Este libro es fruto de una rigurosa investigación sobre la más notable figura de extracción obrera y feminista del Partido Socialista. Una luchadora por los derechos laborales de las mujeres, pero también por otras conquistas como la ley de divorcio vincular, los derechos de la niñez y muchos otros. La autora subraya las condiciones de las mujeres proletarias de la época cuyos puntos salientes eran salarios escasos y menores en comparación con sus compañeros y acoso sexual por parte de capataces y empleadores.
Un libro importante para tejer la historia de las luchas feministas y socialistas que prosiguen hoy. Aquí publicamos su prólogo.
Yo llamo feminismo de diletantes a aquel que solo se interesa por la preocupación y el brillo de las mujeres intelectuales. [...]
Es hora de que ese feminismo deportivo deje paso al verdadero, que debe encuadrarse en la lucha de clases. De lo contrario será un movimiento elitista.
Carolina Muzilli PBT,
Buenos Aires, 21/10/1916
Carolina Muzilli y las obreras gráficas. Socialismo y feminismo aborda el tema de las obreras gráficas tanto en su ingreso laboral a empresas y talleres como su participación sindical en la Federación Gráfica Bonaerense (FGB), en particular, a partir de las dos primeras décadas del siglo XX. Esta experiencia estuvo atravesada por el acompañamiento de Carolina Muzilli -la más notable figura de extracción obrera y feminista del Partido Socialista (PS)- que se propuso como meta la de organizar y concientizar a las gráficas, entre 1912 y 1914.
La etapa en cuestión representó una fase decisiva en el embrionario proceso laboral y sindical de la población femenina en general, y de las gráficas, en particular. Esa rama específica de la industria -la de las artes gráficas- presentaba rasgos especiales por el carácter informativo y cultural del producto elaborado (la palabra escrita) y por su destacado nivel de mecanización. Disponía de una mano de obra masculina, tanto nativa como extranjera, numerosa y altamente calificada. Entre la heterogeneidad de los oficios del sector, sin embargo, las mujeres estuvieron insertas en tareas poco calificadas, rutinarias, mal remuneradas, entre otras tantas condiciones. Además, no habían logrado integrarse masivamente al proceso de maquinización que favorecía a las destrezas técnicas exigidas por la modernización industrial, apremiadas a desempeñar la “doble jornada”. Es decir: su rol de obreras junto a la de madres, esposas o responsables únicas del hogar, las condicionaba de manera extrema para lograr sus alcances de profesionalismo laboral. Consciente de la complejidad del tema planteado y de la necesidad de su tratamiento, decidí encararlo sin disponer de demasiadas fuentes. Gracias al historiador Emilio Corbière conocí el compromiso militante socialista y feminista de Carolina Muzilli con las gráficas a partir de una extensa crónica que ella escribió en el periódico El Obrero Gráfico, enero y febrero de 1912, con el título “Organización de las obreras gráficas”. En la misma describía su ingreso, sus objetivos y propuestas. Pese a los esfuerzos puestos por reconstruir este período determinado en la historia de las obreras gráficas y, por consiguiente, el rol protagónico de nuestra luchadora, aún queda un cúmulo de interrogantes difíciles de responder ante la ausencia de un número significativo de documentación precisa y un aspecto todavía insuficientemente explorado. Por el momento se dispone nada más de ese artículo escrito por ella y que está incluido al final, en el Anexo. Por supuesto, que habría posibilidad de rastrear más información en el camino que aún no se terminó de recorrer. Con este libro solo quise abrir puntas que tal vez serán resueltas con nuevas investigaciones. Estas incógnitas generaron preguntas para cuyas respuestas todavía no se cuenta con documentación suficiente:
¿Cómo rastrear orígenes y prácticas de quienes llevaron adelante de manera anónima esa historia de luchas contra la explotación y opresión de sus cuerpos, de sus vidas? ¿Por qué las gráficas revistieron más interés para el Partido Socialista que para sus propios camaradas de trabajo y del sindicato más combativo de la época? ¿Por qué Carolina intervino políticamente en un gremio que se caracterizaba por su predominancia de mano de obra masculina cuando su militancia se centraba desde su condición de obrera feminista? ¿Qué la condujo a tomar tal cometido? Los tramos sustanciales de mi ensayo fueron el resultado de cinco años de investigación sobre la historia y cartografía del sindicato gráfico, de sus trabajadoras y del acompañamiento trascendente de Muzilli.
