Migrantes: el continente móvil | Topía

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Titulo

Migrantes: el continente móvil

 

Primer parte

 

1 - Introducción

Las migraciones del siglo XXI y las de finales del siglo XX comparten aspectos con migraciones anteriores: constituyen una crisis, se producen multiplicidad de pérdidas que implican la elaboración de un duelo, se disuelven las redes de sostén en el país de origen y hay que reconstruir nuevas en el país receptor, etc. Los cambios a nivel político, económico y social atraviesan los acontecimientos y afectan los procesos migratorios.

Este artículo nace de mi vivencia como migrante ilegal a fines del siglo XX y a principios del siglo XXI y del trabajo realizado como psicoterapeuta con inmigrantes en Uruguay (país de origen) y en España (país receptor).

En la primer parte de este trabajo se analizará cómo influye el desarraigo en los individuos, partiendo de la noción que somos sujetos históricos, culturales y psíquicos. Ésta reflexión se realizará a partir de aportes de Joaquín Rodríguez Nebot, del concepto de Crisis de Rene Kaës y de la noción de Vida Cotidiana de Juan Carlos Carrasco.

Posteriormente se focalizará en los primeros tiempos de migración y las ansiedades de intensidad extrema que movilizan.

Para reflexionar este primer momento de transición se recurrirá al análisis de viñetas de pacientes, párrafos de novelas y testimonios de migrantes apoyándonos en los aportes de León y Rebecca Grinberg.

En un tercer momento se analizarán situaciones en que el migrante queda “atrapado” en la crisis, en ese espacio entre ruptura y sutura.

Seguiremos de cerca el pensamiento de Angels Vives Belmonte, que utiliza el concepto de “Zona Trans”, un espacio implicado en los desórdenes mentales vinculados a la situación de migración.

Reflexionamos sobre el impacto que tiene el proceso migratorio en la pareja y el sistema familiar tomando como referencia los aportes teóricos de Carlos Sluski.

En la segunda parte del trabajo se analizarán los conceptos aportados por Joseba Achotegui, que hace hincapié en las condiciones en que se migra a fines del siglo XX y XXI. El autor sistematiza los estresores más importantes a los que están expuestos los inmigrantes; especialmente aquellos que ingresan al país receptor en forma ilegal. Vincula las condiciones actuales de migración con reacciones patológicas en sujetos sin predisposición a enfermedades mentales, concluyendo que el migrar en condiciones extremas constituye en este siglo un factor de riesgo para la salud mental

Se analizará la situación del inmigrante ilegal, que ingresa al país de acogida sin residencia ni ciudadanía. Para el análisis de situación se recurrirá a un caso clínico.

Por último daremos una mirada al retorno a casa, o a la imposibilidad del mismo en estado puro, ya que el lugar de origen también está expuesto a procesos de mutación y cambio como el migrante. Para la reflexión nos apoyaremos en los aportes teóricos de Abdelmalek Sayad, en análisis de viñetas de pacientes, párrafos de un libro y testimonios de retornados.

 

2 - Migración y crisis

Migrar conlleva una multitud de separaciones de referentes externos y constitutivos del ser humano, cultura, familia y amigos, país, lengua materna, el estatus que se tenía en el país de origen, las redes sociales y sus integrantes.

Simultáneamente se produce un encuentro con un entorno cuyos códigos son desconocidos para el sujeto que migra, y el sujeto será un desconocido en ese entorno nuevo.

La simultaneidad de estas dos situaciones configurará una crisis. La crisis según Rene Kaës (1977) es una experiencia de ruptura en la continuidad de las cosas, de sí mismo, de las relaciones con el medio circundante. Es un espacio del entre, un espacio de transición donde se juegan los avatares de lo social, lo mental, lo psíquico, que juntos tejen la singularidad de la persona.

La crisis migratoria en cuanto ruptura con el grupo que vivimos y que nos conforma, revela el acoplamiento psicosocial entre lo interpsíquico y lo intrapsíquico.

Un primer aspecto a reflexionar es que la crisis migratoria como experiencia de pérdidas será el disparador de un proceso de Duelo.

Las múltiples pérdidas ya nombradas constituyen pérdidas parciales, porque el país, la familia y amigos no se pierden, se produce una distancia témporo espacial significativa que les da el estatus de pérdida a nivel afectivo.

Los objetos externos que se pierden están interiorizados, por lo que se producirán pérdidas de partes de uno mismo cargadas de significado, lo que tendrá como consecuencia un debilitamiento del self.

La elaboración de estas pérdidas remitirá a un trabajo de duelo, que en un primer momento podrá ser pospuesto u obviado como consecuencia de la necesidad prioritaria de reacomodo en el país receptor.

Hay muchas variables que influyen en la elaboración del duelo migratorio, la personalidad de quien migra, la causa desencadenante de la migración, la posibilidad o no de programar la migración, el proceso evolutivo por el que se atraviesa, la recepción que dará el país receptor, los estresores a los que se verá expuesto el migrante en esta transición.

Un segundo aspecto a reflexionar es que no solo se produce una movilidad geográfica de sujetos, hay un desplazamiento de Identidades.

Los migrantes llevan la representación simbólica de su territorio, por lo que se puede abandonar físicamente un país, pero no se pierde la referencia simbólica del país de origen. Esta referencia simbólica funcionará como anclaje y sostén en un primer momento frente a la multiplicidad de cambios que devendrán. Rodríguez Nebot (2017)

El pasaje de un grupo a otro (de un país a otro), implicará para el sujeto una desintegración del código anterior (el del país de origen) y al mismo tiempo una imposibilidad de dominar el código del grupo receptor. (Kaës, 1977, pp. 37).

Cada grupo, cada territorio posee su propio código de significaciones que tendrá su traducción psicológica en cada individuo.

Carrasco (1981) analiza en profundidad este hecho a través del concepto de Vida cotidiana.

El autor plantea que nuestra personalidad psicológica y nuestra identidad se van conformando a través de hechos y acontecimientos vividos desde el comienzo de nuestra existencia en el grupo familiar, en las instituciones del sistema de educación formal y de la sociedad total. Carrasco (1981).

Estos hechos y acontecimientos fueron adquiridos en un tiempo y un espacio y articulados en un proceso histórico.

El concepto de Vida cotidiana es una noción que tiene dos cantos, por un lado están los hechos que el hombre vive cada día de su existencia en un espacio tiempo, el otro canto de la misma moneda es la traducción psicológica de estos hechos.

La cotidianeidad es percepción y vivencia y supone para la persona la reiteración del contacto con las mismas personas, lugares, circunstancias, etc.

El autor expresa “La cotidianeidad es un plan, un programa de funcionamiento mental del aparato psíquico” (Carrasco, 1981, pp. 119).

Constituye un modelo básico y global de nuestra existencia y se traduce en términos psicológicos a través de:

  • Representaciones que cada individuo tiene de sí mismo y su entorno
  • Por la manera que se perciben las cosas y situaciones
  • Por la manera de valorar y calificar las cosas y las relaciones que se establecen entre ellas
  • Se traduce en lo que creemos, en fantasías, ideales, tipos de sentimientos, vínculos que se establecen con las personas y las cosas.

Para la mayor parte de las personas su existencia es la vida cotidiana de la cual no resulta necesario un análisis de situación.

¿Qué puede pasar cuando se produce un corte, una ruptura con la continuidad temporal adscripta a un territorio y lo que éste representa?

El autor plantea que se producirá una movilización de las representaciones ligadas a un contexto que están internalizadas y nos constituyen, lo que implicará una reestructuración psicológica de la persona.

Kaës (1977) analiza que los grupos e instituciones establecen una doble función, la regulación externa del comportamiento y funciones de sostén interno que se realizan a través de lo que Bleger denomina encuadre.

El encuadre es el receptáculo y contenedor de las partes indiferenciadas de nuestra identidad que permite el control de las ansiedades primarias del individuo.

La importancia que cobran el medio y el encuadre se pondrán de manifiesto en las situaciones de migración por su ausencia.

En estas situaciones no hay un soporte contextual que asegure la existencia, y se pierde el apoyo del encuadre que contiene los códigos internalizados de la cultura y el grupo del país de origen. El encuadre que es invisible, se hace visible en situaciones de crisis porque emergen aquellas ansiedades primarias que estaban contenidas por éste.

Por lo tanto, la transición implicará para el migrante la elaboración de un proceso de Duelo que debilitará el self y que afectará su Identidad. La pérdida de los referentes externos que están interiorizados a través del encuadre dará lugar a la emergencia de ansiedades primarias. El psicólogo Rodríguez Nebot analiza que estos hechos que se dan simultáneamente en el tiempo objetivo son vividos por el migrante  de manera asincrónica.

En un primer momento no hay concordancia entre mente y cuerpo, el cuerpo se adelanta, pero la mente no acompaña los acontecimientos. Esta situación conlleva una desincronización que desencadenará un dolor psíquico importante, una crisis.

El cuerpo es trasplantado en una primera instancia a una nueva realidad pero la mente seguirá afianzada a los códigos del país de origen.

Esta asincronía entre cuerpo y mente coloca al migrante en un territorio existencial incierto, ya que hay una interrupción de la percepción de tiempo continuo que da continuidad existencial al individuo.

Los sentimientos de pertenencia a un territorio, el sentimiento de mismidad y el sentimiento de individuación que conforman el sentimiento de identidad de un individuo se verán alterados. Grinberg y Grinberg (1996).

Cada migración se inscribe en una historia particular, por lo que existirán múltiples maneras de transitar el proceso migratorio.

Las investigaciones realizadas por Carrasco en Holanda en la década del 80 arrojan algunos datos acerca de cómo algunos migrantes pueden vivir el desarraigo en el exilio. El autor explica que muchas veces se intentaba funcionar en el contexto del país receptor enquistando la cotidianeidad del país de origen. Este sería el caso del migrante que “nunca deshace sus maletas”, cuya experiencia de migración se focaliza en la añoranza y el retorno.

En otras situaciones sí se produce un proceso de replanteamiento de la vida cotidiana. Un ejemplo de ello se desprende de una viñeta publicada en “El País Internacional” en 2013. Un hombre nacido en España emigra a Alemania y después de volver de un viaje de visita de su país natal reflexiona:

“Desde que vivo en Alemania me siento raro también en España. Mi familia dice que me estoy alemanizando porque me molestan los gritos de la gente por las abarrotadas calles de Madrid. He dejado de preocuparme por si me roban el móvil o la cartera. No trato de colarme en el supermercado y me molesta cuando alguien lo hace.

Involuntariamente he empezado a pensar que la gente respetará las reglas. Y es que, aunque tiene inconvenientes, la cultura alemana también tiene grandes ventajas…En mitad del crudo invierno alemán suelo pensar en regresar junto al calor de mi familia pero, cuando me doy cuenta de que tendría que convivir a diario con ese podrido sistema, siempre acabo posponiendo la vuelta un par de años más.

Me temo que también yo he llegado a la fase de desintegración, que no es más que la búsqueda de la propia identidad en el país ajeno”

En este breve extracto se pone de manifiesto otra manera de transitar el desarraigo. Se puede inferir que éste hombre, después de 6 años comienza a tomar distancia de su cotidianeidad de origen, a analizarla, cuestionando costumbres, ideología, formas de pensar, hábitos del país donde nació y se crio. Estos cuestionamientos repercuten en sus sentimientos de pertenencia y mismidad. Los cambios del migrante interpelan a sus coterráneos que advierten que el hombre se está “alemanizando”, que está cambiando, que se está permeando con costumbres y hábitos de una cultura para ellos desconocida (lo que le daría al migrante el estatus de desconocido para ellos). También se infiere las implicancias a nivel de reestructuración psicológica que se manifiestan cuando refiere a “la desintegración” que lo llevará a la búsqueda de su propia identidad, a devenir otro.

El análisis o deconstrucción de la vida cotidiana permitirá desnaturalizarla, cuestionado lo que antes se asumía como norma. Este movimiento de análisis contribuye a la existencia del sujeto como un ser autónomo que pueda reformular su vida cotidiana.

La elaboración del proceso migratorio posibilitaría una remodelación de la mirada que tenemos de nosotros mismos y nuestro entorno, ayudándonos a  tomar una distancia operativa ante las naturalizaciones, cuestionando las instituciones que hemos internalizado.

Según Rodríguez Nebot (2017) el proceso migratorio que implica la elaboración de lo perdido a través de un proceso de duelo, el cuestionamiento de los códigos del país de origen y la apertura al país receptor y sus códigos,  puede ser transitado de muchas maneras:

  • Algunos migrantes se sobre adaptan rechazando la cultura de su país de origen, posicionándose en el presente como si el pasado no existiera, recurriendo a mecanismos de negación o manía, que muchas veces ocultan ansiedades depresivas.
  • Otros enquistan su cotidianeidad de origen y viven en el país receptor intentando reproducir un modelo de vida conocido. Es una conducta de defensa donde prevalecen mecanismos de negación y disociación, Hay un intento por conservar la Cotidianeidad de origen y "re-vivir", a través de ella, los datos y acontecimientos cotidianos de su lejano país. No hay apertura al nuevo país ni a sus códigos.
  • Hay migrantes “híbridos”, cuya identidad se reformula amalgamando ambas culturas, que realizan una síntesis que exige una reformulación de su cotidianeidad de origen, lo que implica un trabajo de reestructuración psíquica. Este movimiento los haría permeable a la nueva cultura, posibilitando e integrando la entrada de lo novedoso y permitiéndoles crear un proyecto de vida en el país receptor apuntalado en su deseo.

 

2.1 - Los primeros tiempos.

Como se dijo anteriormente al migrar se produce una experiencia masiva de pérdidas conjuntamente al encuentro con un entorno cuyos códigos son desconocidos para el migrante. La conmoción de esta experiencia asociada a la pérdida del encuadre externo e interno movilizará intensas ansiedades según Grinberg y Grinberg (1996).

Las múltiples pérdidas darán lugar a la emergencia de ansiedades depresivas. Esto remitirá a un trabajo de duelo que muchas veces adquiere características patológicas.

Frente a las exigencias de un nuevo medio que puede resultar abrumador -conseguir vivienda, trabajo, colegio para los niños, documentación, establecer redes vinculares, aprender un nuevo idioma, nuevos códigos de comportamiento-, pueden aparecer ansiedades paranoides.

