Es un placer para nosotras, estar compartiendo las peripecias –las nuestras y las de uds.- más allá del consultorio. Recibimos la invitación y ésta nos convocó, en tanto posibilidad de intercambiar experiencias, certezas e incertidumbres. Nos proponemos hacer hincapié en las incertidumbres, porque con ellas comenzamos a transitar los caminos de la salud, el psicoanálisis y la comunidad en interacción. Fue en el intento de construir respuestas a los desafíos primeros, hace casi un cuarto de siglo atrás, cuando llegábamos a los barrios de Montevideo con el diván al hombro como la única gran certeza. Fuimos interpeladas como psicólogas integrantes de los equipos de salud. Es así que nos encontramos cuestionándonos acerca del “diván-sillón” y sobre algunos modelos aprendidos, ya que resultaba claro que no se trataba de traspasar nuestros conocimientos mecánicamente. ¿Cómo haríamos para ser coherentes en primera instancia con nosotras mismas, con nuestra formación, trabajando en un nuevo ámbito tan diferente al cómodo consultorio particular? Debimos apelar a nuestra creatividad y a la de la comunidad, escuchándola muy atentamente, para lograr respuestas posibles a las demandas “más allá del consultorio”. Tuvimos que adaptar “nuestra caja de herramientas” a estos nuevos contextos, atravesados por la pobreza y la exclusión. ¿Eran válidas estas propuestas? ¿Serviría nuestro trabajo?, ¿Podíamos realmente hacer algo valedero, o resultaría ser tan pobre como el medio en el que estábamos insertas? Luego de mucho andar confiamos en la validez de aquellas primeras propuestas.
En el camino emprendido se fueron sumando, enlazando (como los nuditos de lana que forman un tejido), ideas, acciones, experiencias propias y ajenas, equívocos, muchas frustraciones…, pero también las ganas de superarlas. Como proceso de crecimiento, la integración adquiere un valor relevante, posibilitando la articulación de saberes, resultando de ella “el cambio de cabeza” imprescindible para el tan mentado “cambio de modelo”, el cual lleva implícito la escucha permeable e interactiva entre todos los agentes de salud.
Como al decir del Comité Organizador en su carta invitación “En buena medida los nuevos desarrollos implican trabajo interdisciplinario, intercambio con otros modelos psicoterapéuticos, mayor flexibilidad, ingenio, imaginación, modificaciones técnicas importantes y acciones concretas para que más gente acceda al tratamientos”.
Permeando con la cabeza de nuestros niños, asistidos en policlínicas barriales, elegimos que sean ellos quienes nos presenten
Imagen del articulo
Corre por nuestra cuenta aportar algo de la historia:
Llegamos (casi simultáneamente) con otros 24 psicólogos a integrar los equipos en APS de las policlínicas municipales, hace algo más de 20 años. Nos constituimos, desde entonces, en testigos y agentes de un proceso de cambio que hasta el presente continúa. Estas policlínicas, en sus orígenes –décadas de los 60 y 70- eran vacunatorios. A algunas de ellas concurrían un par de días a la semana un médico; a otras una partera en igual régimen. Con el tiempo y a propósito de la Declaratoria de Alma- Atta de l978, se fueron integrando más técnicos, ampliando los equipos y orientando los objetivos; desde un inicio netamente asistencialistas, hacia una propuesta de atención integral de la salud. En los años 80 se conforman los equipos tal cual están en la actualidad, los cuales trabajan interdisciplinariamente. Desde entonces y a lo largo de varios caminos andados y desandados para poder avanzar, seguimos trabajando en el cambio de modelo de acuerdo a la Carta de Ottawa de 1986. Nos sumamos así a una nueva estrategia: “la promoción de la salud que toma en cuenta la responsabilidad política y social en la creación de ambientes saludables, jerarquizando el rol preponderante de la población para alcanzar sus ideales de salud” *.Posteriormente la Declaración de Yakarta (1997) identifica cinco prioridades en relación a la promoción de la salud en el siglo XXI:
Promover la responsabilidad social para la salud
Incrementar las inversiones para el desarrollo de la salud
Expandir la colaboración para la promoción de la salud
Incrementar la capacidad de la comunidad y el empoderamiento de los individuos
Garantizar una infraestructura para la promoción de la salud.
En este contexto y tal cual plantea el Programa Nacional de Salud Mental adherimos en considerar a la misma como “un proceso dinámico en un permanente interjuego entre los distintos factores que pueden protegerla o amenazarla, que permite llevar una vida autónoma, establecer vínculos solidarios y poseer capacidad de disfrute”.
El consultante saliendo del rol de “paciente” tal como lo conocíamos desde las aulas universitarias, nos forzó a corrernos a otro lugar desde donde accionar como psicólogas, como terapeutas. El cambio fue propuesto –mandatado- institucionalmente. Al principio eran más las contradicciones, las dudas y los desaciertos que los logros. Todos debimos desaprender algo para poder aprender. Quizás ese terreno tan inestable como generador de confusiones resultó propicio para integrar saberes, puntos de vista y afectos, en un esfuerzo colectivo que todavía hoy modela su forma. Con el cambio de administración municipal en el 90 y su propuesta de descentralización, los psicólogos fuimos convocados a convertirnos en “punta de lanza del cambio de modelo en salud” Palabras textuales del entonces Director del Dpto. de Higiene Dr. Tabaré González. No vamos a detenernos a examinar exhaustivamente aquella propuesta; pero resulta pertinente mencionarla en tanto es una imagen más que elocuente de cómo se vivía esta demanda. A punta de lanza hubo entonces que facilitar los cambios, a veces empujar un poco las resistencias. Fue un desafío que tuvo como beneficio extra, el haber generado un espacio de reunión mensual entre todos los psicólogos de las policlínicas, que se sostiene desde entonces. Los objetivos grupales también han ido variando de acuerdo al devenir profesional, social e institucional. Se trata de ir pensando estrategias de abordaje de las demandas; las que se presentan en permanente modificación, entrelazándose con las posibilidades y limitaciones. Esto nos robustece como colectivo, trascendiendo a instancias interinstitucionales.
Hoy estamos a la entrada de un nuevo momento caracterizado por la multiplicidad de cambios, enmarcados en el Sistema Nacional Integrado de Salud. Por lo tanto momento crítico, de nuevas propuestas y desafíos, de incertidumbres, de crecimiento.
Entre sus objetivos, el SNIS plantea:
1) Lograr el mayor nivel posible de salud de la población mediante el desarrollo integrado de actividades dirigidas a las personas y al medio ambiente, que promuevan hábitos saludables de vida, y la participación para el mejoramiento de la calidad de vida de la población.
2) Implementar un modelo de atención integral basado en una estrategia sanitaria común, políticas de salud articuladas, programas integrales y acciones de promoción, protección, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno, recuperación y rehabilitación de la salud de sus usuarios, incluyendo los cuidados paliativos.
Pasaremos ahora a relatar algunas de nuestras experiencias, que nos parece, dan cuenta del accionar en red, articulando acciones y saberes que se potencializan y dan lugar a nuevos quehaceres, ejecutados por nuevos y viejos efectores, que se sostienen en el presente. Queremos hacer especial énfasis en esto, ya que la comunidad ha realizado y realiza, un trabajoso, arduo y no menos gratificante proceso de contención, permaneciendo atenta, de modo de generar las respuestas que considera oportuno cada vez que es convocada.
Elegimos compartir las siguientes actividades por considerar que la motivación que inspiró a las mismas, como sus resultados, retroalimentan muchas actividades del presente. Es así que enmarcada por la labor en prevención y promoción en salud, se llevó a cabo por unos cuantos años lo que se dio en llamar la Expo-Salud del barrio Casabó. Organizada por la Comisión de Salud de la zona, colaboraban también el Programa Apex- Cerro, Concejo Vecinal y policlínica municipal. La exposición consistía en una jornada interactiva con muestras de diferentes temáticas concernientes al área de la salud, actividades recreativas, musicales, talleres, debates, en donde no faltaba la venta de diferentes comidas realizadas por los vecinos. Como integrante del Equipo de Salud de la policlínica participamos de tales Jornadas. En el año 2001 a instancias de integrantes de la Policlínica de Farmacodependencia y Psiquiatría del Hospital Maciel, quienes manifiestan su interés de trabajar más insertos en la comunidad la temática de adicciones, se realizaron mensualmente en la policlínica, reuniones con los diferentes agentes comunitarios. Concomitantemente concurrimos con una de las pediatras a diferentes escuelas de la zona, trabajando con niños de los 6tos años, padres y docentes, aquellos temas elegidos por los alumnos que surgieron de una encuesta confeccionada para tales fines. Se planteó con especial preocupación el tema drogas, haciendo eco esto con lo que se estaba trabajando con el grupo previamente mencionado. Se entabló así, un fluido intercambio entre todos. Con los niños nos encontrábamos quincenalmente compartiendo y reflexionando sobre diferentes situaciones familiares, preguntas, preocupaciones y angustias que el tema promovía. En medio de un clima de compromiso y entusiasmo se fueron creando diferentes expresiones plásticas, dibujos, pinturas, como corolario del trabajo. Con nuestras cartulinas, telas y recortes, sus colores, papeles, tijeras, cascola, nos reuníamos en los salones que siempre nos esperaban con sus carencias y su confort, con sus ruidos y su música, acondicionados con dedicación por los docentes. De la síntesis de todo esto surgen finalmente los collages que fueron presentados en la Expo-Salud. Pasaron entonces, a ser compartidos con los vecinos, técnicos y autoridades concurrentes. De lo allí expuesto resultaron algunas propuestas como forma de dar cuenta a los reclamos de espacios juveniles: “para hacer algo”. En este contexto cobró fuerza la comparsa del barrio. Una vecina ofreció parte de su vivienda; dijo: “no me molesta que estén en el garaje, sí que se droguen en la puerta de mi casa”. Fue así que comenzaron a reunirse sobre todo jóvenes, pintando tambores, banderas, lunas y estrellas que serían portadas y lucidas en las Llamadas del verano siguiente. Hoy en día la Expo no se realiza como jornada. En cambio, los vecinos, muchos integrantes de aquel equipo, han promovido y apoyado en el barrio programas que actualmente se desarrollan como Knock Out a las Drogas, Verano Saludable del MSP, y otros.
Algo de aquello primero sigue andando.
A lo largo de todo este transitar, las escuelas y liceos, instituciones que resultan lugares privilegiados de subjetivación, han sido copartícipes, desde distintas posiciones, de nuestros trabajos.
Hace un tiempo atrás, comenzaba el año 2006, cuando acudieron a la policlínica del Buceo, algunos niños presentando similar motivo de consulta. Venían con derivación escolar o directamente traídos por alguno de sus padres; todos tenían dificultades para relacionarse con sus compañeros. Ya fuese porque no interactuaban o porque lo hacían muy violentamente. La manera de dar respuesta a esas demandas fue la de formar un taller de juego. La actividad, coordinada por la psicóloga, se realizaba durante dos horas un día a la semana. El lugar: un espacio multiuso, lindero a la policlínica, administrado por una comisión vecinal. Los materiales de juego fueron aportados por la IMM, las familias de los niños, la comisión de salud barrial y un grupo de mujeres organizadas en la zona. El taller de juego se desarrolló durante 9 meses, acompañando a los niños durante el transcurso de su año lectivo. Sus edades estaban comprendidas entre los 8 y 11 años y cursaban 3º o 4º grados. La mayoría asistía la misma escuela, (pero apenas si se conocían). Los primeros encuentros tuvieron como escenarios juegos francamente reglados. Dividimos en dos momentos bien diferenciables la actividad: uno donde todos sentados compartíamos juegos de mesa –game- (desde la mirada winnicottiana) y otro donde los movimientos amplios de la mancha agachadita, el juego de las estatuas y otros muchos, nos permitían vincularnos de otra manera. De a poco, y con el paso del tiempo, esos momentos tan distinguibles entre sí, se fueron amalgamando. Luego los juegos estrictamente reglados, dieron paso a la soltura del juego representativo-play-. Fue en el último trimestre del taller, cuando el grupo (que ya era capaz de escribir cuentos en forma colectiva, imaginando, recreando situaciones) planteó la necesidad de representar sus creaciones. Entonces hace su aparición el retablillo de títeres. -Por cierto: el retablillo fue construido y decorado por el odontólogo y el enfermero de la policlínica, y los títeres confeccionados por el club de abuelos barrial. Los ancianos introdujeron los personajes, los niños construyeron sus historias-. Desde aquel momento, la función de títeres copó el taller. Los niños calzaban un títere en su mano y circulaban con una expresión en la mano y otra en sus caritas. Entraban y salían del retablillo, construyendo y reconstruyendo vínculos, reparando historias.
Este es otro ejemplo ilustrativo de la interacción entre escenarios e intervenciones. Además del fortalecimiento de las redes entre grupos e instituciones, que interactuaron en el proyecto aportando materiales y lugares, queremos destacar como siguió, al igual que en la experiencia de Casabó, más allá de la intervención directa de la psicóloga. Los niños del taller de juego, apoderados de sus aprendizajes, propusieron como fiestita de cierre del taller, hacer una representación de títeres para los niños que estaban en la sala de espera de la policlínica, aguardando para ser atendidos. Hicieron una versión propia del cuento del Lobo y los Tres Cerditos, donde plantearon a su manera, las dificultades de relacionamiento entre tímidos y violentos. Los niños de sala de espera sostuvieron la atención durante los minutos que duró la muestra; sus expresiones indicaban a las claras que estaban siendo movilizados por la propuesta de los títeres.
Meses después es la escuela la que solicita una intervención directa en un 5º grado: “la violencia se ha tornado inmanejable”, nos dijo la maestra; quien nos comentó además, que algunos “juegos clásicos” aportados por los niños del taller de juego, se habían popularizado a la hora del descanso, disminuyendo la primacía de las carreras y los empujones que solían atravesar el patio de recreo. Con estos chicos del 5º grado, trabajamos a partir de la lectura del cuento “Una Historia de Peleas”. Fue una experiencia gratísima en la cual no nos extenderemos, entre otras cosas, por razones de tiempo. Lo que nos interesa destacar es cómo esa intervención se ramificó, siguió creciendo y convirtiéndose en otras intervenciones en otros escenarios; repicándose, y por lo tanto produciendo salud: Unos meses después la directora de la escuela y la maestra del 5º grado, nos invitaron a una muestra teatral de los niños; era a modo de devolución y agradecimiento. Ellos representaron el cuento, adaptando los personajes (animales) a su realidad. Ensayaron, representando la obra en los salones de clase de los compañeros más pequeños; generando así, nuevos espacios. Ha sido de las devoluciones más conmovedoras recibidas a lo largo de estos años de trabajo.
Devoluciones que nos modifican, y justifican los esfuerzos para vencer los temores por el apartamiento de los modelos clásicos. Una década o dos atrás, hubiera sido impensable para nosotras atrevernos a hacer una intervención que no fuese dentro del consultorio y con una caja de juego mediando entre nosotros y el niño. Pensar que intervenir en forma oportuna puede resultar sumamente beneficioso si el escenario es una mesa en medio de sala de espera, donde niños, pediatra y psicóloga están pelando y cortando frutas durante la semana de la salud cardiovascular, era imposible de aceptar entonces. Hoy todavía (y sin haber abandonado nunca la actividad dentro del consultorio) puede generarnos cierta sensación de exposición o extrañeza, pero ya no dudamos de su validez.
Entendemos que estas experiencias resultan ejemplos de habilitación de espacios propiciatorios del desarrollo de la creatividad y origen de nuevos espacios culturales. Nos apoyamos en la concepción winnicottiana del juego; el que se va desarrollando a punto de partida de los fenómenos transicionales, que transita luego por el juego compartido y continúa en las experiencias de cultura.
Demostraciones plásticas y musicales, juego y cuento como facilitadores del crecimiento, como agentes de salud, en tanto herramientas útiles para hilvanar afectos y remodelar acontecimientos. En el ensamble de figuras, recortes, telas e hilados, en las pinturas y repique de los tambores, se daba lugar a la aparición de lo nuevo como producto del trabajo compartido y la creatividad grupal. Utilizamos cuentos creados y recreados por los niños, pero también, otros que les fueron narrados con la intención de proponerles diferentes personajes con los cuales identificarse. También, y sobre todo, aquellos que suelen ser rechazados. De esa manera resultó bastante sencillo entrar en las temáticas de violencia y exclusión. El cuento ofrece, junto al deleite estético, la producción simbólica.
Al decir de Myrta Casas: trabajo del inconciente, que es a su vez la posibilidad de pensamiento. Cuentos infantiles, simbolización en la infancia, que implica la tarea de construir, abarcar la realidad. Cuento como juguete, en el sentido de poner en juego sus propios fantasmas. Cuento relato, función estructurante
Los relatos se dialectizan entre sí, permitiéndonos salir del presente, ir al pasado y luego proyectarnos al futuro. De esa manera poder ir construyendo transformaciones. Pudimos observar, a la vez que participábamos de las actividades, cómo niños y jóvenes (incluso algunos adultos) se involucraban redescubriéndose individual y colectivamente; entramándose. Sabido es que la trama narrativa liga los afectos, los estructura como para que no se interponga el afecto cuando queda suelto. Fuimos testigos y participantes privilegiados de la apropiación del espacio creador y del entretejido de confianza en sí mismos y en los otros – afecto imprescindible para el despliegue de estos procesos- Procesos que remiten a ese primer espacio potencial bebé-madre. Describimos y nos descubrimos transitando, a través de las experiencias narradas, desde “el game” al “play”. Tránsito que lleva implícita la función del “playing". Movimientos transformadores en donde en el encuentro con el otro se promueven los procesos de subjetivación y discriminación. Nos propusimos favorecer la generación de esos espacios creadores, donde cada integrante, así como el colectivo, pudiera utilizar lo propio, en un marco de sostén, que posibilitara el tránsito desde lo personal a lo compartible. Compartimos la creatividad con la comunidad. Ese compartir nos ayudó a salir del consultorio. Algo nuestro se liberaba; se desplegaba más allá del consultorio.
Es en la experiencia vivida y recogida en estos años, en la que nos apoyamos como psicoterapeutas, para pensar en aquellos aspectos a mantener y en los cambios que eran necesarios realizar, para favorecer el encuentro entre psicoanálisis y comunidad. Es la teoría psicoanalítica la que nos guía al momento de enfrentar los nuevos desafíos y planificar las nuevas formas de intervención. Dice Freud que el psicoanálisis no es un sistema como los filosóficos, que parten de algunos conceptos básicos definidos con precisión, sino que más bien “sigue tanteando en la experiencia, siempre inacabado y siempre dispuesto a corregir o variar sus doctrinas”. Las interrogantes que hoy nos convocan ya fueron motivo de preocupación en Freud cuando afirmaba: “Cualesquiera que sean la estructura y composición de esta psicoterapia para el pueblo, sus elementos mas importantes y eficaces continuarán siendo desde luego, los tomados del psicoanálisis propiamente dicho, riguroso y libre de toda tendencia”; esto lo decía al sugerir la creación de policlínicas populares, adelantándose a algunas de las inquietudes que hoy nos convocan. Valoraba dónde llevar el tratamiento psicoanalítico en forma gratuita. Desde ese entonces, consideraba cuantitativamente insignificante el rendimiento terapéutico del psicoanálisis ante la magnitud de la “miseria humana”,-decía-, si las condiciones de existencia del mismo quedaba limitado a las clases pudientes, las cuales eligen sus médicos siendo apartados del psicoanálisis en esta elección.
Freud no dudaba en considerar al psicoanálisis como una fuerza de cambio en la sociedad, sin dejar de vincular la experiencia analítica de las neurosis con ciertos fenómenos culturales y sociales. Capaz de responder a las demandas que estos fenómenos generan, con la particularidad de promover cuestionamientos en el seno mismo de donde parten tales requerimientos. De aquella época al hoy, la historia con sus variaciones enlaza conceptos que se transforman y se presentifican. En El Porvenir de la Terapia Analítica, aseguraba que la intervención terapéutica del psicoanálisis habría de ampliarse en la sociedad en el futuro no muy lejano señalando tres factores al respecto: el progreso interno, el incremento de la autoridad y el efecto general de la labor psicoanalítica.
Teniendo en cuenta dichos factores nos acercamos al colectivo comunitario, desde la escucha psicoanalítica y con la estrategia en APS. Hemos sido testigos y partícipes del enraizamiento de la técnica en los grupos y en los equipos, en tanto instrumento de cambio psíquico en relación con los procesos que se dan en la comunidad. La transferencia de saberes, producto de la interacción de escenarios e intervenciones, ha ido de a poco habitándonos, ensanchando las miradas y habilitándonos.
Al trabajar en APS, partimos de la concepción de salud. Esa que devuelve a los individuos y las comunidades, su responsabilidad y decisión sobre los problemas de la salud y la enfermedad, integrando las actividades de prevención y promoción. Resulta, entonces, imprescindible respetar las formas espontáneas que cada comunidad se da para la comprensión de sus sufrimientos y la manera en que instrumenta el logro de su bienestar. Por lo tanto, desde nuestro lugar al detectar puntos de conflicto, actuamos procurando habilitar aquellos canales que permitan abrir la circulación del mismo por el colectivo, acompañándolo, para que pueda apropiarse de sus dificultades y encontrar el alivio a su padecer. Al decir de R.Bernardi: cada comunidad tiene sus mecanismos espontáneos de enfermar y curar, existiendo en las redes sociales factores que promueven el crecimiento mental o que tienden a inhibirlo o destruirlo. En este reconocimiento estamos avalando el pasaje de una autoridad instituida a una autoridad que le es propia a la comunidad. Este empoderamiento que venimos describiendo, y con el cual estamos de acuerdo y apoyamos, es un proceso que como tal en su dinamismo y a la luz de un nuevo contexto caracterizado por los cambios, experimenta avances, costos y retrocesos.
No hemos transitado los caminos del cambio de modelo en atención de salud, sin haber tropezado con ansiedades que resultan muy incómodas y difíciles de armonizar con la tarea. Los tiempos de adaptación de los aparatos institucionales son generalmente más lentos que los individuales y que las demandas sociales; y en ese desacompasamiento de los ritmos, se generan vacíos. Podríamos decir que las vivencias de desamparo han formado parte de nuestros aprendizajes. También hemos experimentado ansiedades cortoplacistas como la amenaza de despojo de autoridad; sobre todo en las primeras oportunidades de compartir saberes y escenarios, cuando eran más las dudas que las certezas acerca de la validez de hacerlo. Actualmente, ante los requerimientos político-institucionales de elaborar y evaluar indicadores que midan la eficacia y peculiaridades de estos trabajos, debemos aguardar, guardarnos algún tiempo, hasta que sea posible objetivar resultados que den cuenta de tranquilizadoras evaluaciones que confirmen los éxitos o los fracasos. Lo que sí tenemos hoy, son datos que nos indican que la dirección tomada es correcta y confiable.
Mientras esperamos ese tiempo, también nos vamos re-creando como psicoterapeutas psicoanalíticas, a la vez que nuestro camino se sigue construyendo en su transitar. La teoría psicoanalítica nos acompaña, nos contiene, nos interroga y la interrogamos. Dice Luis Hornstein que toda teoría compleja requiere de recreación intelectual constante y como coyuntura sociocultural exige nuevos compromisos psicoanalíticos. Se pregunta “¿No es idealismo pensar el mundo fantasmático sin tener en cuenta las reactualizaciones que sobre la realidad psíquica genera la realidad material? La práctica se transforma en este contexto, debe transformarse”. “El psicoanálisis se mueve y es movido. Mueve sus bordes y esos bordes lo mueven, entonces no queda otra que pensarlos como fundantes y discutibles para convertirlos en ámbitos de producción”. En este devenir nos presentamos hoy con nuestra “caja de herramientas” y la abrimos ante ustedes.
Retomando las primeras interrogantes que formuláramos al comienzo del presente trabajo podemos decir por un lado, que nuestras intervenciones sí contribuyeron a disminuir las dificultades y el “sufrimiento” que nos convocaba. Por otro lado, preferimos decir que el “cambio de cabeza”, se va dando como consecuencia de las reactualizaciones de la teoría y de la técnica ante las demandas de la comunidad. En realidad pensamos que en parte cambia la cabeza, aunque muchos de sus aspectos permanezcan, y en ocasiones, tan sólo los usemos de diferente manera, ya sea que trabajemos con un consultante recibido en el consultorio particular, como con aquel usuario de la policlínica barrial.
Con la reciente implementación del SNIS, vivimos nuevos momentos de confusión, los que nos encuentran más replegadas, que años atrás, en nuestros consultorios. Pero también expectantes y partícipes ante la redefinición de roles, en función de las competencias establecidas institucionalmente dentro de este nuevo marco regulatorio.
Vivimos otra instancia de complejización – al decir de Morin-, de enmarañamiento de acciones, de interacciones, de retroacciones. Siguiendo a esta autor es que enfatizamos: “Debemos trabajar con el desorden y con la incertidumbre, y nos damos cuenta de que el trabajar con el desorden y la incertidumbre no significa dejarse sumergir por ellos… Es poner a prueba el pensamiento. El verdadero pensamiento es el que mira de frente, enfrenta el desorden y la incertidumbre”.
BIBLIOGRAFÍA.
Bernardi, Ricardo: Psicoanálisis y Comunidad. RUP. Nº 93.
Bleichmar Silvia : La psicoterapia analítica como lugar de
Producción simbólica. Rev.AUDEPPT.VII Nº1
Bowlby John : Psicoanálisis, arte y ciencia. Rev.APDEBA
Vol. II Nº 2
Casas de Pereda Myrta: Acerca del cuento infantil. Temas de
Psicoanálisis. Nº 23 APU
Freud Sigmund: Las perspectivas futuras de la terapia
Psicoanalítica (1919 1918)
Tomo XI. Amorrortu Ed.
Freud Sigmund : Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica.
(1919 1918) Tomo XVII. Amorrortu. Ed.
Freud Sigmund: Dos artículos de enciclopedia: “Psicoanálisis”
Y “Teoría de la libido” (1923 1922)
Tomo XVIII.Amorrortu.Ed.
Galende Emiliano: Psicoanálisis y salud mental. Para una crítica
De la razón psiquiátrica. Ed.Paidós.
Giorgi Víctor : Intervenciones terapéuticas en comunidad.
Rev. Audepp. Tomo VI Nº2.
Grupo de Estudio, trabajo e investigación sobre el tema
Violencia/ Adolescencia: Creatividad y objeto cultural en la
Adolescencia. 2004.
Grupo de Trabajo Nº 2 de la Comisión Técnico Permanente del
Programa Nacional de Salud Mental. 2007:
Plan de trabajo en el primer nivel de Salud
Mental.
Hornstein Luis : Citado en Cambios en la psicoterapia
Psicoanalítica ¿Apertura o transgresión?
Grupo de supervisión e investigación en
Psicoterapia psicoanalítica de niños.
Rev. Audepp. Tomo VII Nº 1
Morin Edgard : Epistemología de la complejidad.
Conferencia. Paraninfo de la Universidad
Abril 1998. Mvdo.
Winnicott Donald: Realidad y juego. Ed. Gedisa.