La psicología reaccionaria suele querer explicar cuáles son los motivos pretendidamente irracionales por los que se roba o se hace la huelga, lo cual lleva invariablemente a explicaciones reaccionarias. La psicología social, en cambio, se formula la pregunta contraria: lo que hay que explicar no es por qué roba el hambriento o hace huelga el explotado, sino por qué la mayoría de los hambrientos no roba y por qué la mayoría de los explotados no entra en huelga.
Wilhelm Reich, Psicología de masas del fascismo, 1933.
Wilhelm Reich fue un psicoanalista que se formó en la década del ‘20 del siglo pasado. Junto con Otto Fenichel lideraron el grupo izquierda freudiana, en el cual psicoanalistas marxistas comenzaron a teorizar sobre la marca de lo social en la subjetividad desde una perspectiva de izquierda.1 Además fueron figuras centrales en la organización de la atención en los llamados “policlínicos psicoanalíticos”, el Ambulatorium de Viena y el Poliklinik de Berlín durante esos años. Instauraron experiencias con dispositivos psicoanalíticos novedosos. Entre ellas se destacan las primeras supervisiones grupales de casos clínicos y dispositivos de trabajos comunitarios llevados adelante por la Sex-Pol (Asociación para una política sexual proletaria) que dirigía Reich. Consecuentemente, son autores de los primeros y fundamentales libros sobre la práctica psicoanalítica después de los Escritos técnicos de Freud: Análisis del carácter de Reich y Problemas de técnica psicoanalítica de Fenichel.
No es casualidad que los actuales neofascismos retomen a un enemigo de los viejos fascismos: la izquierda, los socialistas revolucionarios.
El ascenso del fascismo llevó al propio Freud a excluir a los militantes de izquierda y a los judíos de la institución en función de la “supervivencia” del psicoanálisis frente al nazismo.2 Freud acusó a Fenichel y Reich de “agresores bolcheviques” y para 1933 Reich había quedado fuera de la Internacional Psicoanalítica y también del Partido Comunista, que ya había tomado un rumbo estalinista. Ese año termina y publica Psicología de masas del fascismo en septiembre de 1933.
Habían pasado pocos meses del triunfo de Hitler y se había exiliado a Dinamarca en mayo de ese año. Allí mismo publica la segunda edición en 1934. Luego, ya radicado en Estados Unidos, edita la primera edición en inglés a partir de una tercera edición en 1946. Para dicha edición Reich corrige, agrega notas y capítulos, actualizando su obra de acuerdo a sus nuevas concepciones teóricas, alejándose definitivamente del psicoanálisis. La propuesta de la represión de la sexualidad genital era el fundamento de su teoría y su terapéutica, la vegetoterapia. En esta versión modifica alguno de sus planteos psicoanalíticos y es la versión “oficial” que queda en inglés. El libro llega mucho después al español. Recién se conoce una primera edición en 1972, pero contiene sólo la introducción y los 5 primeros capítulos de la versión original, tal como la segunda edición aparecida un año después. Fundamentalmente se conoce dicha edición, a pesar de que se hizo una edición posterior a partir de la edición en inglés con las nuevas concepciones reichianas.3 En la misma quitan la introducción original, que es una toma de posición política: “La clase obrera alemana acaba de sufrir una gran derrota, y con ella, todas las fuerzas progresistas, revolucionarias, generadoras de cultura, que persiguen los ya antiguos objetivos de liberación de la Humanidad trabajadora. El fascismo ha triunfado y a cada instante consolida sus posiciones por todos los medios a su alcance, principalmente a través de la mutación guerrera que impone a la juventud.”4 Hacia 1946 Reich había dejado el psicoanálisis y el marxismo. Y quita dicha introducción, para hacer una nueva, que deja de lado tanto su posición teórica y política original.
Un psicoanalista que escribe el mismo año que Hitler toma el poder. Se opone a psicologizar la cuestión, oponiéndose a quienes hablaban de la “psicosis hitleriana” u “obnubilación de las masas”.
La importancia de esta obra es múltiple. Aunque no es la única producción de psicoanalistas sobre el ascenso del fascismo5, tiene el valor de ser uno de los más lúcidos de la época. Un psicoanalista que escribe el mismo año que Hitler toma el poder. Se opone a psicologizar la cuestión, oponiéndose a quienes hablaban de la “psicosis hitleriana” u “obnubilación de las masas”. Por ello sostiene que “la estructura personal de Hitler y su biografía no tienen ninguna importancia para la comprensión del nacionalsocialismo… que el éxito coronara a esta organización de masas es un hecho que se debe a las masas y no a Hitler”. Reich escribe dando una perspectiva original sobre la importancia de ver cuáles son los factores subjetivos inconscientes, lo que llama la “estructura caracterológica de las masas”.
