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La camarita cómplice es un asesino serial

 

1889: Hace ya mucho tiempo, la Segunda Internacional, constituyó una jornada que fue de lucha por los derechos de los trabajadores. Ese primero de mayo era un homenaje a los obreros que fueron detenidos y ajusticiados en Chicago. Los denominados Mártires de Chicago peticionaban por una jornada laboral de ocho horas. Estos hombres ejercían el derecho ciudadano de luchar para instaurar una reducción de las interminables jornadas de trabajo que los obreros padecían. Es decir iban en pos de un derecho. Era la lucha contra las injusticias de la industrialización. Estos obreros hicieron historia.
Sus luchas no eran nuevas, sí insistentes. Por ejemplo, en el siglo XIX en Inglaterra se realizaron acciones por la reivindicación obrera de que los niños no fueran explotados, desde los cinco años, en terribles jornadas de 14 o más horas diarias. Muchos de estos niños eran retirados por los señores burgueses, dueños de algodoneras, de los orfelinatos para hacerlos vivir en ese infierno de trabajo continuo. Recién en 1878, Inglaterra estableció la edad mínima para trabajar: 10 años. Reguló la cantidad de horas de trabajo para los jóvenes y estableció lo que, en nuestro país, se conoció como sábado inglés.
Todos estos problemas que los seres humanos padecían y sus esfuerzos por cambiarlos contradecían la concepción aristotélica de ciudadano que establecía que sólo se podía ocupar de la ciudad griega quien tuviera resuelto sus problemas económicos. En Aristóteles opulencia y civismo van de la mano. Con el capitalismo son los que más producen y menos reciben quienes enriquecen la democracia al pelear e imponer muchos de sus derechos.
De tantas luchas surge el deber de no dañar ni descuidar a un niño. Hecho que parece claro y antiguo, pero que como vimos es parte de las gestas y luchas por los derechos de la gente.
1905: El hecho que Freud trabajara sobre la sexualidad infantil, va en la misma dirección. Reconocer al niño sexuado, es también aceptar al niño y sus derechos, a partir de mostrar la importancia de su la sexualidad infantil. Al completar la comprensión del niño y su desarrollo psicosexual se acentúa la posibilidad de reconocer y aceptar los derechos de la niñez. Ligando, asimismo, por cuenta de la sexualidad infantil al niño con el adulto.
Es interesante que Freud publicara ese año tres textos, el ya mencionado, el historial de Dora y “El chiste y su relación con lo inconciente”, Jones dirá que tenía los Tres ensayos y “El chiste y su relación con el inconsciente” en mesas contiguas y trabajaba, alternativamente, en ambas obras.
1960: Tres, de las cuatro, hermanas Mirabal, militantes que se oponían a Trujillo, son ajusticiadas por cuenta y orden del dictador. Por supuesto que los asesinos trataron de hacer pasar la acción como un accidente. Que una de ellas, Dedé, sobreviviera permitió conocer la historia. En homenaje a estas luchadoras es que el primer congreso feminista de América Latina y el Caribe, realizado en 1981, establece el 25 de noviembre como día de la no-violencia contra la mujer.
l998: Marcelo Tinelli instaura en Videomatch, la camarita cómplice. La misma lo tiene por protagonista, es decir que él organiza la celada para que sea un niño el manipulado por la camarita cómplice. En el programa emitido el 26 de noviembre mostró a una niña conocida del conductor, compañera de colegio de su hija, llevada por Tinelli a su oficina y colocada, con una excusa, para que atienda el teléfono y anote los mensajes. Cuando Tinelli se retira comienzan los llamados. La niña va siendo sorprendida por los mensajes antagónicos, contradictorios, que buscan hacerla quedar mal, mentir, o sin saber qué hacer. Los responsables de esos llamados son adultos, entre ellos se da a conocer la esposa de Tinelli.
La inefable cámara sorpresa, siempre preparada para las bromas clásicas de Videomatch, registra y muestra las contradicciones de la niña, las que después son alegremente mostradas al aire con la voz en off del conductor que describe, jocosamente, cómo van embromando a la niña.
Terminada la escena aparecen Tinelli, el padre de la niña, la protagonista y su hermano menor. Los comentarios entre Tinelli y el padre de la niña abundan en que “es algo que arreglaron entre ellos”, a espaldas de la madre de la niña. En un acuerdo entre dos varones, una niña es usada en una broma televisiva. El “premio” a tal chiste: regalos para ambos niños y el conductor, Tinelli, anuncia un obsequio personal para toda la familia: un viaje a Disney.
Nos encontramos, entonces, ante una situación de abuso de dos mayores hacia una niña. Abuso que se asienta en el conocimiento personal y confianza que la niña tiene con su padre y el conductor del programa. Abuso en el uso del poder que el personaje famoso y poderoso, recalco con la complicidad del padre de la niña, hace para su propio provecho: mantener con una enorme audiencia su programa, tener más publicidad y, consecuentemente, más éxito y dinero. Abuso que muestra, ¡vaya casualidad!, a dos hombres usando la lógica y el comportamiento de la barra de varones para exponer y maltratar a una niña, y descalificar la opinión de la madre (¿otra casualidad?). En suma dos varones adultos contentos con su “jodita para Videomatch” (sic. M. T.) y una mujer que avala esta visión patriarcal (el llamado de la esposa de Tinelli). Del otro lado una niña estafada emocionalmente y una madre no escuchada. Pequeña gran muestra de cómo funciona el poder que los varones ejercen sobre las mujeres y los menores: subordinando, violentando, en este caso a través del engaño emocional.
Los premios posteriores presuponen que si hubo dolor, ofensa, o ridículo estos deben ser omitidos u olvidados. En suma una invitación a que canjee, la niña, su malestar por dinero. Rápido encuentro de la niña con los modelos que la ideología patriarcal pretende de las mujeres: deben, desde pequeñas, ser obedientes al deseo y capricho de los varones. En la misma línea los adultos varones deben ser “entendidos”, solo era una “jodita”, son muchachos divertidos. Claro que la niña al ser consultada, frente a las cámaras, no quería ir al colegio al día siguiente. Pero eso a quién le importa si el papá de la niña y Marcelo Tinelli son amigos, “del palo”.
En un universo notable de doble discurso, el conductor llama “ídola total” a la niña, luego de haberla puesto en ridículo. El primer responsable de la falta de cuidado hacia la niña es sin duda el padre. Pero, si este falla, detrás deberían estar las regulaciones del estado y la justicia para proteger a los menores de las distintas formas de abuso que los medios puedan ejercer. Quizás debemos recordar lo que planteaba Freud en una llamada del “Malestar en la cultura”: “...que se oculte al joven el papel que la sexualidad cumplirá en su vida no es el único reproche que puede dirigirse a la educación de hoy. Yerra, además, por no prepararlo para la agresión cuyo objeto está destinado a ser. Cuando lanza a los jóvenes en medio de la vida con una orientación psicológica tan incorrecta, la educación se comporta como si dotara a los miembros de una expedición al polo de ropas de verano y mapas de los lagos de Italia septentrional. Es evidente aquí que no se hace un buen uso de los reclamos éticos”.
En la lógica de la barra de muchachos, en la vida real, siempre se corre el riesgo que otros muchachos u algunos adultos pongan “en vereda” a los bromistas. En la lógica de los medios esto es imposible. Debido a los distintos poderes que pueden poner en práctica el poderoso y la víctima. Mucho más, insisto, si quien tiene que proteger a la niña se alía con el agresor.
La crónica diaria, las estadísticas, los estudios sobre género, hablan, una y otra vez, de la existencia de un alto grado de agresión y violencia familiar, fundamentalmente, hacia las mujeres y los menores. Estas violencias son realizadas, generalmente, por familiares o conocidos de las víctimas.
Los medios de comunicación insisten en defender la libertad de prensa como base de la democracia. Es cierto. Pero nada dicen de los abusos que los propios medios puedan cometer con la gente, este es uno de los puntos donde la libertad de prensa se transforma en libertad de empresa. Porque los abusos contra la gente que pueden ocurrir en los medios, parecen no poder ser ni supervisados ni controlados. Y, lo que es peor, se muestran como modelo a seguir.
Las cámaras sorpresas y las cámaras cómplices que ridiculizan a la gente parecen insaciables asesinos seriales, que van buscando sus víctimas implacablemente. Tinelli con la camarita cómplice nos informa que el asesino serial a llegado a los niños y que no piensa detenerse. Aclaremos: nos estamos refiriendo a estas cámaras y no a aquellas que permiten descubrir sobornos, coimas y otros delitos; las cuales, por supuesto, quieren prohibir.
Estas cámaras que se asientan en el democrático derecho y deseo de la gente de aparecer en los medios, establecen que para realizarse las personas deben someterse al sadismo de algunos productores. En la camarita cómplice de Marcelo Tinelli se aprende rápidamente qué destino darle al menor y al débil: ser carne para el gozo del poderoso. Es decir se establece en imágenes lo que el capitalismo actual pide de nosotros: reírnos de la desgracia ajena, entrenarnos en el humor que produce el sadismo, gozarlo al que cae en desgracia, entusiasmarnos con el éxito y el consumo.
En la cultura actual cuanto más nos convertimos en consumidores, reales o imaginarios, menos ciudadanos somos. Este modelo que impone el maltrato para acceder a consumir un viaje o dinero trae aparejado la pérdida o el despojo de nuestras convicciones como personas y ciudadanos. En este retroceso se requiere consumir nuestra historia y nuestros derechos. Es allí donde nuestros deseos se ven obturados por una demanda de objetos que están artificialmente creados. Es decir este es el famoso modelo de capitalismo y espectáculo. El cóctel de ambos intenta borrar nuestras razones para seguir siendo personas y ciudadanos con una perspectiva crítica.

César Hazaki
Psicoterapeuta
cesar.hazaki [at] topia.com.ar

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Articulo publicado en
Julio / 1999

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