El martes 9 de abril de 2013 se realizó el acto donde se declaró de “interés sanitario y social las actividades de la editorial Topía” propuesta por la Comisión de Salud de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Este es el texto que leyó Alejandro Vainer sobre la historia de la revista y la editorial Topía.
Buenas tardes a todos. Agradezco a todos ustedes por estar hoy aquí acompañándonos en este reconocimiento de las actividades de la revista y la editorial Topía como de “interés sanitario y social”.
Mi exposición consistirá en un recorrido acerca de estos 23 años de las producciones de la revista y la editorial. Una presentación implicada para quien Topía es desde hace 20 años, un lugar para gestar ideas y acciones en el seno de una producción colectiva.
Podemos empezar con algunos números fríos:
-23 años
-1 Revista con 67 números publicados puntualmente en abril, agosto y noviembre de cada año
-6 Suplementos Topía en la Clínica
-1 Sitio en Internet con todas las revistas disponibles en PDF, además de ser el lugar donde se han publicado desde hace más de 10 años artículos especiales con la salida de cada revista, blogs, adelantos de libros y un foro de Salud Mental y Cultura.
-1 Editorial que ha publicado en sus colecciones 65 libros de autores nacionales e internacionales
Estos números fríos son simplemente una arista de todo lo producido, pero nuestra historia es mucho más rica y “caliente”.
La Fundación
¿Cómo surge Topía en 1991?
Es necesario tomar en cuenta que, como todos, no venimos de un repollo, sino de una larga historia de psicoanalistas que pusieron el psicoanálisis no al servicio de preservar instituciones psicoanalíticas, sino un psicoanálisis al servicio de la sociedad y ello llevó a romper con las instituciones, tal como lo hicieron los grupos Plataforma y Documento en 1971. Muchos de ellos poblaron con sus ideas las páginas de Topía. Y algunos fueron maestros como Fernando Ulloa y León Rozitchner.
Pero vayamos a la fundación misma.
El primer editorial escrito por Enrique Carpintero, director desde entonces, es claro y pone las cartas sobre la mesa:
“Los que participamos en la redacción de esta revista pertenecemos a una institución -S.A.S. (Servicio de Atención para la Salud)-, cuyo centro de funcionamiento es la atención de pacientes en situaciones de crisis. El hecho de iniciar una publicación que de cuenta de la teoría y la práctica del psicoanálisis juntamente con el análisis de los problemas que presenta la actualidad de nuestra cultura es porque pensamos que no es posible entender las crisis individuales, familiares o institucionales por fuera de la cultura que también está en crisis.
La etimología de la palabra crisis alude al momento del juicio, de tomar decisiones, una elección como la que se encontró Edipo frente a la Esfinge en Tebas. Pero para llegar a Ello es necesario tener un espacio, un lugar en el que podamos reflexionar. Es aquí donde Topía -una palabra que encontré para definir un posicionamiento- alude a un lugar en el que el inconsciente es social y lo social se hace inconsciente, permitiendo encontrar el hilo de Ariadna de nuestro deseos. Ya que si se pierden en uTopías, en sueños imposibles de ser realizados, sus consecuencias son devastadoras en el plano individual, familiar y social… De esta manera, Topía revista se propone como un espacio de reflexión donde el psicoanálisis, al no pretender transformarse en una cosmovisión, se pueda encontrar en un dialogo fecundo con otros saberes y con los movimientos sociales y ecológicos…”
Estas son las cartas sobre la mesa:
1-Topía nace de una institución, el SAS, una ONG de atención en situaciones de crisis, que funcionaba de forma cooperativa, donde cada paciente pagaba de acuerdo a sus posibilidades. Es imposible entender las crisis y la subjetividad por fuera de la cultura.
2-Topía queda definida como este espacio donde el inconsciente es social y lo social es inconsciente. Un espacio donde el psicoanálisis no es una cosmovisión, sino se encuentra produciendo en diálogos fecundos con otros saberes y movimientos sociales.
Enrique Carpintero fue el fundador del SAS y de la Revista. Lo acompañaron Claudio Boyé como Coordinador General y Mónica Alegre como la Jefa de Redacción.
Y abren a la primera etapa de la revista
1-1991-1995:
El primer número fue el único que no armó nuestro diagramador hasta el día de hoy, Víctor Macri, que vale aclarar en este espacio, no tiene ningún contacto con quien lleva el mismo apellido. Víctor es mucho más que el diagramador de revistas y libros, es parte de nuestro equipo de trabajo con quien discutimos cuestiones que van mucho más allá de la diagramación.
Aquí empieza una larga serie de dossiers que abrieron el juego de Topía. Títulos que marcaron el camino. El primer número: “Psicoanálisis en la Crisis de la Cultura”, ya incluía artículos acerca de la “sobremedicación” hasta análisis de la Televisión por Horacio González y Miguel Rodríguez Arias.
Y vale recordar, tal como lo hace Rodríguez Arias, el acontecimiento que fue la proyección de su video Las Patas de la Mentira -hoy tan conocida e inclusive con secuelas- como un emprendimiento del S.A.S. Luego de la proyección debatieron los diputados nacionales Florentina Gómez Miranda, Carlos “Chacho” Álvarez –entre otros, con periodistas como Carlos Campolongo y Carlos Abrevaya con los psicoanalistas Claudio Boyé y Enrique Carpintero. Recordemos lo que pudo significar pasar ese video de los actos fallidos de los dirigentes políticos que al día de hoy quedó incorporado a nuestra Psicopatología de la vida cotidiana con frases como la de “tenemos que tratar de no robar por lo menos dos años en este país” del todavía actual dirigente Luis Barrionuevo.
Y justamente, el Nº3, cuyo título es “Psicopatología de la vida cotidiana. Argentina 1991” se dedica a una temática que sigue teniendo vigencia.
El artículo editorial está encabezado por una frase de Paul Auster extraída del libro El país de las últimas cosas. Allí dice: “He aquí el dilema, por un lado queremos sobrevivir, adaptarnos, aceptar las cosas tal cual están; pero, por otro lado, llegar a esto implica destruir todas aquellas cosas que alguna vez nos hicieron humanos”. “Desde este dilema que plantea Paul Auster sostenemos la necesidad de rescatar la importancia del sujeto en su relación con la trama social y ecológica”, insistía Enrique en ese editorial.
Pero quien expresa desde el humor mucha de estas cuestiones es Tato Bores. En este número publicamos uno de sus famosos monólogos. Vamos a un fragmento que no tiene desperdicios. Parece que hablara de nuestra actualidad. Dice Tato Bores: “…Salgo a la calle y como estos no son tiempos de cólera sino también tiempos de raye, enfilé directamente para el consultorio de mi gran amigo, el psicoanalista José Suelte La Angustia.” Luego de realizarle varias preguntas el analista le explica: “…Sencillo Tato. Usted lo dijo: este es un país insalubre. Si usted estuviera perfectamente sano no podría vivir aquí. Y le digo más, si las cosas siguen así, solamente los muy esquizofrénicos, los más rayados van a ser los que van a sobrevivir. Porque para poder vivir en un lugar donde se habla de los efectos pero no de las causas, donde la culpa la tienen los que publican las cosas, no los que las hacen, donde la mitad de lo que pasa no se entiende y la otra mitad es de miedo, si uno no tiene unas cuantas neuronas chingadas, está perdido. Así que si usted está de la nuca, es normal, Tato. Y ahora lo siento, es la hora lo seguimos la próxima, concluyó José Suelte la Angustia…”
Casi siguiendo este monólogo los textos desarrollan lo planteado por Tato Bores. Juan Carlos Volnovich habla sobre “La nerviosidad que se desprende de esta moral sexual de la ¨cultura¨ postmoderna no deviene de la represión sexual (que, faltaba más, también existe), sino del conformismo y la resignación”. En un importante artículo el sociólogo francés Robert Castel, recientemente fallecido, habla sobre “los Desafiliados. La precariedad del trabajo y la vulnerabilidad relacional”. Siguen otros textos, entre los que podemos destacar estos títulos significativos: “La violencia en los niños marginados”, “Desarrollo tecnológico y vida cotidiana” y “Psicopatología cotidiana de los medios de comunicación.”
Hubo temáticas que siempre fueron por fuera de los dossiers pero que al día de hoy no sólo tienen actualidad, sino que fueron precursores de cuestiones que al día de hoy se discuten. Un ejemplo: “Los niños y adolescentes de fin de siglo”, que comenzó en el número 10 en 1994. Allí Silvia Bleichmar se preguntaba si las nuevas tecnologías implicaban nuevos modos de subjetividad, Daniel Calmels reflexionaba sobre los cuerpos del niño, mientras César Hazaki iniciaba una serie de textos sobre esta temática.
César Hazaki fue responsable del Suplemento Lluvia Negra, que era fruto del trabajo con un grupo de adolescentes que abarcaba diversas actividades: Lluvia Negra estuvo anunciado en el Número 4 como programa de radio y desde el número 9 tuvo su lugar regular en la revista hasta el 25 a mediados de 1999. Allí se publicaban textos de adolescentes sobre distintas temáticas. César desarrolló una línea de trabajo sobre la cuestión de adolescentes primero y luego profundizó sobre la cuestión de los medios de comunicación, que se puede encontrar en su libro El cuerpo mediático.
También ya estaban esbozadas las secciones de Área Corporal, coordinada por Alicia Lipovetzky desde los primeros números y que continúa hasta hoy.
