Nota de los editores: Traumatismo social generalizado y catástrofe sanitaria | Topía

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Nota de los editores: Traumatismo social generalizado y catástrofe sanitaria

 
Nota de los editores Revista Topía #104 - Agosto/2025

Desde hace ya casi dos años hemos caracterizado estos tiempos como neofascistas.

Los neofascismos intentan dar respuesta a la actual crisis del capitalismo y necesitan generar un “orden nuevo” tal como se lo propone el neoliberalismo, dando cuenta de las necesidades propias de cada país. La libertad ha sido jibarizada a una mera libertad de mercado, que encubre el negocio de los poderosos. El espejismo es que cada cual queda librado a su “suerte” individual de supuesto emprendedor. Esos son los “espejitos de colores” de estos tiempos. Si fracasa es porque no hizo bien su proyecto. El enemigo es por un lado interno: su falta de capacidad. Por otro, externo: los enemigos son todos aquellos que limitan su libertad de hacer lo que crea conveniente: desde el Estado hasta los extranjeros pasando por quienes viven en la calle.

La catástrofe sanitaria en la que vivimos es una consecuencia lógica por varios motivos. Primero, porque dicho proyecto sólo favorece a una minoría cada vez menor de la sociedad. Para las mayorías quedan los fracasos vividos individualmente, que favorecen la violencia destructiva y autodestructiva. La pandemia de problemáticas de salud mental son sólo un ejemplo: cuadros de depresión, ansiedad, suicidios, intentos de suicidio. Segundo, el proyecto es que la Salud deje de ser un bien colectivo. Que cada cual se gestione su propia salud por sí mismo. Lo que sucede es una consecuencia lógica: el desmantelamiento de cada lugar de la Salud nos brinda una noticia diaria. No son solamente el Hospital Garrahan, o el Roffo, sino que abarca a todo el sistema sanitario en todos los lugares.

Estos factores arman una tormenta perfecta: cada vez más personas con horizontes rotos y cada vez menos comunidad que sostenga. En el editorial de este número, publicamos la introducción de La tentación neofascista. El odio y el miedo como políticas del sometimiento, el nuevo libro de Enrique Carpintero. Allí sintetiza el traumatismo generalizado que vivimos del siguiente modo, “Los que no pueden consumir ni para satisfacer sus necesidades básicas quedan arrasados en la propuesta del individualismo darwiniano. En esta perspectiva, debemos decir que la enfermedad más importante no es el cáncer o las enfermedades cardiovasculares sino la desigualdad social y las graves consecuencias que producen en la desigualdad de la salud.”

Nuestro dossier aborda la propuesta de analizar las distintas facetas de la cuestión del Tecnocapitalismo y subjetividad. Allí, Cristián Sucksdorf ubica el tema en su artículo “El tecnocapitalismo y la obsolescencia programada del sujeto” con toda una definición: “el tecnocapitalismo ya no se presenta como la articulación entre tecnología y capital, sino como la transformación de un nuevo ciclo de valorización, centrada en el capital tecnológico. El tecnocapitalismo no es otra cosa, entonces, que el reemplazo histórico del ciclo neoliberal.” Juan Duarte y Pablo Minini exploran los “espejismos de la inteligencia artificial” desde una perspectiva original proponiendo que “con la inteligencia artificial el tecnocapitalismo apunta a subsumir no solo el trabajo y la naturaleza a la lógica del capital, sino la propia subjetividad, destruyendo la organización colectiva y solidaria”.

Y proponen que “la cibernética y la IA son también productos y mediadores del trabajo humano, no se trata de destruirlas… se trata de disputar su propiedad y ponerlas en función de una sociedad sin explotadores ni explotados.” Miguel Benasayag, desde otra perspectiva, aborda la cuestión en su texto “Inteligencia artificial y colonización”. Allí argumenta cómo “la aparición masiva del ChatGPT se encuentra en un despertar, en realidad en una pesadilla que no consiste en darse cuenta de que la máquina es como nosotros, sino en un sentir que nosotros somos como la máquina, es decir, virtuales.” Finalmente, César Hazaki en su artículo aborda la cuestión de los niños influencers, quienes “ejercen una actividad laboral desconocida hasta hace pocos años, un nuevo tipo de trabajo infantil que está vinculado al capitalismo de plataformas.”

Avanzamos con el segundo aporte de la nueva sección Por qué la izquierda hoy. En este espacio Josefina L. Martínez propone pensar “Los desafíos de la izquierda en un mundo convulso”. Allí propone cómo “frente al trauma de un presente de miserias, o la impotencia de un futuro distópico, está planteado revitalizar la lucha por una perspectiva socialista.”

En Topía en la clínica propusimos analizar la cuestión de las depresiones de hoy articulada con el traumatismo generalizado en que vivimos. Eduardo Müller propone trabajar la “Clínica del infortunio común”, donde “en esta clínica del infortunio común excesivo, no se trata de que el analista sea el que ampare. Es la misma conversación, como lazo social y singular la que ampara. A los dos.” María Lopez Rolandi aborda un caso clínico de difícil abordaje en su texto “Dolor silenciado en un cuerpo que grita. Apuntes clínicos en la guardia de Salud Mental”. Allí un original dispositivo de sostén permite trabajar en una situación “con alto voltaje de hostilidad y escasa disposición al tratamiento”, donde propone “no perder de vista la dimensión de sufrimiento psíquico que esas manifestaciones encubren”, para llegar al trabajo de duelo.

En la sección de Área Corporal, Raquel Guido analiza en su texto una forma de trabajo sobre el abordaje poético del cuerpo en la sensopercepción. En esta manera de abordaje “trabaja sobre la percepción del cuerpo de un ser situado en el mundo” para llegar a cómo “el cuerpo habla del sujeto y se construye al mismo tiempo que él. Es el espacio escénico donde se juega una dramática inconsciente del sujeto deseante.”

Nuestro columnista habitual, Tom Máscolo, nos alerta sobre un fenómeno de los últimos años, el pinkwashing, por el cual “Estados, gobiernos y grandes empresas se apropian de los símbolos de la diversidad para maquillar sus prácticas opresivas”. Carlos Barzani aborda la cuestión del asco asociado al erotismo anal en su interesante trabajo “Lo que el deseo no puede tragar. Cuerpos que se estremecen, placeres que asquean". Finalmente, Darío Cavacini historiza la cuestión tan actual de psiquiatrizar al rival político en su texto “La locura como categoría política”.

Los tiempos de oscuridad nos implican una toma de posición. Esa posición nos ha llevado a la consigna “Salud Mental es luchar contra el neofascismo”. En este sentido, avanzamos en la convocatoria a las Jornadas 35 años de Topía, que se realizarán el 8 de noviembre, con el título Neofascismo, subjetividad y psicoanálisis.

Nuestro camino sigue siendo multiplicar la potencia de la alegría en distintos territorios de pensamiento crítico. En este sentido inauguramos el nuevo grupo de colaboradores de la revista compuesto por Marcelo Barenbaum, Tatiana Meza, Micaela Miatello, Laura Ormando, Carla Pierri, María López Rolandi y Patricia Rossi. De esta manera seguimos encontrándonos con lectores, suscriptores y todos quienes apoyan este proyecto en distintos espacios que van desde la revista, la editorial, los seminarios, diversas actividades y en las próximas jornadas. Allí también daremos los premios del 8vo Concurso Topía de ensayo breve “La crisis en el fin de época. La subjetividad amenazada”.

Los esperamos

Hasta el número que viene.

Enrique Carpintero, César Hazaki  y Alejandro Vainer

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Articulo publicado en
Agosto / 2025