El abuso sexual atraviesa nuestra sociedad. Nadie puede permanecer indiferente ante los efectos que este acto produce en los niños/as por parte de adultos que los obligan a participar en actividades sexuales que no puede comprender y que traumatizan su vida, dejándolos/as “en carne viva”.
Una psicoanalista con muchos años de experiencia clínica en la temática nos brinda herramientas indispensables para profesionales del campo de la Salud (médicos, trabajadores sociales, psicólogos, enfermeros, etc.), docentes, abogados, sociólogos, antropólogos, etc. También para cualquiera que esté interesado en la temática; con un lenguaje claro y una profusión de datos e intervenciones permite tener un panorama actualizado sobre esta cuestión.
La primera parte del libro, Traumatismo ante el abuso sexual, aporta herramientas en el terreno del diagnóstico y el tratamiento del abuso sexual. La autora brinda instrumentos diagnósticos para mostrar la marca que ha quedado en el psiquismo, al modo de un hallazgo físico después de un episodio de violación. Y en cuanto al tratamiento, sostiene que la posibilidad de procesamiento del psiquismo individual depende de que desde las instituciones de la sociedad se registre y se condene a quien provocó el padecimiento y sus cómplices. La intervención es sobre todo en comprender y atender el sufrimiento, a partir del traumatismo que provoca el abuso sexual. La segunda parte, Conductas sexuales abusivas, aborda la clínica con adolescentes productores de acciones sexuales contra niños y niñas. Un terreno de apuesta a un trabajo psicoanalítico que habilite un destino que no sea el de caracterizar como perversos a esos adolescentes. Por todo esto, Susana Toporosi sostiene “la esperanza de que a pesar del modo en que el abuso sexual o el incesto arrasan la subjetividad, los niños, niñas y adolescentes que fueron abusados sexualmente, puedan recuperar su condición de sujetos en la medida en que tengan la posibilidad de ser sostenidos y acompañados por alguien de su entorno familiar o social que les crea, los separe y condene al abusador, y un tratamiento psicológico que los aparte de un destino de victimización.”
Como dice Juan Carlos Volnovich en el prólogo, la autora “supo enfrentar el horror de una de las prácticas más aberrantes de la condición humana para, finalmente, construir este edificio conceptual ‘en carne viva’ que, de aquí en más, ha de convertirse en referencia obligada para quienes aborden el tema.”.