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Niños afectados por situaciones de catástrofe social

 

Cuando hablamos del exceso de realidad en la clínica pensamos en aquello que se cuela, como el sol de la tarde, por todas las rendijas de los consultorios, y a la vez ilumina y encandila tanto a paciente como a analista, a su supervisor, a sus compañeros de institución, y no hay ámbito que quede a salvo...
La catástrofe social es exceso de realidad que excede en el punto en que rompe los lugares de reservas colectivas que le funcionan al yo como soporte para seguir siendo quien es. Irrumpe, arremete, destroza, instala el horror. .. Pero paradojalmente inscribe experiencias de prácticas sociales nuevas que surgen en la resistencia y en la elaboración colectiva que constituyen una historia que operará favorablemente a la hora de afrontar próximas catástrofes.
En la Argentina de los últimos años, la primera gran catástrofe social fue la dictadura militar del 76 con su implantación del terrorismo de estado como metodología para instalar un plan económico capitalista neoliberal y debilitar al campo de las luchas sociales que pudiera resistirse a ese plan. Luego la guerra de Malvinas que dejó más a la vista la desprotección de toda una generación de jóvenes inmolados con la intención de salvar políticamente la dictadura cuando ya agonizaba. Los actos terroristas con aval de sectores del estado que volaron la embajada de Israel, la AMIA y el arsenal de Río Tercero que dejaron a la vista una vez más la desprotección social frente a una justicia que sólo respalda a los poderosos y que por lo tanto es funcional al plan económico devastador. Simultáneamente sucedió la ola de ajustes económicos de los sucesivos gobiernos de turno que a partir del 76 llevaron a millones de argentinos a la pérdida de su fuente laboral o al terror a perderla, con todos los efectos desubjetivizantes que esto implica. Todos estos constituyen los hitos principales de las situaciones de catástrofe social que afectan tanto a analistas como a pacientes en la Argentina.
La diferencia para el psiquismo en relación a las pérdidas individuales reside en la pérdida de los referentes colectivos que le dan un marco de sostén al yo desde lo social. Si bien los rituales colectivos implementados (Madres de Plaza de Mayo, Memoria Activa, escraches a represores, por ej.) suelen ser muy valiosos para recomponer el tejido social y psíquico, los efectos de las catástrofes sociales dan cuenta de un antes y un después con una consistencia diferente.
¿Qué modos diferentes encuentra la realidad para meterse? ¿Cómo impacta? ¿Qué hace el yo frente a estos excesos? Para pensar estas cuestiones tenemos que recurrir a los conceptos de trauma y acontecimiento.
TRAUMA. En la obra freudiana hay tres modos de pensar la cuestión del trauma. La tercera es desarrollada por Laplanche.
1) Todo aquello cuya violencia e impreparación toma desprevenido al Yo y lo puede someter a un flujo de excitación para lo cual sus defensas no estaban preparadas. (Más allá del principio del placer)
2) El carácter patológico que va a determinar la constitución de lo traumático puede estar dado por la producción de algo vivido que se inserta en una serie psíquica previa.(Estudios sobre la histeria).
3) Trauma constitutivo: la sexualidad humana necesariamente inscripta en el niño como traumática a partir de la asimetría adulto-niño. La madre, a la vez que alimenta a su bebé y calma su hambre, lo excita desde su sexualidad inconciente con las caricias. Este exceso resulta inevacuable para el bebé y dará origen a un proceso de ligazón y entramado psíquico que producirá pensamiento. Hay un mensaje enigmático que se oculta detrás de un comportamiento de la madre, otro significado que es desconocido incluso para la madre misma. y como tiende a transformarse en pura excitación, es necesariamente traumatizante para el niño. Aquí lo enigmático resulta traumático; la sexualidad humana (sexualidad con fantasía) no es internamente generada sino que es implantada en el niño.
Luego, lo que ingresa al psiquismo será entramado en las estructuras simbólicas que el sujeto posee previamente mediante un proceso que Laplanche llamó metábola. Sostiene que entre dos fenómenos de sentido que son, por un lado el comportamiento significativo del adulto- madre, y el del inconciente en vías de constitución del niño, hay un metabolismo extraño de descomposición y recomposición1.
ACONTECIMIENTO: Es importante diferenciar lo que es un hecho de lo que resulta un acontecimiento para el psiquismo. Para que un hecho sea acontecimiento para el psiquismo, habrá de transformarse en un enigma para el sujeto, quien comenzará a teorizar sobre ello, y llegará a una fantasmatización de ese hecho. Dependerá de la posibilidad del yo de otorgarle un sentido a lo que ocurre (capacidad simbólica). El psicoanálisis no interviene con los hechos en sí, sino con lo que resulta de la fantasmatización del acontecimiento2.
El efecto traumático para el psiquismo no es el producto directo del estímulo externo recibido sino la relación entre:
1) la cantidad del impacto recibido.
2) el aflujo de excitación que se desencadena a partir de representaciones inscriptas previamente
3) la capacidad ligadora, entramante y simbolizante del yo.
EJEMPLO CLÏNICO:
Al mes del atentado de AMIA, los padres de Gabriel consultan muy angustiados ya que Gabriel en los primeros días había dejado de comer, y sólo vomitaba. Había perdido a su tía materna bajo los escombros, con quien tenía una fuertísima relación a tal punto que había dicho que se quería ir a vivir con ella.
Madre - La consulta es por Gabriel ya que él pregunta todo el día por la tía y no sabemos qué decirle.
Terapeuta - ¿Y qué le dijeron?
M _ Que un nene malo puso una bomba por lo cual se le vino toda la casa encima. (El tono es maníaco, la mamá se sonríe al contar esto)
T - ¿Un nene malo?
Padre – Sí, porque él habla todo el día de nenes: un nene hizo tal o cual cosa. Entonces nosotros le dijimos que un nene malo tiró abajo el edificio.
M – Una vez que usé la palabra “muerta”, Gabriel empezó a preguntar y empezó a comer. Hasta ese día vomitaba todo. Gabi pregunta todo el día por la tía. Cada vez que suena el timbre espera. Dice que es la tía. Con mi hermana nos veíamos todos los días. Mi hermana se lo llevaba siempre. El lo mandaba al tío a dormir al piso. El tío iba y él dormía con mi hermana.
P – Pregunta reiteradas veces por las fotos de mi hermano y mi padre muerto: ¿quién es? Me dijo hace diez días: papá no fumés porque te venís esqueleto, y a mí el esqueleto me asusta. Cuando la madre va al baño dice: ¿adónde vas? No quiere que los dos nos vayamos. Me tuve que quedar con él en el colegio unos días. Ahora duerme conmigo; le dice a la madre que se vaya de la cama y ella se va.
Luego de uno días relata la madre: Gabriel está comiendo mal.desde que pasó esto. Ahora está más llorón y caprichoso. Hay días que llora todo el día. Está muy nervioso. Le cuesta, tiene miedo de ver a mi cuñado. Ahora no pregunta más por la tía. No la nombra.

