Los adolescentes se nos presentan a veces como la caja de Pandora, ese objeto cerrado, mítico, donde confluyen todos los fantasmas que los padres y la sociedad temen. Como en otras épocas, “esos raros peinados nuevos”, estos adolescentes como efectos, subjetivaciones epocales y de un sistema de producción expresan, sienten y reflejan lo que los va atravesando.
Los adolescentes como cualquier otredad nos sacuden con la irrupción de lo violento, con su doble carga: el descubrimiento de un otro y la subjetivación en constante despliegue de procesos de diferenciación