La ansiedad confusional puede surgir a raíz del choque cultural. Otra forma de vivir la cotidianeidad interpela a la vida cotidiana originaria. Se superponen y mezclan los lugares, las personas, los recuerdos, las vivencias, las percepciones del mundo, las formas de vincularse.

El inmigrante tiene que renunciar al menos temporariamente a parte de su individualidad para poder integrarse al país receptor. (Grinberg y Grinberg, 1996, pp. 93)

Un sueño tenido al poco tiempo de migrar muestra la emergencia de las ansiedades depresivas y persecutorias.

La joven cuenta:

Mandaba pedir mi ordenador a Uruguay. Muy ilusionada porque el disco duro de allá tenía muchísima capacidad y me había costado mucho sacrificio armar todo el ordenador; por un lado había conseguido el disco duro, por otro lado la batería” “Me avisaban que se había perdido en el camino los españoles lo decían con desdén, con impunidad. Yo les gritaba, no podía creer tanta injusticia

La soñante trasmite el sentimiento de desamparo frente a la pérdida de objetos externos, que la remitirán a la pérdida de partes de un self armado con mucho esfuerzo en el país de origen. La referencia a la pérdida del “ordenador” también podría aludir a la pérdida del orden interno, al encuadre que le daba el contexto conocido del país de origen.

La capacidad del disco duro quizá refiera a todo el universo simbólico que la soñante trae consigo desde su país de origen. También nos remite al miedo a la pérdida de la memoria de los orígenes, a la pérdida de sí misma y a la perdida de energía libidinal (batería) que ocurre en este proceso.

Aparece una percepción del ambiente nuevo y sus habitantes como hostil, que arrebata parte de su individualidad.

Ansiedades depresivas y persecutorias se conjugan en este sueño.

Las ansiedades confusionales aparecen en los primeros tiempos y muchas veces se prolongan manifestándose en sueños.

Este párrafo de la novela “La ignorancia” de Milán Kundera (2000) da cuenta de ello:

Ya en sus primeras semanas de emigrada, Irena tenía sueños extraños: se encuentra en un avión que cambia de dirección y aterriza en un aeropuerto desconocido; unos hombres de uniforme y armados la esperan al final de la pasarela….en otra ocasión, se pasea por una pequeña ciudad de Francia cuando ve un curiosos grupo de mujeres, cada una con una jarra de cerveza en la cabeza, corren hacia ella, la interpelan en checo ríen con malintencionada cordialidad” (Kundera, 2000, pp. 19)

Aparecen escenarios de los dos países (Praga y Francia), se conjugan; se confunden y mezclan personas, situaciones, percepciones. En este sueño en particular se observan sentimientos hostiles respecto a su país de origen, que confunden a la soñante, ya que la percepción que tenía Irena durante el día del país en que nació estaba idealizada en esos primeros tiempos y en el sueño aparecen sentimientos hostiles respecto a éste.

Sueño pesadilla que la interpela y la confunde.

Se ha observado que estos sueños donde se mezclan personas, afectos, lugares y sucesos son compartidos por casi todas las personas que migran.

Estas ansiedades podrían dar lugar a patologías dependiendo de la personalidad previa de quien migra y de las condiciones de recepción del país de acogida. Hay personas que tienen estructuras con un amplio contenido de simbolización que podrán manejar mejor el impacto, pero si el registro simbólico no está debidamente instalado se puede producir una desorganización a nivel psíquico importante. Una personalidad lábil sumada a un contexto poco contenedor o expulsivo es terreno fértil para que las ansiedades depresivas, confusionales y paranoides pueden configurar verdaderos delirios, coartando el proceso elaborativo, convirtiendo la migración en una situación traumática.

 

2.2 - Situaciones traumáticas

La primer etapa de esta transición es la más propensa a enfermedades, ya que existe la posibilidad que el migrante se instale en la transición, quedando ni adentro (país de origen) ni afuera (país de acogida), en un no lugar.

Fanny Skolnik refiere que algunas situaciones (como la migración) son de una “entidad desintegradora del psiquismo de tal magnitud que dan lugar a marcas traumáticas inelaborables, aun en sujetos cuya historia previa haría suponer que disponen de mayores recursos para impedir que estos traumas invadan el psiquismo masivamente.” (Revista CPU N° 100, pp. 3).

Se refiere a que algunos impactos de lo social en el individuo, determinan efectos demoledores en la subjetivación generando vivencias desestructurantes. En este caso no estaríamos hablando de crisis, sino de situaciones traumáticas.

Un ejemplo de esto es el llamado “Caso de los niños apáticos de Suecia”. La apatía es también llamada síndrome de renuncia o de estar abatido.

Aproximadamente en 2003-2004 llegaron 424 menores a Suecia en calidad de refugiados, con sus familias o solos desde la ex Unión Soviética y de Los Balcanes y quedaron a la espera de asilo político. Esas esperas podían durar años, y al tiempo los niños comenzaron a manifestar una sintomatología particular: incomunicación (mirada vacía u ojos cerrados), pérdida de la capacidad motriz y de la capacidad de alimentarse.

Se mantenían vivos con sondas y en estado casi vegetativo. Fue un tema muy debatido durante el 2005 (Hellgren, 2008, pp.105-131)

Algunos planteaban que era un síndrome de simulación impulsado por los padres para que se le otorgara asilo. Esto fue muy criticado por otros, que como prueba presentaban estudios que comprobaban cambios físicos en estos niños.

Estos niños quedaban en un limbo administrativo -ni dentro ni fuera-

Este es un ejemplo donde se produce este atrapamiento en la transición, donde el migrante queda instalado en un no lugar, en un espacio entre el pasado y el futuro, entre el país de origen y el nuevo.

Es posible que estos niños, que ya venían huyendo de situaciones extremas en sus países tuvieran cierta propensión a padecer una crisis y el ambiente no contenedor y expulsivo del país receptor oficiara de desencadenante para que se configurara un trauma que imposibilitó la inscripción de lo vivenciado en algo psíquico, desplazando en el cuerpo la vivencia de desestructuración interna.

La migración, que es un proceso de transición muchas veces no puede elaborarse, y el migrante queda atrapado en el proceso como ocurrió con estos niños.

Angels Vives define este atrapamiento en un no lugar como “Zona Trans”, un espacio entre: el pasado y el futuro, el país de origen y el de acogida, lo que se ha perdido y lo novedoso.

Es un estar ni dentro ni fuera, ni dormido ni despierto. Es un estado de la mente donde no es posible la integración de uno mismo, por lo tanto no es posible la identidad.

La autora intenta trasmitir el estado de la mente de quien queda atrapado en la transición:

“Tiene una cualidad sensorial especial. El umbral perceptivo está modificado, de manera que las percepciones sensoriales están amplificadas y algo distorsionadas. Un espacio, un «no lugar» que sería aproximadamente «ni dentro ni fuera», «ni dormido ni despierto”.

Las cosas en este espacio suceden de una manera particular. La percepción del tiempo está alterada, es otra. El recuerdo de estos momentos va a tener un carácter onírico, o mejor dicho de pesadilla” (Vives, 2008, pp. 42)

El acontecimiento ocurrido en Suecia es un ejemplo de cómo éstos niños quedaron atrapados en lo que la autora define como “Zona Trans”.

Este estado de la mente puede sentirse también en los primeros tiempos de migración. Un estado de desorganización psíquica a la que no hay sentido que atribuirle mientras acontece dado su nivel de intensidad.

En la película “El hombre de acero” de 2013 se narra la historia de un inmigrante ilegal que vive en USA con identidad falsa conocido como Superman. La película relata desde el nacimiento de Superman en Krypton hasta su niñez y adolescencia en Arkansas. En los primeros momentos de la película este alien llamado Clarck por sus padres adoptivos está en el colegio y en un momento irrumpen sensaciones que lo descolocan; su umbral perceptivo se amplía, muchos estímulos externos lo avasallan simultáneamente y se amplifican: empieza a ver a través de las personas, ve sus músculos, sus huesos, sus órganos como con rayos X. Lo escucha todo a su alrededor, hasta lo más imperceptible. Los estímulos lo aterrorizan y no puede controlarlos.

Es un estado caótico parecido a la locura, el niño se asusta, no entiende lo que está pasando, los demás le devuelven una mirada de extrañeza, no tiene control de lo que está sintiendo.

El niño sale corriendo del aula y se encierra en un baño hasta que la maestra llama a su madre quien logra calmarlo abrazándolo. Clark le dice a su madre que el mundo es muy grande, y su madre le enseña a "hacerlo pequeño" concentrándose en pensar que está solo en una isla desierta. Clark sale y la abraza, preguntándole qué es lo que pasa. El niño se tranquiliza.

Esta sobre estimulación es muy parecida a la que puede sentir un migrante en sus primeros momentos de llegada: su umbral perceptivo se ve amplificado, se siente avasallado ante una realidad totalmente diferente y desconocida y aparecen sentimientos de soledad extrema al no tener la posibilidad de un otro con quien identificarse. Así como este alien (extranjero), el migrante necesita a un otro que ejerza las funciones de maternaje, que lo sostenga y oficie de continente en estos primeros momentos como sucede en ésta escena de la película.

Alguien, persona o grupo, en el medio nuevo que se haga cargo y neutralice las ansiedades frente a lo nuevo y desconocido (Grinberg y Grinberg, 1996, pp. 81).

Un otro externo que especularice, una figura de seguridad, de sostén y tranquilidad. El otro nos permite adquirir cierta identidad, ser a través de una actividad. En la actividad nos da un sentimiento de potencia. Bleichmar, Hugo (2017).

Es en esta primer etapa de la transición donde es posible quedar atrapado en este no lugar, lo que constituiría una crisis traumática para quien o quienes la/s protagonizan y donde sería de gran ayuda la intervención para encontrar un espacio de salida de la “Zona Trans”.

Se enfatizó en los primeros tiempos de la migración porque es terreno fértil para que sucedan situaciones traumáticas, aunque pueden darse en otros momentos del tránsito. Si bien, la forma más efectiva de intervención sería la prevención, se señala este momento como el de más vulnerabilidad, donde una intervención sería imperiosa.

 

3 - Afección al grupo familiar

La migración, en tanto fenómeno social configura un problema colectivo, no solo afecta al sujeto individual, también al grupo familiar o de pertenencia.

Respecto a la pareja Sluski (1998) reflexiona que al faltar la red de sostén conformada por personas que ocupaban diferentes roles, se produce una sobrecarga en ambos conyugues, ya que muchas funciones de la red quedan vacías y cada miembro de la pareja espera que el otro las cumpla.

El autor percibe una tendencia a esperar que el conyugue se convierta en una fuente de apoyo emocional en un momento que no dispone de recursos para oficiar de soporte. En el país de origen esas funciones posiblemente hayan sido satisfechas por otros componentes de la red, amigos o familiares, y las habilidades necesarias para cumplir esa función no habían sido desarrolladas de manera eficaz dentro de la pareja. La necesidad insatisfecha puede ser sentida por el otro miembro de la pareja como incompetencia,  traición o abandono.

El otro, igualmente necesitado, experimenta no solo su propia cuota de necesidades insatisfechas, sobrecarga y abandono, sino también las quejas agregadas de su conyugue y las desavenencias. El resultado es un círculo vicioso dentro de la relación.

Según este autor:

“La re locación está estrechamente asociada a un aumento en la frecuencia de perturbaciones psicosomáticas e interpersonales” (Sluzki, 1998, pp. 93).

“El estrés personal y los conflictos familiares son un subproducto casi inevitable de la migración y la migración de retorno, así como el aumento en la frecuencia de perturbaciones somáticas e interpersonales.” (Sluzki, 1998, pp. 93).

Tanto en la migración originaria como en la de retorno se producen separaciones entre los integrantes (algunos parten y otros quedan en el país de origen), y es muy difícil sostener los roles parentales a distancia cuando los hijos quedan distribuidos en distintos lugares geográficos.1

Respecto al funcionamiento familiar pueden ocurrir diferentes situaciones:

En el caso de las familias que migran en dos tiempos, se provocará una brecha témporo espacial donde se dificultará el encuentro entre padres e hijos. Muchas veces viaja uno de los padres,- como pasa habitualmente en las migraciones de Latinoamérica a Europa y EEUU- y dejan sus hijos a cargo de familiares.

La reagrupación familiar es un tipo de residencia que se puede otorgar a los familiares directos padres, hijos o esposo/a de una persona que reside de forma legal y siempre que el familiar a reagrupar esté fuera del país.

Es un proceso que lleva mucho tiempo, de forma que cuando padres e hijos se encuentran ya han pasado años sin verse y el reconocimiento se dificulta.

Para los hijos esto conlleva una doble separación: la separación originaria de sus padres y posteriormente, cuando pueden reunirse con sus padres se produce la separación del país de origen y de los familiares con los que quedaron a cargo con quienes han establecido un vínculo significativo.

Esta situación les implicará la elaboración de varios duelos.

Los niños tuvieron que elaborar en un primer momento la separación de uno o ambos padres y posteriormente la separación con las figuras de apego del país de origen y el traslado al nuevo país: El re-encuentro con los padres después de mucho tiempo implicará un trabajo de elaboración tras la separación.

El vínculo con los padres biológicos durante el tiempo de ausencia ha sido parcial, fantasmático, virtual, construido a través de Skype, teléfono y otros medios de comunicación. Las tecnologías actuales promueven el contacto con quienes están lejos, pero falta la dimensión espacial de los sujetos para que se dé la formalización real del vínculo. Esto producirá en un el momento del encuentro una ausencia de conocimiento por ambas partes y un trabajo de elaboración para procesar lo acontecido en el tiempo que estuvieron separados.

Otra situación viven los niños y adolescentes que viajan con sus padres.

Al migrar los niños pierden una fuente importante de seguridad al producirse una separación del grupo de amigos y compañeros de clase con quienes compartieron sus estadios de desarrollo y con los que han establecido vínculos de confianza mutua.

Los adolescentes pasan por una crisis vital donde están desarrollando los duelos por el cuerpo perdido, por los padres de la infancia y por la identidad infantil. Pueden culpar a sus padres por ser arrancados de sus vidas sin ser consultados. En estos casos es recomendable crear una estrategia común para recrear el grupo de pares de los adolescentes en el lugar de destino y hacerlos partícipes de la planificación de la migración.

En los adolescentes se potencia la crisis vital que atraviesan con la crisis migratoria, y muchas veces los jóvenes son el receptáculo propicio para hacerse cargo de los problemas de los demás.

Estas situaciones de pérdida se dan mientras los padres resultan menos accesibles como fuente de apoyo, ya que, como sus hijos también están elaborando el proceso de duelo e inserción. (Sluski, 1998)

Tanto en la migración originaria como en la de retorno los hijos pequeños no están implicados en la decisión, y pueden producirse desencuentros con la decisión de sus padres. Este es el caso de R, un adolescente de 19 años retornado hace 4 años de un país de Europa donde vivió 10 años  y cuyos padres se separan al llegar dice:

Cada vez me gusta menos este país y la verdad me tiene harto….yo no decidí nada, siempre me joden decisiones que no son mías…mis amigos están bien allá, viven en sus casas”. “Si hubiera seguido viviendo ahí mi madre tendría un buen trabajo…estoy enojado con decisiones que no puedo tomar yo…quiero vivir bien….yo me iría, capaz que ya me acostumbré estar de lado a lado”

R se presenta angustiado desde la separación de sus padres al retornar, decisión tomada por una de las partes de la pareja. La decisión del retorno no fue programada, como tampoco lo fue la migración original y él no intervino en la decisión de ninguna de las dos migraciones. Los padres con tendencia a pasar al acto sin elaboración previa no ofician de referentes aseguradores para R. El joven manifiesta su confusión y angustia frente a la falta de sostén durante el proceso. La crisis evolutiva (adolescencia) se potencia con la crisis migratoria.

La frustración de estos padres al contrastar la realidad con las expectativas generó conflictos intrafamiliares. Como en este caso, la decisión de retornar puede ser nuevamente cuestionada y en muchos casos no todos los integrantes de la familia están de acuerdo ni tuvieron el poder de decisión.

Fuera del país natal la familia funciona como sostén de sus miembros, como referente de pertenencia y al regresar se produce un reacomodo en los roles. Para los niños (como en el caso de R), que han pasado la mayor parte de su vida en el país de acogida, el retorno no es tal, porque no sienten al país de origen de sus padres como propio.

Esta situación produce conflictos entre padres e hijos, ya que, a diferencia de sus padres los niños han vivido la mayor parte de su vida en el país receptor. Esto a menudo produce una confrontación entre ambas partes: los hijos adoptan como suya la lengua del país receptor y muchas veces se convierten en maestros de sus padres.

Se produce un replanteamiento de los roles que distorsiona la dinámica familiar.

Otro conflicto aparece cuando divergen las expectativas entre padres e hijos. Muchas veces el proyecto de futuro de los padres es volver a su país de origen y los hijos sienten al país receptor como suyo.

Otra situación se plantea en aquellos niños que nacieron en el país de acogida, son ciudadanos de dichos países, nunca migraron y son denominados  “Segunda generación de inmigrantes”.

Se construye una clasificación que equipara a los hijos de inmigrantes con sus padres, y los opone a los “autóctonos”.

Se observa que mientras las primeras generaciones siguen manteniendo muchos aspectos culturales que los relacionan con su país de origen, las segundas y terceras generaciones ya no viven la cultura de sus padres. Los padres han dejado de ser el modelo a seguir y se produce una crisis generacional que se ve agravada al no encontrar referentes sobre cómo combinar la cultura de sus padres con la cultura en la que se encuentran.

El estigma de “migrante” persiste en el significado que se le atribuye a “Segunda generación de”. Los apellidos, la etnia dan cuenta de un origen y aunque sean ciudadanos, nacidos y criados en el país receptor se los opone a los autóctonos y sus derechos se ven disminuidos respecto a éstos.

Que los hijos de inmigrantes sigan siendo identificados como “hijos de” nos lleva a plantearnos porque las sociedades tienen necesidad de destacar su origen inmigrante.

En Francia, en la llamada “Revueltas urbanas” de 2005, hijos y nietos de migrantes, con ciudadanía francesa que vivían en la periferia de Paris iniciaron una quema de cientos de vehículos. Los padres o abuelos de los jóvenes eran nacidos en países colonizados por Francia. (Vasallo, Sara, 2005).

Posiblemente los jóvenes reaccionaban con una violencia que se ejerció sobre sus ancestros y en la actualidad sobre ellos.

Según Sluzki (2017), si las reglas de afiliación no se adquieren en la primera generación, la segunda generación lo hace de manera más violenta. En el ejemplo anterior confluyen temas de identidad cultural, racismo, la historia de estos jóvenes y sus ancestros colonizados que posiblemente emerja en un rencor sin palabras. Un ejemplo que pone de manifiesto que el duelo migratorio es transgeneracional y quizá estos jóvenes sean los portavoces del duelo no realizado por las generaciones anteriores y de la violencia ejercida sobre sus ancestros y actualmente sobre ellos.

 

 

Segunda parte

 

4-Migraciones en el siglo XXI. Efectos del contexto actual. Síndrome de Ulises

 

“No se puede explicar a otra persona lo que significa ir corriendo hacia la oscuridad, con la muerte y la humillación detrás de ti

(Mankell Henning, 2010, pp. 314)

 

En el siglo XXI cuáles son las características del contexto que recepciona a la gente que emigra. Los países de acogida ¿ofician de continente favoreciendo la inserción de los inmigrantes, o ponen trabas para el ingreso y la relocación?

Por otra parte es fundamental considerar si la migración (que incluye la elaboración de un duelo migratorio) lo realizará una persona con capacidad de elaboración o propensa a enfermedades psíquicas o físicas, pero igual de importante es conocer el contexto actual mundial, cuál es la percepción que se tiene de los inmigrantes en los países de acogida, y si las condiciones que ofrecen estos países favorecen o no la integración del inmigrante.

Joseba Achotegui, ha sistematizado las características de las migraciones en este siglo, conceptualizando aquellos estresores extremos que afectan a la salud mental del inmigrante. Achotegui, es un psiquiatra vasco que está trabajado con migrantes desde los 80 y reparó que en esta época histórica hay grandes diferencias respecto a la elaboración del duelo. Observó que los inmigrantes de principios del siglo XXI presentan una sintomatología particular que no veía en décadas pasadas. Asoció que estos cambios se daban simultáneamente al cambio en el contexto mundial.

Los estresores a los que se ven expuestos los migrantes en esta época son muy intensos y tienen repercusiones en la salud de las personas.

El autor conceptualizó el Síndrome de Ulises como la respuesta de sujetos sanos y sin predisposición a algún trastorno mental sometidos a situaciones de estrés extrema. Esta respuesta no es una enfermedad mental sino un cuadro reactivo al estrés dice Achotegui, quien conceptualizó algunos fenómenos que se dan en este siglo que ofician de estresores, que son los que definen el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple, llamado también “Síndrome de Ulises”. En este trabajo se enfatizará en aquellos estresores extremos que son los que constituyen un factor de riesgo para la salud mental.

Los estresores extremos que analiza Achotegui son:

 

La soledad. La separación forzada de la familia.

Muchas  personas emigran solas dejan familias enteras atrás y se ven imposibilitadas de traerlas ya sea por causas económicas o problemas administrativos que traban la reunificación familiar La soledad y la separación con la familia puede llevar un tiempo considerable. El autor afirma que, en los países donde sí existe la posibilidad de reunificación familiar (como en algunos países de la Unión Europea), se pide un “certificado de idoneidad” que consiste en tener cierto nivel económico y una vivienda adecuada; requisitos muy difíciles de conseguir si se trabaja en condiciones de clandestinidad o aun teniendo la residencia. Esto genera que las familias tarden años en reagruparse y una vez reagrupados por ley no se les permite trabajar, careciendo de perspectivas de futuro.

 

El fracaso del proyecto migratorio.

Este estresor remite al sentimiento de fracaso que sienten muchos migrantes que no acceden a las oportunidades para salir adelante en el país receptor. Al no poder acceso a “los papeles” se entra en un circuito donde se les dificultará el ingreso al mercado laborar y si lo hacen lo conseguirán por fuera del sistema, aceptando cualquier trabajo y condición que le proponga el empleador al punto de verse expuestos a condiciones de explotación. Hay migrantes regularizados que encuentran muchas trabas para encontrar empleos y se ven obligados a realizar trabajos en sectores totalmente ajenos a su profesión.

 

La lucha por la supervivencia

Al tema de la dificultad de ingreso al mercado laboral se suma la dificultad para acceder a una vivienda digna. Muchas personas refieren “me sintieron el acento y no me aceptan aunque tenga el dinero”. Se producen hacinamientos de familias enteras en viviendas precarias.

 

El miedo, la indefensión.

Refiere al miedo a la deportación o las amenazas por parte de las mafias que lucran monetariamente y extorsionan incluso a las familias que quedaron en el país de origen. El miedo muchas veces comienza en el propio viaje, hay personas cuyo viaje ha durado 4 años, recorriendo toda África hasta llegar a Ceuta para cruzar a España en patera, o los mexicanos al cruzar el muro que separa sus país de Estados Unidos, muriendo muchos de ellos en el intento.

 

Estos estresores se hallan incrementados por una serie de factores que los potencian como la multiplicidad (a más estresores mayor riesgo), la cronicidad ya que estos estresores límite pueden afectar al inmigrante durante meses o años. (Achotegui, 2015, pp.134).

Las reacciones a los estresores extremos dará lugar según Achotegui a una amplia sintomatología: en el área de la ansiedad (tensión, insomnio, pensamientos recurrentes e intrusivos, irritabilidad); en el área depresiva (tristeza y llanto); de la somatización, (fatiga, molestias osteoarticulares, cefalea, migraña) y síntomas del área confusional que pueden ser erróneamente diagnosticados como trastornos psicóticos. (Achotegui, 2015, pp.135). A través de esta sintomatología se expresaría la imposibilidad de elaboración psíquica al estar sometido a estrés por tiempo continuo.

Achotegui explica también que hay una tendencia a patologizar desde las Instituciones de Salud sin tener en cuenta que los síntomas que presentan algunos migrantes están ligados a las circunstancias que le afectan tras migrar.

El autor crea una escala para diferenciar en una primera evaluación la intensidad de los factores de riego del inmigrante desde la perspectiva de la salud mental, con la intención de estructurar mejor la intervención asistencial. (Achotegui, 2009, pp.12).

Insertos en la sociedad del rendimiento como refiere Bauman (2016); los hombres se ven condenados a buscar soluciones individuales a problemas generados por la sociedad, abandonados a su suerte, con sus propios recursos particulares que, como en estos casos, serán terriblemente insuficientes, desbordando los recursos internos de cualquier individuo.

 

5 - Vivir de forma ilegal

“Yo no existo…Somos sombras que nos mantenemos apartadas de la luz….Tal vez un día podamos salir a la luz y ya no tengamos que escondernos detrás del escenario”

(Mankell Henning, 2010, pp. 371)

 

El categorizar de “ilegal” al inmigrante actúa como potenciador de la vulnerabilidad porque no hay un contexto que lo sostenga y lo habilite, no hay ley que oficie de tercero.

El emigrante sin papeles tiene que afrontar la desorganización de su psiquis, la ausencia de un espacio para volverse a estructurar y la falta de un otro que lo legitime como sujeto.

A continuación extraigo un trozo del material de un caso clínico porque creo da cuenta del efecto que produce en la persona el estar "ilegal". Se trata de A, una mujer de 33 años, emigrante económica que hacía más de tres años vivía en un país de Europa y aún no había conseguido la residencia, podía salir del país pero se le impedía entrar. Extraigo esta viñeta de una sesión:

“No quepo en mí, no me da el cuerpo...tengo la espalda dura, tengo insomnio, me duele la cabeza…tengo muchas ganas de hacer cosas y no puedo, quiero empezar a estudiar, me inscribí en un gimnasio”.

Emocionalmente se siente

un cero a la izquierda, no sos persona, no sos nadie, sos de los sin papeles” “Esto me afecta hasta la alimentación...estoy apretando un montón los dientes al dormir, cuando me levanto me duele mucho la cabeza y el cuello, se ve que duermo con mucha tensión”

Su auto percepción ha cambiado: “me siento un cero a la izquierda, soy una sin papeles, soy nadie”. A tiene una buena capacidad de elaboración y se ven claramente los efectos que tienen en ella un entorno no estructurante. Es en esta categoría de migración que aparece el mayor ataque a la identidad, sugerido por el ser y sentirse "nadie" que manifiesta A.

“Algo que cambió para mi desde que vine es el estado de alerta con los policías pero más con los hombres de traje que entran rápido al metro, como los inspectores del bus, una vez dejé de subirme porque no sabía que solo pedían el ticket, pensé que eran de inmigración, luego estuve casi 3 meses sólo yendo a los sitios caminando o en bicicleta. Me cambio muchísimo la concepción del tiempo. No tomo mate fuera de casa para que no me identifiquen con XXX (país de origen). La caída del pelo fue terrible, pensé que me quedaría calva y eso me daba pánico, se me manchó un montón la piel desde que estoy aquí”

Al no acceder a la residencia se entra en círculos de clandestinidad, ya que el trabajo que se conseguirá –si se consigue-, será en condiciones por fuera de lo legal, sin derechos, que colocará a la persona en una situación de extrema vulnerabilidad.

En mi país trabajaba en una universidad, yo tomaba decisiones, ahora cuido a un señor mayor con problemas de alcoholismo, tiene mal carácter y te insulta por todo” “si pudiera elegir trabajaría en otra cosa, en la parte social. Tengo muchas ganas de hacer cosas y no puedo: estudiar, aprender un idioma, hago gimnasia, el club es un soporte es un sitio donde te sentís igual”

“extraño mucho...tenés fases, hay momentos claves: el domingo y por la noche, dar abrazos. Esos días es más fuerte lo que sentís. No te caben las emociones en el cuerpo, se te desborda. Hablo con todos los de la familia una vez por semana” “mi madre es mayor y no puedo verla, no tengo recursos para traerla. He ayudado con dinero a toda mi familia”… “no tengo papeles, estoy ansiosa, me paso persiguiendo con que me llegue la carta de expulsión, lo vivo con muchos nervios, hasta hoy, quiero pedir arraigo porque ya hace 3 años que estoy. No me hacen contrato para tener el permiso de residencia, si no cambia la ley no sé qué va a pasar, es agotador

Pensemos por un momento en tres años de nuestra vida sin documentación en un país extranjero que te obliga a trabajar en condiciones precarias, al margen de la ley y donde los derechos laborales o sociales son inexistentes, sabiendo que existe la posibilidad de ser deportado o encerrado en un CIE (Centro de Internamiento para Extranjeros). Viviendo de ésta forma se reducirán las posibilidades de contacto con los nativos del país de acogida, por lo tanto las posibilidades de aprender el idioma y la de crear redes de contención.

El riesgo de ser deportado predispone a vivir con miedo como muestra la paciente A. Las funciones yoicas se van debilitando, y la situación de alerta continua lo predispone a patologías. A presenta una sintomatología que se mantiene en el tiempo (caída del pelo, contracturas, cefaleas, tensión, agotamiento, etc.).

La paciente manifiesta su deseo de estudiar, de hacer cosas y cuenta las condiciones de precariedad en las que trabaja. La referencia a la necesidad de sostén se trasmite en ésta viñeta al hacer referencia a su madre y la imposibilidad de verla y al referirse al club como soporte donde puede sentirse igual a los otros.

Hay una mirada hacia el inmigrante ilegal que lo criminaliza, siendo el perfecto chivo expiatorio de una sociedad que se ve interpelada en su falta de estabilidad por la sola presencia de la vulnerabilidad que encierra la situación del inmigrante ilegal.

El extranjero causa inquietud, por ser justamente eso: extranjero dice Bauman (2016), a diferencia de las personas con las que se interactúa a diario y de quienes creemos saber que esperar, son estos recién llegados quienes tienen la intención de erradicar un estilo de vida que nos resulta tan consoladoramente familiar. (Bauman, 2016, pp. 15)

La figura del migrante y sobre todo el inmigrante ilegal denuncian e interpelan la ilusión de seguridad de quienes viven en un sistema aparentemente seguro, pero donde existe la real posibilidad de perderlo todo en cualquier momento (trabajo, casa, etc.).

“Los migrantes son los mensajeros que transportan las malas nuevas desde otro lado del mundo hasta nuestra puerta” (Bauman, 2016 pp. 21).

El autor expresa “estos nómadas, que no lo son por elección propia….nos recuerdan de manera irritante, exasperante y hasta horripilante la incurable vulnerabilidad de nuestra propia posición y la fragilidad endémica de ese bienestar que tanto nos costó alcanzar”. (Bauman, 2016 pp. 21).

Es posible que los migrantes sean los receptores de proyecciones de distintas clases de fantasías: son los que quita el trabajo a los nativos, usurpan los lugares en los servicios de salud, sus hijos ocupan el lugar en la escuela a los autóctonos, etc. Posiblemente sean depositarios de aquellas partes rechazadas de los autóctonos, que desplazan sus partes más odiadas hacia el más vulnerable.

Castoriadis (1990) reflexiona que el odio del otro sería la otra cara de un odio inconsciente de sí mismo a través de desplazamientos psíquicos mediante los cuales el “sujeto puede guardar el afecto cambiando de objeto”. (Castoriadis, 1990, pp.32)

 

6 - Reflexiones sobre el retorno

“Hay, para justificar la vuelta, un discurso lúcido y razonable; hay también, en la intimidad, la escansión de lo indecible: vuelvo porque volviendo creo volver a ser quien era, aun si ese que yo era me es extranjero, perdido para siempre”

Viñar, Marcelo

 

Retornar: Devolver, Volver a torcer algo, Hacer que algo retroceda o vuelva atrás, Volver al lugar o a la situación en que se estuvo. (2014).

La migración según Chambers (1994) supone una "forma de ser discontinuo", aunque muchas veces esa ruptura no sea voluntaria.El migrante rompe con su lugar de origen.

Sayad (1998) explica que la idea del retorno está implícita en la denominación y en la idea misma de la emigración y la inmigración. El inmigrante deja de serlo cuando ya no lo denominan así, cuando él mismo ya no se denomina así.

Y la misma denominación hace desaparecer la cuestión del retorno inscripto en la condición del inmigrante.

El autor coloca al retorno en el terreno de las fantasías que cautivan la mente, ya que implica una imposibilidad. El migrante lo asume en su imaginación como una vuelta al tiempo anterior a la inmigración, como una forma de poner fin a la nostalgia. Una nostalgia cuyo remedio no es el retorno, pues una vez conseguido el migrante se da cuenta que no se puede volver al  tiempo de partida, volver a ser tal como era en el momento de la partida. En el tiempo que se ha vivido fuera del país de origen se ha producido tantos cambios en el migrante como en el país del que un día partió.

La persona que vuelve ya no será la misma y es posible que cristalice una visión de país del momento en que se produjo la partida y espere reencontrar el paisaje estático que un día dejó. Por esto es habitual que al retornar se produzcan choques entre el país imaginado y el que realmente es.

Al retornar algunos migrantes tienen la ilusión de recuperar todo lo perdido, aun sabiendo que esto no es posible. Se espera encontrar personas, paisajes, objetos, en el mismo estado que cuando se partió. Poco a poco el migrante comprueba que “el país imaginado” y él han cambiado. Puede llegar a sentirse un extraño en su país natal.

J, recién retornado a Uruguay después de vivir más de 25 años en otro país cuenta en su primera sesión:

Esto es un basural, maltratan a los animales, no sé porque la gente tiene que ser cruel. El país cambió. Yo soñaba con una cosa que vi en la televisión…el futbol”… “Me siento como un agujero negro”

J se había encariñado con su país de acogida.

El choque cultural inverso se manifiesta en su primera sesión, le asombran situaciones, hechos que no formaban parte de la vida cotidiana en su país receptor y confronta al Uruguay que imaginó a través de los medios de comunicación -que quizá el percibía como un país glorioso asociado al fútbol-, con lo que ve al retornar. Uruguay se le presenta como un nuevo país para él.

J está angustiado. Es posible que proyecte sus aspectos más vulnerables y primarios en “el maltrato que se les da a los animales”. Aparecen ansiedades depresivas al expresar que se siente como un agujero negro. Un "agujero negro" es una región del espacio–tiempo de la cual ni siquiera la luz puede escapar debido a la enorme intensidad de su gravedad. Es posible que su impacto a nivel afectivo fuera de tal fuerza e intensidad que consumiera toda su energía en estos primeros tiempos. Dentro de un agujero negro la percepción del espacio y del tiempo son diferentes.

J, en otra sesión:

“Choqué en el auto, no vi a la persona, me vino una laguna mental…tengo estrés, me olvido de las cosas, voy a hacer algo y digo ¿a qué vine? Soy muy ordenado, siempre me hago un plan, pero me distraigo. Pierdo objetos personales constantemente, se me pierden los lentes. Acá tengo la mente en tantas cosas!”

En esta sesión aparece el sentimiento de pérdida de control de sí mismo (pierde el control de su auto), sentimientos de vulnerabilidad, así como la emergencia de ansiedades confusionales y depresivas que se manifiestan a través de sus lagunas mentales y de la pérdida de objetos, de partes de su self. También revela el esfuerzo psíquico que le implica la reinserción. Su pregunta ¿a qué vine? puede referir a un replanteamiento de su decisión de retornar.

En el tiempo que el migrante vivió en otro país todos han cambiado y sufrido los impactos de la separación y se producen de ambas partes sentimientos ambivalentes; reproches por el abandono y sentimientos de alegría por el re encuentro.

Surgen nuevos conflictos emocionales entre los que retornan y los que permanecieron en el país de origen.

En la novela “La Ignorancia” Milan Kundera (2000) relata la impresión de Josef, que estuvo 20 años en el exilio. Al volver encuentra su reloj de en la muñeca de su hermano que se lo había apropiado, lo que le produjo malestar.

“Tuvo la impresión de reencontrar el mundo como podía hacerlo un muerto, que al cabo de 20 años saliera de su tumba: toca tierra con el tímido paso de quien ha perdido la costumbre de caminar; apenas reconoce el mundo donde vivió, pero se topa constantemente con los restos de su vida: ve su pantalón, su corbata en los cuerpos de los supervivientes, quienes, con toda naturalidad se lo han repartido, lo ve todo y no reivindica nada: los muertos suelen ser tímidos” (Kundera, 2000, pp.73)

El retorno le significa un duelo en el que siente perder todas sus pertenencias, aspectos valorados de su self. Trasmite el sentimiento de haber muerto para los otros. Restos de su identidad se encuentra en objetos cargados de significado que pertenecían al Josef de hace 20 años y están repartidos entre “los supervivientes”, hecho que lo carga de impotencia, rabia y angustia. Hay una vivencia de estar muerto para los demás y de no tener derecho a reclamar nada. Su reloj, ahora en la muñeca de su hermano quizá lo remita a aquel otro Josef de hace 20 años y lo confronte con el paso de los años, con la imposibilidad del retorno en el tiempo, con la ausencia.

El retornado se enfrenta a que las redes sociales que una vez lo sostuvieron se han modificado o perdido, y hay que reactivar vínculos y crear otros para reinsertarse en el país. Hay temas a resolver que tienen cierta urgencia: conseguir empleo, vivienda, etc. El rearmado de nuevos vínculos se dificulta por una distancia temporal y vivencial.

La exposición a otras culturas distancian al que se quedó del que se fue, distancia que puede oficiar de obstáculo para que se realice un reconocimiento, un reencuentro por ambas partes. Este desencuentro mutuo afectará a nivel afectivo y también en el momento de resolver cuestiones prácticas como conseguir un empleo, vivienda, etc.

M, mujer de 49 años, desempleada cuenta:

“En el año 2001 luego de terminar mi carrera decidí cumplir mi sueño de conocer el mundo y emigré a Europa. En mi caso tuve la oportunidad de cursar una Maestría y trabajar en distintas empresas, lo cual implicó residir más de 10 años en el viejo continente. Al principio la experiencia fue muy positiva, vivir de cerca la diversidad cultural, la multirracialidad, el desafío de “encajar” en un mundo tan parecido y a la vez tan distinto, tener a mano la oportunidad de viajar y “conocer mundo” se constituyó en una increíble fuente de vivencias.

Sin embargo, como diría una amiga, llega un momento donde las fronteras se vuelven difusas y nos convertimos en “trasplantados”, y surge lo de pensar que ya no somos ni de acá ni de allá.

Rescato lo enorme que es conocer gente en otros sitios que nos acoge, nos guía y nos da una mano, en esas ocasiones pueden surgir los amigos más leales, fieles y compañeros, mucho más que en casa…

También descubrir las fortalezas y debilidades, el espíritu de lucha, el buscar vías para concretar los sueños y en ese camino se construye una identidad paralela, la M de Europa y la M de Montevideo…

Y en ese transitar de trabajo, estudio, viajes y vivencias, las crisis-cambios aparecen y los mecanismos psíquicos y sociales desencadenan la idea del retorno…”

“En el año 2013 luego de perder el trabajo, decidí volver a Uruguay, relatar lo que se siente es difícil pero primó lo de “en casa siempre vamos a estar bien”; Error! No es exactamente así, otra vez adaptación al medio, reconocer y hacer propios los olores, los sabores, otra vez armar el puzle de afectos, lugares, trabajo, etc. Me viene a la mente la anécdota más triste de todas, cuando me presento para un cargo y me dicen “ustedes los extranjeros”, muy fuerte!”

“Entonces un día compro el pasaje de regreso, nuevamente Europa! Aunque el llanto estuvo presente en el aeropuerto del país que me ha acogido por más de 10 años fue un alivio, el esfuerzo vale la pena! Y valió la pena, trabajo inmediato, las calles conocidas, la sensación de seguridad al caminar…los amigos queridos, los códigos son conocidos…”

“La crisis golpea y en el 2016 por motivos familiares cruzo por enésima vez el Atlántico, en este momento luchando a brazo partido por encontrar y sentir por fin que este es mi lugar en el mundo, qué difícil!

Los amigos te preguntan cuándo te vas, te preguntan si tu madre se muere ¿te vas? En las entrevistas de trabajo ¿por qué volviste, qué haces acá? Hace 5 meses que busco trabajo!

Vos la europea, este cargo no es para vos, estás sobre calificada….esa ropa ¿es de otro país?”

M cuenta sus idas y vueltas, como se ha enriquecido viviendo en otro país. También habla de dos retornos que se desencadenaron por la crisis Europea y por motivos familiares. Sus retornos se apuntalaron en la fantasía de vuelta a casa como lugar de pertenencia por excelencia. Expresa sentimientos de frustración y desconcierto frente al choque cultural inverso. Las reacciones de sus coterráneos las describe como de rechazo frente a la alteridad a la que M los confronta reaccionando con distancia. Siente falta de reconocimiento y desconfianza cuando busca un trabajo.

Sayad analiza: “No es el emigrante quien ha pasado del otro lado de la barrera? ¿No es el que se pasó al campo contrario de los ricos, los pudientes?” (Sayad, 1998, pp.26).

Estigmatización que Kundera denomina como “el gran traidor”, el que se pervirtió en contacto con el extranjero. M expresa que se “construye una identidad paralela, la M de Europa y la M de Montevideo”. Los retornados son los hombres del entredós, entre dos lugares, entre dos tiempos, entre dos sociedades, entre dos modos de pensar, entre dos culturas explica Sayad (1998).

La migración de retorno resulta tan difícilmente elaborable como la emigración primitiva, con alta vulnerabilidad personal y familiar.

Analizando la definición de retorno puesta al principio “volver a la situación en que se estuvo” nos encontramos con una gran incongruencia, jamás se puede volver a la situación a la que se estuvo; ni ser el que se era, aunque esta sea la fantasía inconsciente de muchos migrantes.

 

Liliana Gómez Téliz
Psicóloga, Psicoanalista
Licenciada en Psicología UDELAR (Uruguay) Título homologado en Valencia, España
Especialización en Psicoterapia Focal Psicodinámica (Uruguay)
Posgrado en Salud Mental con inmigrantes, refugiados y minorías (Barcelona, España).

Fotografía: Jesus Ruiz Nestosa (asociada al exilio de Roa Bastos)
 
 

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Articulo publicado en
Febrero / 2018

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