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Inteligencia artificial y colonización

 

Cuerpos y máquinas

Nuestra hipótesis es que hay una singularidad de lo vivo y que una de las principales diferencias con el funcionamiento digital y algorítmico, es que la singularidad de lo vivo no está dada por el nivel de información que puede manejar una conciencia o una inteligencia, sino por el principio orgánico de autoafectación.

La aparición masiva del ChatGPT se encuentra en un despertar, en realidad en una pesadilla que no consiste en darse cuenta de que la máquina es como nosotros, sino en un sentir que nosotros somos como la máquina.

La aparición masiva del ChatGPT se encuentra en un despertar, en realidad en una pesadilla que no consiste en darse cuenta de que la máquina es como nosotros, sino en un sentir que nosotros somos como la máquina, es decir, virtuales.

Sería más que extraño que la máquina de inteligencia artificial pudiera pensar, dado que el cerebro no piensa. Esa es una imagen antropocéntrica, cartesiana y binarista (…) el cerebro no secreta pensamiento, el cerebro y el cuerpo entero, con todas sus relaciones, desde el biotipo intestinal hasta el contexto histórico, participan de la interfaz, ya que ninguno de los vectores por sí mismo producen el pensamiento simbólico, sino que esa producción tiene un nivel de autonomía y los vectores participan de la autoproducción de pensamiento. Si sostuviéramos que el cerebro es el que piensa, entonces la máquina lo superaría (…).

Y la máquina, los algoritmos, también participan -no secretan pensamiento-, modificando el sustrato por la potencia que tienen. Tienen la capacidad de operar niveles de abstracción, pero no funciona como interface… por eso sin inteligencia artificial hay pensamiento, pero sin cerebro no. Solo que el cerebro aislado no piensa, es una interface que hace parte de un conjunto orgánico en el que todas las variantes en esa relación múltiple que las caracteriza y que es irreductible impulsan, dotan de energía y de todo lo necesario para que esa combinatoria que llamamos pensamiento simbólico exista (…).

¿Cuáles son los problemas que aparecen con la introducción de la máquina?

La máquina, por su parte, funciona de manera metafísica, como se ve burdamente en las tendencias transhumanistas: ideas, subjetividades o almas que se podrían trasladar como si fueran un software a otros soportes materiales (…) Inclusive el máximo de información de la máquina puede bloquear la capacidad de comprensión. La máquina tiende a bloquear, esa intuición que es la emergencia, a partir de un conocimiento, que llamamos “hipótesis”. De hecho, el cerebro se la pasa haciendo hipótesis, en cambio, como decíamos, la máquina no hace hipótesis, sino que calcula, incluso cuando le pedimos al chat GPT que elabore una hipótesis, se trata de una recombinación. Los cerebros, a partir de la experiencia corporal, hacen hipótesis, se equivocan vuelven a probar: “es un gato… no, es un zorro”, etc. La máquina puede discretizar un gato o un zorro, pero no hay roce ni superposición (…). La máquina busca y no deja de buscar, y de vez en cuando saca una conclusión por cálculo, de acuerdo a la información que recibe. Para la máquina no hay un problema, sino siempre nuevas informaciones (…).

El cerebro no piensa. Esa es una imagen antropocéntrica, cartesiana y binarista.

En la creación humana pasa al revés, ya que lo que interviene fundamentalmente es la singularidad de los cuerpos enganchados a partir de deseos, sufrimientos, marcas. Cuerpos seleccionados según su historia personal, tribal, social, por la combinatoria semi-autónoma. Historia que nos sustrae de la densidad estadística (que signa el funcionamiento estadístico y nos lleva hacia una frontera. En esa frontera la creatividad humana se juega siempre en una apuesta que reclama la legitimidad de la experiencia, a pesar de la legalidad o lo que ordena el sistema) (…).

Lo curioso es que el cerebro, desde el punto de vista de la neurofisiología moderna, proyecta y busca qué es lo que sigue, ensaya predicciones. Mientras que la máquina en estado discreto calcula y concluye a partir de las correlaciones que establece, pero no predice realmente. Eso que a veces llamamos predicción en las máquinas es una modelización que arroja líneas y calcula. Por su parte, el cerebro hace hipótesis equívocas, vuelve sobre sus pasos (…). La máquina obtiene respuestas y cuenta con un carácter preformativo muy potente, porque cuando delegamos funciones en la máquina, disciplinamos nuestros posibles a los posibles de la máquina. Entonces encuentro la coincidencia entre lo que me pasa y lo que la máquina indica, porque hubo formateo.

