Centraré mi homenaje refiriéndome solamente al abordaje que hizo del Hospitalismo
Un niño que enfermaba y era internado en un hospital para su atención sufría un doble traumatismo: el de su cuerpo enfermo y el tratamiento con procedimientos muchas veces invasivos y a esto se sumaba la experiencia del abandono familiar impuesto por las normas institucionales que exigían el aislamiento del niño, permitiendo el contacto familiar solamente en los limitados horarios de “visita”.
Florencio Escardó vivió esta época y desde sus inicios bregó por la humanización de la medicina.
Tuvo intenso contacto con el psicoanálisis y prestigiosos psicoanalistas argentinos se acercaron a su Catedra de Pediatría, prestando colaboración. Munido de conceptos sobre el psiquismo infantil que se iban desarrollando y publicando contemporaneamente, se abocó a su aplicación en la atención de los niños en la Sala XVII y en la docencia, acciones que desplegó entre 1956 y 1965, después de varios años de su exclusión del hospital por discriminación ideológica .
No concebía al niño sin su familia, y adhirió a la figura de la familia como un útero abierto “exterogestación” (Ashley Montagu), en el que la madre ejerce funciones básicas de placenta, hasta los dos años de vida, con un desprendimiento lento y progresivo.
El aislamiento del niño es tanto más traumático cuanto más precozmente ocurre. Dentro de las formas de reacción del niño está el Hospitalismo, término acuñado por Spitz en 1945. Escardó agregó a la separación de la dupla madre-hijo, que caracteriza este autor, lo traumático de desprenderse del ambiente, de esas pertenencias familiares como la cuna o su juguete, así como dejar de ver al padre y hermanos. Lo entendió así para todas las etapas de la infancia y no solamente para los niños pequeños.
Otro término que tomó fue el de Abandónico: el que registra dentro de sí las consecuencias del abandono, hasta hacer de este sentimiento el eje de su actitud vital, constituyéndose en la neurosis de abandono (Germaine Guex).
Escardó asumió que había una sola forma de evitar el hospitalismo: la internación conjunta del niño con la madre, y la puso en vigencia. Este hecho trascendente ocurrió a partir de 1957 y en la Sala XVII únicamente. Denunció que había un trato para los niños y madres pobres en los hospitales y otro para los niños ricos que podían internarse con sus madres en un sanatorio privado.
Las normas hospitalarias se justificaban como cuestiones de responsabilidad institucional, medidas de asepsia, no interferir las tareas médicas y de enfermería. Sin embargo cuando se confió a la madre parte de la atención de su hijo, debidamente supervisada, disminuyeron los contagios intrahospitalarios, comparado cuando una sola efermera atendía a diez chicos, en todas sus necesidades. Además mejoraba la evolución de muchos de los niños internados.
La clínica del Hospitalismo iba desde el sindrome de protesta al sindrome del reproche, siempre y cuando el niño pudiera conservar un contacto reconocible con alguna enfermera a la que pudo ligarse y con su propia madre. De menor a mayor gravedad le seguían la angustia intensa con llanto inconsolable por el que eran medicados con sedantes; la angustia con inercia o movimientos de tipo succión o rolar o golpearse la cabeza permanentemente; cuadros clínicos de infecciones sucesivas por depresión inmunitaria; detención del crecimiento corporal y de la maduración psicomotriz; y el de gravedad extrema era la atrofia psíquica con desnutrición extrema, marasmo, que Escardó comparó con las imágenes de adultos de campos de concentración nazis.
Relacionó el pronóstico del Hospitalismo con los factores constitucionales y estado psíquico previo, la edad y tiempo de internación y la potencia abandónica de la institución. .
Conceptualizó sobre la relación médico-paciente (niño y su familia) dada en forma de sometedor-sometido. Llevó varios años que este cambio, la internación conjunta del niño con su madre, se extendiera a todas las Salas del Hospital. Fue una dura lucha que Escardó desarrolló con vehemencia, encontrándose con aliados y detractores Y fue modelo para los otros hospitales de nuestro medio y de otros países.
Denunció que se estaban violando los Derechos del Niño de vigencia internacional desde 1959, con este desamparo afectivo y discriminatorio.
Habló del institucionalismo incluyendo las internaciones de recién nacidos en nursery, el aislamiento en los orfanatos, y hasta de la internación de adultos en soledad.
Una vez incluídas las madres y lograda la integración comunitaria entre niños, madres, enfermeras, médicos, asistente social , incorporó a los psicólogos llegando a organizar la primera Residencia de Psicología, honoraria y dependiente de la Cátedra de Pediatría.
Tengo la satisfacción de haber hecho gran parte de mi formación en mi comienzo profesional como pediatra, en la Sala XVII, desde este recuerdo
de tan valiosa experiencia, mi homenaje al maestro Florencio Escardó.
Susana Ragatke
Psiquiatra – Psicoanalista
susana.ragatke [at] topia.com.ar