En la Argentina de Milei se condensa la violencia del ajuste con los discursos de odio que buscan legitimar la exclusión y la represión. Desde que asumió se mostró tal cual es: un gobierno al servicio de los grandes empresarios, que descarga la crisis sobre jubilados, estudiantes, trabajadores y personas con discapacidad. La motosierra, lejos de “ordenar”, desangra la vida cotidiana de millones. La corrida cambiaria de las últimas semanas lo dejó en evidencia: el mercado, al que el presidente se arrodilla, no le perdona la falta de dólares ni el derrumbe de la economía real. La inflación devora salarios y jubilaciones, los precios básicos se disparan, y los sectores más vulnerados son los que pagan el costo de un experimento económico que solo beneficia a los de arriba.
La historia enseña que cada derecho conquistado fue producto de la lucha: así se logró el matrimonio igualitario, la identidad de género, el aborto legal y la ampliación de derechos para millones.