Un relato clínico en primera persona de una niña de 11 años internada en un Hospital; realismo mágico en la clínica, o la realidad del inconsciente de una niña chaqueña internada en Buenos Aires
Me llamo Anita y tengo once años y estoy en esta cama del hospital desde agosto del año pasado. Me trajeron del Chaco, porque un día no caminé más y de esto hace como diez meses. Yo soy de allá, de un pueblito que está a orillas del río. Me trajeron a la Capital a este hospital de niños porque me dolía la pierna y el brazo. Desde los tres años que me duele la pierna. Yo me acuerdo que iba al Jardín de Infantes, allá en mi pueblo y ya me dolía. Mi mamá me llevaba al médico y me daban calmantes, pero los médicos no me encontraban nada, porque ellos no saben nada. Estos de acá se paran al lado de mi cama, me tocan las piernas y hacen gestos importantes y se ponen a hablar entre ellos. El que siempre me ve es un doctor alto con cara seria y aburrida, que me da explicaciones y me dice que lo mío es psicológico. Pero yo no le creo y mi mamá tampoco... algo debo tener. Una doctora que se llama Eulalia me da remedios para el dolor y otro doctor que no se como se llama me da pastillas para los nervios. Pero a mi me duele y no puedo mover las piernas. Antes tampoco podía doblarla y la tenía estirada, pero poco a poco con la ayuda del kinesiólogo empecé a moverla y a mover también el brazo derecho que lo tenía inutilizado. Pero siguen insistiendo que es psicológico. Me hicieron de todo, me pincharon por todos lados, me metieron en un aparato donde casi no podía ni respirar y al final, lo de siempre... no me encontraron nada. Vienen tantos doctores que me tienen mareada y todos opinan, hablan y hablan y siempre dicen lo mismo...no tiene nada.... es psicológico...es un cuadro psiquiátrico. Ya me tienen podrida...¿que se piensan?...yo no invento nada. Esa que está sentada ahí es mi mamá, es gorda, muy gorda y morocha. Se llama Gladys. Yo no me parezco a ella, porque soy igualita a mi papá. Así dicen todos y eso me gusta. Mamá está siempre enojada, se pelea con la enfermera de la noche y va con las quejas al doctor alto que la escucha con cara seria. También está enojada con mi papá, que se llama Beto -que es mi papá, pero no es mi papá- porque no me tiene reconocida. El siempre me quiso reconocer, pero mi mamá no quería. Cuando tenía ocho años, él viajó al pueblo y empezó a hacer los papeles para darme el apellido, pero después se peleó con mi mamá y se fue sin hacer más nada. Mamá dice que es un buen vivo, que nunca se ocupó de mi y ahora viene a hacerse el santito y que todos los médicos y las psicólogas le creen a él y a ella la dejan de lado. "Todos están de su parte y yo no lo voy a permitir, le voy a hacer un juicio"- así dice. Mi papá y mi mamá nunca se casaron, eran novios y se pelearon cuando ella quedó embarazada de mi. Se pelearon por culpa de mi abuela, que dijo "quien sabe si ese hijo es del Beto". Mi papá entonces se vino para Buenos Aires y yo apenas si lo veía una vez al año. Después mi mamá se juntó con el Lucho y tengo dos hermanitos. A Vanessa le llevo cuatro años y al Jonathan, seis. Mi mamá se peleó con Lucho y ya no viven mas juntos, desde hace dos años. La doctora me preguntó si era bueno, yo le dije que si, pero que yo lo quería más a mi papá. Mi papá estaba casado aquí en la Capital con una señora que es una mala, "una asquerosa", dice mi mamá y que no puede tener hijos. Eso lo contó Fátima, una prima de mi papá que siempre viene a verme al hospital. La "asquerosa" no dejaba que mi papá viniese a verme, pero ahora que no vive más con ella viene casi todos los días. Mi mamá dice que es mentira, que él sigue con esa y que tiene mucha plata, que ella sabe todo porque se lo contó una empleada de la Casa del Chaco que lo conoce muy bien. "El Beto siempre fué falso y mentiroso". Me gusta estar en el hospital, ya llevo casi un año y dicen que no voy a volver a mi casa hasta que camine, así que tengo para rato. Primero tendrán que descubrir mis secretos que los hablo sólo con la Virgen Desatanudos. Todos los mediodías, viene la monjita Sofía y me lleva a la capilla. Me gusta cuando me pasean en la silla de ruedas por los pasillos del hospital, todos me conocen y me saludan. Con la psicóloga Andrea jugamos al "juego del saludo". Salimos a pasear y jugamos a quien la saludan más. Muchas veces le gano yo, eso que ella trabaja en el hospital desde hace cuatro años y yo sólo llevo diez meses. Pero es que a mi, acá todos me quieren mucho. Andrea no sabe manejar la silla, siempre se le atasca y yo le tengo que ayudar a pesar de mis piernas enfermas. Tampoco puede abrir la puerta del ascensor y yo tengo que hacer fuerza para ayudarla. Mi mamá se peleó otra vez con la enfermera de la noche que es vieja y mala. Cerró con llave la puerta de la sala de madres, que es el lugar donde van las madres a tomar mate, descansar y jugar a las barajas. Pero ella la cerró con llave porque dice que unos padres estaban haciendo porquerías. "Son unos inmorales", dijo. "Nosotros que culpa tenemos", le contestó mi mamá y dijo que se iba a quejar al doctor alto de la cara seria. De la Casa del Chaco viene una señora de la Ayuda Social, que se llama Clorinda, me trajo una silla de ruedas porque mi mamá quiere tener una silla sólo para nosotras, porque la de la sala se comparte con todos los chicos y cuando nosotras la necesitamos para ir a kinesio o a la sala de juego o a terapia con la doctora o a la escuelita, está siempre ocupada. Mi mamá hinchó e hinchó y al final Clorinda se apareció un día con la silla, pero le dijo que solo por un mes, porque era de una señora que estaba operada y que cuando se sane la iba a necesitar. Mi mamá dijo que no se la piensa devolver, porque ella es así, hincha, hincha y al final consigue las cosas y cuando no las consigue se pone hecha una fiera, y empieza con los insultos y los portazos. El otro día vino Clorinda a buscar la silla y nosotras nos escondimos en la parte de atrás de la sala y Clorinda nos anduvo buscando por todo el hospital y le pidió ayuda al doctor alto y a la otra doctora que hace las entrevistas de familia, pero nosotras nos quedamos escondidas hasta que Clorinda se cansó y se fue. La doctora esa es buenita, pero no se qué es, si es psicóloga o psiquiatra, yo le pregunté a Andrea y ella me dijo, qué pensaba yo. Para mi es psiquiatra porque anda siempre con un maletín y entonces Andrea me propuso un juego de adivinanzas. Ella dice que no y yo digo que si. La que pierde le tiene que regalar una pulserita de tobillo. Yo le digo que la Virgen Desatanudos me va a hacer caminar y Andrea no cree mucho. La doctora me dijo que cuando camine me va a llevar al zoológico y el doctor de kinesio me prometió una máquina de sacar fotos. Cada vez que viene Clorinda mamá le pide cosas y si ella le dice que no se puede, mamá pega un portazo y se encierra en la sala de madres. Así es mi mamá, pero a mi me cuida, me hace hacer los ejercicios y me lleva a todos los tratamientos en la silla de ruedas. Ahora tenemos otra que nos consiguió la monjita. Pero dice que ya está repodrida, que si no me curan rápido me lleva de vuelta al Chaco, que a ella no la van a tener de estúpida. Aquí recibo muchos regalos, porque siempre vienen chicos que traen juguetes a los niños internados, a veces nos cuentan cuentos o tocan la guitarra y cantamos. El día de mi cumpleaños, que cumplí doce, me regalaron un anillo y una pulsera y el doctor de kinesio me trajo una cadenita de oro. Andrea me trajo un libro y la doctora una remera. Todas las mañanas voy a kinesio y allí me meten en una bañadera que hace burbujas, como la que tienen los millonarios y el doctor me hace mover las piernas y los brazos. Adentro del agua los muevo bien, pero afuera no puedo. Después seguimos haciendo ejercicios en la camilla, en la colchoneta y con una pelota grande en donde yo me acuesto encima y ruedo. También me paran en el respaldar y me atan, sino me voy para adelante y ahí me dejan un buen rato. Pero no puedo caminar ni dar pasos, me voy para adelante. A la noche cuando viene mi papá a visitarme, junto con mi mamá me paran y me hacen dar pasitos. Me gusta porque mi papá me sostiene fuerte. Para Semana Santa nos dieron permiso y viajamos al Chaco con mi mamá a visitar a mis hermanos. Yo no los extraño ni un poquito, ellos están con su abuela.Yo