Queridos amigos de Topía, si estuviéramos juntos y leyera las preguntas, contestaría espontáneamente: “Mirá, tengo un paciente que es empresario. Viaja mucho, ahora está en Asia, creo que dentro de poco estará en Vietnam. Eso de hablar por teléfono lo hacemos ya hace mucho. Antes que apareciera la nefasta pandemia.”
El tema de las consecuencias de la infección abordó todo el mundo social. La atención a distancia en Suiza, como tema, surgió paulatinamente. El intercambio entre colegas es muy reservado e inhibido.
La atención a distancia ya existía hace mucho tiempo. La pandemia la difundió y la discusión al respecto se actualizó.
Ya en 1950 se trabajaba por teléfono y fue tema de varios trabajos teóricos
Al inicio el miedo al contagio del nefasto virus, que se llamó “covid 19”, frenó y paralizó todos los ámbitos imaginables en los que se pensó que pudiera haber peligros de contagios. Se cerraron escuelas y universidades y gran parte de las instituciones del servicio público. El clima social se llenó de miedos de manera drámatica. Por un instante cesaron también tratamientos que no fueran imprescindibles.
Suiza, en el centro de Europa, un país de poca superficie, tiene un tráfico internacional muy intenso. La gente va y viene de todas partes del mundo, por turismo o por negocios. El intercambio es imprescindible y vital.
Entonces, se evitaron contactos por razones de higiene. Se esterilizó con muchísimo esmero toda superficie que presentara peligro de infección. Cambiaron las costumbres al saludarse, nadie se daba más la mano. Se usaron desinfectantes con mucha intensidad: En los consultorios, se fregaban los asientos y la sala de espera. Se desinfectaron las manijas de las puertas y ventanas. Se viajó con el propio auto, evitando vehículos públicos. Estaciones, Puertos, Aeropuertos quedaron clausurados o redujeron la actividad. No se veían más las caras, porque todos usaban máscaras. Todo esto fue aceptado y obedecido por la mayoría.
Pero había muchos que consideraban todas estas medidas exageradas y no estaban dispuestos a obedecer. Así se dieron diferencias y discordias. Se dijo que la policía sanitaria iba a controlar… no sé donde lo hicieron.
Conozco un consultorio de colegas psicoanalistas, que por diferencias de lo que consideraban necesario, se pelearon tanto, que decidieron separarse. Los “cuidadosos” se mudaron y abrieron otro consultorio.
En los consultorios se veían solamente aquellos pacientes con gran urgencia. Entonces donde era posible se trabajó a distancia.
Las calles en las ciudades no tenían tráfico, estaban desiertas. Apenas había vehículos públicos. Llamar un taxi… imposible o una pesadilla. Las actividades comerciales quedaron paralizadas. Hubo comerciantes que tuvieron que anunciar la quiebra, cerrando empresas, oficinas, negocios.
Se produjeron problemas para los cuales nadie estaba preparado. Las clausuras con toda severidad fue un impacto impresionante.
Este es un intento mio de descripción refiriéndome a lo que yo viví como situación social general. No fue solo así en Suiza, sino también en otros países limítrofes, a los cuales suelo viajar, cuando puedo… La preocupación por no contagiarse y las precauciones por el covid, se volvieron tema político. Los ministros de salud estuvieron en el centro de la atención pública. Ellos, en todos los noticieros.
Las preocupaciones generales tuvieron un impacto en los indivduos. Todos se consideraban vulnerables, cuestionando las edades y las enfermedades, pensando las posibilidades de supervivencia.
Así fue el clima social. Luego se agregó una gripe y la guerra Rusia-Ucrania. Produce mucho miedo. El miedo lógicamente tiene un efecto también en nuestras prácticas, en nuestros consultorios.
Efectivamente creció la solicitud de atención psíquica y psicoterapéutica. Miedos por la existencia misma y preocupaciones por haber fracasado, con comercios sin trabajar… Esto predominó en el clima de la cotidianidad. El encierro y, consecuentemente, la falta de contactos y la reducción de los espacios, se volvió difícil.
Un pequeño ejemplo de mi consultorio:
Habíamos logrado después de muchas sesiones que una pareja, con dos hijos, se separaran. Vivían en dos departamentos, a poca distancia entre ellos, en la misma cuadra. Los niños podían ir a casa de la mamá o a lo del papá, según las condiciones y situaciones familiares. La pareja estaba en pelea constante y vivir separados en dos departamentos tuvo un efecto extremamante benévolo.
La falta de ingresos obligó al padre a volver al departamento “de la familia”. A las pocas horas despues de la “mudanza” comenzaron otra vez las discordias, tensiones y peleas. Y las consultas urgentes “a distancia” se volvieron imprescindibles.
Este ejemplo quiere mostrar cómo aumentó considerablemente el número de consultas y pacientes. A mi consultorio regresaron casos con los cuales ya habíamos terminado de trabajar.
La atención a distancia ya existía hace mucho tiempo. La pandemia la difundió y la discusión al respecto se actualizó.
Los miedos al contagio durante la pandemia, hicieron surgir a la superficie un hecho, un tema que existía desde mucho antes: el tratamiento psicoanalítico fuera de la configuración habitual
Ya en 1950 se trabajaba por teléfono y fue tema de varios trabajos teóricos. Tal vez se dio al inicio, sobre todo, en Estados Unidos, argumentando que la distancia y el viajar era muchas veces un impedimento para continuar una terapía psicoanalítica.
Ahora, en los inicios, usamos Skype, Zoom, Facetime, etc. Cuando las sesiones se intensificaron, para muchos se volvió molesto verse siempre solo las caras. Muchos desearon volver al teléfono. Deseo subrayar que las reacciones y las formas fueron y son muy individuales y subjetivas. Hablando con colegas, en supervisiones, entrevistas y seminarios de técnica diferenciamos y consideramos las diversas reacciones. Hubo quienes hasta gozaron verse a distancia. Yo di cursos con mi computadora a grupos de 15 y 21 personas… cada cual en su casa o consultorio.
En el consultorio, refiriéndome ahora a la clínica y a la técnica de trabajo, deseo subrayar que el tema de la “vecindad y distancia emocional” es una materia central en el tratamiento de orientación psicoanalítica. En un espacio cercano, se puede estar psíquicamente muy a distancia... Pueden estar distanciados, sin contacto emocional, en la configuración clásica -el paciente sobre el diván, el analista detrás-, etc., etc.
Para mí, es uno de los temas centrales de la clínica. Dos individuos se pueden decir cosas, “interpretaciones”, que no tienen ningún efecto o que llegan profundamente a los sentimientos. El setting, la configuración, el encuadre, conceden continuidad en un ámbito repetitivo, que no tiene que ser descubierto cada vez porque se ha vuelto acostumbrado.
El trabajar “vía streaming” es un parámetro, tal como lo desarrollaré más adelante. Dentro de la técnica del psicoanálisis, tiene su significado y su valor independientemente de la situación de la pandemia, si bien muchas veces fue provocado por el miedo al contagio. Tiene que ser considerado y elaborado con su significado para la personalidad de cada uno. Es interesante que se haya vuelto un tema central y que esta revista le conceda un espacio especial a este tema. A mí me parece que, los miedos al contagio durante la pandemia, hicieron surgir a la superficie un hecho, un tema que existía desde mucho antes: el tratamiento psicoanalítico fuera de la configuración habitual.
Ya el propio Sigmund Freud utilizó su correspondencia con Wilhem Fliess para pensar y describir su propio inconciente. Luego, con Max Eitingon, hicieron psicoanálisis en los largos paseos en los bosques en los alrededores de Viena. Hasta que Eitingon partió a Berlín a fundar el primer instituto. “Berliner Psychoanalytisches Institut”.
Leon Saul decía en 1951 (Psychoanalytic Quarterly): “El pensar está por lo general limitado por la inercia. Pensamos en la manera que nos enseñaron. Nuevas ideas, nuevas relaciones o enfoques producen siempre resistencias. A la luz de estas consideraciones, quien se cuestione la manera moderna de usar el teléfono como una ayuda, como un agregado a la técnica psicoanalítica, encontrará colegas escandalizados con enérgicas resistencias o psicoanalistas ya muy avanzados en sus consideraciones del futuro ya deseosos de experimentar con métodos televisivos cuando sea posible.”
En este trabajo Saul se refiere a un paciente que tenía dificultades para acudir a las sesiones y por teléfono estaba en condiciones de abordar problemas que en presencia no podía.
Yo comparto esta experiencia en mi consultorio.
Tengo pacientes que aprovechan sesiones por teléfono, tienen menos inhibiciones, menos pudor. Trabajan mejor… Y tal vez como les concedo esta posibilidad, podemos avanzar en las terapias.
En 1953 Kurt Eissler propuso introducir en la teoría de la técnica del psicoanálisis, el concepto del “parámetro” en adición a la técnica de base tradicional. Eran los años del auge del psicoánalisis en los cuales la cantidad de pacientes era enorme... también durante la pandemia, pero existen muchos otros métodos...
A lo de Eissler, entonces, acudían también pacientes muy graves, para los cuales se debía desarrollar otras formas y métodos para poder trabajar con ellos. La técnica habitual no era adecuada. Eissler sistematizó e introdujo conceptos teóricos en los cuales demostró la indespensabilidad de modificar el setting para ciertos pacientes y algunas indicaciones.
Definió la modalidad en la manera siguiente:
El parámetro debe ser introducido solamente cuando el uso de la técnica tradicional no es posible.
No debe sobrepasar el mínimo inevitable.
Debe poder ser superado y eliminado durante el progreso del psicoanálisis.
El Parámetro no debe deteriorar la relación entre paciente y analista de manera tal que no sea diferenciable la relación transferencial y la relación real.
Que exista la posibilidad, después de un período de elaboración, retornar al método clásico.
Intento trabajar con esta actitud.
No contesté las preguntas minuciosamente. Más bien presento mi práctica en la cual considero el tratamiento a distancia, “vía streaming” como un método, un instrumento, un parámetro que se usa desde hace mucho y que siempre puede ser útil...
Así, por streaming, puedo participar en Topía.
Un abrazo.
Pedro ◼
Pedro Grosz
Psicoanalista argentino residente en Suiza
pedro.grosz [at] mac.com