Recordemos una vez más, un psicoanálisis que produce en diálogo y en intercambios.
Esta primera etapa se cierra con un cambio que es consecuencia de los cambios del país. El SAS tiene que cerrar debido a la notoria crisis a mediados de los 90. Si la institución funcionaba con los aportes de cada paciente según sus posibilidades, esto comenzó a volverse inviable. Esto llevó a que Topía comenzara una nueva etapa con Enrique Carpintero, César Hazaki y quien les habla como editores desde entonces hasta hoy.
Esto nos llevó a un trabajo colectivo, donde organizamos el Consejo de Redacción de la Revista, donde entre acalorados intercambios, discutimos y seguimos debatiendo los miércoles a la noche cada número y cada actividad. Y con este armado se inicia una segunda etapa.
II-1996-2000:
Desde entonces, profundizamos cuestiones que nos traen al reconocimiento de interés social y sanitario de hoy. Por ejemplo, el número sobre Medicamentos: la receta de hoy En el dossier nos preguntábamos sobre el abuso de consumo de psicofármacos, recetados mucho más hoy que en 1996. Tal como lo decía Carpintero en su editorial donde reconocía el notable desarrollo de la psicofarmacología que sin embargo era obstaculizada por “el hecho de que pueden acceder un sector minoritario de la población, y también por un subjetivismo médico que quiere entender el padecimiento humano como resultado del aparato orgánico. Reducir el cuerpo del sujeto a un organismo implica dejar de lado la importancia en el proceso de enfermar de la relación del sujeto con su cultura, con los otros, lo simbólico y el acto de hablar.”
En consonancia con esto, ya habíamos organizado las dos Jornadas sobre “Nuevos dispositivos Psicoanalíticos”, donde nos propusimos trabajar sobre cómo los cambios de subjetividad modificaban nuestras concepciones y dispositivos clínicos. Esto se plasmó en el Suplemento Topía en la Clínica, que apareció a mediados de 1998.
Los primeros seis se publicaron en forma independiente y luego se incorporaron al cuerpo de Topía hasta el día de hoy. La propuesta es “sencilla”, los cambios en la subjetividad implican un escuchar distinto de los pacientes, y esto lleva a poder formular nuevos dispositivos psicoanalíticos para nuevas patologías y situaciones que nos atraviesan. El diván-sillón no es sinónimo de psicoanálisis. Este hilo atraviesa toda nuestra producción y tiene un proyecto que Enrique denominó “el giro del psicoanálisis”. En verdad, no hacemos más que llevar adelante ese aforismo de nuestro querido maestro Fernando Ulloa: de lo que se trata no es de practicar teorías, sino de teorizar nuevas prácticas.
Las producciones se multiplicaron. Por un lado, abrimos nuestro sitio en Internet donde se publican artículos inéditos, versiones más extensas de los trabajos aparecidos en papel y una serie de secciones que albergan (cada vez más) la producción del colectivo de Topía. También hace unos años funciona el Foro de Salud Mental y Cultura coordinado por Carlos Barzani y Ángel Barraco, una usina de pensamiento e intercambio de quienes están interesados en estas cuestiones en distintos lugares del mundo.
Por otro, en esta época se inicio la Editorial Topía con sus diversas colecciones. Y la propia editorial ya lleva organizado cuatro Concursos internacionales Topía Libro de Ensayo. Estos concursos tienen un prestigioso jurado y el primer premio se publica como libro, mientras que se publican fragmentos de las dos menciones en nuestra revista.
Para este momento podemos ver como Topía empieza siendo una revista para convertirse en un lugar de producción que la excede.
En estos días, con lo sucedido en La Plata y Buenos Aires, quería destacar por su actualidad, el dossier: La furia de la ciudad. Allí se diferenciaba furia de violencia en los diversos artículos de Enrique Carpintero, Héctor Freire y Yago Franco. Allí, Héctor Freire, poeta y crítico de arte, que es el encargado del área cultural desde esos tiempos a hoy, escribió el texto: “La furia (entre el optimismo trágico y el pesimismo lúcido)”. Allí sostenía esta diferencia considerando la furia como movimiento, impulso creativo y soltura, mientras que en la violencia “no hay dialéctica alguna, es la imposibilidad de toda dialéctica puesto que supone la supresión, la destrucción de uno de sus términos.”
Todo un prólogo de la tercera etapa, que estará marcada por diciembre de 2001.
III-2001-2005
El 8 de agosto de 2001 fue publicada la solicitada “No criminalizar los conflictos sociales”, firmada por más de 100 destacados profesionales de las áreas de la Cultura y la Salud Mental, que fue promovida por quienes hacemos Topía.
Diciembre de 2001. Un momento de quiebre. Y un momento de implicación mayor de quienes hacemos Topía. Un número especial publicado en Internet y mimeografiado en enero de 2002: De la resignación a la protesta. Instrumentos para pensar la situación actual, surgido junto a la Asamblea Autoconvocada de la Cultura y la Salud Mental, promovida desde Topía Revista.
Y posteriormente el mismo compromiso llevó a nuestro trabajo en la fábrica recuperada Grissinopoli y en el Centro de Artes y Oficios Grissicultura. Seguido se publicó el libro: Produciendo realidad. Las empresas comunitarias.
Trabajar sobre las problemáticas desde el cruce del psicoanálisis, sociedad y cultura ilumina puntos ciegos de los cambios de la subjetividad a lo largo de estos 23 años. Esto lleva a que ninguno de los dossiers sea “viejo”, sino un documento de nuestra cultura, que como bien dice Walter Benjamin, es también un documento de barbarie. Una barbarie de esta etapa neoliberal del capitalismo sobre nuestra subjetividad.
Algunos de los títulos de esta época son elocuentes y reflejan dossiers sobre los cambios en la subjetividad entrando en este nuevo siglo:
Las huellas de la identidad
Los juegos de la memoria
La crueldad: un nombre del malestar
La potencia del Eros
Son tiempos donde se desarrollaron y consolidaron las distintas áreas de producción de la revista. Los integrantes del Consejo de Redacción de Topía, es el mismo desde entonces a hoy.
Un punto de inflexión fue la publicación de los dos tomos de Las Huellas de la Memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70, que escribimos junto con Enrique Carpintero luego de casi 10 años de investigación que incluyó más de cien horas de entrevistas a protagonistas de dicha época. También incluyó el primer y único listado completo de 110 Trabajadores de Salud Mental y 67 estudiantes desaparecidos durante la última dictadura, que realizamos entrecruzando datos de diferentes organismos de derechos humanos. Estos textos, agotados al día de hoy y de próxima reedición, fueron declarados de “Interés Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” en setiembre de 2005.
En base a algunos de sus capítulos se realizó el guión del film documental “Comunidad de Locos. Comunidades Terapéuticas en Argentina de los 60 y 70. Otra Salud Mental fue posible”, con la dirección de Ana Cutuli, producción de Alejandro Cohen Arazi y auspicio de la revista Topía. Esta película también fue declarada de “Interés Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” en setiembre de 2005.
Estos hechos abren a la última etapa, con un abordaje creciente de cuestiones de Salud y Salud Mental, que si bien habían sido abordadas anteriormente, tomaron un espacio en la revista, con la sección Debates en Salud Mental.
IV- 2006-2013
En estos últimos años desarrollamos aún más la articulación clínica psicoanalítica-Salud y Salud Mental en relación con la sociedad y la cultura.
Esto nos lleva a cuestiones de diferente orden que fuimos recorriendo en Topía en la Clínica, con diferentes espacios que incluyen reformulación de cuestiones teóricas y pensar las nuevas situaciones clínicas. Por ejemplo, la cuestión del abuso sexual, donde en una serie de textos a lo largo de los años Susana Toporosi ha desarrollado un abordaje novedoso del tema.
Los desafíos clínicos nos llevaron a los actuales los ateneos clínicos psicoanalíticos (donde tres autores trabajan material clínico que se les envía para pensar la praxis actual). Justamente el del último número es sobre abuso sexual.
Por otro lado, hemos denunciado la creciente contrarreforma psiquiátrica, que implica el intento de apropiación del campo de Salud Mental por la psiquiatría y la medicina, lo cual tiene efectos devastadores en la Salud y Salud Mental, porque ha trabado y sigue trabando sistemáticamente los avances propuestos aquí en la ciudad por la Ley 448 y en el país por la Ley Nacional de Salud Mental. Nuestro compromiso por la Salud nos llevó a debatir y polemizar sobre estas cuestiones. Esto nos lleva a proponer y seguir proponiendo en diferentes lugares que no hay salida en el campo de la Salud que no sea la “socialización de la Salud”.
Para terminar, tenemos el aporte del humor gráfico de Haroldo Meyer, especialmente realizado para la celebración del día de hoy. Haroldo Meyer, quien se ha incorporado en los últimos números y fue el autor de la tapa de nuestro último número sobre El grito.
Así llegamos al final de esta historia, que no es un fin. Es simplemente un punto que hacemos esta tarde para poder recordar. En este momento se está distribuyendo el número 67, estamos trabajando en los próximos libros, las próximas actividades, los próximos números para continuar y ampliar esta línea de trabajo, que excede “los números fríos” y por supuesto esta historia “caliente”.
Un trabajo donde es un honor que aquí se reconozca una revista y una editorial como de interés sanitario y social y no “cultural”, que es lo habitual. Porque nos pone más cerca de transformar la realidad que de analizarla.
Y ese es todo un reconocimiento.
Por los últimos 23 años. Y espero que por muchos años más.