El mundo de los algoritmos es un mundo de muros, de pura legalidad. La máquina requiere información precisa. Es afectada en un único sentido, de acumulación y funcionamiento (…) la información nunca produce una sensación.

(…) La inteligencia artificial no tiene relación con la experiencia (…). En el fondo es una remake del pensamiento colonial, para el cual todo lo que no pasa por su inteligencia y su modo de estar en el mundo es ausencia de pensamiento (…) prescinde de la dimensión de la experiencia corporal. Por eso, mientras más vayamos en la dirección de la delegación de funciones que depone nuestros propios posibles en los posibles de la máquina, más avanza el aplastamiento del cuerpo (…) en los excesos de la ideología de la información todo es posible de ser información.

La máquina se extiende al infinito para permitir que el programa circule en ella. Se pueden agregar partes del hardware para permitir una mejor circulación del software (…). Si todo se enmarca en una bipolaridad entre hardware y software como si se tratara de materia y espíritu, se puede ver el fondo metafísico (…).

Mientras más vayamos en la dirección de la delegación de funciones que depone nuestros propios posibles en los posibles de la máquina, más avanza el aplastamiento del cuerpo.

Lo que nosotros decimos es que la tecnología, por el modo en que conquista territorio (colonizando, avanzando sobre lo vivo) se comporta como si fuera una especie parasitaria muy agresiva que debilita las otras. No es como la contaminación ambiental que nos alerta por la muerte que produce, esto es más parecido a una especie, es como cuando una bacteria empieza a ganar terreno y no aparecen mecanismos de regulación (…) A veces cuesta pensar el funcionamiento como pseudoespecies, porque las seguimos pensando como dependientes de los humanos, sin percatarse de alto grado de autonomía de estas tecnologías ni de la colonización que producen.

Una nueva forma de colonización

Si hablamos de colonización es porque una potencia enorme de funcionamiento emerge y captura lo que hasta el momento era una mezcla indiscernible de funcionamiento y existencia (…). La potencia, la potencia de la Inteligencia Artificial consiste en que un montón de cosas se pueden hacer según un funcionamiento total (…). Lo que hace es calcular y combina. Por ejemplo, el contenido de lo que calcula, escribe o expresa no modifica en nada a la máquina. A una persona, en cambio, un planteo, una información la puede bloquear; un contenido demasiado fuerte puede o no metabolizarlo. La máquina no metaboliza nada, porque para ella no hay sino cálculo, información (…).

La crítica por izquierda tiene que comprender que cuando estamos en el mundo algorítmico ya no estamos en el mismo mundo en el que creímos estar. Por el momento, lo algorítmico está totalmente capturado en la desmaterialización, la universalización y la cuantificación capitalista. Podemos pensar que será posible e incluso necesario un desarrollo del mundo cibernético que no esté capturado.

La crítica por izquierda tiene que comprender que cuando estamos en el mundo algorítmico ya no estamos en el mismo mundo en el que creímos estar.

A eso lo llamaríamos descolonización respecto de la colonización algorítmica. Por el momento son deseos y pequeños ensayos. No es que luchando contra el capitalismo de por sí vamos a resolver este problema, porque capitalismo y algoritmo son consustanciales, de modo que es necesario tener en cuenta la especificidad algorítmica que siempre vuelve a capturarnos. Por eso decimos que mejor un investigador que arroje pistas sobre el algoritmo, aunque no esté comprometido social y políticamente, que un militante comprometido que desatiende el problema de los algoritmos (…).

Por otro, lado, hay que ver en qué medida es posible una utilización no funcional de la máquina, es decir, dentro de una lógica y por un objetivo que no tiene nada que ver con lo que el funcionamiento de la máquina por sí mismo impone. Es una pregunta, ¿cómo utilizar a la máquina dentro de un proyecto autónomo de su lógica de funcionamiento? Porque mientras más se autoriza el despliegue de la máquina más va a tender a colonizar, ya que su potencia para formatear es inmensa. El punto es cómo se la incorpora de una manera limitada (…) una utilización transgresiva y descolonizadora de la máquina (…) usos de la máquina como un vector más dentro de la situación sin que ésta subsuma a la situación (…) juntarnos con otros a pensar en estas cosas y tejiendo con otros (que vengan) de diversos campos.  ◼

*Del libro: La inteligencia artificial no piensa (El cerebro tampoco) de Miguel Benasayag y Ariel Pennisi, Prometeo Editorial, 2023.

 

Miguel Benasayag
Filósofo y psicoanalista 
miguel.bensayag [at] gmail.com

 

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Articulo publicado en
Agosto / 2025