Argenis Giménez es un “paciente” psiquiátrico venezolano que desde hace muchos años lleva adelante una lucha antimanicomial. Su rasgo distintivo es un sombrero donde porta una pancarta contra los manicomios. Él mismo se define: “estoy conciente de mi indigencia y de mis problemas mentales también… Pero yo acepto mi realidad, la asumo como una lucha por los débiles, los marginados.” Regularmente nos envía mensajes de una gran lucidez, como en este caso a raíz de la muerte de Hugo Chávez.
El presidente Chavez se desgastó la vida que vivió así con dignidad. Él apostó todo a unos valores que trascienden la insignificancia del capitalismo salvaje Lo apostó todo a esos valores humanos. Subjetivamente para mí, me le parezco identificádome en un marco relativo de referencias interpretándolo a él como caletero parecido a mí que parapetea en su campo de acción para querer compartir su único conuquito de su vida con todos los demás empezando con los más necesitados. También lo visiono como una prueba de un intento de reconocer a un mesías esperado sin certeza. Es mi visión o apreciación que se me ocurre de él, pero; es solo relativamente en mi subjetividad y sin querer imponerme con autoridad de que tiene que ser así como yo lo digo para que los demás deban admitir que así es objetivamente. Podrían descalificarme algunos por loco muchos o pocos por interpretar así al presidente Chávez, pero; es entre algunas de mis cosechas de valores humanos que con tanto sacrificio saco de mi conuquito: la franqueza, la humildad, transparencia del alma con mi libertad de expresión sin la hipocresía que se ofrece a la oportunidad.
Yo también he intentado que fuera a través de él la manera de compartir de los valores humanos de mi huertecita con los demás y primero con los más necesitados entre los que están los miserables como yo que por tanta miseria van a parar a los siquiátricos. Durante más de veinte (20) años que ya llevo con mi marcha de “loco” de la pancarta siempre quise hacerle llegar a cada presidente de turno. Y en la oportunidad del presidente Chavez quise interpretarle su proceso revolucionario para que se pudiera aplicar a la problemática social del paciente siquiátrico, pero; he sido muy malinterpretado por los que se me atravesaron entre él y yo ya sea intencionalmente, por conveniencia o por negligencia; falta de interés, falta de vocación; por falta de educación social moral y cívica, por falta de cultura (en este caso cultura antisiquiátrica). Ya sea por omisión, por comisión, por egoísmo, con indiferencia o intencionalmente me sabotearon ya que los locos no votamos, no mantenemos a nadie, no somos los mejores clientes de nadie, no somos considerados en el sistema como seres humanos. No dejaron que el presidente Chávez me conociera. Siempre intenté hacerle llegar a este presidente la problemática social del paciente siquiátrico como una preocupación aplicada de su proceso revolucionario. Lo intenté tanto a través de canales regulares como no regulares. Hasta lo llegué a alcanzar de mi persona directamente a su persona en tiempo real cuerpo a cuerpo presente y eso cuando todavía no era ni siquiera candidato a la presidencia de la república en tres oportunidades callejeras. Entonces con la subjetiva reverencia de tratarlo como SEÑOR PRESIDENTE alcancé a explicarle solo un poquito mi planteamiento y algo más le dejé en páginas mías. Pero en esos encuentros callejeros así no es suficiente lo que se pueda dar a entender como problema tan extenso y complejo de salud pública, problema social de estado como es la problemática social del paciente siquiátrico que, solamente en un Consejo de ministros o en Consejo de gobierno recientemente constituido se le puede dar a entender a la magnitud presidencial de una república. No es precisamente a un incompetente caletero como yo al que le tocaba con este parapeteo en esta historia de Venezuela plantearle la problemática social del paciente siquiátrico al primero que tenía que estar enterado. Así como tampoco es al presidente Chávez quien le tocaba de mesías el turno en la historia universal de la humanidad para salvarla de este complejo proceso histórico capitalista salvaje que arrastra a la civilización humana hacia la extinción. Creo subjetivamente que el capitalismo salvaje es ya un cáncer metastásico, incurable. Ojalá que este "pesimismo" mío solo sea un síntoma más del síndrome de mi patología depresiva de enfermo mental y mi comparación con que me identifico en un marco relativo de referencias con el presidente Chávez sea por lo tanto descalificada.