El arquitecto Paul Virilio formulaba hace un tiempo la idea de “ciudad pánico”. El terror nos recorre y ha sido ya naturalizado. Esto implica que la civilización actual (con todas sus diferencias en el planeta) no funciona de sostén -espacio-soporte-, sino que promueve la amenaza cotidiana. La desestructuración subjetiva toma la forma de pánico. Las salidas pueden ser varias, bien la paranoia, bien la ilusión de un consumismo que brinde una ilusoria seguridad que dura mucho menos que las cuotas. El capitalismo actual crea la necesaria fragmentación social que se inscribe en nuestros cuerpos más allá de nuestras voluntades, como forma de dominación subjetiva. Las salidas individuales recorren callejones sin salida una y otra vez. Y el pánico vuelve.
Este es el tema en que centramos nuestro dossier. El psicoanalista Pedro Grosz, residente en Zürich desde hace muchos años, escribe desde las entrañas del supuesto lugar más “seguro” del mundo. Así nos describe cómo el miedo está presente constantemente, en un país con una tradición humanitaria, fundador de la Cruz Roja. Juan Carlos Volnovich analiza la forma de construcción de la paranoia en su texto “Las máquinas son sociales antes de ser técnicas”. Allí postula la “epidemia de terrorismo” y cómo juegan las tecnologías y los medios de comunicación. José Méndez Ruiz examina la complejidad que se esconde en una crisis de pánico, detallando los factores que juegan en la misma, desde una perspectiva que toma los avances de distintas disciplinas. Enrique Carpintero toma como analizador social el caso de las mellizas Laguardia, dos mujeres que estuvieron más de 6 meses muertas en su departamento y sus vecinos renegaban del olor y solamente reclamaban el pago de las expensas adeudadas. Esto permite afirmar cómo “en la actualidad el Yo, como un momento de elaboración de un nosotros, ha trocado en grandes sectores de la población en un yo que se construye en la soledad y el aislamiento”.
Los diferentes trabajos de Debates en Salud Mental abordan discusiones actuales. Frente a la reapertura de la polémica sobre el uso del electroshock en la provincia de Jujuy, Emiliano Galende retoma la historia y la situación actual en el mundo de dicho “tratamiento” en su texto “Por qué no el electroshock y las terapias convulsivantes”. Hernán Scorofitz denuncia el proceso de privatización de la formación que se está dando en las Residencias de Salud Mental en la ciudad de Buenos Aires. Facundo Corvalán analiza las deficiencias en la formación universitaria y el “cuento oficial de la Psicología” en su artículo “Yendo del laboratorio al living”. El Movimiento Nacional en defensa de la Ley de Salud Mental denuncia los intentos de avasallamiento del campo de la Salud Mental por parte del corporativismo psiquiátrico.
Topía en la Clínica nos acerca diferentes experiencias psicoanalíticas. Por un lado, Horacio Amigorena, un psicoanalista argentino residente en Francia, nos relata una vibrante historia clínica: “En la vida de Omar. De la norma y del fantasma”. Susana Toporosi nos acerca al trabajo con el sadismo y los rasgos psicopáticos en un caso clínico de una niña. Finalmente, Daniel Waisbrot muestra el trabajo clínico con una pareja.
En Área Corporal, Liliana Lukin nos acerca la relación entre cuerpos, política y literatura en su conmovedor texto “Restos. Rémoras. Rezagos. Sobre representaciones: tortura y represión”.
Y como es habitual, hay variadas temáticas que atraviesan este número. Laura Ormando, nos acerca un nuevo escrito de guardia con “Bailaré sobre tu tumba”; Juan Melero aporta su columna, esta vez sobre “Saber Perder”; Silvia Cornejo analiza la degradación de la palabra en la actualidad; y María Giovis rescata a Sandor Ferenczi, “el terapeuta de la ternura”; Héctor Freire trabaja la relación entre García Lorca y el cine.
Finalmente, anunciamos el Sexto Concurso Nacional e Internacional de Libro de Ensayo de la Editorial y la Revista Topia 2017. Sus bases están en www.topia.com.ar. Seguimos avanzando en promover las producciones originales y darles su topía.
Hasta el año que viene.
Enrique Carpintero, César Hazaki y Alejandro Vainer