Hoy no compartimos la concepción sexual biologicista de Reich, donde el fundamento de la irracionalidad y el misticismo del fascismo provenían de la represión de la sexualidad (tomada como ejercicio de la genitalidad).6 De hecho, Reich se aparta explícitamente del psicoanálisis en poco tiempo mediante su propia teoría. Pero su forma de abordar la marca de lo social dio una nueva vuelta de tuerca a lo que Freud había inaugurado con Psicología de las masas y análisis del yo. Algunos autores, luego de Reich, profundizaron sobre cuáles son los factores subjetivos e inconscientes que permiten el triunfo de cierta política en un momento determinado. En la Argentina van desde Enrique Pichon-Rivière, sus discípulos, los psicoanalistas de los grupos Plataforma y Documento, León Rozitchner, y quienes seguimos sus huellas. En el mundo, los abordajes de Gilles Deleuze y Félix Guattari pasando por algunos autores de la Escuela de Frankfurt retoman los caminos que inauguró Reich.
Mucha discusión sobre cómo llamar a lo que algunos llaman “nuevas derechas”, “posfascismos”, etc. Sin embargo, creemos que llamar neofascismo es un acierto por dos motivos. Por un lado, toma las similitudes con los fascismos de inicio del siglo XX. Por otro, el “neo” alude tanto a novedad como a la profundización del neoliberalismo.7 Maurizio Lazzarato afirmaba cómo “el nuevo fascismo es la otra cara del neoliberalismo.”8 La fase neoliberal del capitalismo transformó las subjetividades desde mediados de la década del 70 del siglo pasado. Christophe Dejours se preguntaba cómo hemos podido tolerar injusticias que antes eran intolerables: “en 1980, frente a la creciente crisis del empleo, los analistas políticos franceses preveían que el número de desocupados no podría tolerar un índice del 4% de la población económicamente activa sin que surgiese una crisis política de envergadura, con disturbios sociales y movimientos de carácter insurreccional capaces de desestabilizar al Estado y la sociedad en su conjunto.” En pocos años la sociedad francesa “toleró” un 13 % de desempleo y aún más. Se atenuaron las reacciones de “indignación, cólera y movilización colectiva… frente a la injusticia y sufrimiento del otro.”9 Dejours escribe esas líneas en 1998. Aún faltaba un cuestionamiento a la primera ola del neoliberalismo, que implicó distintas formas de cuestionamiento que fueron desde la “tercera vía” a los “socialismos latinoamericanos”. Sin embargo, la avanzada neoliberal dio otra vuelta de tuerca luego de la crisis de 2008. Frente a las caídas de opciones “progresistas” se instaló un clima propicio para las salidas neofascistas.
Las respuestas de aquel fascismo y este neofascismo tienen un origen parecido: la crisis del capitalismo que provoca que grandes sectores de la población no sólo estén pauperizados, sino atravesados por un “exceso de realidad”.
¿Qué es lo nuevo y lo que se mantiene de aquel fascismo? Muchos sostienen que no tiene sentido hablar de neofascismo por las enormes diferencias de los factores objetivos políticos con el fascismo original: los líderes y movimientos actuales no han roto con la democracia liberal, no establecieron regímenes autoritarios con represión de la oposición. Y no son estatistas ni mayormente nacionalistas. Sin embargo, tienen un punto en común que son los factores subjetivos del viejo fascismo: el odio hacia cierto grupo a quienes se responsabiliza del malestar propio vivido. Hace 100 años eran los judíos y los comunistas. Hoy conjuntamente con la izquierda son los inmigrantes, las diversas minorías, los pobres, etc. Uno de los factores fundamentales que entronca con aquellos fascismos es este odio. Por ello creemos que es un acierto la nominación de neofascismo.
No es casualidad que los actuales neofascismos retomen a un enemigo de los viejos fascismos: la izquierda, los socialistas revolucionarios. Hace 100 años, dicho “enemigo” era fuerte. La Revolución Rusa triunfante y varias revoluciones que podían darse en distintos lugares de Europa. Hoy suena extraño, casi insólito, porque dicho peligro no existe. Pero es un síntoma, tal como sugiere Eduardo Grüner: “la extrema derecha ha hecho volver a la vida conceptos que parecían disueltos en el aire, como comunismo o izquierda.”10 Aquí encontramos una línea de continuidad con aquellos fascismos, el odio hacia un grupo que hoy no tiene el peso de entonces.