no quería ir al Chaco, quería quedarme en el hospital para que mi papá me viniese a visitar, tenía miedo, mucho miedo que él se olvidara de mi. Se lo conté a la doctora, esa que no se si es psiquiatra o qué y ella hizo una reunión con mi papá y conmigo y me hizo decirle lo que pensaba. Mamá se quedó afuera y se enojó muchísimo, le dijo a la doctora que a ella afuera no la dejaban más, que ella era la madre y que tenía que estar en todas las entrevistas en que estuviese Beto. "No me gustan que hablen a mis espaldas, ¿qué se creen?" Todas las mañanas voy a Sala de Juego y por la tarde a la escuelita del hospital. La sala de juego me gusta porque hay muchos chicos y jugamos lindos jueguitos que tiene Victoria. Me dijo que me iba a hacer un test. Le pregunté a la doctora que era eso, me explicó que era para ver que pensamientos tenía y que yo contaba mirando unas láminas. No me gusta, no voy a mostrar nada, no me gusta que me adivinen los pensamientos. Así que cuando Victoria me vino a buscar a la sala y me empezó a mostrar unas láminas horribles, todas manchadas, no le dije nada, y me empecé a quejar que me dolía la columna, la cabeza y la rodilla. Me quedé muda y le dije que tenía sueño, Victoria me llevó de nuevo a la sala, me metí en la cama y me puse a dormir. Al día siguiente me vino a buscar otra vez y también le dije que me dolía mucho la cabeza y por ahora me dejó en paz. Yo no le voy a contar mis secretos a nadie, sólo se los digo a la Virgen Desatanudos. Andrea me regaló un diario para que escriba mis cosas, es un diario íntimo, sólo para mi, porque tiene una llave que yo me colgué en la pulsera...pero no escribí nada...no les tengo confianza, porque yo se que cuando me duerma me van a sacar la llave y van a leer mis secretos, porque todos quieren saber lo que yo pienso. Con Andrea, mi psicóloga, tenemos un lugar para contar secretos, secretísimos...es allí debajo de ese árbol, que es un ceibo, como los que hay en mi pueblo a orillas de río. Un secreto que yo quiero descubrir es si mi papá está o no casado con "la asquerosa". Una vez que mi papá no vino a verme por casi una semana, a mi me agarró como un ataque. No quise comer, no hice pis y dormí como dos días seguidos y ahí se me escapó el pis y mojé la cama. Mi mamá me dijo que había hecho una convulsión, pero los médicos dicen que no. "Ellos que saben", dijo mamá. Hoy fue un día de gran fiesta, porque fuimos con mi papá, mi mamá, Andrea y la doctora a hacer el trámite de reconocimiento al Registro Civil., pero antes pasamos por la capilla del Hospital a pedirle a la Virgen que me haga caminar. Fuimos en el auto de la doctora, que ahora se que no es doctora sino asistente social y se llama Marily. La silla de ruedas no entraba en el baúl y mi papá la tuvo que atar con un hilo. Me gustó el paseo. Yo iba atrás entre mi papá y mi mamá y adelante iba Andrea con Marily. Había muchísima gente y nos hicieron esperar un buen rato, me hicieron firmar un papel y después firmó mi papá. Mi mamá estaba furiosa porque a ella no la hicieron firmar. Mi papá me dijo: Anita ya sos mi hija. Yo quiero tener los dos apellidos, el de mi papá y el de mi mamá, así ninguno de los dos se enoja, sobretodo mi mamá que siempre le agarra la bronca. Después de todo ese trámite larguísimo fuimos a tomar Coca Cola con tostados, que nos invito la doctora Marily. Mi papá ese día no fue a trabajar y nos llevó a pasear a mi mamá y a mi por Buenos Aires. Fuimos hasta las Galerías Pacifico y allí miramos los negocios y después comimos en Macdonal. Mi mamá estaba muy bien arreglada con pollera larga de terciopelo y zapatos de taco alto, los labios y las uñas pintadas y una hebilla en el pelo. Yo tenía un buzo celeste que me había regalado mi papá y Andrea me trajo esmalte incoloro para pintarme las uñas. Papá nos hizo caminar muchísimo, ¡como veinticinco cuadras!. Mi mamá no daba más, iba resoplando, se le llenaron los pies de ampollas. Yo no tenía problemas porque iba lo mas bien, muy cómoda en mi silla de ruedas. Fue un día muy lindo...pero se arruinó después. Mi mamá empezó a decir que había sido una mentira, que estaba todo arreglado entre Beto y la doctora, que a ella no la hicieron firmar y que no le dieron ningún papel...yo no se a quién creerle. Andrea me dijo que todo era verdad y ahora estamos ensayando la firma nueva: Anita Aguirre. Yo ya tengo el alta y si nos consiguen un hotel podemos mudarnos. Mamá hizo el pedido a la Casa del Chaco, pero al día siguiente vino la señora Clorinda y nos dijo que por ahora no podemos salir a un hotel porque no hay plata para pagarlo, que habían cortado todos los gastos de Ayuda Social. Mi mamá, se puso como loca..."yo aquí no me quedo ni un minuto más", gritaba. Clorinda le decía que era por unos días hasta que llegase la nueva partida...pero mi mamá no entendía razones. Lo llamó urgente a mi papá y le dijo que yo tenía que salir del hospital si o si, que podía agarrarme una infección, que esa era la orden de los doctores. Mi papá le discutió un poco, pero con ella es imposible hablar cuando se pone así y no paró de gritar hasta que mi papá dijo que iba a tratar de conseguir la plata para pagar un mes de hotel. Y allí nomás salió mi mamá a buscar hotel y consiguió uno bien cerca del hospital que cobra trescientos pesos el mes. Como queda a dos cuadras, podemos venir caminando y yo en la silla de ruedas, a seguir con todos los tratamientos. Al mediodía llevó todas las valijas y a la tarde cuando nos íbamos a ir y ya casi estábamos saliendo, una residente de la sala nos dijo que nos teníamos que quedar por orden de la asistente social. ¡Nunca vi así a mi mamá!..¡era una furia! Insultaba a todos, especialmente a Marily y a mi papá...pegaba portazos...llamaba por teléfono y después se puso a llorar y decía..."que se vayan todos a la puta madre"... "le creen al Beto...dicen que él no tiene plata, pero yo se que tiene mucha...le creen a ese mentiroso". Yo también lloraba de miedo de verla así a mi mamá y también de bronca porque yo quería salir del hospital. Lo peor fue cuando vino mi papá, mamá lo insultó y él le dijo que iba a hacer lo que le dijera la doctora y que Marily le había dicho que no había apuro para el alta. Mi mamá le dijo "calzonudo y alcahuete". Pero nos tuvimos que quedar....al otro día cuando vino la doctora, mi mamá le dio vuelta la cara y no la saludó. Ella le dijo que después íbamos a hablar cuando estuviésemos mas tranquilas. " A la mierda con ella"- dijo mamá- "para mí era como una madre, pero ahora se terminó". Empezó a buscar a los otros doctores y hasta se animó a hablarle a ese doctor alto, pelado y canoso que es como un director...pero todos le dijeron que tenía que hablar con la asistente social. Yo la odio a Marily, porque por culpa de ella nos tenemos que quedar aquí en este hospital que no aguanto más y a mi pobre mamá le duele todo el cuerpo de dormir en esa reposera incómoda. Y así pasó todo el fin de semana, mi mamá y yo furiosas. A veces llorábamos y otras veces insultábamos. Mi papá vino a verme, pero no quiso hablar del tema, siguió diciendo que iba a hacer lo que dijera la doctora. Mi mamá pegó un portazo y se encerró en la sala de madres. Después de dos días, apareció Marily y nos llevó al consultorio, nos explicó que mi papá no tenía plata para pagar un mes de hotel, que tenía que pedir plata prestada y que era preferible esperar que la Casa de la provincia, recibiera los fondos, que ella había llamado por teléfono y que le dijeron que posiblemente la semana que viene iban a poder disponer de plata para pagar los hoteles de Desarrollo Social. Ahí nos tranquilizamos un poco, por lo menos mi mamá. Y de pronto Marily me dijo: vos te parás y caminás...si tenés tanta bronca usala para mover las piernas...y me agarró de las manos y me hizo parar...y pude pararme y no se como pero a la noche mis pìernas empezaron a responderme y pude moverlas. Mi papá me hizo dar los primeros pasos...¡NADIE LO PODIA CREER! Ahora si que estoy contenta...puedo caminar y cuando salga al hotel podré venir en colectivo a mi tratamiento. Toda la gente del hospital me viene a ver y me felicita. La monjita Sofía saltaba de contenta y decía : ¡milagro!...¡milagro!. Al día siguiente el doctor de kinesio me hizo caminar por las paralelas y me filmó. Un año estuve sin caminar...pero yo se lo que pasó, la Virgen Desatanudos me desató el nudo que yo tenía no se donde y me trajo a mi papá y me dejó mover las piernas. No veo la hora que venga Andrea para mostrarle como camino y que le gané la apuesta: ¡Anita Aguirre!