UNA REFLEXIÓN.
Podríamos pensar que como analistas no habríamos de intervenir con lo que es un hecho en sí mismo, como es la muerte de la tía. En todo caso tendríamos que pensar cómo es vivida la muerte de la tía en relación al momento edípico de constitución psíquica que atraviesa Gabriel.
Gabriel iba a la casa de la tía (con quien tenía un vínculo primario más fuerte que con su madre) en plena etapa edípica. El tío le daba su lugar en la cama y dormía en el piso. Parece haberse constituido como fantasma que el tío furioso se vengó de la tía por elegirlo a él, a Gabriel, y ahora vendría a castigarlo. Por eso tenía terror de ver al tío y de nombrar a la tía. Gabriel recién se calmó cuando se encontró con el tío y éste lo abrazó.
La muerte de la tía ingresó al psiquismo de Gabriel y él engarzó ese hecho en las estructuras simbólicas que poseía previamente, articuladas por fantasmas edípicos de rivalidad. Un superyo precozmente instalado, en constitución, lo castigó. El acontecimiento despertó un enigma ya que se rompieron teorizaciones previas, pero también permitió un nuevo ordenamiento.
Todo esto nos lleva a un terreno de reflexión interesante: ¿qué implica informar a los niños acerca de determinadas verdades para que se calmen? Habrá que pensar sobre qué fantasma se va a incluir esa información y habrá que ver de qué manera se va a articular una vez que se recomponga metabólicamente en el psiquismo de ese niño. Esto cuestiona la hipótesis de la información de toda la verdad a ultranza como único modo de cuidado de la subjetividad de un niño.

INTERVENCIÖN DEL ANALISTA
Pensar en las catástrofes sociales implica para nosotros, analistas, pensar en sus efectos en el aparato psíquico, en cómo posicionarnos frente al horror y cómo intervenir. Al respecto Marcelo Viñar dice: “el analista debe desarrollar una particular disponibilidad y sensibilidad para reconocer cuándo el decir es confesión traumática y repetitiva a diferencia de labor simbólica y elaborativa, como también cuándo el silencio es un refugio de lo intolerable a ser acompañado y cuándo responde al aislamiento patológico”2.
¿Qué ocurre después de un gran trauma? Habitualmente no hay fantasma, hay una escasa capacidad ligadora por la cantidad que arrasó al yo, hay restos correspondientes a lo real que ingresó al aparato durante el traumatismo. Estos restos no metabolizados que como tales no pueden ser fantasmatizados, aparecen en el aparato como compulsiones. Son restos no simbólicos ya que no remiten a ninguna otra cosa más que a sí mismos. Estos, habrán de convivir con otros aspectos que sí fueron fantasmatizados, y podremos encontrar la coexistencia de ambas corrientes psíquicas.
Frente a la irrupción de estos fragmentos no metabólicos, después del trauma, el analista no habrá de intervenir interpretando, ayudando a encontrar una significación inconciente, porque no la tienen. El método más apropiado para intervenir será el de la recomposición y simbolización compartida cuando se trata de traumatismos históricos, por lo menos en un primer momento3. Un ejemplo de esto podría ser lo que significa Memoria Activa en relación al atentado de AMIA: un espacio colectivo de elaboración y construcción de la memoria; al decir de Marcelo Viñar: “Combatir el odio y la venganza inscribiendo una memoria y sancionar el crimen construyendo una historia”
En relación a dichos fragmentos que, después del traumatismo, se le presentifican al sujeto sin que se trate de memoria sino de compulsiones y pesadillas, el trabajo del analista consistirá en construir, crear, producir nuevo entramado psíquico allí donde quedó arrasado. Para ello Silvia Bleichmar propone que el analista ofrezca simbolizaciones de transición: el analista puede sentirse convocado por los indicios que el sujeto ofrece, trozos intactos vistos y oídos en la situación traumática, para darles un modo de ensamblaje particular, que es lo que el paciente solo no puede hacer. A partir de allí el analista realizará una construcción como hipótesis transitoria que se irá corroborando o no a medida de que el análisis avance.
EJEMPLO CLÏNICO: Ana, de 10 años, perdió a su mamá a los 3 años en el atentado de la AMIA. En el transcurso de su análisis, 7años después, 2 meses después del atentado a las torres gemelas, relata haber ido con su amiguita, en el club al que ambas concurren, a visitar un lugar secreto que sólo ellas conocen, y que está debajo de la casa donde vivía un viejito que cuidaba el club y murió. Relata haber encontrado un sótano tapado con unas maderas a través de las cuales ella escuchó el llanto de un bebé y vió unos zapatos, por lo cual supuso que alquien estaba vivo allí secretamente.
REFLEXIONES: Como analista, zapatos y llanto de bebé me resultaron dos elementos que impusieron mi atención. Le pregunté con qué los relacionaba ella pero no surgieron asociaciones. Los pensé a ambos como elementos indiciarios4 (modos de emergencia en el psiquismo que no tienen carácter simbólico sino que son elementos recortados de lo visto y oído de una escena que resultó traumática) a partir de tres razones:
1) Desde la niña, porque no pudo ofrecer asociaciones.
2) Para mí aparecieron como elementos descontextualizados que me hicieron signo.
3) Aparecen como fragmentos sin que haya conocimiento de la totalidad de la que provienen.
INTERVENCIÖN: Le dije que tal vez ella me estaba contando que cuando era chiquita, tenía 3 años, se dio cuenta que su mamá no estaba más, que no volvería, cuando vio que los zapatos de ella estaban en el piso vacíos, y lloró mucho. Lloró y escuchó su propio llanto como el de un bebé, el bebé que ella quería ser para estar en brazos de su mamá Ahora ella es una nena más grande y se pregunta dónde está su mamá. Por momentos se da cuenta que está muerta y por momentos se pregunta si podría estar aún viva en algún escondite.
Esta construcción transitoria, a modo de hipótesis, permitió abrir muchas preguntas.
Cuando trabajamos con niños, ¿qué lugar tiene el exceso de realidad de la catástrofe social para el psiquismo? ¿Qué relación hay entre la catástrofe social y el trauma individual?
Ana, de quien venimos hablando, comenzó su análisis 6 años después del atentado en que perdió a su madre. Después de unos meses, al preguntarle porqué ella suponía que había ocurrido el atentado respondió: “Mi mamá era doctora y una vez no curó bien a una señora. La señora se murió y la familia le puso una bomba en el edificio donde trabajaba mi mamá” Al preguntarle si ella sabía qué era la AMIA dijo: un edificio. Si bien Ana va a una escuela judía y sabe que AMIA es un edificio judío, en su teoría sobre el atentado no aparecía ese elemento.Había organizado su fantasía a partir de muchos elementos escuchados, entre ellos, el juicio de AMIA. Suponía que el juicio tendría que ver con que la mamá, en una mala praxis, había provocado la muerte de una señora.
Es evidente que la significación social de atentado terrorista árabe contra los judíos, no ha sido aún construida en el psiquismo de la niña. Para ella lo traumático fue descubrir que su madre no volvía más. Por lo menos en una corriente psíquica había registro de la pérdida. Probablemente el atentado de las torres gemelas en septiembre del 2001, ocurrido cuando ya tenía 10 años, abrió la pregunta por la significación social del atentado a AMIA. Los comentarios acerca de las personas vivas debajo de los escombros y en los sótanos de las torres, abrieron para ella la pregunta acerca de si su macre podría haber quedado bajo los escombros de AMIA. La curiosidad de Ana de buscar qué había en el sótano del club, si había alguien vivo debajo de la casa del cuidador muerto, muestra la presencia de otra corriente psíquica para la cual la madre podría estar aún viva. Se trata de una corriente renegatoria de la pérdida, por la cual su madre estaría siempre por morirse, y ella podría salvarla. Ambas corrientes conviven en ella.
Uno de los problemas importantes en la clínica de las situaciones de catástrofe social, es el modo en que el exceso de realidad inunda el sistema de teorizaciones y significaciones del analista que también es un afectado. El destino del tratamiento se jugará, entre otras cosas, en la capacidad del analista para no saturar de sentido el material escuchado, vinculando todo con el trauma social, sin visualizar las formas particulares en que se engarza con una serie previa en el psiquismo de ese niño. Habrá que situarse cuidadosamente en el interior de los procesos transferenciales y contratransferenciales para ir descubriendo los vaivenes que hacen a los caminos interpretativos o constructivos a elegir.

Susana Toporosi
Psicoanalista
stoporosi [at] fibertel.com.ar

BIBLIOGRAFÏA
1.  Jean Laplanche: El Inconciente y el Ello. Problemáticas IV. Amorrortu editores. 1987.
2.  Marcelo Viñar: “Violencia social y realidad en psicoanálisis” en Violencia de estado y Psicoanálisis. Compilación: J.Puget. R. Kaës.
3.  Bleichmar, Silvia. Seminario "traumatismo y Simbolización". Buenos Aires 2001.

4.  Denominación tomada de Carlo Guinzburg en “Mitos, emblemas, indicios”. Cap. “Indicios: raíces de un paradigma de inferencias indiciarias”. Edit. Gedisa. Barcelona. España. 1999.
 

 
Articulo publicado en
Julio / 2002

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