Creemos que la salida (neo) fascista implica una precaria solución del malestar subjetivo mediante la ilusión del éxito individual y la propuesta del odio hacia ciertos grupos a quienes se los acusa de ser causantes de todos los problemas propios.
Las respuestas de aquel fascismo y este neofascismo tienen un origen parecido: la crisis del capitalismo que provoca que grandes sectores de la población no sólo estén pauperizados, sino atravesados por un “exceso de realidad”.11 Reich hace 100 años describía cómo “millones de trabajadores abatidos, decepcionados, se abandonan a la resignación e incluso se incorporan al fascismo… (que) “con una energía inaudita y una gran habilidad han entusiasmado efectivamente a las masas y conquistado al poder.”
¿Cuál es el eje de este entusiasmo? Aquí nos separamos de las hipótesis de Reich. Creemos que la salida (neo) fascista implica una precaria solución del malestar subjetivo12 mediante la ilusión del éxito individual y la propuesta del odio hacia ciertos grupos a quienes se los acusa de ser causantes de todos los problemas propios. Una ilusión que eliminando a dichos grupos se podrá llegar a cierta plenitud individual. La ilusión de ser un emprendedor solitario “exitoso” que llevará seguramente a nuevas frustraciones alimentando aún más el odio de quienes supuestamente han impedido que llegáramos a dicho lugar. Así serán los “zurdos”, los “feminismos”, las diversas “minorías” favorecidas… quienes se han quedado con dicho botín.13 Una mayor frustración intensifica los ataques a los supuestos “responsables”.
La ilusión es una de las claves de dicha propuesta. Freud escribía hace 100 años: “calificamos de ilusión una creencia cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad, del mismo modo que la ilusión prescinde de toda garantía real.”14 En el neofascismo encontramos una ilusión colectiva y una individual. Las dos son hijas de la profundización del capitalismo neoliberal. La ilusión colectiva siempre implica considerarse parte de un grupo superior, los elegidos. Sea “la raza superior, el “pueblo elegido”, “los argentinos de bien”, la “primera potencia del mundo”, y tantas otras figuras que condensan estar por encima de los otros humanos, sin ningún fundamento en la realidad. O falseando, vía la llamada posverdad, los datos concretos.15 Desde ya, las prótesis tecnológicas son aliadas fundamentales para multiplicar estas ilusiones.16 La ilusión individual implica a las diversas figuras del emprendedor solitario exitoso, con modelos como Elon Musk, Bill Gates, Steve Jobs, etc. Alguien que puede llegar por sí solo, sin ninguna ayuda ni apoyo de otros, al cielo del éxito, que siempre es un éxito económico, renegando de los apoyos y soportes que todos necesitamos. La libertad y la vida se han reducido a eso. El éxito económico.
La combinación de ambos aspectos (odio e ilusión) implica una política de ruptura del lazo social mediante el aumento de la violencia destructiva y autodestructiva.
El odio hacia los responsables de no poder cumplir dicha ilusión es la otra clave del neofascismo. La realidad mostrará que la ilusión no se concretará. En vez de considerar la falla de la propuesta, el odio es clave porque permite sostener la ilusión. Si no llego a ser un emprendedor exitoso es porque algunos grupos no lo permiten. Drenar el odio a ciertos grupos ante la ilusión fallida es una pieza necesaria para seguir sosteniendo la ilusión.
La combinación de ambos aspectos (odio e ilusión) implica una política de ruptura del lazo social mediante el aumento de la violencia destructiva y autodestructiva. La violencia destructiva ante los otros culpabilizados y la violencia autodestructiva cuando necesariamente considere que no consigo la ilusión por una falla propia. Más ilusiones fallidas, más violencia. Más efectos de la pulsión de muerte en el tejido social y subjetivo. La dimensión de la problemática es profunda. No sólo la muestran los números de problemáticas graves de salud mental de la población, sino que jamás en la historia tuvimos la cantidad y calidad de recursos de Trabajadores de Salud Mental y dispositivos diferentes de atención. No sólo no damos abasto, sino que las cifras crecientes muestran lo profundo del desvalimiento mortífero que se multiplica. Así se forma el terreno propicio para la combinatoria de circuitos de odios e ilusiones. Que no tienen otro destino que volver a fallar.
En 1933, Reich escribía: “el nacionalsocialismo es nuestro mortal enemigo, pero no podremos combatirlo si no apreciamos sus puntos fuertes en su justo valor y si no tenemos el coraje de proclamarlo.” Un siglo después sigue siendo necesario develar en qué se sostienen los actuales neofascismos. Un paso necesario para generar nuevos horizontes que no sean ni ilusiones ni la destrucción del otro. Nuevos caminos donde el colectivo social potencie nuestro vivir. ◼
Notas
1. Para una historia del surgimiento y fin de la izquierda freudiana se puede consultar Danto, Elizabeth Ann, Psicoanálisis y justicia social (1918-1938), Ed. Gredos, Madrid, 2013. También Vainer, Alejandro, “La Revolución Rusa y sus resonancias entre psicoanalistas europeos. La construcción de una izquierda freudiana”, en Carpintero, Enrique (comp.), El psicoanálisis en la revolución de octubre, Ed. Topía, Bs. As., 2017.
2. Caeiro, Alfredo, “Freud y el Nazismo. Religiosos y Religiones del Siglo XX”, en revista Topía, Nº 22, Bs. As., marzo de 1998.
3. La primera edición: Reich, Wilhelm, Psicología de masas del Fascismo, Editora Latina, Bs. As., 1972 (traducción de Juan González Yuste). Reich, Wilhelm, Psicología de las masas del neofascismo, tercera edición corregida y aumentada, KayleighBCN, versión digital, 1980 (prefacio de Mary Boyd Higgins y traducción de Roberto Bein).
4. Reich, Wilhelm, op. cit., primera edición, p. 7. Las citas subsiguientes son del mismo libro.
5. Hay varias producciones destacadas como la investigación publicada por Erich Fromm en el marco de la Escuela de Frankfurt: Fromm, Erich, Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social, Buenos Aires, FCE/ UNSAM, 2012. También las “cartas circulares” de los miembros de la izquierda freudiana, que no tienen traducción al español: Reichmayr, Johannes y Muehlleitner, Elke, Otto Fenichel, 119 Rundbriefe, Tomos I y II, Stroemfeld, Frankfurt, 1998.
6. Si Reich viviera tomaría los datos actuales sobre la baja de las relaciones sexuales de los jóvenes en distintas investigaciones en diferentes lugares del planeta desde 2010. “Hoy las personas que rondan los 40 tienen más sexo que las de 30, algo impensado décadas atrás.” Nöllmann, María, “Recesión sexual. Una tendencia en los jóvenes”, en diario La Nación, Bs. As., 21 de septiembre de 2025. Nosotros consideramos que la falta de deseo es de un origen más complejo, pero vale mencionar cuál sería la hipótesis reichiana.
7. Carpintero, Enrique, La tentación neofascista. El odio y el miedo como política del sometimiento, Ed. Topía, Bs. As, 2025.
8. Lazzarato, Maurizio, El capital odia a todo el mundo. Fascismo o revolución, Eterna Cadencia Editora, Bs. As., 2020. El autor profundiza esta postura en el texto “Capitalismo fascista” en este mismo número.
9. Dejours, Christophe, La banalización de la injusticia social, Ed. Topía, Bs. As., 2006, p. 19.
10. Grüner, Eduardo, “Izquierda/derecha. Elogio del binarismo”, en revista Topía, Bs. As., Nº 103, abril 2025.
11. Para un desarrollo de distintas facetas de este malestar subjetivo ver el artículo editorial de Enrique Carpintero de este mismo número.
12. Aquí, siguiendo a Freud, sostenemos que la cultura es efecto de Eros, mientras que el malestar es efecto de la pulsión de muerte, que se expresa como violencia destructiva y autodestructiva. El desafío del desarrollo cultural es cómo dominar a estas últimas. Freud, Sigmund, “El malestar en la cultura”, en Obras Completas, Tomo XXI, Amorrortu Editores, Bs. As., 1979.
13. Una cuestión particular del malestar de los varones la hemos desarrollado en un reciente libro: Vainer, Alejandro y Barzani, Carlos, El malestar de los varones en tiempos de oscuridad, Editorial Topía, Bs. As., 2025.
14. Freud, Sigmund, “El porvenir de una ilusión”, en Obras completas, Biblioteca Nueva, cuarta edición, Madrid, 1981, p. 2977.
15. Carpintero, Enrique, op. cit., ver el capítulo “El concepto de ‘posverdad’, una nueva forma de mentira”.
16. Para profundizar esta temática, ver Hazaki, César, Planeta Cyborg. De humanos a usuarios, Editorial Topía, Buenos Aires, 2024.
Alejandro Vainer
Psicoanalista
alejandro.vainer [at] topia.com.ar">alejandro.vainer [at] topia.com.ar
IG: @alevainer