-porque ahora me llamo así- empezó a caminar! Andrea me va a tener que regalar la pulserita de tobillo y me van a tener que llevar al zoológico. Ya estamos en el hotel que está en el centro de la ciudad, en una calle que se llama Rivadavia, como los cuadernos, bien cerquita del Cabildo. Ayer fuimos con papá y mamá a verlo, yo lo conocía por el libro de lectura. Les cuento que ya camino, aunque todavía no puedo correr y por ahora voy del brazo de mi mamá, porque tengo miedo de caerme. Pero ya le devolvimos la silla de ruedas a la monjita. Todas las mañanas vamos al hospital a kinesio, a la sala de juegos o a hablar con las psicólogas. Tomamos el 29 a dos cuadras y nos bajamos justo en la puerta del hospital. A la escuelita no voy más, me hicieron el pase y mi mamá me consiguió una maestra domiciliaria., que viene a darme clase al hotel. Este hotel parece un hospital, está lleno de gente enferma que vive lejos y que tiene que hacer tratamientos. En frente de nuestra habitación hay una señora de Comodoro Rivadavia, que tiene una hija enferma que se le cayó todo el pelo. Mi mamá se hizo amiga. Clorinda nos consiguió un televisor blanco y negro, para mirar las novelas. La que más me gusta es Muñeca Brava, pero a veces me la pierdo porque nos demoramos en el hospital. A la noche siempre viene mi papá, muy tarde, porque él trabaja hasta las nueve. Mi mamá le pidió una autorización a la Asistente Social para que lo dejen subir al cuarto. Viene un ratito y enseguida se va y mamá se enoja porque queda poco tiempo. El otro día armó un lío bárbaro, papá dijo que se tenía que ir enseguida y mamá se enojó, cerró la puerta con llave y no le quería abrir. Empezaron a los empujones y yo me puse a llorar. Cuando se fue, porque al final le abrió, mamá estaba furiosa, y me dijo que no me iba a hacer el documento con el nombre de él. ¡Qué se cree ese!. Marily me dijo que tenía que salir sola con mi papá, aunque sea a la esquina a tomar una Coca. Y tambien le dijo eso a mamá, pero ella no está convencida, dijo que no, que no le tenía confianza. A mi me da vergüenza. No quiero separarme de mi mamá, me agarra miedo, no quiero que vaya a ningún lado sin mi. Un día que llovía mi mamá se fue sola a buscar la comida y cuando volvió yo estaba llorando. La señora de Comodoro Rivadavia me consolaba. Entonces mi mamá le dijo a Marily que yo estaba hecha una estúpida., que ya era grande. Ahí la doctora volvió a insistir en que tenía que separarme un poco de ella y que lo mejor era que saliese a pasear con mi papá. Un ratito nomás...diez minutos. Si vieran lo bien que camino y hasta empecé a dar saltitos. La doctora se ríe dice que parezco un pato. Pero tengo dolores, a veces en las piernas, a veces en la columna y en los brazos. Tambien me duele la cabeza y no puedo dormir. El otro día me dormí a las cinco de la mañana. Mi mamá roncaba al lado y yo me quedé cosiendo ropita para la muñeca. El doctor me dio unas pastillas, pero no sirven mucho. Además cuando me duermo empiezo a soñar cosas feas...se las cuento a la psicóloga. Sueño que me caigo en un pozo, que no puedo caminar, que estoy otra vez en la silla de ruedas. Me despierto asustada y el corazón me late como un caballo al galope. En quince días regresamos al Chaco y dentro de dos meses tenemos que volver para el control. Yo no me quiero ir y cada vez tengo más dolores y no puedo dormir. Ahora que camino bien Marily me va a llevar al zoológico y mamá al final me dio permiso para que salga con papá. Vamos a ir al cine a ver Manuelita. Dentro de dos días nos vamos. Mamá ya sacó los pasajes, ella ahora está apurada para volver porque quiere ir a la fiesta de San Cayetano. Allá en el pueblo me espera, la escuela, mis abuelos, mis hermanos. Le dije a Marily que cuando sea grande me voy a venir a vivir a Buenos Aires con mi papá.
Lic. en Servicio Social
Psicóloga Social
Terapeuta Familiar
Area de Internación Psiquiátrica del Servicio de Psicopatología
del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérre