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Exilios del cuerpo

 

"Sobre el prójimo, entonces,
aprende el ser humano a discernir."
(S. Freud, 1895).

Exiliado: desterrado, proscripto, extrañado, refugiado, emigrante.

Desaparecido: oculto, aniquilado, perdido, suprimido, muerto, extinguido, hundido, escondido, evaporado, esfumado, eclipsado, desvanecido, oscurecido.

El diccionario evoca, con precisión nominativa, escenas del tratamiento de Graciela; estas palabras parecen describirla: una persona que tuvo que ocultarse, sufrió pérdidas, fue emigrante, refugiada. Muchos aspectos de su subjetividad han sucumbido, otros se han oscurecido. Tal vez estén escondidos, a la espera de una oportunidad....

De cuantas maneras puede desaparecer un cuerpo? Pregunta insistente en mi relación con Graciela. Los argentinos hemos sufrido las "desapariciones”, las de la dictadura, y sufrimos las desapariciones de la democracia. Los seres humanos tenemos diferentes formas de morir. Se puede seguir vivo, orgánicamente vivo, y seguir desapareciendo día tras día...

Así como el terror político ejerció su poder en nuestra sociedad, también la culpa, el dolor, la confusión, pueden inhibir la sensibilidad y distorsionar la percepción impidiendo el buen uso de funciones de cuidado y autoconservación.

EL CUERPO DEL TERROR

Para pensar el aparato psíquico, Freud toma la idea del organismo unicelular, relacionado a su medio con movimientos de expansión ante lo placentero y de retracción o huida frente a lo doloroso; los estímulos son aquello de lo que debe descargarse, o aprender a evitar, lo que inicia el trabajo del conjunto de representaciones que se denomina yo. Esta idea de organismo pulsátil será trabajada por W. Reich, primero, y por A. Lowen, en sus desarrollos sobre la bioenergética.
Para poder recibir y organizar los estímulos, el aparato cuenta con un complejo sistema de filtros, pantallas, fronteras de los órganos de la percepción. Por otro lado, el sistema psíquico incipiente pone en marcha distintos mecanismos que están al servicio de transformar en calidad lo que en el mundo exterior aparece como cantidad.
El exceso será lo que para el aparato psíquico no pueda ser procesado, imaginado, nombrado; ni siquiera organizado en un síntoma, lo "indigerible", lo "inasimilable".
Traumático, según Winnicott, es aquello que no sólo por cantidad, sino por su cualidad disruptiva, rompe la continuidad del psique-soma, de la vivencia de "seguir siendo". La mente ocupa el lugar de la integración psicosomática, como una estructura defensiva al servicio de evitar el derrumbe de toda la personalidad.
Desde la bioenergética podemos pensar sobre los efectos del terror en un cuerpo. Dice Lowen: "en el terror, el sistema muscular se paraliza, imposibilitando cualquier forma de lucha o huida"; se retira entonces la energía, el sentimiento, de la periferia del cuerpo, reduciendo la sensibilidad del organismo; constituye una huida hacia el interior. La respiración disminuye por contracturas de la garganta y el cuello, el tono muscular es fláccido, la expresión facial semeja una mascara. "La paralización del movimiento conduce a una disociación entre el yo-percepción y el cuerpo". El terror y el horror son complementarios; la mente recibe el impacto del horror, se embota, se paraliza, no encuentra explicación. El horror es por definición, incomprensible, pone en cuestión nuestras creencias básicas: "no puede ser que esta sucediendo"; imposible creer en la información de nuestros sentidos. Se separan las funciones de percepción y de sensibilidad; la experiencia se vuelve irreal como un forma de protección.

 

GRACIELA

Viene de parte de una amiga. Cuenta que tiene 52 años y dos hijos adolescentes; el padre vive en el exterior. Al poco tiempo de su divorcio se presentó una menopausia precoz, con una escalada de peso que "no pudo parar": "hice de todo, dietas, psicoanálisis, gimnasia, pero todo se fue degenerando".
.Habla con voz muy suave, pero me impacta la dureza de algunas expresiones, como "el espanto en que me he convertido". Siente una línea divisoria en su vida”: antes de los 40, y después; no volví a estar en pareja, ya no voy a fiestas ni reuniones, de mujer liberada a monja total: ¿Dónde está la libido?", se pregunta, haciendo uso y abuso de su inteligencia y erudición.
La militancia fue normal dentro de los patrones familiares, pero el golpe del 76 la condujo a un exilio imprevisto, con escasos recursos.
Quiero transmitir el impacto que me produjo el encuentro con un "casi-no-cuerpo". Graciela no tenía conciencia de sus dimensiones y sus movimientos. Su registro corporal, apenas una imagen fragmentada, puntiforme, de dolores crónicos algunos, erráticos otros; pero no estaban referidos a una imagen totalizadora de la experiencia corporal: "no sé que siento","es todo lo mismo", "me veo siempre igual", la organización de rígidas actitudes cotidianas, la falta de tono y energía en sus gestos, la piel pálida, los ojos siempre abiertos, la mirada dirigida hacia algún lugar lejano. La percepción parecía anulada, indiferenciada bajo la gordura..
A Graciela muchas cosas parecen haberle sucedido "de golpe": desde la quiebra de su padre hasta los fracasos amorosos, siempre bruscos e incomprensibles. Perdió trabajos y socios de "un día para otro" Se enferma "de golpe", se predispone a sufrir robos en estas épocas de inseguridad: "mejor que no me agarren desprevenida", dice, intentando "tramitar" aquellas otras cosas que le sucedieron "de golpe". ,

Mi propuesta terapéutica se basó en recuperar las "ventanas" de las sensaciones: el oír, el mirar, mejorar "el olfato", registrar mejor el entorno y sus peligros, para actuar de acuerdo a sus deseos. Deseos, justamente, lo perdido: "Yo voy a la heladera y como cualquier cosa, todo me da lo mismo, no le siento el gusto". Sería posible recuperar el "sabor" de la vida, negociar con la culpa de ser sobreviviente?

 

HABEAS CORPUS

Cómo "construir cuerpo" después de un arrasamiento subjetivo? El dispositivo terapéutico instrumentó, desde la comprensión psicoanalítica, recursos de la clínica corporal:

• Ejercicios sensoperceptivos: registros del cuerpo, relevamiento de la imagen corporal en quietud y movimiento, contacto con objetos, texturas y materiales para la percepción de bordes, distancias, tensiones y formas del cuerpo.

• Experiencias corporales-energéticas: ampliar la respiración e incrementar la capacidad de autosostén, la voz y la producción de sonidos como un "estar-en-el-mundo". El contacto con la mirada como apertura de una mayor circulación afectiva. La piel y el registro de las diferencias.

• Dibujos y textos: graficar sensaciones, nombrarlas, desarrollar imágenes, bordear creativamente lo "enmudecido", legalizar el reproche, el pedido, el humor ante lo disruptivo. Intentos de "editar" en el aparato psíquico aquello que fue inscripto como terror corporal..

• Recursos expresivos: fotos, espejo, ropas, surgían en la necesidad de elaborar los cambios corporales, el paso del tiempo, los contrastes sociales.

La implicación corporal fue enlazada en el discurso, queja, desesperanza... Así "aparecieron" los relatos de la historia vivida, las preguntas guardadas. Y fueron enlazados transferencialmente al cuerpo de la terapeuta: terapeuta no-abstinente en su deseo de vivir y dar soporte a la vida, persistir y sostener el vacío, dando acceso a la energía y posibilitando la expresión de la ira, de la pena o de la alegría.

La clinica del cuerpo coloca a la percepción como eje de abordaje y construcción de corporeidad; la percepción entendida no como simple "dato" de la experiencia, sino como transformación del padecer. Pienso en el exilio como una causa que no prescribe, puede
perpetuarse en el territorio de la imagen del cuerpo, en la detención de la circulación emocional, en el exilio de la vivencia.

No sabemos aún, de todas las consecuencias de aquel trauma social . Nos queda el lento trabajo y la esperanza de repatriación del cuerpo.

 

Monica Groisman
Psicoanalista
Terapeuta Corporal
 

 
Articulo publicado en
Abril / 2003

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