Desde que este libro aún era un avance, fue leído y discutido en diferentes ámbitos. En primer lugar, lo presenté, en 1992, en las II Jornadas de Historia de las Mujeres y Estudios de Género, organizadas en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Finalmente, en 1996, con el título “Tensiones entre la reproducción social y la producción: Estudio de caso de las mujeres gráficas de Buenos Aires (1890-1914)”, formó parte de la obra Desprivatizando lo privado. Mujeres y Trabajos, que constaba de tres investigaciones escritas por Cecilia Lypszyc, María Emilia Ginés y por mí. Su prólogo “Espejo de género” estaba firmado por el académico sueco Göran Therbon. En relación a mi investigación, Therbon planteaba que “las estrategias de supervivencia doméstica y la historia de la clase obrera deben ser vistas, comprendidas y analizadas desde la perspectiva de género. Una vez de mirada la historia a través de un espejo feminista se reconoce que la categoría ‘clase’ no debería ser tomada como una categoría carente de ‘género’.
Transcurridas varias décadas, mi ensayo dio lugar a un viraje. Me propuse transformarlo en libro con una versión actualizada que, no obstante, preservó parte de la estructura original, pero con diferentes interrogantes de fondo. Al reeditarlo, consulté materiales recientes que comprendían investigaciones, archivos, publicaciones online que fueron las pistas de la documentación examinada. Asimismo, distintos colegas me aportaron materiales que luego utilicé con tesón.
Cumplieron la función protagónica de llevar y traer nombres, fechas, acontecimientos y datos. En cuanto a la puesta en valor de los inventarios, al escribir sobre historia de mujeres o sobre otros sujetos subalternos invisibilizados por la “Gran Historia”, suele acontecer que los documentos abordados, las más de las veces, son fragmentarios, dispersos y poco sistematizados. La materia prima de la que me valí para renovar aquel ensayo de 1992 que ahora es esta obra, consistió en revistas, artículos periodísticos, investigaciones académicas, la prensa obrera socialista, pero, básicamente, haber explorado toda la producción de Carolina, que se encuentra dispersa, con excepción de su periódico Tribuna Femenina que aún sigue extraviado. Hubo un trabajo intenso de recopilación, revisión, catalogación de archivos que posiblemente servirán como caja de herramientas para que futuros analistas profundicen a partir de sus propias indagaciones.
Pienso que todo escrito, aunque esté firmado solo por el autor o la autora, siempre encarna una producción colectiva. Hay una transmisión de saberes preexistentes, una circulación de trabajos con perspectiva de género, alguien que lee lo que una escribe y lo comenta, otras u otros que lo corrigen, quienes ofrecen datos a través de las redes virtuales. Carolina Muzilli y las obreras gráficas. Socialismo y feminismo simboliza un relato compuesto por esa polifonía de voces, de informantes claves de la academia feminista local y extranjera, que colaboraron en esta trama compleja de acercamiento a los documentos para que yo tejiese esta historia.
Aunque los trabajadores gráficos han sido abordados desde diversos estudios dedicados a su significativa participación dentro de la travesía del sindicalismo argentino a partir de finales del siglo XIX por sus tempranas conquistas; o la historia de sus disputas y contiendas contra el capital, todavía queda un largo derrotero por indagar. En estas investigaciones consagradas priman enfoques androcentristas, que colocan su mirada solo en el protagonismo del arquetipo viril del obrero gráfico, en torno del cual habíamos aprendido sobre su pasado y a partir de allí formulábamos interrogantes bajo una visión masculinista. Debido a que en estos enfoques no tuvieron lugar ni el recorrido ni la trayectoria de las trabajadoras gráficas, con sus fricciones, avances y retrocesos, me interesó evidenciar su ausencia en este devenir genealógico y, en particular, recuperar el papel protagónico de Carolina Muzilli. Tensar todo aquello que se mantuvo en el olvido por desconocimiento u omisión. Al fin, es fortalecernos con sus legados que hoy tienen más vigencia que nunca, es fuerza feminista clasista, anticapitalista e internacionalista de aquellas militantes históricas obreras que hicieron camino al andar y que aún nos siguen convocando.