Aquellos que hacemos la revista Topía lamentamos informar que el 22 de marzo falleció nuestro querido compañero Héctor Freire. Escritor, poeta y crítico de cine. Héctor era miembro del Consejo de Redacción de Topía desde 1996, escribiendo en todos los números y siendo responsable del área de cultura de nuestra revista.
Nació el 10 de diciembre de 1953. Fue profesor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Recibió el Premio y la Beca a la Investigación Literaria Ciclo 2003, otorgada por el Fondo Nacional de las Artes, por su proyecto “Poesía Buenos Aires (1980 / 1990)”. Fue fundador de la Primera Escuela Literaria del Teatro IFT (“Idisher Folks Teater”), jurado del Fondo Nacional de las Artes (género ensayo), jefe de redacción de la Revista de Poesía “Barataria”, así como de la Revista Cultural “La Pecera” (Mar del Plata) y director de la Revista de Cultura “Rizoma” y responsable de las secciones Arte y Erotismo de la revista virtual “El Psicoanalítico”. Entre 1994-2014 formó parte del grupo de docentes-capacitadores del CEPA (Escuela de Capacitación Docente. Pedagogías de Anticipación), dependiente de la Secretaría de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Nos deja una frondosa producción escrita, entre las cuales se destacan: Literatura y cine, uso del video en el aula (en co-autoría con Maximiliano González Jewkes, 1997), Sostiene Tabucchi (todo es una película) (en co-autoría con Roberto Ferro, Maximiliano González Jewkes y Ana Paruolo, 2000), De cine somos (críticas y miradas desde el arte) (Topía, 2007), El cine en su laberinto: literatura, pintura y sociedad (Topía, 2009), Cine en tiempos de insignificancia (2013). También libros de poesía como Voces en el sueño de la piedra (1991), Poética del tiempo (Grafiti, Montevideo, Uruguay,1997), Motivos en color de perecer (2003; Premio Fondo Nacional de las Artes), Satori (2010; con segunda edición, castellano-francés, en 2013) y Botánica. Antología poética (2021).
Nos deja a quienes hacemos Topía un dolor inconmensurable, pero también las huellas de sus profundos aportes en todos los sentidos a lo largo de los años. Por eso, nada mejor que recordarlo con su escritura. En uno de sus últimos textos, “Enfermedad y dolor y sufrimiento en el arte” sostenía con certera lucidez:
“El nacimiento de la imagen artística está unido desde el principio de la humanidad a la superación del dolor, el duelo y la incertidumbre ante la muerte. Pero si esas primeras imágenes surgen de las tumbas, es como rechazo a la nada, y para prolongar en cierta forma la vida. De ahí la necesidad de cubrir esas representaciones con colores, para hacer más soportable la idea insoportable de la muerte. Es como si esos primeros ‘artistas’, experimentaran por primera vez en la historia, ante el dolor, la enfermedad y el sufrimiento, la paradoja crucial que le da sentido al arte: para expresar el silencio de la muerte, el silencio nunca es suficiente.”
Ante su silencio seguiremos recordando sus lucidas palabras.
Enrique Carpintero, César Hazaki, Alejandro Vainer, Alicia Lipovetzky, Alfredo Caeiro, Susana Toporosi, Carlos Barzani, Susana de la Sovera, Andrés Carpintero y Mariana Battaglia.
Foto: 24 de marzo del 2016. Lee un texto en el parque de la memoria. Desde Topia hicimos un acto por los detenidos desaparecidos en Salud Mental. Héctor fue uno de los oradores.
En su zoología de intimidad, el gato de Hokusai
destaca el impudor que pretende evitar,
la infinitud de aquello que los humanos ignoramos.
Quizás por eso, su ocio nos resulta demasiado trabajoso.
En ese “vacío pictórico” - inservible a efectos descriptivos-
se ajusta el contenido de su imagen:
una humilde silueta recortada que elimina cuanto sobra.
Por un instante ese signo de mesura
nos hace olvidar la violencia del mundo.
(Satori, 2013)
INVIERNO
¿Qué ojo humano asistirá jamás a esos
dramas mudos y demasiado largos para
nuestra pequeña vida?
Maurice Maeterlick
Para morir cuenta las arenas del viento blanco.
Inminencia de la luz que parte e ignora su ser.
El silencio es el ocio de los árboles,
y su pensar es como arar en la arena:
el corazón interior que imanta,
y hace sutil la noche y la llena de señales.
Cadente en la semilla, el agua,
que nunca tiene sed desenrosca
lúcida en premisas de la piedra, sin ruido,
las raíces.
En pedazos de espejos,
el viento retiene traslúcido
el mirar de los frutos.
*
El esfuerzo hacia la luz y la ley
que lo encadena al suelo
tienden a un mismo fin: escapar
por arriba a la fatalidad de abajo.
El ojo que nada espera y ve las nubes
que entran al horizonte por la pupila del alba.
De tanto mirar, el árbol se ha vuelto desierto,
el mar del desierto donde dormir el cuerpo
soñando un oasis.
Por fin la muerte sería un sorbo de agua.
*
Ojos adentro la materia de su savia.
Afuera arde el tronco como una piel endurecida,
su balanceo exagera la tempestad.
–“La voluntad de un árbol es algo que asusta”–
El solsticio trae en principio la luz,
y una vez pasada la séptima hora
el movimiento se introduce en la quietud.
Arriba los pájaros vuelan en redondo
sobre los cadáveres de las hojas muertas.
*
–“La unidad lo complica todo.
Florecer es desplazar matices”–
El árbol respira espacio mientras borra
el camino y desteje redes de piedra.
La noche enhiesta brilla en el corazón
del invierno, y en el silencio del rocío,
insegura de ver, produce uniones indeseables:
las semillas se evaden de la sombra materna
y entre las piedras frías y estériles
el árbol tiene alas.
*
–“El invierno golpea con sus puños
de brillantes sudarios para desvanecerme
en este pesado sitio. Y ya nada me rodea”–
En el fondo de la tierra el oro de las aguas
estancadas es un sueño detenido.
Y sin embargo, es tan intensa la vida del árbol,
que los peces en su petrificado vivero
conservan aún su dinámica de flechas.
(Botánica. Antología poética, 2021)