José tiene 45 años: “Lo consulto porque hace dos meses mi hijo -Sebastián- de 16 años me contó que es gay y desde ese momento no puedo pensar en otra cosa y tampoco sé cómo ayudarlo.” Sebastián es su único hijo. José cuenta que se separó de Paula -la madre de aquél- cuando estaba comenzando la escuela primaria. Agrega que lo estuvo hablando con Beatriz -con quien está en pareja desde hace seis años- “Bea tiene un primo gay así que es bastante abierta con el tema... charlamos mucho con ella, pero por más que racionalmente entienda que es la elección de mi hijo, no me lo puedo sacar de la cabeza. Pienso todo el tiempo en eso, no puedo pensar en otra cosa.”
Durante los últimos años han aparecido más frecuentemente este tipo de consultas donde un padre o una madre acude a la entrevista a cuestionar su propia dificultad en aceptar a su hijo gay o hija lesbiana que a plantear querer cambiarlo/a
Una de las características de la vida cotidiana en la actualidad son los procesos de subjetivación donde la ruptura del lazo social conlleva al encierro del sujeto. Su resultado son patologías en las que el narcisismo constituye su fundamento. Un dato. Cada 90 segundos se suicida una persona en este planeta. Es decir, hay más muertes por suicidios en un año que muertos por guerras o asesinatos. El suicidio es el ejemplo mortífero de los efectos del narcisismo. Esta situación deviene de una corposubjetividad que se construye en la relación con el otro en el interior de una cultura.
He conocido a dos pacientes Amalie y Roberto como material comunicado por sus respectivos analistas. Ambos pacientes pueden estar comprendidos en la franja que el psicoanalista-psiquiatra Cancrini llama “El océano borderline”, por la anchura de este campo en el que el Yo vacila por fijaciones narcisistas tempranas con las inconsistencias consiguientes del Yo de Realidad Definitivo.
¿Cómo trabajar en la clínica psicoanalítica el encierro narcisista? Ante esta pregunta abierta sobre una cuestión tan vasta, que ha promovido a su vez intervenciones de lo más diversas, trataremos de circunscribir algunas –pocas- generalidades que operen como referencias posibles con el objeto de establecer una comprensión conjunta sobre el asunto propuesto
El saber popular afirma:”Todas las comparaciones son odiosas, pero algunas son más odiosas que otras” .Y sin embargo otras no lo son, resultan ser al contrario elocuentemente necesarias pues durante el acto mismo de la comparación, es decir, del cotejo y confrontación de lo semejante, de lo diferente y de lo complementario con un otro, se promueve una ganancia en la configuración y consolidación de la identidad propia y ajena.
En este trabajo parto de la hipótesis de que las comparaciones se presentan de un modo inexorable en la vida anímica de los seres humanos.
He conocido a dos pacientes Amalie y Roberto como material comunicado por sus respectivos analistas. Ambos pacientes pueden estar comprendidos en la franja que el psicoanalista-psiquiatra Cancrini llama “El océano borderline”, por la anchura de este campo en el que el Yo vacila por fijaciones narcisistas tempranas con las inconsistencias consiguientes del Yo de Realidad Definitivo.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra