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Equipos de salud frente a la interrupción del embarazo

 

Un camino construido desde el cuerpo de muchas mujeres y muchos equipos de salud.

 

  Del no sé qué puedo hacer por vos ...a la  interrupción voluntaria del embarazo.

 

 

Un gran dique se ha roto en los últimos meses alrededor del aborto. Ese dique que contenía aguas tumultuosas que desde hace muchos años venían  arremolinándose, acumulando fuerza y energía para finalmente inundar las calles, las plazas, los subtes, las escuelas … Con pañuelos verdes en cuellos o en mochilas que algunas más discretas  anudan  en sus muñecas. Puedo identificar en sus rostros a cada una de las mujeres que como médica  pude acompañar, a las que pasaron por la circunstancia de un aborto,  también a las que acompañaron a otras o las que desearían nunca tener que atravesar ese camino de  vergüenza y temor por el que sus amigas hermanas o primas han tenido que transitar. 

Desde mi lugar en Centros de atención primaria en barrios y desde la práctica de la medicina general, a lo largo de los casi 30 años  he oído muchos relatos de mujeres pidiendo ser escuchadas en su deseo de  interrumpir los  embarazos.

El 14 de junio a la mañana,cuando se aprobó la media sanción de la ley de interrupción voluntaria de embarazo, en las calles que rodeaban al Congreso ese grito unívoco y conmovedor que nos arrancó el llanto y los abrazos a todxslxs que allí estábamos, hizo que desfilaran ante mi cada uno de esos rostros que tantas veces se me habían presentado con tristeza, con miedo, la espalda encorvada, la mirada baja y avergonzada. Esas mujeres que cuando las atendí parecían pedir disculpas por no querer o por no poder con el mandato. Pero en ese momento, en ese clamor, me parecía verlas levantar sus frentes y sus mentones, enderezarse y aliviar sus rostros.

Desde mi lugar en Centros de atención primaria en barrios y desde la práctica de la medicina general, a lo largo de los casi 30 años  he oído muchos relatos de mujeres pidiendo ser escuchadas en su deseo de  interrumpir los  embarazos. En el marco de los equipos en los que trabajé, de las organizaciones que conformé, fuimos juntándonos y nos sumamos desde un lugar empático y un rol activo,  para   garantizar el  derecho que asistía   a estas mujeres que nos solicitaban ayuda .

En un inicio lo hacíamos solamente ofreciendo la atención adecuada post aborto. Anunciando que no cuestionábamos ni juzgábamos sus decisiones pero que no podíamos ofrecer nada más que la atención inmediata posterior para detectar y tratar rápidamente si hubiera complicaciones. Eran situaciones que nos generaban mucha impotencia porque sabíamos sobre todo quienes atendíamos a mujeres de sectores populares, que las prácticas a las que se iban a someter estaban muy pero muy lejos de contar con algún tipo de seguridad para su salud y su vida. Pero que en su desesperación recurrirían a lo que les fuera posible para interrumpir el embarazo.

Más tarde y gracias a la fuerza que el movimiento de mujeres fué tomando a través de algunas de sus organizaciones llegó a manos de médicos e integrantes de los equipos de salud el conocimiento sobre el misoprostol . Y amparadxs en el derecho a la información que tenían las personas que atendíamos y en nuestro deber de cuidar su salud fuimos acompañando a las mujeres que habían decidido abortar en el marco de consejerías. Acompañamos a interrumpir el embarazo con cuidados previos, información y atención post aborto a través de la estrategia denominada de “Reducción de Riesgos y Daños”. En ese marco le preguntábamos a las mujeres cuáles eran sus temores e invariablemente nos decían: a morir o a ir presas.

En esa frase reconocíamos lo potencialmente traumatizante del hecho. Principalmente en el temor a los peligros que esa práctica en el gris de la legalidad y de la seguridad les generaba, mucho más que en la decisión de abortar. 

Ya luego del año 2012 con el fallo FAL de la Corte Suprema de Justicia de la Nación muchxs comenzamos a sentirnos interpeladxs por la posibilidad de que gran parte de las situaciones que estábamos abordando desde la atención pre y post aborto, deberían estar contempladas como parte del concepto de Aborto no punible tal como se denominó en un inicio para luego constituirse como interrupción legal del embarazo.  Ese fallo constituyó un hito muy importante para la transformación de nuestras prácticas.

La fuerza que el movimiento de mujeres fué tomando, generó en los equipos de salud una corriente muy potente de profesionales que se sumaron, acompañaron, sostuvieron y lucharon por que cada vez más personas con capacidad de gestar puedan ser cuidadas por el sistema de salud cuando su decisión es la interrupción del embarazo. 

A partir de ese momento y reforzado luego con el Protocolo para la atención integral a las personas con derecho a la interrupción legal de embarazo en situación de embarazo impulsado desde el Ministerio de Salud de la Nación la concepción de nuestro trabajo fué cambiando y fuimos entendiendo que lo que el código penal nos decía desde 1921 incluía en el derecho a acceder a un aborto legal a muchas más mujeres de a las que se estaba brindando esa posibilidad. Afirmaron que la causal violación era para cualquier mujer que había sido abusada sexualmente. Que la causal salud tal como el Código Penal en su artículo 86 dice, debe mostrar un riesgo para la salud y que el mismo debe ser entendido como la posibilidad de que un daño ocurra, no con un monto o grado determinado de riesgo. También que el concepto de salud era el mismo que veníamos aplicando para todas las problemáticas con la amplitud que desde hace décadas vienen teniendo la totalidad de las decisiones en salud. Tomando el concepto de bienestar, no de ausencia de enfermedad y de la inclusión de las distintas dimensiones que ello implica a saber la física la psíquica y la social.

Este hecho y en una espiral dialéctica con la fuerza que el movimiento de mujeres fué tomando, generó en los equipos de salud una corriente muy potente de profesionales que se sumaron, acompañaron, sostuvieron y lucharon por que cada vez más personas con capacidad de gestar puedan ser cuidadas por el sistema de salud cuando su decisión es la interrupción del embarazo. En la Ciudad de Buenos Aires, por tomar un ejemplo, el acceso en los centros de salud y hospitales, aumenta año tras año de manera exponencial. Rompiendo así ese circuito de clandestinidad, riesgo y padecimiento asociado al aborto.

Un aspecto interesante para remarcar es cómo los/as profesionales que abren sus haceres, pensando de una manera inclusiva la atención de las mujeres, también comienzan a problematizar otras cuestiones vinculadas a la perspectiva de género y su impacto en el proceso de atención de la salud. Y eso inevitablemente lleva a ampliar horizontes y mejorar las prácticas, basadas en derechos. Nuevamente en un ida y vuelta que aunque nos haga escuchar historias muy tristes, nos imprime una gran  satisfacción cuando sentimos que damos lugar , que acompañamos comprendemos y apoyamos, que aportamos cuidado , que es justamente una de las motivaciones por las que  tantos elegimos las profesiones dedicadas a la salud. Desde ese lugar puedo decir, que cada vez más, muchxs médicos y médicas e integrantes de equipos de salud transforman sus concepciones y sus saberes alrededor de este tema, crecen  en el sentido más amplio de su profesión y también se suman y nos sumamos a ser parte de esa gran marea verde que es hoy el movimiento social por los derechos sexuales y reproductivos ..por una cultura de la alegría y el placer, de los cuidados compartidos, intentando desarmar las desigualdades de género y la opresión.

Viviana Mazur
Médica Generalista
Equipo coordinación Salud Sexual Sida e ITS GCBA. Asociación metropolitana de Equipos de Salud. Federación Argentina Médicos Generalistas.
mazurviviana [at] yahoo.com.ar

 

 

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Articulo publicado en
Julio / 2018

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