Podemos sostener que el cuerpo constituye la propiedad última del ser humano, o al menos así lo experimentamos en la cultura occidental. Desde sus clásicos desarrollos, el psicoanálisis ha dado cuenta de que es a partir del cuerpo que el sujeto se reconoce a sí mismo; en la representación que los seres humanos tenemos de nosotros mismos el límite del propio yo está asociado a la superficie de la piel. Sin embargo, y por esta misma centralidad, el cuerpo también constituye un territorio donde se plasman múltiples tensiones y disputas -económicas, políticas, religiosas, científicas, tecnológicas, epistémicas y éticas-.
Asistimos al embate de discursos que en un retorno al innatismo/biologicismo proponen explicaciones monocausales que reducen toda adquisición de cultura a sus fundamentos biológicos, haciendo derivar de allí múltiples prácticas parcializantes
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra