto estaba atado desnudo al tronco del árbol.Sus manos cruzadas se alzaban bien altas y las correas que le amarraban las muñecas estaban anudadas al árbol.No se veían otras ataduras, y lo único que cubría la desnudez del joven era un trozo de tela blanca ordinaria que le colgaba flojamente de las caderas" .
"No se trata únicamente de una referencia al tabaco. El significado es múltiple. SMOKE evoca una sustancia que no se puede tocar. Es una metáfora con la que se intenta transmitir lo que puede pasar y ocurrir entre la gente.".
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra